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Finalmente está emergiendo una historia popular de Palestina, una que es honesta tanto en relación a sí misma como en relación al opresor

Las lecciones de la verdad palestina

Fuentes: Al-Ahram Weekly

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

A menudo los escritores idealizan los temas sobre los que escriben. A veces incluso idealizan a sus lectores. Se supone que un libro, o cualquier tipo de escrito, proporciona una sensación de algo completo. Se ofrecen explicaciones sociológicas para compensar la confusión causada por la aparente falta de coherencia en el comportamiento humano. A veces se pide al lector que tome postura o que elija su bando.

Esto es especialmente cierto en escritos que tratan de experiencias humanas duras. Sin lugar a dudas, en Behind the Wall: Life, Love and Struggle in Palestine [«Tras el Muro: vida, amor y lucha en Palestina»](Potomac Books, 2010), Rich Wiles dirige a sus lectores, aunque implícitamente, a tomar postura. Pero muestra abiertamente sus prioridades morales y no trata de disfrazar sus objetivos.

Cuando empecé a leer el libro de Wiles me sorprendieron varios aspectos por ser absolutamente estimulantes en contraste con la forma como se escribe en general sobre Palestina. Tendemos a complicar lo que se supone que es sencillo y a medida que construimos nuestra narrativa se vuelve demasiado selectiva. Y tendemos a considerar las posibles implicaciones políticas de nuestros textos y de este modo elaboramos las conclusiones teniendo únicamente esta conciencia política en mente.

La mayoría de esto es comprensible. La situación en Palestina es atroz y además está empeorando. Si nuestro texto no pretende influir para un cambio positivo, entonces, ¿para qué molestarnos? Pero una conciencia estrepitosa de las consecuencias y la politización excesiva de los relatos y textos puede resultar ser limitante e intelectualmente restringida. Lo que es peor, a veces proporciona una contextualización particular del conflicto (con todas sus ramificaciones internas y consecuencias externas) que es muy injusta con otros contextos importantes. Ignora hechos y describe un cuadro no realista de un tema que ya es confuso en las mentes de muchos lectores.

Así pues, cuando un escritor descifra un conflicto todos los actores toman posiciones. Israel se enfrenta a «los árabes». Con frecuencia se divide a los palestinos en dos partes que compiten, mientras que se muestra a Israel como un país que mantiene en gran medida un sentido de integridad política e institucional. Los palestinos son radicales o moderados, islamistas o laicos. El «conflicto» está justo en medio y dentro de él hay subtemas: el proceso de paz, la ocupación, las colonias y muchos otros. Sin esta lúcida configuración no hay estructura. Los editores se frustran. Se urge al escritor a revisar y reestructurar su trabajo.

Pero la vida real no es un argumento académico bien organizado. Puede ser, y con frecuencia lo es, caótica, extraña y desconcertante, pero es real. Sólo entendiendo la realidad tal como es (no de la manera como creemos que debería ser por cualquier razón) podemos situarnos significativamente para apreciar el tema en cuestión.

¿Podemos entender el conflicto en Palestina e Israel sin suscribir el mismo lenguaje, sin encarar los mismos hitos políticos e históricos? ¿Se puede entender a los palestinos fuera de los confines de las afiliaciones políticas e ideológicas? Esto es lo que ha tratado de hacer Rich Wiles en Behind the Wall y con mucho éxito, en mi opinión.

Wiles ha trasladado histórica, geográfica y sociológicamente el conflicto al lado más afectado por éste: los palestinos. El libro se sitúa en Cisjordania, la mayor parte en el campo de refugiados de Aida donde Wiles pasó años dedicando su tiempo y sus esfuerzos como artista y como escritor a ayudar a los niños a compartir sus historias y su talento con el resto del mundo. Es una escritura no elitista, lo que es una condición previa para un entendimiento objetivo de la lucha en Palestina. Y lo que es igual de importante, Wiles ofrece una descripción del palestino no como una víctima, a pesar del prolongado proceso de victimización que han sufrido los palestinos durante generaciones. Puede que los sujetos de Wiles hayan sido encarcelados o estén profundamente marcados por la guerra, pero son seres humanos seguros de sí mismos y completos.

Un capítulo titulado «Un niño y una terraza» empieza co la siguiente frase: «‘El 8 de diciembre de 2006 me dispararon’. Miras no expresa ninguna emoción al contar su historia». Miras debería expresarla pero no lo hace y Wiles no trata de rectificar este comportamiento aparentemente contradictorio. Resulta que Miras, un niño (ahora un prometedor joven fotógrafo gracias a la ayuda de Wiles) estuvo a punto de morir cuando una bala se abrió paso a través de su cuerpo, penetró en el abdomen por un extremo y salió por el otro. Estaba jugando con sus hermanos y primos en una terraza en el campo de refugiados cuando un francotirador israelí le disparó desde una torre de vigilancia. La historia es corta pero rica en poderosos detalles emotivos: el pánico del padre rayando la alucinación, la confusión de la madre, el sentido de solidaridad que une a los refugiados y fortalece su determinación, incluso cuando la situación parece tan desvalida.

Wiles no es un antropólogo o un distante etnógrafo y no se hace pasar por uno. Él es parte de la historia, a veces es un personaje importante. En «Recuerdos» acompaña a un muchacho palestino en el viaje de su vida, desde los confines del pequeño campo de refugiados a Jerusalén. El muchacho va a visitar a su abuelo muy enfermo en un hospital de la parte árabe de la ciudad (a ningún otro miembro de la familia se le ha el concedido permiso israelí para hacer este corto viaje, de ahí la necesidad de intervenga Wiles). El relato de Wiles es extremadamente honesto y vívido al dar vida a la valentía del muchacho y a la sensación de libertad que experimenta cuando atraviesa los checkpoints dentro de Jerusalén.

Al mismo tiempo, Wiles no trata de ensamblar el carácter perfecto, heroico e infalible del palestino. Incluye la historia del hijo de un drogadicto que es asesinado misteriosamente (quizá por un grupo palestino que sospecha de que colabora con Israel). El hijo se ve implicado en la resistencia para redimir el honor de la familia. Su resistencia impulsiva (un intento de hacer con fuego un agujero en el muro israelí que rodea su campo de refugiados) le cuesta una temporada en una cárcel israelí. Desde luego, Yasser Jedar (conocido como Yasser Muro debido a su obsesión por derruir el muro israelí) no era la imagen de un niño revolucionario, pero es de un realismo inusual y bienvenido, que es lo que más debería importar a un lector curioso.

El trabajo de Wiles es una importante contribución de lo que yo insisto en llamar una «Historia popular de Palestina». Para que perdure y prospere este género debe seguir siendo honesto y estar unido indisolublemente a la verdad, a la realidad tal como es y no como nos gustaría que fuera.

El último libro del escritor es My Father Was a Freedom Fighter: Gaza’s Untold Story.

Fuente: http://weekly.ahram.org.eg/2010/1014/op5.htm