Traducido del inglés para Rebelión por Carlos Sanchis y revisado por Caty R.
Hablando hace 150 años sobre juicios políticos [Otto von] Bismarck dijo que si escuchamos con atención podremos oír el ruido de cascos en la distancia y planificar en consecuencia.
Hoy el ruido de cascos se acerca, no está muy lejos, así que no hay tiempo que perder para reajustar nuestro pensamiento y planear las nuevas estrategias que respondan a la aparición de los hechos que emergen rápidamente sobre el terreno.
Hay que considerar cinco factores críticos con respecto a los recientes acontecimientos en el mundo árabe y musulmán.
El primer punto es que los vientos de cambio que se han desatado ahora en Oriente Próximo han llevado a los islamistas de los márgenes al mismo centro del lugar donde se toman las decisiones políticas.
Los islamistas asumirán un papel de socios en el gobierno, y como los líderes de los hermanos Musulmanes en Egipto, han reiterado que trabajarán en nombre de la unidad y la reconstrucción nacional.
El segundo punto es que la cuestión palestina, la lucha palestina por la libertad y la autodeterminación, se pondrá en lo alto de la agenda.
Los regímenes autoritarios han ignorado o suprimido las voces de sus pueblos durante décadas; pero cuando emergen las democracias los líderes deben escuchar. Y las personas que han desfilado por las calles árabes quieren justicia, no sólo en sus propios países, no sólo para si mismos, sino también para los palestinos.
Palestina es un gran símbolo para el pueblo árabe: la resistencia de los palestinos en Gaza, su determinación y perseverancia, su sacrificio, su defensa de la dignidad, les han servido como fuente de inspiración.
Ahora los gobiernos deben actuar de acuerdo con la voz popular, la voluntad popular que exige acciones tangibles para levantar el asedio a Gaza y adoptar políticas que sirvan a las necesidades e intereses de los palestinos.
El tercer punto es que Egipto vuelva a asumir su papel histórico como centro de gravedad político en el mundo árabe y que su gobierno -reflejando los valores y convicciones del pueblo egipcio- tome el liderazgo mundial en la movilización de los árabes y musulmanes en defensa de los derechos palestinos.
Y porque su fundamento y mandato será popular y democrático, el poder de Egipto como adalid de los derechos palestinos ganará en fuerza. Estados Unidos, por ejemplo, ya ha indicado su disposición a colaborar con los Hermanos Musulmanes y a aceptar su papel como parte de la coalición gobernante. Esta coalición está destinada a tomar una línea muy diferente con respecto a Palestina e Israel que el régimen de Mubarak. Y esta línea será creíble y legítima porque expresa un sentimiento democrático.
El cuarto punto es que los vientos de cambio crean nuevos espacios para la acción democrática y para las coaliciones políticas, y habrá efectos muy positivos con respecto a las perspectivas de unidad palestina. El movimiento de la Plaza Tahrir fue un movimiento universal que unió a jóvenes y mayores, musulmanes y coptos, hombres y mujeres, en torno a una visión compartida de redención y renovación nacional.
Las fracciones, el sectarismo, los intereses políticos estrechos se barrieron. Creo que en la Franja de Gaza y Cisjordania los líderes de los dos gobiernos rivales comienzan a leer lo que se ha escrito en la pared. El estado de ánimo del pueblo palestino está cambiando. Las exigencias de reconciliación aumentarán y se acabará la amarga oposición que ha paralizado la aparición de un movimiento nacional de liberación eficaz y que ha hecho el juego a los israelíes. Las voces más fuertes que hacen estas exigencias son las voces de los jóvenes.
Los israelíes la etiquetan de bomba de relojería demográfica. Palestina tiene una de las más jóvenes y crecientes poblaciones juveniles. Dos tercios de la sociedad es menor de treinta años. Pero aunque son la mayoría, esta es una mayoría cuyos puntos de vista y opiniones se han ignorado durante mucho tiempo. Creo que esto cambiará.
Lo que exigen ahora es un nuevo futuro, un futuro unido. Ellos saben, como dijo el presidente Lincoln a los estadounidenses, que «una casa dividida contra sí misma no puede permanecer en pie». Y a menos que su llamada a la reconciliación se tenga en cuenta, los políticos de ambos lados de la brecha entre Hamás y Fatah pagarán el precio.
