¿Ha habido acuerdo? ¿Fue, como dicen algunos en la administración estadounidense, una contraoferta de Hamás? ¿Hay dos ofertas sobre la mesa o un acuerdo del que Estados Unidos dio marcha atrás tras ver la respuesta de Israel?
Este es el curso de los acontecimientos que me han facilitado mis fuentes con conocimientos detallados de las negociaciones en El Cairo y Doha.
La delegación de Hamás estuvo en El Cairo durante algún tiempo. Hubo un documento inicial al que Hamás hizo sus aportaciones, al igual que los israelíes. Pero no hubo acuerdo. Hamás decidió retirar su delegación.
Mis fuentes me dicen que la delegación de Hamás estaba en el aeropuerto cuando Egipto presentó una oferta que el grupo aceptó considerar.
La delegación se trasladó a Doha el domingo. Hamás anunció entonces que celebraría una reunión el lunes para estudiar la oferta presentada por egipcios y qataríes.
El director de la CIA, Bill Burns, siguió a la delegación de Hamás desde El Cairo hasta Doha. Estuvo dos días en El Cairo y luego se trasladó a Doha. Estaba previsto que viajara a Israel, pero retrasó su partida para esperar la respuesta de Hamás el lunes.
Hubo dos cambios textuales menores en el documento que los egipcios habían enviado a la delegación de Hamás en el aeropuerto, pero se consideró que no eran cruciales para alcanzar un acuerdo. Middle East Eye ha visto ambas versiones.
El papel de Washington
Mientras tanto, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se puso nervioso ante lo que podrían hacer egipcios y qataríes con la presencia de Burns en ambas ciudades.
Netanyahu dijo que Israel seguiría adelante con la operación en Rafah independientemente de si había acuerdo sobre un intercambio de rehenes y prisioneros.
La decisión del gobierno israelí de cerrar Al Jazeera fue otro indicador del rechazo de Israel no sólo a la última oferta, sino también al papel de Doha como mediador. Pero persisten los interrogantes sobre la implicación o el conocimiento por parte de Washington del acuerdo enviado a Hamás por Egipto y Qatar.
La versión en inglés de la oferta que me enviaron afirma claramente que los garantes del acuerdo son Qatar, Egipto, Estados Unidos y las Naciones Unidas.
Así pues, ¿firmó Estados Unidos el acuerdo de alto el fuego que Hamás aceptó el lunes, o no? Según una fuente, «Burns, definitivamente, no estaba de vacaciones en visita a los casinos de El Cairo o yendo a nadar a Doha».
El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, eludió la pregunta diciendo: «Es seguro concluir que [la respuesta de Hamás] se produjo como resultado o al final de estas continuas discusiones de las que el director Burns formaba parte».
Pero Kirby continuó diciendo que Estados Unidos estaba revisando la respuesta de Hamás, como si la oferta que el grupo firmó no le hubiera sido presentada por otros dos gobiernos mediadores, Egipto y Qatar, y como si la presencia de Burns tanto en El Cairo como en Doha fuera puramente la de un observador.
Surgen las divisiones
Cuando llegó, el acuerdo de Hamás con la última versión de la oferta sorprendió a Israel. Todo el mundo esperaba que Hamás la rechazara. El rechazo de Israel no fue una sorpresa.
Lo sorprendente, sin embargo, fue la implicación de Estados Unidos en el acuerdo rechazado por Israel.
Tras el trasiego de Burns entre El Cairo y Doha, el acuerdo que surgió «no era una contra-respuesta», me dijo una fuente. «Era el documento egipcio-qatarí, en el entendimiento de que EE. UU. lo apoyaba con la presencia personal de Burns».
Según la agencia de noticias AP, un funcionario egipcio y un diplomático occidental afirmaron que el borrador aceptado por Hamás sólo contenía «pequeños cambios en la redacción» respecto a una versión que Estados Unidos había impulsado anteriormente con la aprobación israelí, y que los cambios se realizaron en consulta con Burns, que aceptó el borrador antes de enviárselo al grupo palestino.
Esto habla de la probabilidad de divisiones dentro de la administración estadounidense, con la CIA apoyando un acuerdo del que otros elementos de la administración Biden se apartaron después de que Israel lo rechazara.
En cualquier caso, según mis fuentes, Hamás no lo considera un problema suyo. «Esta no era la versión del alto el fuego que ellos querían», me dijo una fuente. «Hicieron concesiones para llegar hasta ahí, pero no les preocupa si este acuerdo se desmorona».
