Cuando la gente oye la palabra genocidio, probablemente piensa en Gaza, tal vez también en Sudán. Sin embargo, el peor genocidio del mundo ha ocurrido durante casi tres decenios en la República Democrática del Congo (RDC) a raíz de las sucesivas guerras, lidiadas con gran crueldad, por el control de un territorio rico en minerales críticos.
En la guerra de 1998 a 2012, el ejército nacional congoleño combatió contra milicias locales y los ejércitos de dos países vecinos, Ruanda y Uganda, mientras que seis Estados africanos intervinieron como fuerza de pacificación. Los cálculos aproximados del número de víctimas en aquel conflicto oscilan entre cuatro y seis millones de personas. Ahora ha vuelto a estallar la violencia, desde que en enero la milicia M23, apoyada por Ruanda, ha expulsado al ejército nacional congoleño de la ciudad de Goma. En febrero, la capital de Kivu del Sur, Bukavu, se rindió al M23 sin oponer resistencia.
La violencia contra la población civil está muy extendida, con altísimos niveles de violencia sexual contra las mujeres. Hace veinte años se decía que la RDC era la capital mundial de la violación, pero hoy en día la palabra violación ya no sirve ni por asomo para describir las atrocidades inimaginables cometidas contra las mujeres por todas las fuerzas implicadas, incluido el ejército nacional de la RDC. La violencia sexual cumple una función precisa: causar espanto entre la población y forzarla a someterse o huir. Decenas de miles han huido de Goma, sumándose a las 750.000 personas que según estimaciones se hallan en campos de refugiados y refugiadas.
Cuando el M23 se apoderó de Goma, capturó a 300 mercenarios extranjeros, principalmente rumanos, a quienes permitieron cruzar la frontera a Ruanda con un destino incierto.
Las provincias de Kivu del Norte y Kivu del Sur, junto con Katanga más al sur, albergan vastos yacimientos de minerales críticos como oro, diamantes, coltán, cobalto y los 17 llamados metales de tierras raras que se precisan para dispositivos electrónicos de toda clase (véase el apéndice 1), además de otros minerales como litio, necesarios para las baterías de coches eléctricos.
La búsqueda de minerales críticos forma parte de la nueva competencia interimperialista. En 2023, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, visitó Kigali para reunirse con el presidente ruandés, Paul Kagame, a fin de negociar acuerdos sobre minerales. La empresa luxemburguesa Traxys es la principal proveedora de los llamados minerales de sangre a los fabricantes europeos. En abril, la ONG Global Witness acusó a Traxys de comercializar a sabiendas coltán procedente de zonas controladas por la milicia en Kivu del Norte (véase apéndice 2).
La demanda de los minerales mencionados aumenta rápidamente no solo a causa de la creciente demanda de dispositivos electrónicos que dependen de ellos, sino también debido a los modelos dominantes de transición verde, que dependen de grandes cantidades de baterías e imanes. Los aerogeneradores están muy extendidos y en 2050 habrá 1.400 millones de coches eléctricos. Al mismo tiempo, la intensificación de la producción de armas con ayuda de tecnologías avanzadas (y la computación en nube requerida para ello) requieren enormes cantidades de tierras raras y otros minerales.
Hemos alcanzado el umbral de un nuevo periodo de guerras catastróficas en que se utilizan tecnologías ultraavanzadas para hallar objetivos –sistemas de armas, tropas, población civil, infraestructuras públicas– y destruirlos con lo que el ejército de EE UU denomina letalidad máxima. Esto ha arrastrado al mundo a una nueva carrera de armamentos que supera a la vieja guerra fría en la constante invención y utilización de armas nuevas y más letales.
El desprecio total de las potencias imperiales por la vida humana pudo verse con el uso por parte de Rusia de fósforo blanco en Siria, el empleo por el gobierno sirio de armas químicas contra la zonas controladas por los islamistas en el norte de Siria y la gran cantidad de drones y misiles utilizados por Rusia en Ucrania. Al mismo tiempo, Israel ha recibido 14.000 bombas Mark 82 de EE UU, el equivalente de 700.000 toneladas de dinamita. (La bomba que destruyó Hiroshima tenía una carga explosiva equivalente a 15.000 toneladas, por eso Gaza tiene el aspecto de haber sido golpeadas por varias bombas nucleares.).
