“[…] Es posible reenfocar el problema del terror en el Oriente Medio, superar las barreras de una propaganda que ‒casualmente‒ es la del imperialismo occidental, y decidir quién tiene la razón que las circunstancias le permiten tener.
El objetivo del terrorismo palestino es recuperar la patria de que fueron despojados los palestinos. En la más discutible de sus operaciones, queda ese resto de legitimidad. El terrorismo israelí se propuso dominar a un pueblo, condenarlo a la miseria y al exilio. En la más razonable de sus ‘represalias’, aparece ese pecado original».
Rodolfo Walsh, El violento oficio de escribir. Obra periodística, 1953-1977, Editorial Planeta, Buenos Aires, 1998, p. 241.
Hace algunos meses escribí un artículo, también publicado en Rebelión (https://rebelion.org/indignometro-occidental-e-imperialista/), sobre la súbita indignación del mundo occidental e imperialista sobre los sucesos de Ucrania. En esa ocasión, mencionábamos el carácter restrictivo y muy selectivo de esa pretendida indignación moral y lo hacíamos mencionado el caso de los crímenes del Estado de Israel contra el pueblo palestino, como contrapartida de lo que nunca se condena y se tolera por parte de eso que se denomina la Comunidad Internacional, un eufemismo para no llamar por su nombre a la banda de delincuentes al servicio del capitalismo que mandan en el mundo.
En este momento, ese indignometro se ha puesto en funcionamiento a raíz de lo acaecido con las acciones de Hamas el sábado 7 de octubre. De inmediato, los grandes engranajes de falsimedia mundial, la casi totalidad de presidentes y primeros ministros de Europa, Estados Unidos y América Latina y opinologos sionistas se están rasgando las vestiduras de espanto para condenar lo que denominan terrorismo palestino.
Y ahora Israel ‒donde están asesinos, genocidas, torturadores, invasores, masacradores de niños, jóvenes y mujeres de Palestina‒ aparece como víctima, como un manso cordero que, súbitamente y sin razón alguna, fue atacado por sus enemigos desalmados.
Resulta que los palestinos solamente son noticia cuando tienen la osadía de defenderse de las acciones genocidas de Israel, pero nunca lo son cuando es el Estado sionista y sus fuerzas represivas (que es prácticamente toda la sociedad de origen judío que habita en el territorio controlado por ese Estado) la que ocupa sus tierras, bombardea su infraestructura (hospitales, centrales eléctricas, acueductos, escuelas, universidades…); masacra sin misericordia a niños, jóvenes, mujeres y ancianos; arrasa con edificios y casas de familias palestinas aplicando represalias colectivas para “eliminar” supuestos reductos de militantes que luchan contra la ocupación; aísla y mantiene en la cárcel más grande a cielo abierto del mundo a los habitantes de Gaza y Cisjordania; construye un muro gigantesco que incomunica a los palestinos y les impide moverse por lo que han sido sus tierras y sus cultivos…
Esas son las circunstancias de dolor y sufrimiento que soportan millones de palestinos desde hace un siglo, sí, desde mucho antes de la fundación del Estado de Israel, si nos remitimos a la Declaración sionista de Belfort (1917), o el comienzo del Mandato Británico (1923) en tierra palestina, por designación de la Sociedad de las Naciones.
Los que esgrimen cada cierto tiempo el indignometro moralista a la hora de hablar de Palestina dicen representar a los buenos (que para ellos son el Estado de Israel, sus ideólogos y ejércitos sionistas, así como sus patrocinadores occidentales) contra los malos (los palestinos, los árabes y los que los apoyan). Esta es una forma pueril de negar la historia de saqueo, destrucción y muerte que han impuesto los colonialistas de Israel, que han recurrido a la limpieza étnica, a la ocupación brutal del territorio ancestralmente palestino, a la expulsión masiva de sus habitantes milenarios. Por eso, Israel es un estado colonialista de ocupación en pleno siglo XXI, un tipo de dominación que solo puede sostenerse a sangre y fuego, con mentiras y con el respaldo militar, económico, político, ideológico y cultural de las potencias capitalistas, empezando por Estados Unidos.