También lanzó una clara advertencia: «Si esta situación no se resuelve, Hamás puede tomar la decisión de no participar en ninguna negociación hasta que haya un alto el fuego. Hamás está dispuesta a seguir luchando hasta que los israelíes se den cuenta de que tienen que hacer un alto el fuego».
La confianza de Hamás en poder proseguir esta guerra es la única cuestión que ni el gabinete de guerra israelí ni Washington han abordado públicamente. Si Hamás está realmente entre la espada y la pared, con sólo unos pocos batallones en su último reducto, Rafah, ¿por qué actúa con tanta confianza? Sigue atacando objetivos militares israelíes, matando a cuatro soldados e hiriendo gravemente a otros en la zona de Kerem Shalom el domingo.
Quedan cuatro batallones
Tras siete meses de bombardeos que han reducido gran parte de Gaza a escombros, ¿cómo es posible que Hamás no se haya acobardado hasta la sumisión? El ejército israelí ha afirmado en repetidas ocasiones que ha aniquilado a la mayoría de los combatientes de Hamás y que sólo quedan cuatro batallones en Rafah.
Se lo pregunté a una fuente conocedora de las capacidades militares de Hamás. «En todos los lugares donde se retira el ejército israelí, reaparece Hamás: en el norte, en el centro y en el sur», respondió. «Las tropas israelíes ocupan el corredor de Netzarim, pero sus puestos de control allí son cada vez más vulnerables, por eso hicieron una oferta en las negociaciones de retirarse de esa línea».
Algunos expertos militares de Israel están de acuerdo y dispuestos a romper filas. El general de división en la reserva Yitzhak Barik escribió en Maariv: «Bibi sabe muy bien que estamos en una situación militarmente sin salida… Después de que el ejército tomara el control del 80% de la Franja de Gaza (excepto Rafah), retiró sus fuerzas de ella porque no tenía más soldados para reemplazarlas. El resultado fue que Hamás regresó en masa a todas las zonas dejadas por el ejército israelí y recuperó el control sobre ellas”.
Ni el reclutamiento ni los explosivos suponen problema alguno para las Brigadas Qasam, brazo armado de Hamás, considerado grupo terrorista en el Reino Unido y otros países.
Tras la oposición inicial al ataque de Hamás del 7 de octubre en algunos barrios de Gaza, palestinos de todas las facciones han respaldado a sus combatientes, al quedar claro que la guerra de Israel representaba una amenaza existencial para los palestinos en su conjunto.
Tras siete meses de lucha, Hamás cuenta ahora con una oferta ilimitada de reclutas, decenas de miles. Esta oleada de apoyo bélico supera una amarga historia de competencia política entre Al Fatah y Hamás.
También hay un suministro ilimitado de explosivos. Desde el 7 de octubre se han lanzado tantos explosivos sobre Gaza que se podrían tardar 14 años en limpiar el territorio de bombas sin estallar, según afirmaron recientemente los expertos de la ONU. Dicho de otro modo: con un porcentaje de fallos de alrededor del 15%, el material explosivo recuperado de las bombas y misiles que no estallan podría mantener abastecido a Hamás durante mucho tiempo.
Algunos explosivos ya han sido reciclados. Qasam dijo haber utilizado explosivos y misiles de cazas F16 en un ataque en la zona de al-Mughraqa, en el centro de Gaza. Si los ingenieros de la policía pudieron recuperar cinco toneladas de artefactos explosivos sin detonar solo de Jan Yunis y Rafah de los ataques aéreos de 2014 que duraron menos de dos meses, ¿cuánto más se ha recuperado de siete meses de bombardeos diarios?
Los verdaderos obstáculos
Hamás tuvo que enfrentar dos intentos concertados de desplazarlo como gobierno de Gaza, amenazas que se tomó en serio. Ambos fracasaron.
El primero fue un intento en enero por parte de Israel de conseguir que los líderes de los clanes dividieran Gaza en zonas gobernadas por tribus, que se encargarían de la administración civil de la Franja de Gaza y llegarían a alcanzar acuerdos individuales con Israel.
Pero mucho antes de llegar al nivel del gabinete de guerra, fue rechazado por las propias tribus, que se mantuvieron leales a Hamás. «El Estado ocupante pretende encubrir su fracaso en Gaza y crear confusión y enfrentamientos en la sociedad palestina», declaró en un comunicado Akef al-Masry, comisario general de la Autoridad Suprema de las Tribus Palestinas.
