Recomiendo:
0

Los israelíes manipulan mejor los medios

Fuentes:

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

En mi calidad de guía y consultor residente en Belén, Palestina, coordino regularmente visitas de grupos de occidentales que vienen a ver la realidad palestina con sus propios ojos.

Casi siempre estos visitantes sienten al partir que lo que vieron no corresponde a la imagen de Palestina que tenían antes de venir. De alguna manera el impacto y alcance de la ocupación nunca habían sido realmente comprendidos sin haberlos vivido de primera mano.

¿Por qué? Hay muchas causas que juegan un papel, pero tal vez ninguna es tan importante como la influencia de los medios. Pienso que hay tres factores que deben ser considerados para comprender el impacto de los medios occidentales sobre la imagen popular de Palestina ocupada (Cisjordania, Jerusalén Este y la Franja de Gaza):

  • La situación laboral y la base cultural de los periodistas occidentales que trabajan en Palestina e Israel.

  • La presentación de las noticias sobre la región y

  • Los límites del debate dentro de los medios.

El papel del periodista

El papel del periodista es reunir datos e interpretaciones. En el caso de Cisjordania y Gaza ocupadas, es lamentable notar que desde los primeros días de la ocupación en 1967 pocos periodistas occidentales tuvieron la voluntad o la oportunidad de vivir por un tiempo prolongado en una localidad palestina como Ramala [Ram Allah] o Gaza.

La gran mayoría de los corresponsales locales prefieren permanecer en Israel, Jerusalén Oeste y algunas veces en Jerusalén Este árabe, como su base de trabajo, limitando su cobertura directa de los asuntos palestinos a breves excursiones al centro de Cisjordania. Así desarrollaron un conocimiento bastante fragmentario de la sociedad palestina bajo la ocupación y poca comprensión de los diversos contextos sociales y políticos en los que los palestinos trataron de continuar sus vidas a pesar de la opresión.

Esta situación no ha cambiado. Durante la segunda Intifada (desde septiembre de 2000) se hizo imposible para casi todos los israelíes, incluyendo a la gran mayoría de los periodistas israelíes, viajar o permanecer en Cisjordania y Gaza. Los equipos extranjeros de televisión dependían de personal de apoyo palestino que a menudo no podía viajar libremente en los territorios ocupados, mientras que los equipos internacionales tenían que obtener permisos de trabajo.

Misiones peligrosas

Además las visitas a las áreas de tensión se hicieron bastante peligrosas, especialmente después de que el ejército israelí acosó y disparó cada vez más a los periodistas, palestinos e internacionales por igual. El ejército israelí comenzó a establecer sistemáticamente áreas de exclusión para extranjeros y periodistas, como durante los prolongados toques de queda en las ciudades palestinas en 2002 y 2003.

Sin embargo, a pesar de estas limitaciones, sigue siendo posible, en principio, que los periodistas extranjeros viajen y vivan en las áreas palestinas, algo que hace sólo un número cada vez más pequeño. Por ello, su acceso a los acontecimientos que ocurren en la Intifada y a las interpretaciones palestinas de los contextos en los que se desarrollan los eventos de la actualidad, sigue siendo limitados.

Consideremos un ejemplo: los periodistas occidentales llegan más rápido al lugar de los hechos cuando un ataque palestino contra israelíes ocurre en las calles de Jerusalén que cuando palestinos mueren en un choque en Hebrón. En consecuencia, la información sobre víctimas palestinas carece del impacto, de la urgencia, del drama y de la contextualición que caracterizan los reportajes sobre los ataques contra israelíes.

Aparte de los temas de acceso y presencia, también hay que tomar en cuenta la base cultural de los periodistas occidentales, que a menudo están más familiarizados con la vida moderna israelí (incluyendo el idioma hebreo, en el caso de periodistas israelíes o judíos que informan para los medios internacionales), que con el modo de vida palestino o árabe.

Reportajes estereotipados

Es difícil de imaginar que esto no tenga influencia sobre los temas y la forma de informar. A un nivel analítico, no es poco común que se vea a periodistas que recurren a etiquetas bien conocidas y estereotipadas como «fanatismo», «fundamentalismo», «tribalismo» e «Islam» como esquemas explicativos indiscriminados para acontecimientos violentos que ocurren del lado palestino, y omiten detallar las influencias de la ocupación, la dominación, la historia y del contexto local o personal que hubieran conocido si hubiesen vivido allí.

También se puede decir sin temor a equivocarse que los periodistas toman más en serio las interpretaciones del gobierno y del ejército israelíes – aunque no se fían de ellas – que los comentarios oficiales o extraoficiales palestinos.

Un periodista del Canal 2 francés señaló: «Cuando los palestinos exageran o mienten, es evidente casi de inmediato. La mentira es burda y básica. Las mentiras israelíes son mucho más inteligentes, más sofisticadas. Cuando un funcionario del gobierno israelí suministra información, parece que viniera de un think tank que ha decidido ofrecer su propia marca de ‘sesgo’ mediático. [Palestine-Israel Journal, Vol. 10, no. 2, pp.19-20].

Las relaciones públicas israelíes oficiales están también mejor equipadas y mejor dotadas de personal para controlar o hacer el seguimiento de historias que las relaciones públicas palestinas, que sólo han mejorado recientemente, y eso sobre todo en el ámbito de ONG (compárese con el creciente profesionalismo de servicios mediáticos como el Centro de Medios y Comunicación de Jerusalén y el Palestine Monitor).

Además, los periódicos árabes aparecen sólo en árabe mientras que algunos de los principales periódicos israelíes (Jerusalem Post, Ha’aretz) aparecen en inglés, permitiendo así una corriente diaria de informes y análisis orientados hacia Israel que son fácilmente accesibles a través de Internet.

