Miami.- Nuevamente, como pesadilla recurrente que causa gran angustia y desasosiego a la inmensa mayoría de la emigración cubana en Estados Unidos, otra acción legislativa, ésta una enmienda presentada por el congresista por Miami-Dade, Mario Díaz Balart, y aprobada por la mayoría republicana del Comité de Apropiaciones de la Cámara de Representantes, el pasado 23 […]
Miami.- Nuevamente, como pesadilla recurrente que causa gran angustia y desasosiego a la inmensa mayoría de la emigración cubana en Estados Unidos, otra acción legislativa, ésta una enmienda presentada por el congresista por Miami-Dade, Mario Díaz Balart, y aprobada por la mayoría republicana del Comité de Apropiaciones de la Cámara de Representantes, el pasado 23 de junio, y así añadida al proyecto de ley del presupuesto general de 2012, formó parte del proyecto de ley del presupuesto del 2012 aprobado el 13 de diciembre pasado por la mayoría republicana en la Cámara de Representantes.
Como se ha venido repitiendo desde el verano pasado la enmienda de Díaz Balart suprimiría las actuales regulaciones que reconocen el derecho humano y constitucional de los emigrados cubanos residentes en este país de viajar a Cuba, en vigor desde 2009, y reimpondría las inmorales medidas de viaje a Cuba impuestas por el presidente Bush, hijo, en el 2004.
En junio de 1958, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, determinó que el derecho a viajar al extranjero de los ciudadanos de Estados Unidos es uno de carácter constitucional protegido por la Quinta Enmienda de la constitución federal.
Las medidas de Bush -las cuales siempre fueron la de los Díaz Balart, Iliana Ros y todos como ellos piensan y actúan-prohibirían nuevamente a todos los emigrados cubanos residentes en Estados Unidos poder viajar a Cuba libremente. Las medidas reimpuestas nos restringirían a viajar a Cuba solamente una vez cada tres años, no importando la emergencia familiar, sólo por 15 días, y únicamente para poder visitar a familiares en primer grado, que según esta gente son los únicos de nuestros familiares en Cuba que pueden ser considerados nuestra familia. Asimismo reducirían significativamente el importe de las remesas que se podrían enviar a nuestros familiares en Cuba.
Ésta es una medida infame y oprobiosa. Siempre ha sido rechazada como tal por la inmensa mayoría de nuestra comunidad emigrada.
Este rechazo se demuestra evidente con sólo citar el número de emigrados cubanos en Estados Unidos que viajaron a Cuba entre el 2009 y 2010: no menos de 323,000 de acuerdo a cifras confiables.
La Casa Blanca hizo saber el 13 de julio pasado que el presidente Obama vetaría el proyecto de ley sobre el presupuesto federal de 2012, si, entre otros importantes asuntos, éste intentara cambiar la política en relación a Cuba de su gobierno [«reverses current policies on Cuba»]. Posición que fue diáfanamente reafirmada el 14 de diciembre pasado por el propio presidente durante una ceremonia en la Casa Blanca, con motivo de su política con Cuba, quien se refirió específicamente a su compromiso con los viajes de los cubanos americanos y a las remesas a Cuba sin restricciones.
Es de conocimiento general que en el Congreso se estila, en las negociaciones de grandes proyectos de leyes como éste, mantener o desestimar diferentes proyectos auspiciados por las varias tendencias o intereses de cada uno de los partidos políticos, como también que a la larga se tiran por la borda aquellos que no sean de importante valor para los intereses partidistas mayoritarios.
Esperemos que la opinión que prevalezca en las negociaciones que conformen la ley de este presupuesto federal sea aquella que sustente nuestro derecho de viajar a Cuba libremente.
Para nosotros, los emigrados cubanos en Estados Unidos, nuestro derecho de viaje a Cuba, no es asunto de relativa importancia. Al contrario, por razones evidentes, es asunto de vital importancia. Se trata de algo fundamental: nosotros y los nuestros. Que es derecho inalienable. Sólo aquellos que desprecian los derechos fundamentales del individuo y la familia osan enajenarnos ese derecho. Y alto precio político tendrán que pagar por intentarlo o lograrlo.
Este es año de intensa lucha electoral. Las elecciones presidenciales serán el próximo mes de noviembre, dentro de solamente once meses. El presidente Obama ha demostrado ser un hábil manipulador político. Más allá de las intenciones estratégicas de sus políticas con respecto a Cuba, que son parte de su responsabilidad constitucional para dirigir la política exterior del Estado, que es derecho celosamente defendido por todo presidente, están los 29 críticos votos electorales del estado de la Florida en las próximas elecciones presidenciales.
Y este presidente sabe, lo que niega la extrema derecha cubano americana aferrada al pasado político de nuestra comunidad: que no habrán votos para Obama, por parte de decenas de miles de cubano americanos en las próximas elecciones presidenciales, si él no se opusiera tenazmente a la inclusión de la enmienda de ese Díaz Balart sobre los viajes a Cuba en la ley de presupuesto federal, aún teniéndola que vetar, como se ha comprometido a hacer. Será así de sencillo.
Aunque es nuestra la responsabilidad, sino la culpa, que sean Mario Díaz Balart, Ileana Ros y David Rivera los que ocupen esos escaños del condado en el que vivimos en la Cámara de Representantes. Es evidente que la inmensa mayoría, de los que viajamos a Cuba — los que nos preocupamos por nuestras familias en Cuba, viajando a Cuba o enviándoles remesas- no votamos, especialmente porque no nos hemos hecho ciudadanos de este país. La única manera de terminar con esta maldita recurrente pesadilla que hoy volvemos a confrontar es derrotando en las urnas a gente de esa calaña.
* Andrés Gómez es director de Areítodigital
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.