Traducido para Rebelión por Juan Vivanco
«La guerra contra el terrorismo es pura propaganda, y los medios, incluidos los europeos, hacen el juego a los poderosos distrayendo al público de las cuestiones realmente importantes». No ahorra palabras Noam Chomsky, lingüista, conciencia crítica de Estados Unidos, y desde hoy también doctor honoris causa en psicología. El honor se lo ha concedido la Universidad de Bolonia. Pero varias horas antes de la ceremonia el profesor quiso reunirse con los estudiantes de la facultad de Psicología, que le tributaron un recibimiento muy caluroso. En el aula magna, con 200 asientos, había unas 500 personas. Él no les decepcionó. En la hora y media de su lección sobre «medios y terrorismo», vestido de un modo mucho más informal que las decenas de profesores presentes en el acto, acusó a la información mundial y a los gobiernos de su propio país -también a los predecesores de George W. Bush-, desgranando hechos con un gran sentido de la provocación.
Chomsky toma el caso de Terri Schiavo, que en las últimas semanas ha dejado en segundo plano las demás noticias internacionales, como un ejemplo de asunto magnificado por la propaganda para mantener al gran público desinformado de otros hechos. «En este viaje por Europa me ha llamado mucho la atención hasta qué punto los intelectuales europeos se someten a la agenda política de EEUU. Si Bush, por puro cinismo político, decide que el caso Schiavo es el problema más importante, los medios europeos no hablan de otra cosa» dice el profesor, «basta con echar un vistazo a la prensa de hoy: Repubblica, por ejemplo, dedica cinco páginas a este asunto. Sólo en la página 18, abajo, en un pequeño recuadro, habla del informe de la ONU en el que se documenta que la desnutrición infantil en Irak se ha duplicado a causa de la guerra. ¿Es esta la cultura de la vida que invoca Bush?»
De Irak a John Negroponte, que hasta hace unas semanas era el embajador en Bagdad y acaba de ser nombrado jefe del espionaje estadounidense, no hay más que un paso. Según Chomsky, Negroponte es «uno de los terroristas internacionales más importantes» por su actividad como embajador en Honduras a principios de los ochenta, cuando en el pequeño país centroamericano los estadounidenses adiestraban a terroristas para luchar contra el gobierno sandinista de Nicaragua. «Todavía hoy, como EEUU se niega a pagar las indemnizaciones ordenadas por la ONU, el 60% de los niños nicaragüenses menores de dos años están desnutridos». ¿La conclusión? «Si realmente nos importara la cultura de la vida nos preocuparíamos de estos niños, no de Terri Schiavo. Pero si para la cultura occidental la preocupación por el terrorismo es igual a cero, evidentemente la preocupación por la cultura de la vida está bajo cero».
Según Chomsky, para vender a los estadounidenses la guerra contra el terrorismo («cuando un estado la declara, significa que está a punto de perpetrar graves actos terroristas»), hay que asustar continuamente al personal. El aparato mediático tiene una importancia estratégica a la hora de preparar los conflictos: «En los años ochenta se decía que unos sicarios libios merodeaban por Washington, y se produjeron los bombardeos sobre Libia. En 1989 se provocó una histeria colectiva en torno al narcotráfico, y se produjo el ataque a Panamá. En el caso de Irak, fue el embuste de las armas de destrucción masiva: todavía hoy, aunque el gobierno ha reconocido que todo era falso, el 50% de los estadounidenses cree que esas armas existían realmente». Pero las verdaderas amenazas para la población, según Chomsky, son otras: «En los últimos 25 años los salarios reales han bajado en el país. Han aumentado las horas de trabajo y se ha limitado el derecho a la asistencia sanitaria. Si la gente se centrase en esto, el poder no lo tendría tan fácil. Por eso se da tanta importancia a historias como la de Terri Schiavo, que distraen al público de los problemas reales».
¿Cree que Estados Unidos atacará a Irán? pregunta un estudiante. Chomsky es escéptico: «Si quieres atacar un país no anuncias tus propósitos durante años, de lo contrario le das ventaja al adversario». La cuestión, para Chomsky, es otra: la invasión de Irak y el tira y afloja con Irán sobre el enriquecimiento del uranio con fines nucleares («Teherán tiene todo el derecho a hacerlo si es con fines pacíficos») transmiten un mensaje peligroso. «Es evidente que EEUU sólo ataca a un país incapaz de defenderse. De modo que la lección para el resto del mundo es: será mejor que os dotéis de defensas para que EEUU no os ataque».
El último tema que abordó Chomsky fue el futuro de la ONU, puesto en entredicho por la guerra de Irak y el escándalo «Petróleo por alimentos». Para el profesor «el destino de las Naciones Unidas depende de que las naciones occidentales lleguen a ser verdaderas democracias. En EEUU, contrariamente a lo que quieren hacer creer los medios, la mayoría de la gente apoya a la ONU, quiere que EEUU salde sus deudas con la organización e incluso que renuncie al derecho de veto. De modo que si EEUU se convirtiera en una democracia, el futuro de la ONU sería más halagüeño». También en el escándalo «Petróleo por alimentos», a juicio de Chomsky, la propaganda de Washington ha tenido un papel destacado: «Los medios dan importancia a unas decenas de miles de dólares que quizá se hayan embolsado un funcionario de la ONU y el hijo de Kofi Annan. Pero ninguno dice nada de los 15.000 millones de dólares que EEUU ha sustraído del programa para compensar a sus aliados, como Turquía y Jordania. ¿Y qué hay de los 18.000 millones para la reconstrucción de Irak, que se han esfumado? ¿Alguien ha escrito algo? El objetivo es desacreditar a la ONU como sea».
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