Le pedimos al presidente honorario de la Federación Sindical Mundial, al compañero George Mavrikos, una breve declaración sobre el conflicto militar entre Irán e Israel.
¿Qué pasará con las armas nucleares de Irán?
Nosotros, como Instituto Obrero Internacional (IOI), estamos en contra de las armas nucleares, al igual que lo está todo el movimiento sindical clasista. Esta es una posición firme e innegociable. Sin embargo, las teorías de los imperialistas de la OTAN, de EE. UU., de la UE y de Israel sobre lo nuclear son mentiras. Son excusas e hipocresía. Como también fueron mentiras las que decían sobre las “armas químicas” de Saddam Hussein. Lo que dicen sobre democracia y dictadura y lo demás es comida recalentada. Es una locura que los instrumentos de la dictadura capitalista se hagan pasar por demócratas; que el personal asalariado de la dictadura de los monopolios nos hable de democracia.
Por lo tanto, todo eso no tiene ninguna relación con la verdad. El imperialismo y los imperialistas no tienen nada que ver ni con la verdad, ni con la democracia, ni con las religiones. Todos ellos solo veneran a un único dios: el beneficio.
Entonces, ¿cuál es el gran panorama?
La causa principal se encuentra en las rivalidades por la hegemonía mundial y el poder global. Se está produciendo un nuevo reparto del mundo, y cada imperialista lucha por conseguir la mejor posición posible en la línea de salida de estas competencias.
Ya EE. UU. ha asestado un golpe muy fuerte a Alemania, que había basado su poder económico durante 40 años en el gas ruso barato. Ahora, eso se acabó. La primera gran “victoria” de EE. UU. y del complejo militar-industrial ha sido a costa de los monopolios alemanes.
La segunda es el derrocamiento de Al Assad en Siria. Ese cambio en Siria es muy crítico: un punto de inflexión. Hoy Siria está dividida en tres partes: una bajo control de Turquía, otra de EE. UU. y otra de Israel. La ocupación del Golán por parte de Israel forma parte de los planes estratégicos de los sionistas para el llamado “Gran Israel”.
Las confrontaciones verbales entre Erdogan y Netanyahu no son más que humo y polvo para confundir. El cambio en Siria, combinado con el golpe a Hezbolá y Hamás, ha cortado la vía de acceso de Irán y China hacia Europa. Esta es la segunda gran “victoria” de EE. UU.
Ahora ha llegado la hora de Irán. Un país grande, en tamaño mayor que muchos países de Europa, con una historia y una cultura mucho más rica que la de los europeos. Con relaciones amistosas con Rusia y China. Con un régimen teocrático. Y lo más importante: que recientemente se ha unido a los BRICS y respalda la estrategia de desdolarización y la construcción de un mundo multipolar. Es decir, tanto para desplazar el dólar que se imprime sin control en EE. UU., como para garantizar una ruta segura desde China hacia Occidente.
Si EE. UU. logra sus objetivos en Irán, se abrirá de par en par el camino hacia Corea y Taiwán. Nuevas alianzas se están formando allí, otras se están desmoronando. La India es una novia muy codiciada. Lo mismo ocurre con Pakistán.
¿Cómo valoran algunas declaraciones de iraníes que apoyan el ataque de Israel?
Leemos declaraciones de fuerzas sindicales y otras fuerzas “progresistas” en la región que, en esencia, apoyan el ataque no provocado de Israel contra Irán. Fuerzas que esperan que EE. UU. e Israel resuelvan los problemas reales de sus países…
Proponen que Irán capitule ante EE. UU. y entregue el poder a otros, como ocurrió en Siria, anteriormente en Irak, en Libia, etc. Algo similar a los contrarrevolucionarios cubanos exiliados, que desde Miami piden a los gobiernos de EE. UU. que “democraticen” Cuba.
Fuerzas así, la vida —tarde o temprano— las pondrá al margen. De acuerdo. Todos tienen derecho a expresar sus posiciones. Y nosotros tenemos derecho a hacer nuestras observaciones.
Los trabajadores, sin embargo, que son las víctimas de las rivalidades imperialistas, tienen la obligación de ver el cuadro general. De entender cuál es la prioridad, lo dominante en el momento. Cuál es la tarea principal que exigen las circunstancias.
Y de definir su postura, ante todo, como clase para sí misma. De combatir la intervención imperialista. De ser los primeros en luchar contra la agresividad de las intervenciones extranjeras, contra el genocidio que Israel está cometiendo contra parte del pueblo en guerra.
De exigir la eliminación de las armas nucleares en todas partes. Y, al mismo tiempo, de construir el frente que les permitirá continuar y culminar la lucha de clases por lograr los cambios sociales a favor de las masas populares.
Para que puedan construir ellos mismos, como quieran y como sueñan, su propio país. Sin explotación ni barbarie capitalista.
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