Desde que la milicia M23 invadió las provincias de Kivu del Norte y Kivu del Sur y capturó las respectivas capitales, Goma y Bukavu, se sabe que han muerto 3.000 personas. Periodistas locales han informado de que las calles de Goma estaban cubiertas de cadáveres, de los que muchos parecían ser de civiles.
Hoy hay muchas dudas sobre la posibilidad de que la economía verde del futuro se construya en torno a máquinas que necesitan minerales críticos que son finitos y que finalmente se agotarán. Una demanda infinita de recursos finitos podría llevar a otra catástrofe en el futuro. Para 2050, el enorme consumo de energía de los dispositivos electrónicos y centros de datos cuestionará el modelo de transición verde que han adoptado las empresas energéticas y tecnológicas, así como los gobiernos.
Donald Trump aborda esta cuestión apuntando en dos direcciones. Por un lado, dice que la ciencia climática es basura; por otro, mete a EE UU en la carrera por los minerales críticos necesarios para la transición verde.
En la conferencia de seguridad regional celebrada en Singapur el 30 de mayo, el presidente francés, Emmanuel Macron, llamó a los países asiáticos y europeos a unirse frente al intento de las grandes potencias (refiriéndose sin duda a China y EE UU) de controlar recursos como minerales y caladeros de pesca en detrimento de las naciones más pequeñas. Macron dirigía su llamamiento a países como Indonesia y Filipinas. Al día siguiente, el secretario de Defensa de EE UU, Pete Hegseth, alegó que EE UU siempre ha sido una potencia indopacífica y afirmó que China podía estar a punto de lanzar un ataque contra Taiwán. Hegseth trataba de desplazar el debate al terreno militar/securitario. Su discurso consistía en subrayar que únicamente manteniéndose codo con codo con el militarismo estadounidense podían los países asiáticos asegurar su defensa.
El impacto de la dominación imperialista de Congo queda reflejado en el contraste entre la enorme riqueza del subsuelo del país y la pobreza extrema de la mayoría de sus habitantes. La RDC ocupa el quinto lugar en la lista de países más pobres del mundo. La renta media por persona es de apenas 449 dólares al año, y el 75 % de la población vive con menos de 2 dólares al día. La riqueza del subsuelo del país se reparte efectivamente entre los gobernantes corruptos de la RDC, Ruanda y Uganda, y por supuesto la clase capitalista de todos estos países, un pequeño grupo de personas con intereses en el comercio de minerales, gracias a sus lazos con el ejército, las milicias y los aparatos gubernamentales del Estado.
Si comparamos la situación de la RDC con lo que ocurrió con la enorme riqueza mineral de Noruega –petróleo y. en menor medida, gas–, veremos claramente el precio de la intervención imperialista. La industria petrolera noruega fue nacionalizada desde el mismo momento en que se descubrió el yacimiento de crudo en el mar del Norte en 1969. Financió la creación de un fondo soberano, actualmente llamado Fondo Nacional de Inversión. El valor de este fondo asciende actualmente a poco menos de 1,8 billones de dólares. El salario medio noruego es de más de 60.000 dólares al año, y el país tiene la renta per cápita más alta del mundo. La apropiación de la riqueza de la RDC por el imperialismo sumió al país en la pobreza, con desplazamientos continuos y una violencia sin fin.
Las clases capitalistas de los países más pobres, que venden la riqueza del país y se enriquecen con ello, son lo que el marxismo denomina burguesía compradora. El presidente de Ruanda, Paul Kagame, saca tajada de este negocio al enriquecerse junto con la clase capitalista ruandesa mediante la venta de la riqueza del país y también de la del país vecino, la RDC.
La batalla por la posesión de los minerales críticos es propia de la nueva fase del imperialismo. Donald Trump, como mascarón de proa del movimiento fascista MAGA, trata de sabotear la fase de globalización del capitalismo mundial.
