Los cadáveres se amontonan en las calles de Gaza porque el personal médico no puede ayudar a los heridos que chillan pidiendo auxilio en el exterior de los hospitales. Los sanitarios que intentan ayudarles son blanco de los disparos y asesinados. No queda nadie para documentar la escala del genocidio.
Nota: Este artículo fue enviada el día 13 por el corresponsal de Mondoweiss en Gaza mediante un mensaje de audio.
El día 11 de noviembre los heridos que eran atendidos en el hospital Al-Shifa tuvieron que abandonarlo, con sus heridas todavía sangrando, algunos en silla de ruedas, otros en carros. Quienes llegaron al sur hace días informaron de que la administración del hospital Al-Shifa les urgió a escapar porque pronto dejaría de estar operativo. En estos momentos ya ha cerrado por completo.
Estas directivas no surgieron de la nada. Se basaban en las expectativas de la administración del hospital sobre lo que ocurriría durante la invasión terrestre, dada la política sistemática de Israel de atacar instalaciones médicas. En los días previos al éxodo de Al-Shifa, las fuerzas israelíes siguieron acercándose, bombardeando los edificios colindantes y las partes exteriores del hospital y lanzando misiles contra el patio del hospital donde dormían los refugiados, haciéndolos pedazos.
Los tanques continuaron aproximándose al hospital Al-Shifa, el mayor de la Franja de Gaza, hasta llegar a sus puertas. Portavoces del Ministerio de Salud permanecen en Al-Shifa, con la esperanza de que algunos heridos y cadáveres puedan ser llevados hasta allí donde serían registrados y contabilizados. Desde entonces, estas esperanzas se han desvanecido, ya que no se permite a nadie salir al exterior ni llegar al hospital para recibir tratamiento o refugio.
Las últimas horas han sido las más catastróficas para los hospitales del norte de Gaza, entre los que se encuentran Al-Shifa, el Hospital Al-Quds, el Hospital Pediátrico Rantisi y el Hospital Nasr, en la ciudad de Gaza, y el Hospital Indonesio, en el norte, que fue blanco la semana pasada de bombardeos y «cinturones de fuego» destinados a obligar a evacuar al personal médico, los pacientes y los refugiados.
Los trabajadores sanitarios son los que más han sufrido durante los últimos asaltos. Pero muchos equipos médicos se negaron a abandonar los hospitales, quedándose para atender a los pacientes de la UCI y la UCIN, que no podían ser trasladados sin morir. Entre ellos hay 48 bebés prematuros cuyas incubadoras y respiradores han fallado desde entonces.
Ayer mismo se anunció que dos de estos bebés murieron por falta de oxígeno y calor. Empezaron a circular fotos del personal del hospital envolviendo a los bebés que quedaban y colocándolos cerca unos de otros para conservar el calor y mantenerlos calientes.
“Vemos a los heridos, los oímos gritar pidiendo auxilio, pero no podemos hacer nada
El ministro de Sanidad de la Autoridad Palestina, Mai Keileh, ha declarado que el personal médico ya no puede desplazarse entre los edificios para realizar su trabajo. Los drones de ataque que sobrevuelan el complejo médico atacan a todo lo que se mueve. Esto ha provocado la acumulación de cadáveres en el patio del hospital, y cualquiera que intente salir a recogerlos también es asesinado. Keileh declaró que el personal médico no ha podido enterrar a más de 100 mártires cuyos cuerpos han empezado a pudrirse en el patio, mientras los perros callejeros empiezan a devorar su carne.
Un portavoz del gobierno de Gaza declaró ayer que francotiradores del ejército israelí apostados en edificios cercanos habían disparado a un paciente en su cama a través de la ventana, además de a un trabajador de mantenimiento que intentaba recomponer las líneas eléctricas del hospital en un intento de restablecer el suministro en una parte del hospital. La misma fuente gubernamental declaró que un grupo de sanitarios intentó abandonar el hospital mientras ondeaban banderas blancas y se dirigía a la entrada principal, pero que los drones también les apuntaron directamente, matando a la mayoría. Los que sobrevivieron a la explosión inicial permanecieron en el suelo durante horas, desangrándose y pidiendo ayuda a gritos, hasta que también murieron.
