-El Comandante se encargó de poner a la hora las manecillas del reloj de la Revolución Cubana.-Él aspira a consagrar sus últimos años a reforzar «la lucha de las ideas».-Todo apunta a que va a consagrar su tiempo a garantizar las bases morales del sistema cubano. Que las modificaciones apunten a mejorar las condiciones de […]
-El Comandante se encargó de poner a la hora las manecillas del reloj de la Revolución Cubana.
-Él aspira a consagrar sus últimos años a reforzar «la lucha de las ideas».
-Todo apunta a que va a consagrar su tiempo a garantizar las bases morales del sistema cubano. Que las modificaciones apunten a mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos y que los cambios a la economía inserten a Cuba en la realidad mundial preservando sus principios.
1.- La esperanza sigue brillando
Este es el artículo que jamás hubiera querido escribir. Pero la vida y el tiempo son inexorables y el propio Comandante se encargó una vez más de sorprendernos a todos y poner a la hora las manecillas del reloj de la Revolución Cubana. Con su mensaje al pueblo de Cuba, en un acto de excepcional dignidad, Fidel se encargó personalmente de señalar que el proceso de sucesión ya es irreversible.
Ya sea que el fin del Comandante esté más cerca de lo que sus partidarios desearíamos o más lejos de lo que sus enemigos anhelan, el mensaje señala que se aproxima una nueva era de la vida política cubana y ello incluye forzosamente modificaciones.
Modificaciones y puesta al día que no significan ni con mucho retrocesos, renuncia al proceso o «transición democrática»; y esto la saben las nuevas generaciones cubanas en Miami -y otros polos del exilio- conscientes de que es iluso pensar en un retorno vengativo con el respaldo norteamericano.
Sólo las viejas momias decrépitas del lobby cubano-norteamericano, entienden a la Cuba post Fidel como su legítima presa del mercado neoliberal y aspiran a retomar la conducción de una hipotética «transición democrática», que les permitiría rescatar para si las mejores ofertas de la nueva política económica.
Cabe también aclarar de una vez que dentro de Cuba no hay una verdadera oposición, como existía en Polonia por ejemplo, capaz de erigirse en alternativa ante una hipotética crisis de las instituciones del poder actual.
Lo que existe es una masa inorgánica de inconformes, o jóvenes con diversos niveles de frustración porque el régimen no tuvo o no pudo tener una oferta oportuna a sus aspiraciones. Nada que pueda ofrecer ni de lejos una alternativa a la dirección que Raúl Castro y los herederos pragmáticos mantendrán.
Los analistas de la Casa Blanca, a quienes por cierto les queda poco tiempo en el poder, oscilan entre dos opciones:
• Aprovechar este período de incertidumbres, donde ni Fidel Castro está en condiciones de ejercer totalmente el poder y Raúl Castro no está todavía totalmente a la cabeza de la conducción de la isla, para presionar al gobierno cubano y obtener una apertura favorable a la política de EEUU.
• Seguir apostando a una pronta desaparición del Comandante y a que sobrevendrá una crisis de ingobernabilidad en medio de la cual Estados Unidos podría arrancar mayores concesiones al gobierno que le suceda.
Aquí vale un nuevo reconocimiento a Fidel, el sentido de los tiempos políticos. El timing como dicen sus enemigos principales. Con Bush enrumbado a la puerta de salida y con el futuro grupo dirigente por definir, de aquí a que las cosas se aclaren en la Casa Blanca (y en el Pentágono), en Cuba ya habrá tomado forma la nueva dirección política y la población habrá asimilado la idea de que Fidel está en otra posición.
2.- El contexto internacional
Pero hay otro tiempo global y es evidente que Fidel aspira a consagrar sus últimos años (me invade la tristeza más profunda al escribir esta frase) a reforzar lo que ha llamado «la lucha de las ideas» y no sólo al interior de su país sino también en la dimensión internacional.
En el contexto regional, la mayoría de los países de América Latina tienen hoy gobiernos de izquierda o socialdemócratas progresistas. No me cabe la menor duda que el Comandante seguirá prestando total atención a las luchas del Continente al cual le destinó miles de horas de dedicación personal y por el cual muchas veces el pueblo cubano se sacrificó de distintas maneras. Todos los líderes bien nacidos del Continente no pueden dejar de reconocer el enorme ascendiente político y moral que ocupó Fidel en estas décadas. Los ciudadanos latinoamericanos de abajo, los de a pié, ya lo hicimos y para nosotros siempre seguirá brillando la esperanza de su ejemplo.
