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Argentina

Los políticos son coautores del exterminio tóxico

Fuentes: Alai

En Argentina se discute metros y se dilata creyendo que el poder de una urna se oirá más fuerte que la queja contra los agrotóxicos. Pero el «efecto bumerang» tarde o temprano los alcanzará a todos «Los pájaros vuelan bajo creyendo que es un halcón y así los cazadores los atrapan» dice la historia de […]

En Argentina se discute metros y se dilata creyendo que el poder de una urna se oirá más fuerte que la queja contra los agrotóxicos. Pero el «efecto bumerang» tarde o temprano los alcanzará a todos «Los pájaros vuelan bajo creyendo que es un halcón y así los cazadores los atrapan» dice la historia de ese instrumento.

Todos los días una nación o municipios se suman a la prohibición de la fumigación aérea mientras los locales evitan tocar el tema. El país vecino el 3 de agosto pasado prohibió por completo la fumigación aérea en los sembrados de Vila Valério, al noroeste del Spíritu Santo, Brasil. El Movimiento de Pequeños Agricultores (MPA) manifestaron que «Esta medida también abarca otros municipios de Espírito Santo, ya que estas tecnologías están siendo utilizadas en una agricultura inhumana con una falta de respeto por el medio ambiente y la vida.

En el norte de Espíritu Santo las fumigaciones han llegado a los patios de las escuelas, parques y propiedades de los campesinos de la producción de alimentos orgánicos.El avión pasa volando muy bajo, no se apagan los chorros de veneno cuando están cambiando la ruta, envenenando las calles, hogares, escuelas y parques de forma amenazante para la salud de la población. La ciudad de Jaguaré, al norte del estado, sufre la misma situación.Villa Valério y las comunidades de Fátima y de San Juan Bosco, donde hay plantaciones de café, son las más afectados por la aspersión.

Las protestas contra las fumigaciones se acrecentaron en abril al cumplirse el primer año de la muerte del líder José María Filho que fuera asesinado con 19 tiros en Limoeiro do Norte, el 21 de abril de 2010. Fue un hombre que luchó contra el abuso de pesticidas en la agricultura y la contaminación del agua en el Bajo Jaguaribe.

Los agroquímicos utilizados en la producción de alimentos agrícolas envenenan a 500. 000 personas al año y 10. 000 trabajadores mueren cada año en Brasil contaminada por los pesticidas. Envenenados por los plaguicidas agrícolas, el 10% queda permanentemente incapacitados para trabajar, lo que equivale a una pérdida de 50. 000 trabajadores al año en el país.

La fumigación de cultivos ahorra mano de obra, sólo una ganancia para los propietarios. Esta práctica se introdujo en Espíritu Santo por la empresa Aracruz Celulose, con el fin de no contratar a 20.000 trabajadores en sus eucaliptos. Para reemplazarlos, la empresa importó el método aterrador de escarda química. Con ello, sólo hay que reemplazar hombres a cambio de la destrucción del medio ambiente y la vida. Se tiene constancia de numerosos casos de trabajadores que fueron asesinados con la máquina de veneno.

Representantes del Ministerio de Salud realizaron estudios donde médicos y científicos han encontrado intoxicación aguda en uno de cada tres trabajadores evaluados en Apodi. Se investigaron 35 síntomas generales (piel, ojos, nariz y garganta y neurológicos), que forman parte de la gestión de la aguda, sub-aguda o crónica de los diferentes ingredientes activos de plaguicidas.

Treinta y tres por ciento de los empleados encuestados informó de que los marcos pueden ser considerados como intoxicaciones agudas por plaguicidas. El grupo de los trabajadores encuestados, 37% informó de dolores de cabeza, el 18% tenían enfermedad en la reducción de la memoria e irritabilidad, y el 49,3% informó de problemas de la piel y las mucosas también. De los 75 trabajadores de las empresas agrícolas «que se sentía mal por el uso de pesticidas por segmentos», dice la encuesta, el 45,3% fueron atendidos en la empresa, el 21,3% busca un hospital público, un 5,3% en los centros de salud y los más graves, el 25,3% no buscó atención médica. Los estudios fueron realizados por el Dr. Rachel Rigotto, un investigador del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico, apoyado por el Ministerio de Salud y de otras universidades en el país.

Según la Embrapa, aún con los ideales de calibración, la temperatura y el viento, la fumigación aérea deja cerca de 32% de los plaguicidas retenidos en las plantas, el 49% va a la tierra y el 19% va por el aire a las áreas circundantes de la aplicación. Es esta última parte la mayor queja de las comunidades de la Meseta Apodi.

Los datos hablan por sí solos: en 23 sitios anatómicos prevaleció la incidencia de cáncer en los agricultores. Con base en la encuesta del Instituto del Cáncer de Ceará, un agricultor da un mayor riesgo de tener cáncer. Entre ellos: de tiroides, próstata, de la laringe, riñón, colon – recto, esófago, ojo y sus anexos, tejidos, linfomas, de mama, masculino, mieloma múltiple, vejiga, testículo y leucemia.

Los informes fueron presentados por la Sociedad de Gestión de Recursos sobre la contaminación del agua con agroquímicos, la Fundación de Ceará para los Recursos de Agua y Meteorología (Funceme) sobre la contaminación de aguas subterráneas en Morada Nova, Parcelas y Centro de Datos, la Universidad Federal de Ceará. Pero para los envenenadores argentinos «no hay pruebas científicas».

El 21 de julio de 2011 la justicia carioca también intervino en la discusión, un Fiscal exigió el cese inmediato de la fumigación con plaguicidas en la Chapada Apodi una de las principales zonas de fruticultura. El Ministerio Público a través de una acción civil demandó a las compañías a las que se les responsabiliza por la contaminación: Del Monte Fresh Produce Brasil, Fazenda Frutacor, Agrícola Famosa, Tropical Nordeste Fruit Agroindustria y la Federación de Asociaçiones de Perímetro Irrigado Jaguaribe-Apodi.

En la acción, requieren a estas empresas cesar de inmediato la fumigación aérea y una multa diaria en caso de incumplimiento. Miembros de Diputados a su vez pidieron a la Superintendencia Estatal de Medio Ambiente (Semace) bajo pena de multa, la revisión de las licencias ambientales otorgadas a los acusados, y la exigencia de estudios de impacto ambiental.

Nuestros representantes lejos de imitar estas resoluciones, pisotean las palabras de un líder que solía decir «Cuando los pueblos pierden la paciencia, suelen hacer tronar el escarmiento». Una ordenanza, una ley o una reforma no valen nada, como tampoco vale nada el político que miente y es coautor de asesinato en este exterminio tóxico.

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