Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Mientras que la mayoría de los palestinos están rezando para que tenga éxito los actuales intentos de acabar con la larga crisis entre Fatah y Hamas, el comportamiento de Fatah en Cisjordania indica que la facción principal de la OLP no es verdaderamente seria acerca su deseo de reconciliación nacional.
En los últimos día y semanas los agentes de seguridad de la Autoridad Palestina (AP) han hecho toda una plétora de declaraciones en las que se sugería que valoraban mucho más su inherentemente servil relación con Israel que la causa de la unidad nacional palestina.
Según se ha informado, esta semana el jefe de las «Fuerzas de Unidad Nacional» en Cisjordania, Diab al Ali, también conocido como Abu al Fath, describió la resistencia a la ocupación israelí como un «acto criminal que produce criminales y asesinos».
El tono de las afirmaciones de Abu al Fath caricaturiza a un hombre que ha puesto toda su confianza en la «asociación» entre la AP e Israel y que ha dado la espalda a décadas de amarga aunque heroica lucha por parte de las masas palestinas para liberarse de la ocupación israelí similar a la nazi.
Previamente el principal responsable palestinos de la seguridad en Cisjordania había mantenido en el asentamiento de Beit El cerca de Ramala una reunión verdaderamente vergonzosa con sus «homólogos» israelíes.
Durante esta ignominiosa reunión celebrada en septiembre los jefes de la AP, que se supone sirven a los intereses nacionales de su pueblo, aseguraron a sus «colegas» israelíes que «tenemos un enemigo común, que es Hamas» y que «no existe un conflicto entre israelíes y palestinos».
Según el periodista israelí Nahom Barnea, que asistió a la ignominiosa reunión como observador, llegaron incluso a pedir a los comandantes del ejército israelí, el mismo ejército que ocupa su país y se ensaña con su pueblo, que les suministraran armas y adiestramiento para que la AP pudiera reconquistar Gaza por la fuerza.
Desgraciadamente, los dirigentes de la AP ignoraron completamente este comportamiento descaradamente traidor, lo que en sí mismo pone de relieve hasta qué punto los dirigentes de la AP se han alejado del discurso nacional palestino.
La pérfida connivencia entre el aparato de seguridad de la AP y el ejército de ocupación israelí en contra de los intereses nacionales palestinos es sólo un aspecto de una tendencia general existente en la parte del régimen palestino dominado por Fatah para erradicar la herencia de Abu Ammar [Yasser Arafat].
Es cierto que el legado del difunto dirigente palestino no era particularmente halagüeño. Abu Ammar dejo miles de agencias de seguridad plagadas de corrupción, ignorancia, indisciplina y repletas de personas con credenciales discutibles.
Sin embargo, Yasser Arafat nunca hubiera permitido que Fatah se rebajara hasta este nivel de estar dispuesto a convertirse en un arma adicional de la ocupación israelí para debilitar aún más al pueblo palestino.
Por lo tanto, el actual comportamiento de la AP en relación a Israel no es más que una apostasía nacional de proporciones sin precedentes.
Por ello es verdaderamente difícil sentirse optimista en relación de los actuales esfuerzos de Egipto para acabar con la escisión entre Fatah y Hamas, a menos que Fatah y la AP cambien radicalmente.
El verdadero optimismo sólo estaría justificado por la buena voluntad por ambas partes. Únicamente buenos deseos y las oraciones no alimentan el optimismo, sólo los resultados tangibles en la arena palestina actual.
Para disgusto de todos los palestinos, el comportamiento de la AP en Cisjordania realmente no alimenta la confianza mutua entre Fatah y Hamas.
Es más ¿cómo se puede confiar en que Fatah, o más correctamente, quienes están al mando de Fatah, alcancen la reconciliación nacional cuando hombres enmascarados afiliados a Fatah a diario siguen maltratando y haciendo redadas entre activistas de Hamas, generalmente en base a acusaciones poco firmes y falsas?
La verdadera reconciliación entre Fatah y Hamas debería haber ido precedida de medidas para fomentar la confianza mutua, como acabar con la tortura, liberar a los periodistas y prisioneros políticos encarcelados, y reintegrando a sus trabajos a funcionarios bruscamente despedidos a causa su orientación política. Hamas ya ha liberado a la mayoría de los prisioneros de Fatah en Gaza, pero Fatah todavía no ha dejado de detener cada día a activistas de Hamas.