También hay un timing mundial donde China se perfila con un proyecto plagado de interrogantes, de luces y de sombras, cuyo nombre incluso de «Socialismo de Mercado» levanta muchas dudas.
Por su parte, a sólo 90 millas de la isla, EEUU enfrenta una nueva desaceleración con aromas de recesión. Vista la globalización de la economía que los propios norteamericanos impulsaron, una crisis recesiva estadounidense, por la vía de los precios y la desvalorización del dólar, repercutirá en todo el mundo.
Cuba, bajo la dirección de Fidel, llevó adelante una batalla épica contra la agresión estadounidense y durante medio siglo enfrentó victorioso el bloqueo de la mayor potencia económica y militar que ha conocido la humanidad. Es a todas luces evidente entonces, que el Comandante, desde su rango moral que no necesita ratificación alguna, seguirá muy de cerca las reacciones de su principal enemigo.
Y no creo que haya aquí ningún secreto. Hay que leerlo en el mensaje donde dice bien clarito al pueblo cubano que debe: «Prepararlo para mi ausencia, sicológica y políticamente»… y que …, «era mi primera obligación después de tantos años de lucha».
Fidel, el Comandante en Jefe, no tuvo que esperar hasta su desaparición física ni a discursos póstumos plagados de alabanzas. Su dignidad, a la hora de dar un paso al lado (no atrás), lo ratifica como la figura latinoamericana más grande del siglo.
Todo apunta a que Fidel va a consagrar su tiempo a garantizar que no se cuestionen las bases morales del sistema cubano. Que todas las modificaciones necesarias apunten a mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos y que los cambios que se hagan a la economía inserten a Cuba en la nueva realidad mundial preservando sus principios y valores.
Cuando me refiero a los principios y valores pienso sobre todo en que la inmensa mayoría de los cubanos defiende su Nación y aman a su isla con esa manera desmedida, caribeña y conmovedora, por patriotismo y dignidad. Esa dignidad y patriotismo que les ha mantenido férreos, unidos ante una agresión externa indigna y que los sucesivos presidentes norteamericanos jamás entendieron que terminó por ser el crisol que fundía a los herederos de Maceo con José Martí y Fidel.
Sólo los que analizan con las vísceras el mensaje del Comandante los que encuentran en sus frases señales de renuncia y debilidad. Confunden la realidad con sus deseos y no perciben lo esencial: el ascendiente moral y político de Fidel en Cuba y en el Continente latinoamericano es irrenunciable y está por encima del deseo de los estadounidenses de presenciar la caída de un líder que nunca fueron capaces de derrotar.
No es tan difícil entender que se trata de una nueva victoria de Fidel contra sus enemigos y un desafío para sus sucesores. Los dirigentes del Partido Comunista Cubano encabezados por Raúl Castro, ya entraron en un proceso de sucesión y buscarán que sea sin fisuras.
3.- Antecedentes históricos
Sólo para el análisis, ya que las diferencias son muchas, cabe aquí recordar los casos de Corea del Norte y China.
Caso de Corea del Norte
En 1980 Kim Jong Il fue nombrado número dos en la estructura de poder y sucesor de Kim Il-Sung, en el VI Congreso del PC. Por mandato del Comité Central del partido, el 24 de diciembre de 1991, relevó a su padre en el puesto de comandante supremo del Ejército Popular de Corea.
Al nuevo cargo, unía sus compromisos como número dos y encargado de los asuntos económicos del partido. Poco a poco asumió las funciones de sucesor, al tiempo que Kim Il-Sung fue dejando en sus manos la toma de las principales decisiones.
El 20 de julio de 1993, el Partido Comunista de Corea del Norte confirmó a Kim Jong Il como sucesor de su padre y, por lo tanto, nuevo líder del país. Se elevaba así al puesto máximo del partido, del Estado y de las Fuerzas Armadas, ocupando los cargos de Secretario General del Partido Comunista, Presidente de la República y Presidente de la Comisión Militar Central del partido. Tras la muerte de su padre en julio de 1994, fue nombrado presidente de Corea del Norte.