Eso significa que Israel es un agresor permanente, un poder colonialista, un estado asesino y eso lo demuestra hasta la saciedad todos los días, con sadismo. Al respecto son ilustrativas las palabras del filosofo Gianni Vattimo, recientemente fallecido, que quedaron como testimonio de dignidad y valentía: “Israel es un estado canalla; Israel es un estado nazi y fascista, peor que Hitler. Yo diría que ha llegado el momento de hacer las Brigadas Internacionales, como en España, porque Israel es un régimen fascista que está destruyendo un pueblo entero. España no era nada en comparación con esto. Se está haciendo un genocidio, nazi, racista, colonialista, imperialista y es necesaria la resistencia”.
En efecto, es abismal la disparidad entre Israel, un estado que posee, entre otras, bombas nucleares, y los palestinos, que se enfrentan a los ocupantes con armas rudimentarias. Mientras Israel tiene una brutal potencia de fuego, en la que cuenta con una poderosa aviación, con la que cada rato bombardea y masacra a palestinos con frialdad sanguinaria, los palestinos no cuentan ni con misiles antiaéreos, porque no hay nadie que se los venda o suministre.
Lo significativo radica en que pese a esa disparidad los palestinos han dado muestra de una pertinaz resistencia, contra viento y marea, para mantenerse como pueblo, que lucha y se enfrenta al poder colonial de los ocupantes.
Y los sucesos recientes son una muestra de esa extraordinaria capacidad de resistencia, que se constituyen en un hito histórico, porque el 7 de octubre se rompió el mito de la invulnerabilidad de Israel en su propio territorio. Por una vez, los palestinos lograron entrar en forma masiva, con armas, en el suelo de Israel y lo enfrentaron allí mismo. Por una vez, los habitantes de Israel sintieron en carne propia las mismas sensaciones de miedo y pánico que experimentan los palestinos desde hace 75 años en cada ocasión que los sionistas irrumpen brutalmente en sus calles, parques y casas. Por una vez, se franquearon las barreras, que se protegen con sofisticadas tecnologías (drones, satélites, sensores…) a Israel e impiden el movimiento de los palestinos. Por una vez, el territorio de Israel se convirtió en campo militar de enfrentamiento entre los palestinos y los militares sionistas. Por una vez, las lágrimas, el dolor y los lamentos se escucharon del lado de Israel y no solo del lado palestino, como siempre ocurre.
Eso no es cualquier cosa, es un hecho de profunda densidad histórica porque en la práctica se demostró que el colonialismo de ocupación de Israel no es invencible y puede enfrentarse, aunque se pague un alto costo por tener la osadía de rebelarse.
“¿Contra quién está usted?”, le preguntaron los entrevistadores a Gianni Vattimo. Y él respondió: “Contra quienes bombardean hospitales, clínicas, niños. Yo no sé manejar armas, pero aprendería con gusto para combatir a los marranos israelíes sionistas, que no tienen nada que ver con los judíos, Los palestinos han sido expulsados de sus tierras y son víctimas de un genocidio con la excusa del Holocausto. Al exterminar a los palestinos, están repitiendo el Holocausto pero al revés” […]. Es una guerra de exterminio. Son peor que Hitler, porque tienen el apoyo de las democracias occidentales”. Página 12, julio 27 de 2014.
El lenguaje es un componente esencial del indignometro, en la medida en que indican hasta donde puede llegar el cinismo, la mentira y el intento de modificar discursivamente la realidad.
Así, con el recurrente derecho a defenderse que tiene Israel, que hoy proclama Joe Biden, Macron, Zelenski y compañía, se genera la impresión de que el agredido es Israel y los agresores los palestinos. Además, acá el término defensa pierde cualquier sentido, porque para Israel defenderse es invadir y ocupar de manera permanente el territorio colonizado y masacrar a sus habitantes cada vez que se les venga en gana, es decir, todos los días, y vaya qué ofensa si los palestinos se atreven a levantar un dedo contra el agresor.
En contravía, las acciones de Hamas el sábado anterior son un legitimo derecho a la defensa por parte de los palestinos; ese es un derecho que nadie les puede quitar, así el indignometro le dé licencia a Israel para matar a vasta escala, en forma cobarde y vengativa, en Gaza y Cisjordania, como lo continúa haciendo en estos momentos. En este sentido, razón tenía Vatimo cuando recomendaba: “Quisiera promover una campaña internacional para reunir fondos y permitir a los palestinos comprar armas verdaderas, verdaderos misiles”. Una recomendación lógica, porque quienes necesitan defenderse son los palestinos y no Israel, que está armado hasta los dientes. Para el indignometro occidental, que los palestinos se defiendan ya es un crimen intolerable, acostumbrados como están a que los muertos solo los pongan ellos, sobre lo que nunca informan.
