Desde hace años el imperio norteamericano ha estado reduciendo el presupuesto para la atención de enfermos y ancianos (Medicare y Medicaid) para financiar un presupuesto militar superior a los que existían durante la guerra de Vietnam, Irak y Paquistán, como si estuvieran en guerra permanente, que de hecho lo están si analizamos la forma en […]
Desde hace años el imperio norteamericano ha estado reduciendo el presupuesto para la atención de enfermos y ancianos (Medicare y Medicaid) para financiar un presupuesto militar superior a los que existían durante la guerra de Vietnam, Irak y Paquistán, como si estuvieran en guerra permanente, que de hecho lo están si analizamos la forma en que financian el armamento, la logística y el manejo de diversos movimientos armados del cercano oriente y el norte de áfrica. Y de la misma forma, para financiar sus programas electrónicos de espionaje global, de los cuales hemos conocido bastante, a través de los «héroes» modernos Julián Assagne (Wikileaks), Bradley Manning y Edward Snowden.
Este ejemplo, macabro e injusto con sus propios ciudadanos, está siendo seguido -proporciones guardadas y que orientan las economías en gasto social para financiar la industria financiera- por otros países europeos, que cayeron presos en las garras del neoliberalismo más abyecto, con las consecuencias que vemos en España (para un dato simple: 260.000 millones de euros, de los que no se recuperará ni la mitad), Portugal, Grecia, Irlanda y muchos más.
Sin embargo, la prensa norteamericana nada dice de ello, como tampoco de la intervención del gobierno del imperio en cosas tan abominables como el genocidio perpetuado en Guatemala durante el gobierno de Ríos Montt, o el golpe de estado en Honduras, para mencionar a vecinos cercanos. O su participación (comprobada) en el golpe de estado llevado a cabo en Venezuela, cuando las elecciones habían dado el gane a Chávez. Y digo comprobado porque los periodistas del Post, por ejemplo, pudieron comprobar fehacientemente la intervención y apoyo norteamericano. Sin embargo el periódico nunca lo publicó abiertamente.
Es decir, existe una complicidad culpable de la gran prensa gringa al acallar las atrocidades que cometen en todas partes del mundo, así como haciéndole el juego con lo de las medio sospechosas «amenazas terroristas» a las embajadas en países islámicos, sobre todo, y a lugares estratégicos en territorio norteamericano. Lo cual tiene todo el viso de una campaña orquestada para justificar las barbaridades que han cometido con relación al espionaje electrónico y la entrega de corros clasificados «al enemigo».
Widney Brown, directivo de la organización Amnistía Internacional, realizó unas declaraciones tremendas con relación al caso de Manning: «Las prioridades del gobierno de EE.UU. están invertidas. El gobierno se ha negado a investigar las denuncias creíbles de tortura y otros crímenes según las leyes internacionales a pesar de la abrumadora evidencia existente. Sin embargo, decidió enjuiciar a Bradley Manning, quien parecía que trataba de hacer lo correcto al revelar pruebas de comportamiento ilegal por parte del gobierno. […] Los cientos de miles de documentos que Manning pasó a WikiLeaks incluían videos y carpetas que mostraban potenciales violaciones de derechos humanos -e infracciones a las leyes humanitarias internacionales- por parte de las fuerzas armadas de EE.UU. y por la CIA. Significa un deterioro de la responsabilidad cuando el gobierno de EE.UU. es tan selectivo sobre qué conductas elige investigar y llevar a juicio. Esto queda particularmente claro cuando se demuestra voluntad para castigar a aquellos que revelan conductas ilegales del gobierno mientras que por el otro lado, protegen a los que participaron u ordenaron tales comportamientos ilegales. […] Es difícil no sacar la conclusión de que el juicio de Manning tiene como objetivo enviar un mensaje: el gobierno de EE.UU. te perseguirá implacablemente si estás pensando en revelar evidencia de conductas ilegales.»
Julian Assange, de WikiLeaks, declaró lo siguiente : «Este es el primer caso de que un denunciante de conciencia haya sido condenado por espionaje. Esto sienta un precedente peligroso y es un ejemplo de extremismo de seguridad nacional. […] Los querellantes no presentaron ninguna evidencia -ni siquiera el reclamo- de que una sola persona hubiera sido perjudicada por las revelaciones de Bradley Manning. […] La única ‘víctima» fue el orgullo herido del gobierno de EE.UU. […] Los abusos sufridos por este joven honesto han generado disgusto en el mundo al ver cuán bajo ha caído el gobierno de Obama, cuyo accionar no mostró fuerza sino debilidad. […] La jueza permitió que los querellantes modificaran sustancialmente los cargos después de que la defensa y la fiscalía habían finalizado las presentaciones. Permitió asimismo que los querellantes llevaran 141 testigos al estrado y un extenso caudal de testimonios secretos. El gobierno mantuvo a Bradley Manning en una jaula, desnudo y en aislamiento para quebrar su moral, un acto formalmente condenado por el Relator Especial sobre Tortura de la ONU. Manning no tuvo jamás un juicio justo. El gobierno de Obama fue minando las libertades democráticas, y el veredicto de hoy ha causado un mayor deterioro. El gobierno está decidido a disuadir y silenciar a los denunciantes de conciencia, está decidido a debilitar la libertad de prensa. La Primera Enmienda afirma que «el Congreso no puede hacer ninguna ley que restrinja la libertad de expresión o de prensa». ¿Qué parte del «no puede» es tan difícil de entender para Barack Obama?».