Caso de China
A inicios del año 1976 falleció Zhou Enlai, Primer Ministro de China, uno de los principales colaboradores de Mao. La desaparición de Zhou Enlai marcó el inicio de una lucha por la sucesión de Mao. Sin embargo, el 22 de enero fue designado Primer Ministro interino Hua Guofeng que hasta el momento carecía de toda relevancia política.
El 5 de abril de 1976 ocurrieron violentos enfrentamientos en la Plaza de Tiananmen cuando grupos de personas se dirigen a homenajear a Zhou Enlai, y son acusados de criticar veladamente la Revolución Cultural y a Mao. Deng Xiaoping es acusado de haber instigado esos incidentes y es expulsado de todos los cargos en el Partido y en el gobierno.
El 9 de septiembre el Comité Central del Partido Comunista de China, comunica: «el camarada Mao Zedong, respetado y querido gran líder de nuestro Partido, falleció en Beijing a causa de la agravación de su enfermedad»•
Las luchas por la sucesión se incrementaron y poco más de un mes después de la ceremonia oficial de despedida de Mao, su viuda, Jiang Qing y otros tres integrantes de la cúpula más importante del partido, conocida como la «Banda de los Cuatro»-eran detenidos y acusados de los más graves crímenes y excesos cometidos durante la llamada «Revolución Cultural». Deng Xiaoping conservó un enorme ascendiente político y una cuota de poder, pese a su marginación.
Todo este desvío histórico con el fin de recalcar que, siendo Fidel un estudioso de la Historia y de los procesos sociales en el mundo, tiene que haber meditado largamente sobre las diversas opciones y los peligros que podían caer sobre Cuba si el proceso de sucesión no se daba de manera estructurada y escalonada. Con lo poco que uno llega a conocer a Fidel y sus dotes de estratega, creo que estamos presenciando los primeros pasos de una operación de largo aliento, que tiene como objetivo final blindar a Cuba de injerencia externa y dejar -una vez más- a los EEUU con un palmo de narices.
4.- Los herederos pragmáticos
No utilizo la expresión «herederos pragmáticos» en sentido peyorativo. Por el contrario, aludo a un grupo de cuadros civiles y militares que legítimamente pueden considerarse herederos del Comandante y que demostrarán su habilidad si consideran necesario seguir los consejos y ejemplos de Fidel durante un período. Ser pragmático en estas circunstancias significa mantener una enorme unidad hasta que no exista la menor posibilidad de una crisis rupturista y EEUU se persuada de lo iluso de pensar en un derrumbe generalizado del actual sistema.
Tomando en cuenta el tamaño político, el hiperactivismo y la dimensión del trabajo que realizaba Fidel, los herederos pragmáticos y Raúl Castro no tendrán más opción que adoptar un estilo de Gobierno más colectivo, menos personal y centralizador que el de Fidel. Lo que podríamos llamar «un Comandante en Jefe Colectivo».
Por razones entendibles, derivadas de su experiencia, es probable que Raúl tendrá la inclinación de apoyarse en los militares mientras se incorporan progresivamente elementos nuevos a la economía cubana que permitan una nueva fase de incorporación de Cuba en el mundo económico contemporáneo.
5.- La solidaridad hoy.
Por último, una tesis algo insolente pero motivada por el respeto y el afecto. Considero que el internacionalismo es esencialmente un deber, pero también es un derecho. Cuba nos enseñó que es legítimo participar en la vida política, riesgos y peligros incluidos, de una Nación hermana.
En esa medida, creo que estamos obligados a seguir muy de cerca la evolución de los acontecimientos que se aproximan. Listos para elevar nuestra protesta solidaria si hay señales de agresión o respingos intervencionistas. (Mal haría EEUU en querer meter las manos en este momento porque sería todo el Continente en rebeldía el que defendería el derecho de Cuba a su autodeterminación).
Pero debemos estar también dispuestos a señalar -de manera fraterna y respetuosa, sin dar armas al enemigo- las críticas y reflexiones que nos puedan asaltar durante este proceso de sucesión sobre aspectos que a nuestro juicio requieran de correcciones. Hasta donde el estudio de la vida y práctica de Fidel permite diseñar una conducta, creo que es más solidario y fraterno señalar una duda y hacer una crítica constructiva, que callar o apoyar de manera acrítica.
En esas estamos, comprometidos, para que siga brillando la esperanza.