Masry pidió, en cambio, que se pusiera fin a las divisiones políticas entre Hamás y Al Fatah, señalando que era necesario un liderazgo nacional unificado «para reforzar la firmeza del pueblo e impedir posibilidades a todos los planes de la ocupación».
El segundo intento fue más grave. El plan fue supuestamente ideado por Jordania, Egipto y Arabia Saudí, y puesto en marcha por Majed Faraj, el jefe del aparato de inteligencia de la Autoridad Palestina (AP), un hombre promocionado como posible administrador de Gaza tras la guerra tanto por el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, como por el líder de la oposición, Yair Lapid. Una ausencia notable fue la de Emiratos Árabes Unidos, que apoya a su propio hombre, el barón exiliado de Al Fatah Mohammed Dahlan, para que regrese a Gaza.
Decenas de agentes de los servicios secretos de la AP se infiltraron en Gaza, disfrazados de seguridad para los convoyes de ayuda desde la frontera egipcia. Parte de este grupo llegó hasta el hospital de Al Shifa, en la ciudad de Gaza, y supuestamente proporcionó información a las fuerzas israelíes, lo que condujo a una redada en las instalaciones. La mayor parte del grupo permaneció en Rafah, donde intentaron establecer un cuartel general en el edificio de la Media Luna Roja Palestina.
Según una fuente citada por Al Yazeera, 10 equipos, formados por cuatro personas cada uno, subieron a 10 camiones en el paso fronterizo de Rafah para entregar ayuda a la Media Luna Roja.
La presencia de la AP se puso de manifiesto en el caos que rodeó a los camiones. Cuando los hambrientos palestinos asaltaron los camiones, miembros de las fuerzas de seguridad de Faraj sacaron sus armas; posteriormente fueron detenidos e interrogados por Hamás. Cuatro de los agentes detenidos han sido identificados. Formados en Jordania y entregados por la AP, los conspiradores se encontraron, como siempre, con la realidad de Gaza.
Un dolor de cabeza mayor
Todo esto hace que Hamás confíe en poder hacer frente y sobrevivir a cualquier nuevo intento de las fuerzas terrestres israelíes de aniquilarles.
«Su confianza en continuar la resistencia es alta», dijo una de mis fuentes. «Israel intentó utilizar la destrucción que sembró como palanca para forzar una rendición. Pero esa destrucción se convirtió en un arma de doble filo. Expuso a Israel de una manera sin precedentes. Ahora es Israel quien tiene problemas, no Hamás. El apoyo con que cuenta Hamás es el más alto desde que empezó la guerra. Y [el presidente de EE. UU.] Joe Biden está empezando a sentir la temperatura. Todo esto está dando confianza a Hamás en su forma de negociar».
No se puede evitar el hecho de que la próxima batalla por Rafah provocará graves masacres, de las que Israel será responsable en virtud del derecho internacional. El precio humano será alto.
Si las fuerzas israelíes hacen en Rafah lo que hicieron en Jan Yunis, Rafah será arrasada. Jan Yunis fue descrita anteriormente como el cuartel general de Hamás, pero las fuerzas israelíes se retiraron después de más de cuatro meses de bombardeos sin nada que mostrar de su campaña, excepto la destrucción completa de la ciudad.
Después de que Rafah sufra el mismo tratamiento, Israel seguirá aún sin recuperar a los rehenes que siguen vivos, ni habrá capturado o matado a los dirigentes de Hamás. Hamás confía en ambas cosas.
Barik se ha hecho eco de este punto: «Bibi también se da cuenta de que entrar en Rafah no aportará nada. Más bien al contrario, ya que agravará el problema decenas de veces. También nos veremos obligados a abandonar Rafah tras ocuparla… Nuestra entrada en Rafah destruirá por completo nuestras relaciones con los países del mundo y con los países árabes con los que mantenemos la paz.
«Esto tendrá consecuencias muy graves, sobre todo: aislará al Estado de Israel en las esferas política y económica e impondrá el embargo de armas que ya ha comenzado. Entrar en Rafah no dejará con vida a ningún secuestrado y tendremos muchas víctimas».
Después de Rafah, Netanyahu tendrá un quebradero de cabeza aún mayor que el que tiene ahora: cómo declarar la victoria cuando la derrota está a la vista.
David Hearst es cofundador y redactor jefe de Middle East Eye, así como comentarista y conferenciante sobre la región y analista en temas de Arabia Saudí. Fue redactor jefe de asuntos exteriores en The Guardian y corresponsal en Rusia, Europa y Belfast. Con anterioridad, fue corresponsal en temas de educación para The Scotsman.