Pues bien, estos son los ejemplos que nuestros políticos criollos y gobernantes de medio pelo ven con admiración y tratan de seguir, según las circunstancias, en nuestro país. Nosotros no tenemos ejército ni gastos en armamentos, ni estamos financiando una banca privada quebrada por sus malas decisiones y especulaciones bursátiles, ni tenemos sistemas de espionaje sofisticados, porque los que es la DIS y esa oficina que tiene el ICE para espiarnos son bastante rudimentarias, aunque funcionan, dicen ellos mismos. Sin embargo, cuando las revelaciones del Ministerio de Hacienda, que expusieron la evasión impositiva del hasta entonces ministro, desataron una persecución implacable en contra de humildes funcionarios que honestamente decidieron en conciencia hacer conocer la verdad de este acto corrupto, que por cierto después sería la tónica del actual gobierno. Y luego impulsó este gobierno una ley en la Asamblea Legislativa para penar cualquier filtración de información gubernamental hacia los ciudadanos, que son los que tienen derecho y obligación de conocerla. Es decir, una política pública invertida.
¿Qué es, entonces, lo que tratan de copiar nuestros delincuentes de cuello blanco? Pues, muy simple: la desvergüenza, la mentira, el recortar programas sociales que benefician a los más necesitados para fortalecer todo lo que tenga que ver con el comercio internacional, en donde solamente se benefician importadores, intermediarios y exportadores. Porque nos habían prometido 500 mil nuevos puestos de trabajo y una prosperidad sin límites con el Tratado de Libre Comercio con los EEUU, y lo siguen prometiendo con las decenas de ellos que han celebrado hasta con «maría candanga», y no los vemos. Más bien ahora somos más pobres, todo está más caro, aumentó el desempleo y la prosperidad vino solamente a una minoría que se benefició con todo ello.
Se supone, y repito: supone, que las políticas públicas tiene una sola intención. Las políticas públicas son las respuestas que el Estado puede dar a las demandas de la sociedad, en forma de normas, instituciones, prestaciones, bienes públicos o servicios. En este sentido, está ligado directamente a la actividad del Estado en tanto ejecutor, es decir, aludiendo a la Administración del Estado, centralizada o descentralizada. Involucra una toma de decisiones y previamente un proceso de análisis y de valorización de dichas necesidades.
Las Políticas Públicas se pueden entender como el ámbito privilegiado de realización del «pacto» entre Estado y sociedad. Un nuevo papel del Estado, en el sentido de hacerlo más ágil y organizado. Aquí podemos rescatar el sentido participación entre estos dos actores, pero el objetivo final de beneficio a la sociedad es un punto que muchas veces queda olvidado, de aquí el fracaso de muchas Políticas Públicas.
Cabe resaltar que no todo es asunto público y de lo público no todo se convierte en política y, actualmente asuntos públicos están siendo atendidos solamente y únicamente por el gobierno.
Las Políticas Públicas son «el conjunto de actividades de las instituciones de gobierno, actuando directamente o a través de agentes, y que van dirigidas a tener una influencia determinada sobre la vida de los ciudadanos». Pallares señala: las Políticas Públicas deben ser consideradas como un «proceso decisional», un conjunto de decisiones que se llevan a cabo a lo largo de un plazo de tiempo. Pallares, al mencionar esa persuasión sobre la población no comenta si es de índole positiva o negativa, pero podemos decir que en ocasiones el bienestar se ve cuestionado en una política restrictiva o de imposición fiscal por ejemplo, logrando ciertamente esa modificación conductual. Aunque la mayoría de las Políticas Públicas tienen un impacto directo en el bienestar de la población.
Lo que genera profundo interés en el estudio de la materia que estamos tratando es al generarse una propuesta, inmediatamente surgen los actores integrantes, donde unos apoyan y otros se oponen; de esta manera surge la necesidad de negociar y realizar acuerdos.
Las Políticas Públicas tienen que ver con el acceso de las personas a bienes y servicios. Consisten, precisamente, de reglas y acciones que tienen como objetivo resolver y dar respuestas a la multiplicidad de necesidades, intereses y preferencias de grupos y personas que integran una sociedad. Esto es lo que generalmente se conoce como «agregar demandas», de forma tal que al final, las soluciones encontradas permitan que personas y grupos coexistan a pesar de sus diferencias.
Ahora bien, le pregunto a Usted: ¿mira con certeza que los últimos gobiernos neoliberales hayan tenido políticas públicas que expresen la atención del Estado a las demandas de la sociedad? ¿Verdad que no? Pues ello se debe, precisamente, a la imitación de las políticas invertidas que copian del imperio: beneficios para muy pocos y pérdidas para la mayoría. Allá para los fabricantes de armas a costa de la salud de enfermos y ancianos, acá para los mercaderes, a costa del empobrecimiento del pueblo, el deterioro de la infraestructura y el progresivo encarecimiento del costo de la vida.
Si Usted reflexiona un poco, quizá, y solamente quizá, puede que medite mejor su voto en las próximas elecciones, porque mucho charlatán está de por medio.
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