Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
El primer ministro turco Recep Tayyip Erdogán nunca pensó que eso sucedería.
Supo que estaba en apuros cuando el Pentágono filtró que el Phantom RF-4E turco fue derribado la semana pasada por artillería antiaérea siria frente a la línea costera siria, contradiciendo directamente el relato de Erdogán, quien afirmó que sucedió en el espacio aéreo internacional.
Y la cosa empeoró; Moscú, a través del ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, ofreció «datos objetivos de radar» como prueba.
No quedaba mucho que hacer excepto cambiar de tema. Entonces Ankara introdujo una zona tapón de facto de 6,4 km a lo largo de la frontera sirio-turca – implementada ahora por F-16 que despegan desde la base Incirlik de la OTAN a intervalos regulares.
Ankara también despachó tanques, baterías de misiles y artillería pesada a la frontera de 800 km, inmediatamente después que Erdogán calificara efectivamente a Siria de «Estado hostil».
¿Cuál será el próximo paso? ¿Conmoción y pavor? Frena tus caballos (neo-otomanos).
¿Lord Balfour supongo?
El futuro inmediato de Siria fue planeado en Ginebra recientemente, en una de esas representaciones absurdas de la «comunidad internacional» cuando EE.UU., Gran Bretaña, Francia, Turquía y Qatar y Kuwait del Consejo de Cooperación del Golfo se sentaron para preparar una «solución pacífica» para el drama sirio, aunque según se informa la mayoría de ellos arman a la oposición contra Damasco.
Se podría haber pensado que hemos vuelto a los días de la Declaración Balfour, cuando potencias extranjeras decidían la suerte de un país sin la más simple consulta de su pueblo, el que, a propósito, nunca les pidió que lo hicieran en su nombre.
En todo caso, en pocas palabras: no habrá una guerra de la OTAN contra Siria -por lo menos por el momento. Más allá del hecho de que Lavrov no tiene problemas para enfrentar a la secretaria de Estado de EE.UU., Rusia gana, por el momento.
Previsiblemente, Moscú no impondrá un cambio de régimen a Asad; teme que la consecuencia sea el derrumbe total de la maquinaria estatal siria, con consecuencias catastróficas. La posición de Washington se resume a la aceptación de un Asad muy débil, pero no necesariamente destituido.
El problema es la interpretación de «consenso mutuo», en el cual se basaría un «gobierno de transición» en Siria – la vaga formulación que emergió en Ginebra. Para el gobierno de Obama, significa que Asad debe partir. Para Moscú -y, crucialmente, para Beijing- significa que la transición debe incluir a Asad.
Hay que contar con grandes altercados respecto a la interpretación. Porque se puede pretender que haya una nueva «zona de exclusión aérea» sobre Libia -convertida por la OTAN en una campaña de bombardeo de 30.000 vuelos- que se convierta en el «gobierno de transición» de Siria, basado en «consenso mutuo».
Una cosa es segura: nada pasará antes de la elección presidencial en EE.UU. en noviembre. Esto significa que durante unos cinco meses, Moscú intentará extraer algún tipo de «gobierno de transición» de los protagonistas sirios. Después, todo es posible. Un Washington bajo Mitt Romney podría ordenar un ataque de la OTAN a principios de 2013.
Es posible que se pueda llegar a un acuerdo Putin-Obama o EE.UU.-Rusia incluso antes de Ginebra.
Rusia ha disminuido la presión sobre la OTAN en Afganistán. Luego hubo la acción altamente coreografiada de la oferta de EE.UU. de una apología formal y su aceptación por Pakistán como era de esperar – abriendo así las rutas de abastecimiento de la OTAN hacia Afganistán.
Es crucial recordar que Pakistán es observador e inevitable futuro miembro pleno de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) – dirigida por China y Rusia, ambos miembros del BRICS, muy interesados en que EE.UU. y la OTAN salgan definitivamente de Afganistán.
El «precio» pagado por Washington es, por supuesto, la disminución de la presión sobre Damasco, por lo menos por el momento. Erdogán no puede cambiar gran cosa; en realidad no estaba informado.
Mantener intacta la división del trabajo
Esa es la esencia perversa de Ginebra: los protagonistas (extranjeros) estuvieron de acuerdo en que no están de acuerdo – y al diablo con los civiles sirios atrapados en el fuego cruzado de la guerra civil.
Ante la ausencia de un ataque de la OTAN, la pregunta es ahora cómo el sistema de Asad pueda contener o ganar una guerra civil que es, según todas las razones prácticas, patrocinada por el extranjero.
Sí, porque la división del trabajo seguirá intacta. Turquía seguirá ofreciendo la base logística para mercenarios provenientes de Libia «liberada», Arabia Saudí, Iraq y el Líbano. La Casa de Saud seguirá suministrando el dinero para armarlos. Y Washington, Londres y París seguirán afinando las tácticas en lo que sigue siendo el prolongado, candente juego anticipatorio para un ataque de la OTAN contra Damasco.
A pesar de que la oposición siria armada no controla nada que sea remotamente significativo dentro de Siria, se espera que los mercenarios supuestamente armados por la Casa de Saud y Qatar se hagan cada vez más implacables. Se espera que el no tan ‘Libre’ Ejército Libre Sirio siga montando operaciones durante meses, si no años. Un punto clave es si seguirán existiendo suficientes línea de aprovisionamiento -si no desde Jordania, ciertamente desde Turquía y el Líbano.
