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El espíritu del nazismo aún se cierne sobre la humanidad

Netanyahu Hitler
Fuentes: Rebelión [Imagen: Detrás de Netanyahu se esconde Hitler. Créditos: redflag.org.au]

Con este artículo el autor quiere expresar su indignación por las atrocidades cometidas por el régimen sionista contra el pueblo palestino, afirmando que el nazismo no ha sido derrotado, sigue actuando en el régimen sionista.


¡El nazismo no ha terminado! ¡El nazismo no fue extirpado con la derrota sufrida por la Alemania hitleriana en 1945! ¡El nazismo y sus abominaciones están hoy más vigentes y en plena actividad que nunca!

A pesar de que los crímenes atroces cometidos a gran escala por los nazis alemanes en la primera mitad del siglo pasado suelen ser considerados como los más tenebrosos y perversos que el ser humano ha sido capaz de cometer, estamos obligados a reconocer que hay un sinnúmero de otros casos a lo largo de la historia que nada tienen que envidiar en términos de crueldad y perversidad a las prácticas malignas consumadas por los partidarios de Adolf Hitler.

Probablemente, la gran motivación para que las atrocidades hitlerianas sean calificadas como la cumbre de la perversidad humana es que, por primera vez, entre las víctimas que fueron blanco de la furia de sus perpetradores, había un contingente considerable de personas con las mismas características étnicas que quienes, sin duda, han sido los principales ejecutores de la mayoría de los genocidios conocidos en los últimos siete siglos.

Desde que las clases dominantes europeas se lanzaron en sus aventuras colonialistas, los pueblos del mundo han estado sufriendo las agresiones mortales desatadas por invasores provenientes de Europa. Esto ha ocurrido en todos los demás continentes de nuestro planeta: África, América, Asia y Oceanía. Civilizaciones enteras han sido simplemente diezmadas, todo para satisfacer la gula de acumulación de riquezas de las clases dominantes del llamado Occidente.

Aquí en América, la inmensa mayoría de los pueblos aborígenes fueron masacrados y sus tierras ocupadas en el proceso de colonización y despojo de sus riquezas naturales. África fue fuertemente atacada y buena parte de sus habitantes fueron secuestrados y llevados a otros continentes para que sirvieran como mano de obra esclava con el fin de producir ganancias para los amos europeos. En Asia y Oceanía las fuerzas invasoras europeas también cometieron atrocidades y exterminios de la misma magnitud con igual propósito.

Por lo tanto, el nazismo de Hitler no resultó ser muy diferente de la práctica habitual de exterminio de otros pueblos que ya se había llevado a cabo durante mucho tiempo. La gran diferencia es que, por primera vez, esta saña exterminadora también se desató contra una vasta comunidad de pura estirpe europea, y no sólo contra pueblos de fuera del mundo occidental.

Como es bien sabido por quienes estudiamos seriamente la evolución histórica, los judíos que estaban presentes en gran número en Europa hasta principios del siglo pasado no tenían nada que ver étnicamente con los antiguos pueblos hebreos que habitaban la región de Palestina en la Antigüedad, a no ser lazos de ascendencia religiosa. Por lo tanto, cuando los detalles sobre la horrenda masacre orquestada contra los judíos europeos por los nazis se hicieron públicos, más que justamente, los efectos de la repulsión y la condena vinieron a flote de manera generalizada.

Además, una parte muy significativa de esos judíos formaban parte de las clases trabajadoras, participando activamente en las luchas por superar las estructuras del capitalismo de la época. Tanto es así que muchos de los líderes del movimiento socialista de entonces provenían de comunidades judías.

Pero, con el pretexto de compensar a los judíos por los crímenes que habían cometido contra ellos en Europa, las clases dominantes europeas decidieron apoyar las pretensiones de los líderes sionistas de crear un Estado que pudiera acoger a esa población que por mucho tiempo había sido víctima de feroz persecución allí. Sin embargo, a ninguno de los representantes de estas clases dominantes se les ocurrió ofrecerles ninguna porción del territorio de Alemania, ni de Francia, ni de Austria, ni de Holanda, ni de ningún otro país europeo. ¡No, para nada! Se les animó a crear su Estado en Palestina.

