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El gobierno de los mejores… privatizadores

Fuentes: Rebelión

Por la senda de Aznar, Aguirre, Camps y del neoliberalismo más cegado y seguro de sí mismo. Tanto da lo que la ciudadanía de las clases subalternas opine, reivindique o demande. Las comunidades de Camps y Aguirre cedieron nuevos hospitales a la gestión privada, pero mantuvieron los que en su día recibieron del Insalud. El […]

Por la senda de Aznar, Aguirre, Camps y del neoliberalismo más cegado y seguro de sí mismo. Tanto da lo que la ciudadanía de las clases subalternas opine, reivindique o demande. Las comunidades de Camps y Aguirre cedieron nuevos hospitales a la gestión privada, pero mantuvieron los que en su día recibieron del Insalud. El gobierno catalán, en cambio, el gobierno de Mas y Mas-Colell, pretende -o lanza un globo sonda para ver las reacciones (el documento se elaboró en mayo de 2011 y ha empezado a distribuirse entre los gerentes territoriales del ICS)- dar un paso más allá. ¿Qué paso? Desvincularse de la gestión de la sanidad pública que tantos años y tantos esfuerzos ha costado levantar. Otro servicio público a la cuneta. ¿Había algo de eso en el programa con el que CiU ganó las elecciones en 2010?

Un documento interno de la Generalitat considera «agotado» el modelo actual de sanidad pública [1]. Igualmente desfasado respecto al sector privado. El contexto presupuestario, sostiene también el informe, obliga al modelo sanitario catalán a ser «más eficiente y eficaz». El sistema adolece de «rigidez, exceso de burocracia y de centralización y control». El ICS -Instituto Catalán de la Salud- es «ingobernable» (y punto y aparte). ¿Puede avanzarse? Sí, pero hacerlo bajo los mismos parámetros «resulta fatigoso y supone una relación resultado-esfuerzo muy baja». Y eso no está nada bien. Las limitaciones propias de la gestión pública -¡cómo se les ves el plumero!- y su propia «naturaleza» (¿qué será eso?) obligan «a buscar soluciones a través de fórmulas híbridas». Lenguaje moderno y postmoderno, líquido o sólido, qué más da, que puede desvanecerse o no en el aire, pero que produce arcadas al leerlo. Vale la pena arrojar los vómitos; aquí mismo.

No sólo es eso: en la actualidad, «el sistema de contratación de personal ofrece poca flexibilidad para la gestión». Es obvia la inferencia: se impone la flexibilidad de contratación. La precariedad como guía, impulsada por lo que nunca sufren precariedades.

Era en parte de esperar. El Gobierno unionista-convergente, con Felip Puig y Boi Ruiz, dos de los políticos más nefastos que se recuerdan en estos y otros lares en estos 30 últimos años, en posiciones destacadas, estudia trocear la estructura sanitaria -que por ahora gestiona- en veinte empresas públicas. ¿Por qué? Porque estas empresas «deberán someterse a las reglas del mercado». ¿Reglas del mercado? Beneficios, eficacia, competitividad, la santísima trinidad de la infamia capitalista. Conviene recordar que el actual conseller de Sanidad fue director general de la Unión Catalana de Hospitales, la patronal privada del sector (Veremos qué cargos ocupará cuando deje el gobierno).

¿Los objetivos? Los de siempre: «flexibilizar» la gestión, lograr que «las nuevas empresas tengan beneficios» (¿cómo?, ¿a costa de qué?), dar -crónica de una conjetura casi anunciada- «entrada al capital privado» (¡más negocio para el capital sanitario catalán o no!) y la guinda del pastel para intentar ganarse apoyos: incentivar a los trabajadores para que se conviertan «ellos mismos en empresarios del sector» y se dejen de tonterías y reivindicaciones sindicales [3]. ¡La cosmovisión diabólica! ¡El no va más de la «racionalidad» de gestión!

El ICS, con un presupuesto anual de casi tres millones de euros y una plantilla de más de 41 mil trabajadores, pasaría a encabezar el holding. Ocho de sus sociedades corresponderían a los ocho hospitales públicos y una docena a agrupaciones de entre 15 y 25 ambulatorios.

El documento señala también, no se olvidan de nada, que deberá realizarse un plan de comunicación para «controlar el mensaje», buscar «los mejores portavoces» y «reclutar líderes de opinión». ¡Más vómitos! El sector está movilizado. Les sobran pasiones razonadas y razones apasionadas [4].

PS: Como los gobiernos y sus alrededores no suelen tener muchas inconsistencias, el clasista y xenófobo Duran-aparcamientos no quiere perder posiciones en la historia catalano-universal de la infamia. No está dispuesto a que Boi-Boi-Boi le adelante. En su blog, el líder de Unió, la formación social-cristiana gobernante en Catalunya, apuntaba el pasado martes cosas del siguiente tenor [5]: «[…] los recién nacidos en Catalunya son mayoritariamente de madres inmigradas.. Creo que tenemos un problema de natalidad y lo tenemos también como catalanes… Debería preocuparnos que el revelo generacional se haga con personas de fuera… Debo ser un carca, un xenófobo y no sé cuantas cosas más» -lo es desde luego-, pero la situación preocupa, y mucho, a Durán-aparcamientos. ¿Esta es la derecha nacionalista civilizada? ¿Esta es la famosa política de integración catalana? ¿Catalán sigue siendo aquel que trabaja y vive en Catalunya? ¿Una bandera hermana a todos los catalanes, decía Mas el pasado sábado, el día del homenaje al president mártir asesinado por el fascismo? ¿Y qué bandera es esa? ¿Observan alguna diferencia con declaraciones del fascista, ex Fuerza Nueva, Josep Anglada, o con el alcalde xenófobo de Badalona, el excelentísimo Xavier García Albiol?

Notas:

[1] Lluís Pellicer, Ferran Balsells «Cataluña planea trocear la sanidad pública para abrirla al capital privado. Un informe propone crear 20 de empresas con afán de lucro». http://politica.elpais.com/politica/2011/10/18/actualidad/1318969397_824805.html

[2] En total, 8 grandes hospitales, 286 centros de salud y un centenar de otros equipamientos.

[3] El gobierno del ICS de las 20 nuevas empresas estaría abierto a la «participación de los profesionales» del sector sanitario. Nada que ver con la autogestión de los trabajadores.

[4] http://assembleabreda.wordpress.com

http://movimentterbrugent.wordpress.com

[5] Público, 19 de octubre de 2011, p. 18.

Salvador López Arnal es colaborador de El Viejo Topo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.