Es posible que Damasco no tenga el poder para atacar a los máximos protagonistas occidentales en este drama. Pero ciertamente puede causar estragos entre los actores de reparto -como en Jordania, Qatar, Arabia Saudí y, por cierto, Turquía.
Jordania, -un eslabón débil, tiene un régimen inestable en el mejor de los casos-, ya ha cerrado líneas de suministro. Hizbulá hará, tarde o temprano, algo respecto a las rutas libanesas. Erdogán, tarde o temprano, tendrá que ser realista sobre lo que fue decidido en Ginebra.
Además, no se puede olvidar que Arabia Saudí solo estará dispuesta a combatir hasta el último estadounidense muerto; no arriesgará saudíes para combatir a sirios.
En cuanto a alertas rojas sobre tropas saudíes que se aproximarían al sur de Siria a través de Jordania, se trata de un chiste. Los militares de la Casa de Saud no siquiera pudieron derrotar a los abigarrados rebeldes houthi en el vecino Yemen.
Un último punto jugoso. La base naval rusa en Tartus aproximadamente a solo 90 km del sitio en el que fue derribado el Panthom RF-4E -ahora tiene su radar en funcionamiento permanente. Y se necesita solo un barco de guerra ruso anclado en aguas sirias para enviar el mensaje: si alguien tiene ideas extrañas, basta con considerar lo que le pasó a Georgia en 2008.
Hora de barajar esos naipes
A Erdogán le quedan muy pocas cartas que jugar, si es que le queda alguna. Asad, en una entrevista con el periódico turco Cumhuriyet lamentó «100%» el abatimiento del RF-4E y argumentó: «El avión volaba en un área previamente utilizada por la aviación israelí».
Sigue existiendo el hecho de que el impulsivo Erdogán obtuvo una disculpa del astuto Asad. Al contrario, después del desastre del Mavi Mármara, Erdogán ni siquiera recibió un plátano pelado de Israel.
Activistas alauitas huyen a Turquía
El verdadero escenario suicida sería que Erdogán ordenara otra provocación al estilo del F-4 y luego declarara la guerra a Damasco por cuenta del no tan ‘Libre’ Ejército Libre Sirio. No tendrá lugar. Damasco ya ha demostrado que posee una red decente de defensa antiaérea.
Todo analista militar que se respete sabe que una guerra contra Siria está a años luz de distancia de las previas operaciones «de juego de niños» de Iraq y Libia. Los comandantes de la OTAN, a pesar de toda su ineptitud, saben que podrían sufrir una tremenda paliza.
En cuanto a los militares turcos, su obsesión suprema son los kurdos en Anatolia, no Asad. Reciben alguna ayuda militar de EE.UU. Pero lo que ansían realmente es que un ejército de drones [aviones sin tripulación] estadounidenses sea lanzado sobre Anatolia.
Turquía cruza rutinariamente hacia el norte de Iraq para atacar a guerrilleros del PKK kurdo acusados de matar fuerzas de seguridad kurdas. Ahora, se informa que guerrilleros basados en Turquía cruzan la frontera hacia Siria y matan fuerzas de seguridad sirias, e incluso civiles. Sería demasiado difícil obligar a Ankara a admitir su hipocresía.
Erdogán, en todo caso, debería proceder con extremo cuidado. Sus tácticas duras lo están aislando; más de dos tercios de la opinión pública turca se oponen a un ataque contra Siria.
Ha llegado a un punto en el cual la revista turca Radikal consultó a sus lectores si Turquía debiera ser un modelo para el nuevo Medio Oriente. Turquía solía ser «el enfermo de Europa»; ahora Turquía «se convierte en el hombre solo de Medio Oriente», dice el artículo.
Es gas, gas, gas
Sobre todo, Erdogán simplemente no se puede permitir antagonizar a Rusia. Hay por lo menos 100.000 rusos en Siria – haciéndolo todo, desde la construcción de represas al asesoramiento en la operación de sus sistemas de defensa.
Y luego está la inevitable cuestión de los gasoductos. Sucede que Turquía es el segundo cliente por su tamaño de Gazprom. Erdogán no se puede permitir rivalizar con Gazprom. Toda la arquitectura de seguridad energética turca depende de gas de Rusia – e Irán. Hace un año se llegó a un acuerdo crucial por 10.000 millones de dólares entre Irán, Iraq y Siria para un gasoducto desde el gigantesco yacimiento South Pars de Irán a Iraq, Siria, y más allá hacia Turquía, conectando finalmente con Europa.
Durante los últimos 12 meses, mientras Siria caía en la guerra civil, protagonistas esenciales dejaron de hablar del tema. Ya no. Cualquier analista que se respete en Bruselas admite que la suprema paranoia de la UE es convertirse en un rehén de Gazprom. El gasoducto Irán-Iraq-Siria sería esencial para diversificar los suministros de energía de Europa, apartándolos de Rusia.
Para EE.UU. y la UE, este es el verdadero juego, y si requiere dos o más años de Asad en el poder, así sea. Y debe ser hecho de una manera que no enfrente totalmente a Rusia. Es donde entran en juego las promesas hechas en Ginebra a Rusia de que conservaría intactos sus intereses en una Siria post Asad.
No hay que fruncir el ceño. Es como se juega a la geopolítica ultra dura entre bastidores. Queda por ver si Erdogán entiende el mensaje.
Pepe Escobar es corresponsal itinerante de Asia Times. Su último libro es Obama Does Globalistan (Nimble Books, 2009).
Fuente: http://www.aljazeera.com/
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