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Editorial de Liberación

Asesinando niños

Fuentes:

Cuando en 1987 estalló la Intifada en los territorios palestinos ocupados por Israel en la Franja de Gaza, los protagonistas fueron como es sabido jóvenes y niños que combatían sólo con piedras contra vehículos blindados y soldados atrincherados en sus casamatas de hormigón. Con el acuerdo de Oslo, hoy sepultado, durante un corto período parecía […]

Cuando en 1987 estalló la Intifada en los territorios palestinos ocupados por Israel en la Franja de Gaza, los protagonistas fueron como es sabido jóvenes y niños que combatían sólo con piedras contra vehículos blindados y soldados atrincherados en sus casamatas de hormigón.

Con el acuerdo de Oslo, hoy sepultado, durante un corto período parecía que la paz había llegado a Medio Oriente. Muy pronto se vió con el arribo del Likud al gobierno de Israel, tras el asesinato de Isaak Rabin que la derecha sionista estaba dispuesta ha desandar el camino pactado y recuperar la iniciativa colonizadora mediante el uso del recurso militar.

En septiembre del 2000 estalla una nueva Intifada que muchas veces es acompañada de otras formas de resistencia civil. En los cuatro años transcurridos de esta rebelión popular contra el ocupante, el ejército israelí ha matado a 136 niños palestinos sólo en Rafah y Khan Yunis, según afirma el Centro Palestino para los Derechos Humanos (CPDDHH). Un cuarto de los niños muertos lo han sido como consecuencia del «fuego indiscriminado, el uso excesivo de la fuerza, la política de disparar a matar y el blanco deliberado de los niños» dice el CPDDHH.

El caso de la niña palestina de 9 años Raghda Alassar es elocuente. Estaba sentada en el salón de clases de una escuela primaria de la ONU en Khan Yunis, cuando una bala disparada por un soldado israelí le desgarró el cerebro dejándola gravemente herida. Transportada a un centro médico cercano se constató de que necesitaba atención en un hospital con mayores recursos y durante cinco días, que fueron decisivos, el ejército israelí bloqueó su traslado. Tampoco es único, porque el año pasado otra niña de 12 años llamada Huda Darwish, fue muerta de un balazo mientras se encontraba también en el aula de una escuela. Como han denunciado organismos de DD.HH., no siempre estos disparos se producen en el marco de enfrentamientos armados entre palestinos e israelíes, sino que forman parte de una deliberada política israelí de eliminación de «futuros terroristas».

Para Ariel Sharon y su gobierno no hay tiempo que perder en el propósito no de alcanzar la paz con los palestinos sino el de derrotarlos definitivamente mediante el uso de todo su poderío militar, máxime cuando cuenta con el apoyo público de Bush. Para el gobierno de Sharon no importa el costo en vidas propias o ajenas, y como Bush mismo, prosigue con el terrorismo de Estado generando nuevos terroristas en Medio Oriente.

Esta semana el gobierno de Estados Unidos volvió a mostrar su solidaridad consecuente con Israel, cuando con su veto impidió que el Consejo de Seguridad de la ONU votara una resolución que pretendía frenar la ofensiva militar israelí en Gaza, siendo ésta la vigésima vez que impide una iniciativa sobre Medio Oriente. La resolución condenaba la ofensiva militar en el campo de refugiados palestinos de Yabalia en la franja de Gaza, que ha causado desde fines de septiembre más de 80 muertos y más de 300 heridos, además de la destrucción material.

La actual ofensiva militar denominada «Días de penitencia», que el gobierno de Israel defiende como de autodefensa tras la muerte de dos niños israelíes alcanzados por cohetes de fabricación casera, prosigue hasta hoy. En la misma el ejército de ocupación utiliza los bombardeos aéreos, ataques dirigidos a personas desde helicópteros, tanques y obuses, seguidos de tractores que demuelen todos los días las viviendas y sembrados palestinos, donde ni se salvan los olivos que son arrancados de cuajo cuando por esta fecha tendría que comenzar la cosecha anual.

En la ONU y a nivel internacional Israel se justifica acusando a las autoridades palestinas de no impedir las acciones terroristas contra sus ciudades, mientras cínicamente ha seguido destruyendo la capacidad política, administrativa y policial de la Autoridad Nacional Palestina.

Según sicólogos palestinos los niños están traumatizados por la violencia del ejército israelí y muchos sienten que ni sus propios padres les pueden proteger. La imagen que tiempo atrás recorrió el mundo, de Mohammed al-Dura, el muchacho de 12 años tiroteado por soldados mientras su padre trataba de cubrirlo del fuego israelí, está grabada en el espíritu de los niños y muchos de ellos comienzan a aceptar la posibilidad de morir, dicen los sicólogos. Horrible realidad que la solidaridad con el pueblo palestino debe urgentemente contribuir a revertir.