Y cuando realizan alguna acción, de inmediato son calificados de “terroristas”, término que se repite hasta la saciedad en estos momentos. Por supuesto, no es terrorismo cortarles la luz y el agua a lo palestinos, destruir sus escuelas, con niños y profesores adentro, derrumbar sus casas, bombardear sus pocos campos deportivos y matar y dejar lisiados a sus futbolistas… Solamente, cuando los oprimidos reaccionan y actúan con violencia el indignometro se conmueve ante la violencia y la califica de terrorismo y entra a avalar el terrorismo de Estado de Israel, y aplaude la sed sangrienta de venganza del criminal Benjamín Netanyahu y compañía.
Otro eufemismo que se esta utilizando es el de hablar del Enclave de Gaza, porque se genera la sensación que los palestinos que allí residen se han adueñado de esa tierra, que es de ellos desde hace siglos. No, al hablar de enclave se está diciendo en forma explicita que los dueños naturales son los israelitas y los intrusos son los palestinos.
Asimismo, se ha dicho que es un osadía el que por primera vez los palestinos con armas, los de Hamas, se hayan infiltrado e invadido el territorio de un Estado soberano, como si el invasor y ocupante no fuera Israel, que se ha tomado las tierras palestinas por la fuerza y con la fuerza las mantiene y las amplia, en un proceso extendido de colonización. En esa lógica invertida, los infiltrados son los palestinos y nos los israelitas.
Ahora se dice que Israel ha entrado en guerra a raíz del ataque que soportó, cuando Israel libra una guerra contra el pueblo de Palestina desde hace décadas. Lo hecho por Hamas no desencadena una guerra, sino que es otra batalla de la guerra defensiva de Palestina contra los ocupantes coloniales de Israel. Y, en ese sentido, es un despropósito de los seudo indignados morales de hoy suponer que la violencia permanente contra un pueblo no va a generar respuestas violentas. Y eso es lo que ha sucedido.
Es una vana ilusión, que va contra la lógica elemental, que los palestinos, aplastados y humillados a diario, vayan a lanzar rosas y besos contra los que los someten. Pero de eso es que quieren convencernos los que cada vez que les conviene esgrimen el indignometro. Por ello, resulta ser una falacia sostener que por culpa de la acción de Hamas van a masacrar a los palestinos en Gaza, porque, con acciones armadas o sin ellas, los vienen triturando desde hace mucho tiempo, dado que Israel no tiene ningún escrúpulo moral o humanitario cuando de bombardear y masacrar palestinos se trata. Y eso nunca para. Al respecto los datos son contundentes: en lo que va del año Israel ha realizado treinta incursiones militares, sin justificación de ninguna índole; en mayo masacraron a un centenar de palestinos; los colonos se siguen expandiendo y expulsan a los palestinos de las pocas tierras que les quedan y les destruyen sus casas; antes de los sucesos del 6 de octubre, en 2023 habían sido asesinados 209 palestinos y 37 niños.
Lo que está aconteciendo ahora y se va a incrementar en el futuro inmediato es ese asedio contra los dos millones de habitantes de la Franja de Gaza, hay que repetirlo la cárcel a cielo abierto más grande del mundo, y donde los prisioneros son bombardeados, algo que ni Hitler se atrevía a hacer.
El cinismo de los que agitan el indignometro alcanza tal dimensión que reproducen con felicidad las palabras del genocida Netanyahu cuando anuncia, cual vampiro que se regocija con la sangre de sus presas: «Les digo a los residentes de Gaza: váyanse ahora porque actuaremos con fuerza». Qué cinismo criminal, reproducido por la caterva de indignados de falsa moral, puesto que los habitantes de Gaza no pueden salir de la cárcel en que se encuentran, porque sus carceleros de Israel se lo impiden. Ese es el anuncio de un nuevo paso en el genocidio planificado de destruir a los palestinos. Es un vano intento, aunque con un alto costo de dolor y muerte para los sufridos habitantes de Gaza y Cisjordania, porque como ha dicho el historiador palestino Rashid Khalidi: “La resistencia de los palestinos, su perseverancia y su constante desafío a las ambiciones de Israel se cuentan entre los fenómenos más sorprendentes de la época actual”. [Rashid Khalidi, Palestina. Cien años de colonialismo y resistencia, Capitán Swing, Madrid, 2022, p. 364].
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