Recomiendo:
0

República Dominicana:

Un infierno en el paraíso

Fuentes: IPS

Los árboles recuperaron su verdor en Paraíso de Dios sólo después de que se mudó la planta de reciclaje de baterías de automóviles, que producía «una especie de neblina, como cuando llueve». Pero la contaminación permanece. Paraíso de Dios es un barrio de Bajos de Haina, un municipio ubicado unos 20 kilómetros al oeste de […]

Los árboles recuperaron su verdor en Paraíso de Dios sólo después de que se mudó la planta de reciclaje de baterías de automóviles, que producía «una especie de neblina, como cuando llueve». Pero la contaminación permanece.

Paraíso de Dios es un barrio de Bajos de Haina, un municipio ubicado unos 20 kilómetros al oeste de la capital de República Dominicana, considerado una de las 10 zonas urbanas más contaminadas del mundo, según un estudio divulgado en octubre por el Instituto Blacksmith, de Nueva York

La contaminación la provocó Metaloxa, una planta de reciclaje de baterías para automotores, que por 20 años operó sin cumplir ningún control ambiental. Sus calderas despedían al aire partículas de plomo, que en gran medida iban a parar a la sangre de los lugareños y que con el paso del tiempo dejaron secuelas imborrables.

Casi siete años después de cerrada la planta, los exámenes de laboratorio arrojan que muchos niños continúan naciendo con altos niveles de plomo en su sangre, conforme a análisis realizados en 2006 por el Instituto de Química de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Rubí Romero, de apenas un año, registró 20,62 microgramos por 10 decilitros de sangre (mcg/dl), más del doble de los 10 mcg/dl que establece como límite la Organización Mundial de la Salud.

Pero la lista sigue. Yean Carlos Cuevas, de la misma edad, presentó 12,73 mcg/dl. Mientras Diegory Pérez y Nicol García, de 10 años cada uno, arrojaron resultados de 26,15 mcg/dl y 23,26 mcg/dl respectivamente.

«La contaminación permanece porque abrieron fosas sin tomar las previsiones correspondiente en el lugar», explicó Conrado de Depratt, coordinador del área de investigación del Instituto de Química de la UASD.

Desde el cerro, donde estaba enclavada la fábrica, las aguas de lluvias arrastran óxido de plomo hasta las viviendas y los bajos del río Haina, que bordea el barrio, detalló el especialista.

Los residuos de la fábrica «debieron ir a fosas herméticas para evitar contaminación por drenaje», comentó a IPS. Y «mientras no se corrija esa situación, continuarán los estragos», agregó.

En los Bajos de Haina habitan 89.831 personas y 32 por ciento de los hogares son pobres, según el informe general de la focalización de la pobreza en el país, realizado en 2005 por el secretariado (ministerio) Técnico de la Presidencia, a través de la Oficina Nacional de Planificación.

Este no es un municipio cualquiera. Cuenta con cerca de 110 empresas, lo cual lo hace el mayor parque industrial de la República Dominicana, además de tener la única refinería de petróleo del país y su más importante puerto marítimo.

Sólo por recaudaciones aduaneras, este puerto captó entre enero y junio del año pasado unos 63,3 millones de dólares, es decir más de la mitad del total de tributos cobrados por la Dirección General de Aduanas en todo el país.

Desde 1999, Metaloxa no está en Paraíso de Dios. Presiones de los vecinos obligaron a las autoridades de la secretaría (ministerio) de Salud Pública a intervenir para lograr su traslado. La lucha duró casi una década. La comunidad pensó que con el traslado desaparecería la contaminación. Pero no fue así.

«La preocupación de nosotras es que han nacido niños con altas dosis de plomo en la sangre años después del cierre», explica Sandra Castillo, un líder barrial.

Además hay casos de menores con deformaciones, como una niña de 12 años y un niño como de nueve, que nacieron con los pies hacia atrás, según pudo constatar el enviado especial de IPS a Paraíso de Dios, y que según los vecinos son consecuencias de la contaminación.

En los terrenos de la antigua planta de reciclaje, de unos 5.000 metros cuadrados, los niños y niñas juegan desafiando a las partículas de plomo asentadas en las ruinas de la fábrica, la cual no tiene ningún tipo de cercado que impida el acceso.

