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De Sakhnin a Ramala, una nueva ola de lucha popular palestina echa raíces

Fuentes: Ctxt

En medio de la creciente indignación por Gaza, las protestas y las huelgas de hambre marcan un renovado movimiento decidido a salvar las divisiones y mantener la resistencia en la Franja.

En las últimas semanas la movilización popular palestina ha cobrado un impulso notable, especialmente en los territorios de 1948 y en la Cisjordania ocupada. Este auge refleja un esfuerzo creciente por reconectar con una ola renovada de solidaridad global que ha persistido, e incluso se ha ampliado, a pesar de la dura represión contra los movimientos propalestinos en Estados Unidos y gran parte de Europa.

Todo apunta a que este impulso seguirá creciendo, y podría dar lugar a un levantamiento popular más amplio, capaz de hacer frente a las brutales políticas de Israel hacia los palestinos en todo el territorio.

Las desgarradoras imágenes de Gaza –niños demacrados, familias expulsadas repetidamente de sus hogares, personas asesinadas a tiros mientras esperaban comida– se han vuelto imposibles de ignorar o justificar para los aliados de Israel. Estas imágenes han comenzado a atormentar a los gobiernos occidentales, cómplices desde hace mucho tiempo de la campaña genocida de Israel, avergonzándolos ante la opinión pública y poniendo al descubierto la bancarrota moral de su silencio.

Bajo la creciente presión de sus propios ciudadanos, varios Estados occidentales han endurecido recientemente sus críticas a la conducta de Israel en Gaza: el ritmo implacable de las matanzas, la obstrucción deliberada de la ayuda humanitaria, la aparente ausencia de cualquier plan para poner fin a la guerra.

Quizás las reprimendas más sonadas han sido el reconocimiento formal (o las amenazas de reconocimiento) del Estado de Palestina por parte de un puñado de jefes de Estado occidentales, entre los que destaca el francés Emmanuel Macron. Sin embargo, estas declaraciones, por dramáticas que parezcan sobre el papel, siguen siendo en gran medida simbólicas. La “solución de dos Estados” a la que apuntan se considera ampliamente ilusoria e inadecuada, ya que preserva el régimen colonial de apartheid de Israel y niega a millones de refugiados palestinos su derecho al retorno.

Sin embargo, aunque es poco probable que estas declaraciones tengan implicaciones prácticas sustanciales, constituyen un importante gesto de apoyo y un impulso moral muy necesario para el movimiento popular que abre la puerta a una nueva fase de reflexión y acción.

Un panorama cambiante

Los manifestantes palestinos y sus aliados siguen de cerca los cambios en el equilibrio geopolítico de poder en la región. Con el apoyo inquebrantable de Washington, Israel actúa ahora con casi total impunidad en todo el territorio del llamado “Eje de la Resistencia” liderado por Irán. Sin embargo, a pesar de los duros golpes que ha sufrido Irán en su reciente guerra de 12 días con Israel, sigue lejos de estar derrotado. Ambas partes están compitiendo por ampliar su arsenal militar en preparación para una fase aún más sangrienta y destructiva del conflicto.

Pero, por ahora, con el equilibrio de poder claramente inclinado hacia Israel, muchos activistas palestinos están volviendo su mirada hacia dentro, hacia la resistencia popular de base, ante la ausencia de cualquier fuerza militar externa capaz de frenar la agresión israelí. Y hay razones para creer que esta estrategia puede funcionar.

A pesar de su dominio militar, la posición internacional de Israel, incluso entre los judíos de todo el mundo, es más frágil que nunca. En junio, como presidente de la Campaña por un Estado Democrático Único (ODSC), asistí y hablé en un evento extraordinario: la “Primera Conferencia Judía Antisionista”, celebrada en el lugar de nacimiento de Theodor Herzl, el padre fundador del movimiento sionista. Los organizadores reunieron a unos 500 intelectuales y activistas judíos de todo el mundo con el objetivo de unir al creciente número de judíos antisionistas e integrarlos en el movimiento progresista global más amplio contra el régimen genocida de Israel.

Con los horrores que está infligiendo en Gaza y la escalada de violencia sancionada por el Estado en Cisjordania, Israel ya no puede pulir su imagen en el extranjero, ni su propaganda puede ocultar sus crímenes. Algunos sostienen que Israel aún no comprende la magnitud del daño reputacional y estratégico que se está infligiendo a sí mismo, un daño que pronto podría resultar irreversible. En este contexto, una estrategia de resistencia popular sostenida y conectada a nivel mundial ya no es solo viable, sino una necesidad histórica.