Al mismo tiempo, los principales países capitalistas se han embarcado en una transición verde, que implica el uso de enormes cantidades de metales críticos. Pero estos metales son finitos. Para los capitalistas de todo el mundo que se aferran a la transición verde para hacer negocio, esto supone la producción continua de nuevas mercancías, incrementando cada vez más el consumo de recursos finitos. El espectáculo del capitalismo contemporáneo genera continuamente la ilusión de que mediante la acumulación de cosas, la moda rápida, los coches veloces y la propiedad inmobiliaria la gente puede vivir como el famoseo rico. Pero no puede. Ni ahora ni en el socialismo.
Apéndice 1: Metales de tierras raras
Según la IA del navegador Opera:
“Los metales de tierras raras forman un grupo diferenciado en virtud de sus propiedades químicas singulares y su posición en la tabla periódica. He aquí un desglose de las características que hacen que se consideren un grupo diferenciado, explican cómo se relacionan y muestran sus diversos usos:
Por qué forman un grupo diferenciado
1. Similitud química: Los metales de tierras raras comparten propiedades químicas similares, lo que dificulta su separación. A menudo muestran radios iónicos y estados de oxidación similares.
2. Posición en la tabla periódica: Se hallan en el bloque f de la tabla periódica, concretamente en las series de lantánidos y actínidos.
3. Escasez: A pesar de su nombre, no necesariamente son raros en términos de abundancia en la corteza terrestre, pero raramente se descubren en concentraciones económicamente aprovechables.
Cómo se relacionan
– Lantánidos: Este grupo incluye los elementos desde lantano (La) hasta lutecio (Lu), conocidos por sus propiedades similares.
– Actínidos: Este grupo incluye los elementos desde actinio (Ac) hasta lawrencio (Lr), que también comparten características similares, pero son primariamente radiactivos.
Usos de los metales de tierras raras
Los metales de tierras raras son cruciales en varias aplicaciones de alta tecnología, como por ejemplo:
1. Electrónica: Se emplean en teléfonos inteligentes, cámaras digitales y discos duros de ordenadores.
2. Alumbrado: Son esenciales en la fabricación de lámpras LED y fluorescentes.
3. Imanes: El neodimio, por ejemplo, se usa en la fabricación de imanes potentes que se emplean en altavoces y motores.
4. Imagen médica: Se emplean en máquinas de resonancia magnética y otras tecnologías de formación de imagen.
5. Energías renovables: Son importantes para aerogeneradores y baterías de coches eléctricos.
Estos metales son vitales en las tecnologías modernas, por lo que resultan indispensables en varios sectores industriales.
Apéndice 2: Traxys y los minerales críticos
Una nueva investigación de la ONG Global Witness ha suscitado serias dudas sobre la responsabilidad de la Unión Europea en el conflicto actual en el este de la RDC. El informe revela que Traxys, una empresa de Luxemburgo que comercia con mercancías, compró grandes cantidades de coltán exportado legalmente de Ruanda in 2024, pero se cree que este material proviene originalmente de Rubaya, una zona minera de Kivu del Norte controlada por el grupo armado M23. Se sospecha que este tráfico, disfrazado mediante canales de exportación oficiales, financia indirectamente un conflicto brutal que ha desplazado a cientos de miles de personas y agravado la crisis humanitaria en la región.
De acuerdo con datos de la aduana obtenidos por Global Witness, en 2024 Traxys importó 280 toneladas de coltán de Ruanda. Sin embargo, dos contrabandistas de coltán congoleños entrevistados por la ONG afirmaron que el material había sido extraído en minas de Rubaya, donde el M23 ejerce el control militar y administrativo. Una fuente explicó que el grupo rebelde cobra un impuesto del 15 % sobre todo cargamento de coltán que pasa por su territorio. Este mineral, una vez refinado y convertido en tántalo, es un componente fundamental de los teléfonos inteligentes, vehículos eléctricos y otras tecnologías necesarias para la transición energética mundial.
Texto original: Business and Human Rights Resource Centre. Anticapitalist Resistance
Traducción: viento sur
Fuente: https://vientosur.info/genocidio-y-minerales-criticos/