A Castillo, quien desde principios de los años 90 representa a su barrio, se le pierde la mirada en el descampado donde operó la planta, como si se sumergiera en los avatares que afrontó la comunidad para retirar la fábrica de manera definitiva.

La planta fue cerrada por orden de las autoridades el 30 de diciembre de 1999 y meses después sus propietarios la reinstalaron en la zona industrial, donde también finalmente fue clausurada, en octubre.

La salida de Metaloxa de Paraíso de Dios no fue fortuita. «Ellos se fueron por la presión de la gente», aclara la dirigente comunitaria de unos 35 años. «Sin embargo, la rabia continúa después de muerto el perro, como dice el refrán», agrega.

Esta dominicana no olvida, muy al contrario recita de memoria los nombres de cada uno de los menores contaminados como si se tratara de sus propios hijos: «Rubí, Yean Carlos, Diegory, Nicol, Argelia, Kirsi…».

El programa Nutrición Por la Vida, que opera aquí desde 2000 y es patrocinado por la fundación estadounidense Niños Libres de Plomo, ofrece nutrientes extras para los menores de edad y las mujeres embarazadas.

Para luchar contra la contaminación, brindan calcio sin plomo, magnesio, zinc, vitaminas A, B12, C, D, hierro y ácido fólico. El programa nunca ha fallado desde que inició. «Mis hijos lo han recibido siempre», asegura Silvia García, una vecina de Paraíso de Dios. «Pero la cosa está igual, siguen debiluchos y se enferman con frecuencia», añade.

Para solucionar la contaminación humana los expertos plantean que lo «ideal» es trasladar a todos a otro sitio, alambrar el lugar y prohibir la entrada por tiempo indefinido. Además, plantar de árboles en el terreno.

Esa fue la propuesta del Instituto de Química de la UASD hace unos años atrás, y todavía el profesor Depratt la sustenta como la vía más adecuada para solucionar el problema.

«Confinar el lugar es la solución», sostiene. «Esa fue nuestra propuesta a la secretaría de Salud en su momento y todavía tiene vigencia porque nada ha cambiado. Allí, en los terrenos donde operaba la planta de reciclaje, no se está haciendo nada».

Estudios realizados el año pasado por el Instituto de Química indican que el terreno y sus alrededores presentan altas cantidades de plomo óxido. La investigación encontró áreas que aglutinan hasta entre 344,191 y 463,970 partes por millón (ppm) del metal. Mientras que en el perímetro se registró menor concentración (160 ppmy 400 ppm).

Según expertos, un terreno no debe retener plomo, «exceptuando que se trate de una mina».

La Ley General sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales fue aprobada en 2000, es decir 21 años después de que estuviera operando la planta de reciclaje.

Entre otras cosas, la ley establece que «la importación, la fabricación, la elaboración, el manejos, uso, acumulación y evaluación y disposición final de sustancias…..que por su naturaleza de alto riesgo puedan provocar daños a la salud humana, al medio ambiente y a los recursos naturales, serán regulados por la secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales».

Ante ese cuadro, la institución gubernamental estudia varias propuestas planteadas por los ejecutivos de Metaloxa para sanear el terreno contaminado de Paraíso de Dios.

La primera propone extraer la capa de tierra afectada por el plomo óxido para tratarla en otro país, explica Juan Felipe Ditrén, director de Calidad Ambiental del ministerio correspondiente, quien no reveló cuál sería el país receptor.

Otras alternativas consisten en contratar especialistas brasileños que limpien el terreno, o asumir una propuesta de técnicos suizos interesados en el caso tras la publicación del Instituto Blacksmith.

En cualquier caso, todo proceso de descontaminación que se inicie compromete a la empresa porque «las consecuencias de los desastres ambientales originados por negligencia serán responsabilidad exclusiva de las personas o entidades causantes del mismo, las cuales deberán reponer o restaurar las áreas o recursos destruidos o afectados», establece la ley sobre Medio Ambiente, en su artículo 76.

Este tipo de tratamientos para descontaminar son largos, a veces duran hasta 40 años, señala Ditrén.

Mientras las autoridades estudian las diferentes opciones para remediar el daño, en Paraíso de Dios aguardan con urgencia por una solución y Sandra Castillo continúa viviendo justo al lado del terreno donde operó la planta de reciclaje.

«Esto parece un infierno», dice. «A veces pienso como que toda la lucha ha sido para nada».