En realidad, la mayoría de los periodistas occidentales está más familiarizada con las realidades de la ocupación a través de los informes críticos de los periodistas israelíes Amira Hass y Gideon Levy que a través de aquellos de la prensa palestina o árabe.

La redacción final

Los periodistas en el terreno son sólo parcialmente responsables de cómo aparecen sus informaciones en la prensa o en la pantalla. Los informes finales, revisados, tienden a filtrar aún más elementos que constituyen un reto para las expectativas de los lectores, los anunciantes y las elites políticas occidentales.

Ha habido varios trabajos de investigación de organizaciones como FAIR, el Instituto Internacional de la Prensa y Electronic Intifada sobre selectividad y parcialidad en los informes de los medios occidentales (sobre todo estadounidenses) respecto a la violencia de israelíes y palestinos. Se habla menos (y de modo menos destacado) de las víctimas palestinas que de las víctimas israelíes. (Compárese la tendencia en los medios occidentales a informar sobre un período de «calma» cuando no hay víctimas israelíes aunque al mismo tiempo puede haber numerosas víctimas palestinas.)

Los actos de violencia israelíes son descritos más a menudo en términos de una operación neutral o de rutina de un ejército estatal y también como una reacción a la violencia palestina («represalias» y el uso del término israelí de «Fuerzas de Defensa Israelíes» o de «fuerzas de seguridad» en lugar de, por ejemplo, «ejército israelí»).

La violencia palestina es dramatizada y a veces parece agresiva por su naturaleza. Por otra parte, la violencia estructural y la ilegitimidad de la ocupación son menos subrayadas en la mayoría de los informes occidentales. Los medios noticiosos dominantes se refieren a los asentamientos que forman parte del «gran Jerusalén» como «vecindarios», mientras – lo que es importante – la mayoría, especialmente en EE.UU., emplea expresiones como «territorios en disputa» o los territorios [palestinos] en lugar de decir «los territorios [palestinos] ocupados» o «Palestina ocupada» cuando se refieren a Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este.

Esas representaciones lingüísticas del conflicto orientan las atribuciones de culpa del lector o del telespectador y las relaciones de causa y efecto, en otras palabras sus interpretaciones y puntos de vista del conflicto.

Puntos de vista

Los medios también dan espacio a puntos de vista más elaborados a través de sus páginas de opinión y editorial, entrevistas informativas, o en comentarios solicitados de expertos, portavoces o del público.

¿Qué gama de puntos de vista es permitida? Parece hacer tres paradigmas fundamentales que aparecen en las páginas o programas de opinión de los medios occidentales respecto al conflicto palestino-israelí.

  1. Los israelíes tienen derecho a la seguridad y la violencia palestina contra Israel es ilegítima.

  2. El conflicto representa un círculo vicioso de violencia que debe ser roto mediante negociaciones y mediación:

  3. El conflicto se desarrolla esencialmente entre una ocupación ilegal y un pueblo ocupado, no-protegido.

La mayor parte de la opinión occidental, sospecho, se ubica, con fluctuaciones, dentro del continuo entre a y b, mientras que las opiniones en el continuo entre b y c existen menos, sobre todo en EE.UU.

La limitación tiene que ver con las causas familiares que, en general, impiden un debate democrático abierto: la cercanía de los medios dominantes de EE.UU. a las elites políticas, la preocupación por la adquisición de anuncios y el impacto de un exitoso grupo de influyentes dirigentes conservadores de la opinión dentro de los medios de prestigio.

En el caso del conflicto palestino-israelí, también juega un papel influyente en el negocio de la opinión la hasbara israelí (la propaganda del Estado).

Cobertura de Camp David

Por ejemplo, después de la ruptura de las negociaciones en Camp David en el verano de 2000, y el comienzo de la Intifada que la siguió, los especialistas israelíes de los medios emprendieron un esfuerzo concertado para difundir una historia que por un lado ponía en primer plano la generosidad israelí en las negociaciones (especialmente respecto a Jerusalén) y por el otro, la supuesta traición de Arafat, que fue presentado como un conspirador que provocó una insurrección armada.

Significativamente, la historia debilitó el discurso palestino ya que las exigencias palestinas fueron presentadas como irracionales (en vez de justificadas por el derecho internacional) mientras que la razón de la rebelión no fue ubicada en las difíciles circunstancias de la ocupación sino en los poderes dictatoriales de una persona. Lo mismo se aplica a la identificación en los medios de Arafat con Sadam Husein por parte de muchos líderes de la opinión.

De manera que la conclusión general tiene que ser que los principales medios occidentales, y aún más en EE.UU., no suministran una información empática, coherente, perspicaz, factual, contextualizada y detallada del caso palestino, arraigada en la vida diaria bajo la ocupación y proveniente de un ansia colectiva y de un esfuerzo por la libertad en un estado nacional.

Obviamente, el poder de los medios es tal que una representación subdesarrollada del caso palestino influencia la política. No basta con tener de su parte el derecho internacional y un consenso mundial sobre la necesidad de un estado palestino, cuando los principales actores políticos más influyentes y sus audiencias no comprenden en su totalidad la temática básica.

* El doctor Toine van Teeffelen recibió su doctorado en análisis del discurso de la Universidad de Amsterdam con el tema de las imágenes del conflicto palestino-israelí en la literatura popular occidental. Actualmente es consultor educacional así como representante de movimientos por la paz en Palestina. Sus cartas desde Belén son difundidas, entre otros, por Electronic Intifada.

30 de octubre de 2003

http://english.aljazeera.net/NR/exeres/0944B35C-4811-4F44-88EF-F96684DF85F7.htm