Hace unos pocos días un anciano palestino cuyo hijo había sido arrestado por el ejército de ocupación israelí le dijo a este escritor que había respirado aliviado porque su hijo de 19 años estudiante universitario estaba bajo custodia de las «autoridades» en vez de bajo custodia de la «autoridad». Cuando le pregunté por qué creía que los israelíes eran más clementes que la AP, me respondió que él estaba seguro de que así era.
Por supuesto, los israelíes no son en absoluto clementes porque ellos son la causa originaria de todos los males de los palestinos. Israel es en sí mismo un crimen contra la humanidad de proporciones incomparables.
No cabe duda de que el éxito de la reconciliación por mediación de Egipto es un interés nacional primordial.
Sin embargo, existe la más que razonable sospecha de que las agencias de seguridad, algunas de las cuales han forjado unos vínculos estratégicos de sometimiento con elementos extranjeros, van a hacer cuanto puedan para hacer fracasar, frustrar y sabotear los intentos de reconciliación.
Esto no es hacer cábalas o ahondarse en el reino de lo desconocido. Después de todo, no se podrá llegar a la restauración de la unidad nacional mientras permanezca intacta la actual fórmula colaboracionista que gobierna las relaciones entre la AP e Israel.
Fatah no puede simplemente abrazar a Israel con su mano derecha y a Hamas con la izquierda. El cese de su conexión con Israel es una condición indispensable para el éxito de las conversaciones sobre la unidad nacional en El Cairo.
Más concretamente, la AP debería haber cortado o al menos congelado sus relaciones con la CIA, en concreto, la casi carta blanca otorgada al aparato de inteligencia estadounidense para moldear el aparato de seguridad palestino de acuerdo con el punto de vista islamofóbico de la administración Bush según el cual el Islam es considerado el enemigo e Israel un amigo y aliado en la guerra contra el «terrorismo».
Uno de los asuntos polémicos clave que se discutirán en El Cairo es la reestructuración del aparato de seguridad palestino acorde con parámetros profesionales. En otras palabras, el actual aparato de seguridad de Cisjordania se tendría que disolver y ser sustituido por otro nuevo elegido no por un general de la CIA que rinde cuentas a los neocons judíos sionistas de Washington D.C., sino por un gobierno palestino verdaderamente patriótico qu rinde cuentas ante todo al pueblo palestino y a sus representantes electos.
No hay ni que decirlo, para lograr estos objetivos cruciales, habrá que despedir a todo el personal de seguridad adiestrado por la CIA al que se le ha inculcado la venenosa consigna de que el enemigo es Hamas, no Israel.
Es más, lo último que Palestina y el pueblo palestino necesita es «soldados profesionales» que disparen y maten a sus compatriotas en las calles de Palestina, como ocurrió en Hebrón el año pasado.
Por ello, es imprescindible que todos y cada uno de los cuadros que se unan al aparato de seguridad palestino no esté contaminado con la escuela de pensamiento de la CIA que enseña a los miembros de los aparatos de seguridad de los países del tercer mundo a disparar primero y pensar después. Se debería reeducar y readoctrinar a estos cuadros en el fundamental principio de que derramar sangre palestina a manos de palestinos es un crimen imperdonable que equivale a una gran traición. Este principio se debería haber aplicado meticulosamente tanto en Cisjordania como en Gaza y tanto los hombres de Hamas como los de Fatah deberían haberlo interiorizado y en caso de no hacerlo, deberían haber sido despedidos inmediatamente.
Además, se debe desechar y cambiar radicalmente el método de la CIA de selección de estos cuadros, esto es, aceptar sólo a personas con nivel de estudios muy bajo y con un coeficiente de inteligencia igualmente muy bajo. Por consiguiente, sólo se debería permitir a personas que tiene un nivel de estudios secundario y un razonable coeficiente de inteligencia entrar en el aparato de seguridad porque, en última instancia, las personas ignorantes no son buenos soldados.
No creo que carezca de justificación el ser meticuloso con esta cuestión. El comportamiento de algunos miembros de las agencias de seguridad palestinas con su propio pueblo ha sido peor que atroz. He visto soldados enmascarados humillar, torturar y golpear a palestinos inocentes por la sola sospecha de que la víctima estaba afiliada a un grupo estudiantil islamista o era seguidor de Hamas.
Este afán de venganza debería haber desaparecido de nuestras vidas de una vez por todas. De no ser así, la verdadera unidad palestina seguirá siendo un sueño descabellado.
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