El quinto y último punto es que la comunidad internacional, particularmente EE.UU. no puede sostener más tiempo su política de mantener aislado e ignorar a Hamás. Se elegirá un gobierno de unidad palestino y Hamás desempeñará un papel fundamental en ese gobierno. Y al contrario que en 2006 dicho gobierno será más bien aceptado que boicoteado.
Una revolución está teniendo lugar en Oriente Próximo, Estados Unidos no está ciego. La administración del presidente Barack Obama intentará sacar réditos de los cambios democráticos que se están desatando y los señalará como una victoria de la política exterior durante la campaña presidencial en 2012. Trabajará con los islamistas de Egipto y otros lugares para asegurarse de que las reformas se consolidan y se institucionaliza la unidad.
La credibilidad de Estados Unidos depende de que extienda su mano con el mismo espíritu al proyecto nacional de los palestinos y los islamistas, que son actores principales en este proyecto.
Lo esencial para cualquier gobierno de unidad será un Estado palestino en las fronteras anteriores a 1967 con Jerusalén como su capital. Cualquier otra cosa está condenada al fracaso. Pero su aceptación hará posible una solución pacífica del conflicto.
Esta ha sido la posición constante de Hamás, no importa cómo se han distorsionado y satanizado las opiniones del movimiento. Su orientación ideológica, su visión del desarrollo y el avance de Palestina es sobre el modelo de Turquía y su primer ministro Recep Tayyip Erdogan.
Pero esto deja abierta la cuestión de la actitud israelí ante los acontecimientos que se desarrollan en la región. ¿Cómo responderá Israel a los esfuerzos de Hamás para descubrir un camino medio en la búsqueda del Islam político? ¿Cómo intentará manejar sus relaciones con Egipto cuando ese país inevitablemente se vuelva a alinear a favor de un apoyo mucho más activo de los derechos palestinos?
No soy ningún adivino del pensamiento, sobre todo con los israelíes, que nunca pierden la oportunidad de perder una oportunidad. Pero mientras me quedo asombrado por su intransigencia autodestructiva, todavía tengo la esperanza de que exista un remante, de que haya bastantes personas con buen juicio para ver que la supervivencia judía en la Tierra Santa depende de un compromiso estratégico con los palestinos.
Hay que establecer un auténtico proceso de paz ahora porque el tiempo se agota. El mundo árabe y musulmán está recuperando su voz, sus valores y su poder. Y por lo tanto, lo que hoy está en oferta puede no estarlo mañana. Las oportunidades de un acuerdo diplomático y de la creación de un Estado palestino deben aprovecharse sin demora.
Creo que Estados Unidos lo sabe. He vivido allí y entiendo que las políticas que una vez se pensó que se grabarían en la piedra pueden sufrir rápidas transformaciones. Se demostró en las relaciones con China, donde de repente el enemigo se convirtió en compadre. O en las relaciones con Sadam, donde el amigo de repente se convirtió en adversario.
Es cierto que Israel y Estados Unidos tienen lo que se denomina «una relación especial», pero incluso en este caso los intereses estratégicos estadounidenses son lo primero. Estados Unidos es lo bastante poderoso como para poder hacer un giro de 180 grados sin tener que pedir disculpas a nadie.
Así que sigo teniendo fe en que tarde o temprano -espero que muy temprano- el equipo de Obama acelere la presión sobre Israel para ponerse con el programa, reconocer un Estado palestino en las fronteras previas a 1967 con Jerusalén como capital.
Y pienso que la presión tiene que contener el mensaje, la amenaza, de que si Israel sigue parándose, retrocediendo, jugando con Jerusalén -un lugar sagrado y un punto de inflamación de 1.300 millones de musulmanes- cada vez estará más aislado. Israel estará rodeado de vecinos que no se someterán a la humillación y que crecerán cada vez más dispuestos a apoyar los esfuerzos palestinos -incluyendo todas las formas de resistencia- para conseguir sus legítimos derechos.
El doctor Ahmed Yusef es viceministro de exteriores en el gobierno de Hamás y ex asesor político de alto nivel del Primer Ministro de Gaza Ismail Haniyeh.
Fuente: http://www.maannews.net/eng/