Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.
Ahora que Palestina ha sido reconocida por la organización cultural de las Naciones Unidas, la UNESCO, ya no será un no-Estado y no estará menos ocupada de lo que estaba antes. Sus ciudadanos no serán menos prisioneros que ahora bajo el yugo de la dominación extranjera de Israel. Pero su desobediencia civil frente a Israel, los Estados Unidos y el Cuarteto abre la esperanza de que los palestinos no vuelvan a la mesa de negociación, ya que las negociaciones se han convertido en un obstáculo para el proceso de descolonización, la condición esencial para la paz.
La solicitud de los palestinos para obtener su membrecía en las Naciones Unidas fue bien recibida, incluso por los críticos de la Autoridad Palestina, ya que se entendía como la conclusión, aunque tardía, de un capítulo demasiado largo. Fue un capítulo en el que los líderes palestinos, a cambio de garantías dudosas y algunos brillos de privilegio para un pequeño grupo, participaron en una farsa de negociaciones, mientras que en la realidad la parte destinada a concretar el derecho de los palestinos a su autodeterminación se seguía reduciendo y fragmentando. Este capítulo expuso el hecho de que los partidos de los diferentes gobiernos de coalición de Israel no están de acuerdo en una sola cosa: el número y tamaño de los bantustanes palestinos en el plan maestro de Israel.
El pueblo palestino entiende la membrecía en las Naciones Unidas como un acto que crea nuevas reglas del juego. Por lo tanto, muchos partidarios del movimiento despiertan por las mañanas con ciertos temores. ¿Han dado resultados las tácticas avasalladoras de la Unión Europea y los Estados Unidos? ¿Han retornado el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, y sus negociadores eternos a la misma mesa estéril de negociaciones, cuando está claro que Israel no tiene intención de cambiar su plan maestro?
La magnitud de la banalidad del término «negociaciones de paz» se puede calibrar a partir de una observación de la enviada de la UE ante el Cuarteto, Helga Schmid. El 26 de octubre, en un último intento por parte del Cuarteto de parar la solicitud de los palestinos de integración en la UNESCO, dijo -según fuentes de Ramallah- que el pedido de adhesión es como la construcción en los asentamientos: una provocación. No resulta suficiente que los países de la UE no castigan a Israel por la construcción de los asentamientos (Ma’aleh Adumim y Givat Assaf, todos son igualmente criminales), ahora la enviada de la UE encuentra una simetría entre los años de violencia ejercida por el ocupante y la legítima defensa de los ocupados.
De hecho, los Acuerdos de Oslo crearon una falsa simetría entre el ocupante/colonizador y el ocupado/colonizado. Esta simetría niega a los palestinos un importante valor en las negociaciones por su independencia, que es el reconocimiento del principio de la responsabilidad israelí e internacional por haber agredido a los palestinos y robarles sus tierras y sus derechos.
Pero los países occidentales, en primer y principal lugar los Estados Unidos, complicaron esta simetría. Como mucho reprendieron a Israel, mientras reforzaban en el plano internacional su condición económica y política, demostrando así que la ocupación es remunerativa. A la vez que castigaban, y lo continúan haciendo, a los palestinos como si fueran los agresores.
El Cuarteto, en un reflejo neocolonialista, amenazó con que el gran patrón podría dejar de contribuir a la UNESCO. ¡Qué vergüenza, pobladores, es vuestra culpa! La amenaza rechina en los oídos, tan diferente de la música que emerge del movimiento de los ocupantes de Wall Street y sus movimientos hermanos.
Los movimientos diplomáticos en las Naciones Unidas, no importa cuán renovadores y atrevidos sean, no son suficientes. Los rumores de que podría desmantelarse la Autoridad Palestina tampoco son suficientes para dejar en claro que los pirómanos de Jerusalén y Tel Aviv están poniendo en situación de riesgo no sólo el bienestar de los palestinos y de los israelíes, sino también el de muchos otros dentro y fuera de esta región.
No hay sustituto para la estrategia de la resistencia popular, no hay en ella personalidades distinguidas que la ven desde fuera (y tampoco más cohetes Qassam y otros métodos dirigidos contra civiles, que han demostrado su inutilidad práctica y moral). La negativa a volver a las negociaciones es un paso esencial para interrumpir la rutina de la desposesión en la que el Cuarteto es un socio más.