Como también deben saberlo todos, el pueblo palestino nunca ha cometido ninguna atrocidad contra los judíos, ni en Palestina ni en ninguna otra región. Pero fueron ellos los elegidos para saldar la deuda moral que las clases dominantes europeas tenían con los sobrevivientes de las masacres y los intentos de exterminio que ellos mismos habían llevado a cabo. Cínicamente, pretendían matar dos pájaros de un solo tiro: al mismo tiempo que se liberaban del peso de la conciencia por los crímenes que habían cometido contra los judíos, sacaban de Europa a un grupo de supervivientes que podrían causarles problemas en el futuro.

Así, bajo la iniciativa y el mando del movimiento sionista europeo, se alentó al los judíos que restaban en Europa y a los de otras comunidades de otros lugares a trasladarse a Palestina para erigir allí su propio Estado. Por supuesto, el hecho de que esas tierras ya estuvieran habitadas por milenios por el pueblo palestino no significaba nada para los líderes sionistas. Así, aunque casi todos los principales teóricos del sionismo eran personas no religiosas, ellos pasaron a alegar que el derecho a ocupar ese espacio les había sido concedido por Dios. En otras palabras, renombrados ateos habían convertido a Dios en el más confiable agente de bienes raíces (para los intereses de ellos, por supuesto).

Empero, los sionistas que lideraban ese proceso no solo llevaron a Palestina a las personas de ascendencia judía que habían sobrevivido a las perversidades del nazismo en Europa. También trajeron con ellos la esencia misma de la ideología de los responsables del intento de exterminio de las comunidades judías europeas. Para que no haya malentendidos en cuanto a lo que les quiero expresar, los dirigentes sionistas se fueron a Palestina totalmente imbuidos del espíritu del nazismo, ya que, a todos los efectos, el sionismo y el nazismo tienen mucho, o más bien, muchísimo, en común. Aparte de alguna que otra divergencia sobre cuál sería la raza superior destinada a sobreponerse a las demás, en relación con los otros aspectos hay numerosas confluencias entre el sionismo y el nazismo, dos de las ideologías más perniciosas ya creadas por los seres humanos a lo largo de la historia.

Hoy, con el avance del genocidio que está en marcha en Gaza y Cisjordania, los sionistas están dando pruebas suficientes de que no sólo han asimilado bien las lecciones dictadas por los nazis, sino que han sido capaces de perfeccionar todas las técnicas de matar, torturar y exterminar a seres humanos no deseados que los hitlerianos habían desarrollado y promovido en su momento.

No obstante, mucho más eficazmente que sus predecesores nazis, los sionistas de hoy han demostrado tener una capacidad gigantesca para articularse con las clases dominantes de otros países y, lo que es más importante, con sus medios de comunicación. Por lo tanto, a pesar de que las monstruosidades cometidas contra los niños, las mujeres y la población civil indefensa puedan ser vistas casi en tiempo real en todo el mundo, y aunque estén delante de nuestros ojos las escenas de miles y miles de niños sufriendo hambre aguda debido a que los sionistas impiden la entrada de agua y alimentos en Gaza, los medios de comunicación apenas se detienen en estos detalles.

Además, en este momento, con la violenta agresión terrorista desatada por medio de los dispositivos bélicos del Estado sionista de Israel contra Irán, que han redundado en el brutal asesinato de decenas de oficiales iraníes, se evidencia otra faceta del sionismo que lo acerca aún más al nazismo: la presunción de poder imponer todos sus designios a otros pueblos, sin ninguna preocupación por las consecuencias derivadas de sus ataques asesinos, al igual como también actuaban los líderes de la Alemania nazi. Fue bajo similar inspiración que las hordas hitlerianas invadieron, ocuparon y llevaron la muerte y muchas otras desgracias a Francia, Checoslovaquia, Polonia, la Unión Soviética, etc.

En resumen, sin ningún subterfugio, el sionismo y el nazismo son ideologías de la misma orientación. Ambos se basan en el etnocentrismo excluyente, en la falta total de empatía con el sufrimiento de quienes están fuera de su propio grupo. Pero, la crueldad de los sionistas logra ser aún más insana. Sólo seres dotados de un gigantesco sentimiento de perversidad serían capaces de hacerse pasar por víctimas de una persecución prejuiciosa siempre que sus crímenes sean expuestos y denunciados. Tanto es así que es imposible hacerles una justa crítica y condena de sus crímenes sin que inmediatamente nos tilden de antisemitas. ¡Realmente, los hitlerianos no tenían la desfachatez de llegar a tal punto!

Traducido del portugués para Rebelión por el propio autor.

Fuente: https://www.viomundo.com.br/politica/jair-de-souza-o-espirito-do-nazismo-continua-pairando-sobre-a-humanidade.html

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.