En los últimos años, hemos sido testigos de varios intentos de avanzar por esta vía, entre los que destaca la serie de protestas en la frontera de Gaza en 2018-2019, conocidas colectivamente como la “Gran Marcha del Retorno”. Desde el principio, estas marchas se enfrentaron a una sangrienta represión por parte del ejército israelí, destinada a sofocar su poderosa resonancia en la opinión pública mundial.

Sin embargo, el impulso de esas protestas nunca llegó a Cisjordania. Esto se debió en parte al frágil clima político que reinaba allí y a la ausencia de una visión coherente de la resistencia popular dentro de la Autoridad Palestina. Limitada por su coordinación en materia de seguridad con Israel, la Autoridad Palestina ha socavado activamente la movilización popular independiente, colaborando estrechamente con el colonizador para impedir que se arraigue.

En mayo de 2021, un amplio levantamiento popular se extendió por toda Palestina, desde el río hasta el mar. Por un breve momento, pareció que iba a convertirse en una campaña sostenida de resistencia civil en todo el país. Pero la introducción de una dimensión militar, en forma de lanzamiento de cohetes por parte de Hamás, interrumpió el impulso y frenó el potencial de esa vía liderada por la población civil. La oportunidad estaba ahí, a pesar de la represión israelí, pero simplemente no se materializó.

Estas oportunidades perdidas han reforzado la convicción de muchos de que la resistencia popular –legal, cultural y artística– sigue siendo uno de los medios más prometedores para desafiar el dominio israelí, quizás incluso más que la fuerza militar. Incluso los analistas israelíes admiten ahora que los acontecimientos del 7 de octubre y la guerra posterior han sacudido el prestigio del ejército israelí, un prestigio que, a pesar de décadas de acciones criminales, se había mantenido notablemente intacto.

Mientras tanto, la lucha continúa en el extranjero: en los tribunales internacionales, en los ámbitos culturales, en las calles y en los campus universitarios. A medida que los crímenes de Israel se hacen más difíciles de ocultar, nuevas oleadas de indignación y solidaridad están remodelando la cobertura mediática y el debate político. Es en estos campos de batalla donde las violaciones del derecho internacional se convierten en responsabilidades para los perpetradores, donde el edificio del apartheid y el genocidio puede finalmente comenzar a derrumbarse.

Una chispa desde Sakhnin

Un acontecimiento reciente señala un posible punto de inflexión en la movilización de los ciudadanos palestinos de Israel. La ciudad norteña de Sakhnin fue testigo de la concentración de miles de personas en una gran protesta contra el genocidio en Gaza, mientras que en Jaffa varias figuras destacadas, entre ellas diputados palestinos y miembros del Comité Superior de Seguimiento para los Ciudadanos Árabes de Israel, iniciaron una huelga de hambre de tres días. Especialmente llamativa fue la importante presencia de judíos israelíes contrarios a la ocupación, una señal alentadora para el futuro de una verdadera resistencia conjunta.

Desde Sakhnin, las protestas se extendieron rápidamente a otras ciudades palestinas dentro de los territorios de 1948, a través de Galilea, el Triángulo, el Naqab y la región costera. Y ahora, lo que es más importante, los ecos de este movimiento están empezando a resonar en Cisjordania, incluso cuando los palestinos allí siguen atrapados entre la doble represión de las fuerzas de ocupación israelíes y sus colaboradores de la Autoridad Palestina.

Inspirados por la huelga de hambre de los líderes palestinos dentro de Israel, activistas y figuras nacionales de Cisjordania han iniciado su propia huelga, no solo en solidaridad con Gaza, sino también como medio de despertar político. Los huelguistas de hambre en Ramala, a los que me uní durante un día, hablaron con franqueza sobre la inspiración directa que les había proporcionado la movilización de los ciudadanos palestinos de Israel y sus líderes.

¿Estamos asistiendo a los primeros pasos hacia un movimiento popular unificado capaz de forzar un cambio real? Aún es pronto para saberlo. Pero una cosa está clara: los palestinos ya no pueden permitirse la parálisis del estancamiento político. Lo que suceda a continuación dependerá de la dinámica interna y de si los líderes del movimiento son capaces de pensar con suficiente estrategia para construir el motor, la estructura y el marco que puedan impulsar esta transformación histórica.

Este artículo se publicó por primera vez en árabe en Arab48. La versión en inglés es de +972 Magazine.

Fuente: https://ctxt.es/es/20250801/Politica/49854/Awad-Abdelfattah-genocidio-Gaza-Israel-Palestina-movilizacion-ciudadana-protestas-antisionismo.htm