Médicos sin Fronteras (MSF) informó de incidentes similares, citando el testimonio del doctor Mohamed Obeid, de Al-Shifa:
“Estamos en la cuarta planta. Un francotirador ha disparado a cuatro pacientes hospitalizados. Uno tiene una herida de bala en el cuello y está tetrapléjico, y el otro fue herido en el abdomen”
MSF confirmó asimismo los informes del gobierno sobre los heridos a quienes se deja desangrarse en el patio del hospital. Un miembro de la ONG describió la escena:
“Hay muertos en las calles. Podemos ver cómo se dispara contra los civiles. Podemos ver a los heridos. Les oímos pedir ayuda a gritos pero no podemos hacer nada. Es demasiado peligroso salir al exterior”.
El hospital de maternidad Mahdi, en el norte de Gaza, también fue blanco de bombardeos. Los francotiradores israelíes dispararon a las personas que se encontraban cerca de las ventanas, mientras que los drones israelíes que sobrevolaban la zona atacaban todo lo que se movía en el patio del hospital, incluso a los equipos médicos, que se encontraban atrapados en su interior.
El Dr. Basel Mahdi, que trabajaba en el hospital, escribió en Internet: «Nadie muere antes de tiempo. Pero hay muchos que mueren sin dignidad».
“Que Dios os perdone”, decía en su escrito dirigido a los jefes de Estado árabes. “Nos habéis traicionado. Habéis traicionada vuestra identidad árabe”. Media hora después de escribir este mensaje el doctor Mahdi fue asesinado cuando intentaba salir al exterior.
No queda nadie para documentar el genocidio
El sistema médico del norte de Gaza se ha derrumbado por completo. No queda ningún hospital ni centro de salud operativo. Los cientos de miles de civiles que probablemente quedan en el norte ya no tienen ningún lugar en donde buscar tratamiento para sus heridos, que se acumulan día tras día.
Y están sometidos al mismo tratamiento que el personal del hospital. Cuando alguien trata de escapar hacia el sur, se les dispara o bombardea. Además la invasión terrestre de las tropas israelíes y el asalto a las viviendas con residentes dentro ha abierto la puerta a nuevas trasgresiones. El doctor Mohamed Nozam Ziyara escribió un post en las redes sociales sobre la terrible experiencia de su familia en el barrio de al-Nasr:
“Ayer las fuerzas de ocupación israelíes entraron en nuestra casa del barrio de Nasr después de volar por los aires la puerta de entrada. Reunieron a toda la familia en una habitación y procedieron a golpear y maltratar a todos, convirtiendo la casa en una base militar. Luego los soldados separaron a las mujeres y los niños pequeños de los hombres y los muchachos, a quienes continuaron golpeando hasta trasladarlos a la cercana escuela de la UNRWA (Agencia de la ONU para Refugiados de Palestina en Oriente Próximo). No hemos sabido nada de su suerte en las últimas 24 horas. Las mujeres y niños pequeños fueron sacados de la casa y utilizados como escudos humanos, obligándolos a caminar delante de los tanques en dirección a la parte sur del barrio. En estos momentos tampoco tenemos noticias de su paradero”.
El Dr. Zidaya concluía su mensaje pidiendo que cualquiera que pudiera tener información de su familia se pusiera en contacto con él.
Tal vez, cuando resulte evidente que las afirmaciones de Israel sobre Al-Shifa son infundadas, encuentre una excusa para reducir a escombros este último bastión de humanidad que queda en Gaza. Junto con ello, pretende matar al personal restante del Ministerio de Sanidad de Gaza, responsable de documentar y contabilizar las víctimas mortales y los heridos.
Con ello Israel pretende silenciar al Ministerio y a los periodistas que permanecen en el hospital, creando un apagón informativo total, para poder seguir cometiendo las masacres sin testigo alguno. A medida que un mayor número de personas son asesinadas y sus cadáveres se descomponen en las calles, no quedará nadie que documente la escala del genocidio que está en marcha.
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