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Sobre la «shoah» de Gaza y la «banalidad del mal»

Fuentes: Rebelión [Foto: dos hombres palestinos cargan los cuerpos amortajados de sus hijos, muertos en un bombardeo israelí, en el hospital Nasser de Jan Yunis el 28 de diciembre de 2023 (AFP)]

«No hay nada que se parezca tanto a los campos de concentración como las imágenes medievales del infierno».

En febrero de 2008 Matan Vilnai, entonces viceministro de Defensa de Israel, amenazó a los palestinos de Gaza con un «holocausto». «Traerán sobre sí una Shoa más grande porque usaremos todas nuestras fuerzas para defendernos», dijo en una entrevista para la estación de radio del ejército israelí, usando la palabra hebrea “shoah” para holocausto.

Es importante recordar esta declaración hoy, ya que los activistas y analistas están siendo reprendidos por comparar lo que le está sucediendo ahora a la gente de Gaza con lo que sufrieron los judíos europeos a manos de los nazis el siglo pasado.

La palabra «shoah» nunca se usa en Israel fuera de las discusiones sobre el exterminio nazi de judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Muchos israelíes, especialmente los sionistas, tienen un serio problema con la gente que lo usa para describir otros genocidios.

Sin embargo, el viceministro decidió amenazar a los palestinos con una «shoah». Está claro que sabía a lo que se refería y no se anduvo con rodeos.

En diciembre de 2008, 10 meses después de la entrevista de Vilnai, las fuerzas de ocupación israelíes lanzaron un ataque militar masivo contra la Franja de Gaza que duró 22 días. Israel mató a más de 1.400 personas en este ataque, la inmensa mayoría de las cuales eran niños y mujeres.

En ese momento nadie se refirió a la palabra prohibida. Nadie se atrevió a comparar la operación militar, grotescamente apodada «Plomo Fundido», con la «shoah».

La llamada «comunidad internacional» no hizo nada para proteger a los civiles palestinos. Al igual que no hizo nada a finales de la década de 1930, cuando se mantuvo al margen y observó de brazos cruzados, negándose a dar refugio a los civiles inocentes que huían de la matanza a manos del régimen monstruoso nazi.

Los criminales de guerra nazis actuaron con total impunidad durante un largo período de tiempo, contaron con el apoyo de los alemanes de a pie y la indiferencia de la «comunidad internacional», que facilitó lo que la difunta filósofa Hannah Arendt llamó «la banalidad del mal».

Debido a esto, los nazis se sintieron cómodos repitiendo los mismos crímenes una y otra vez. Lo que hicieron los oficiales nazis entonces parecía «terriblemente normal». Como Arendt describió las acciones de un burócrata nazi: cometió crímenes «en circunstancias que hacían casi imposible que supiera o sintiera que estaba haciendo algo malo». Los nazis mataron y después no sintieron ningún tipo de remordimiento.

Hoy en día describiríamos esto como la normalización de los crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad. En Palestina actualmente estamos observando la normalización del genocidio, la limpieza étnica y el apartheid.

Debido a que el baño de sangre cometido en 2008 por el apartheid israelí no fue tomado en serio por la ONU, el Consejo de Seguridad, la Unión Europea y los mundos árabe y musulmán, el asedio y la matanza de los palestinos de Gaza en un campo de concentración se convirtió en algo «normal» o, como diría Arendt, «banal».

Como resultado, a Israel le resultó fácil repetir el baño de sangre en 2012, 2014, 2021 y hoy en 2023, todo mientras mantenía el hermético asedio medieval impuesto en 2006. La matanza masiva de civiles, así como el corte de electricidad, alimentos, agua, medicinas, internet, comunicaciones y otros bienes y servicios esenciales, se convirtieron en algo «normal». Al fin y al cabo, los palestinos de Gaza son «animales humanos» –como dijo con franqueza el actual ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant– y sus muertes no causan ningún remordimiento.

Israel, ayudado e instigado por el Occidente colonial, promueve la violencia genocida. No es de extrañar dado el historial de los propios países occidentales de librar guerras en todo el mundo, desde Asia hasta África y América Latina, y de destruir en el proceso las culturas y civilizaciones indígenas. Estos países han cometido crímenes atroces como parte de la «misión civilizadora» del hombre blanco.

En el mundo árabe también han mantenido un proyecto imperialista que ha tenido dos objetivos: uno, proteger los intereses occidentales en la vigilancia de los campos petrolíferos y aplastar los crecientes sentimientos nacionalistas; y dos, la gestión del complejo de culpa liberal por el peor pogromo cometido en el siglo XX, a saber, la «Shoah».

Esta es la razón por la que se tolera la «shoah» de Gaza. Los palestinos de piel morena de Gaza no pesan sobre la conciencia liberal occidental y las muertes «banales» de 21.000 palestinos a manos de un ejército genocida no amenazan los intereses occidentales en el mundo árabe. De ahí el fracaso del Consejo de Seguridad de la ONU a la hora de hacer cumplir un alto el fuego total en Gaza.

Entonces, ¿debemos entender que el genocidio de Gaza por parte de Israel es aceptable, es decir, «normal» para Occidente? ¿Que el Consejo de Seguridad de la ONU no ve la urgencia de un alto el fuego total ahora? ¿Que el Consejo de Seguridad de la ONU es solo una extensión del Departamento de Estado de Estados Unidos?

Lamentablemente, la respuesta a todas estas preguntas es sí.

Que hoy nos encontremos en esta realidad genocida no significa que no exista la posibilidad de otro orden mundial con una ONU mejor donde todos los votos sean iguales. Las manifestaciones propalestinas a las que han asistido millones de personas que han salido a las calles en Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Sudáfrica, España, Marruecos, Indonesia, Malasia, Yemen, Jordania, , Italia, Chile, Argentina, Colombia y otros lugares, y las decisiones concienzudas tomadas por los gobiernos de Belice, Bolivia, Colombia, Chile y Sudáfrica, entre otros, muestran que el mundo quiere y puede ser diferente.

No es demasiado difícil imaginar un futuro cercano en el que haya igualdad y respeto real de los derechos humanos de todos los seres humanos, independientemente de su raza, religión, sexo y etnia.

El poeta alemán Bertolt Brecht dijo lo siguiente en una de las épocas más oscuras de la historia de la humanidad:

En los tiempos oscuros

¿habrá también canto?

Sí, también habrá canto.

Sobre los tiempos oscuros.

Haidar Eid es profesor asociado de la Universidad Al-Aqsa de Gaza.

Artículo original: https://www.aljazeera.com/opinions/2023/12/30/on-the-gaza-shoah-and-the-banality-of