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Desplazamiento forzoso y violaciones del derecho internacional

Los riesgos del Plan E1 para los palestinos

Fuentes: Rebelión

Antecedentes

La zona de E1 abarca una extensión geográfica de gran importancia estratégica, desde las localidades de Al-Eizariya y Abu Dis, al este de Jerusalén, hasta las afueras de Jericó y el Mar Muerto. En esta área habitan decenas de comunidades beduinas, principalmente de las tribus Jahalin y Kaabneh, que fueron desplazadas del Naqab (Neguev) en 1948 y desde entonces dependen de la tierra, la agricultura y el pastoreo como principales medios de subsistencia.

Desde la década de 1980, las autoridades de ocupación israelíes han intensificado los intentos de desplazar a estas comunidades mediante políticas sistemáticas que incluyen la demolición de viviendas e instalaciones básicas, la confiscación de tierras y la imposición de severas restricciones a la infraestructura, como el agua, la electricidad y las carreteras. El objetivo de fondo es facilitar la expansión de los asentamientos israelíes en la zona, consolidar el control sobre las tierras que rodean Jerusalén y conectar entre sí a los principales asentamientos israelíes.

El plan E1 no constituye simplemente un proyecto urbano o de infraestructura; representa un enfoque de colonialismo de asentamiento destinado a imponer el control israelí sobre la tierra palestina y desplazar a sus habitantes originarios. Estas políticas se inscriben en una larga tradición de colonialismo de asentamiento, cuyo fin es reemplazar a la población autóctona con nuevos colonos, fragmentando así a las comunidades palestinas tradicionales en bolsas aisladas y socavando cualquier perspectiva de establecer un Estado palestino contiguo.

El Plan E1: naturaleza y objetivos estratégicos

El plan E1 es uno de los proyectos de asentamiento israelí más destacados, dirigido al corazón de la presencia palestina al este de Jerusalén. Prevé la creación de una zona de asentamientos que conecte Jerusalén con el asentamiento de Ma’ale Adumim, a lo largo de un corredor estratégico que se extiende desde el norte hasta el sur de Cisjordania, cubriendo un área de aproximadamente 12 kilómetros cuadrados.

Aunque el propósito declarado es ampliar las zonas urbanas israelíes, el objetivo real va mucho más allá: aislar a las comunidades palestinas de Jerusalén Este y de las áreas beduinas circundantes, convertirlas en enclaves desconectados y separar de facto el norte de Cisjordania del sur. Esto socavaría fatalmente la posibilidad de establecer un Estado palestino geográficamente continuo.

El plan refleja la lógica del colonialismo de asentamiento, que busca reemplazar a los habitantes palestinos con colonos israelíes y redibujar el mapa demográfico en beneficio de los intereses israelíes en el control de la tierra, los recursos y los corredores estratégicos.

Adoptado por primera vez en 1991 en el marco de los planes de expansión del Ministerio de Vivienda de Israel al este de Jerusalén, el proyecto E1 permaneció en gran parte sin aplicar durante décadas debido al rechazo internacional y la presión diplomática —especialmente de Estados Unidos y la Unión Europea—, que se opusieron a su ejecución por considerarlo una violación de los Acuerdos de Oslo y una amenaza a la solución de dos Estados.

Sin embargo, el actual ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, ha reactivado recientemente el plan, impulsando la aceleración de la construcción de asentamientos en E1 y la conexión de Jerusalén con Ma’ale Adumim. Esto incluye la ampliación de las áreas declaradas “tierras del Estado” en beneficio de los asentamientos, lo que permite la confiscación de más tierras palestinas y garantiza la sustitución de la población originaria por colonos israelíes.

Este proyecto ejemplifica el colonialismo de asentamiento en la práctica: no se limita a expandir asentamientos, sino que redibuja el paisaje demográfico y geográfico para asegurar un control israelí absoluto. Amenaza con desmantelar el tejido social y económico de las comunidades palestinas, dejándolas fragmentadas, marginadas e incapaces de sostenerse.

Entre las comunidades más afectadas se encuentra Jan al-Ahmar, conocida por su escuela de neumáticos financiada por Europa, que se ha convertido en símbolo de la resistencia beduina. Otras zonas vulnerables incluyen Jabal al-Baba, con unos 350 habitantes; Abu Nuwar, con 600–700 residentes; y Wadi Abu Hindi, con aproximadamente 600 residentes. En total, unas 18 comunidades beduinas —incluidas Abu Ghaliya, Al-Hamisi, Al-Hamadat, Wadi Sneisel, Bir al-Maskoub y Al-Za’im— enfrentan amenazas inminentes de desplazamiento y la pérdida de su tierra histórica.

Implicaciones de la decisión de Smotrich

La decisión del ministro de Finanzas Bezalel Smotrich de acelerar la aplicación del plan E1 ha generado graves consecuencias:

Confiscación acelerada de tierras: Las tierras palestinas están siendo reclasificadas como “tierras del Estado” para facilitar su anexión al proyecto de asentamiento. Esto no solo despoja a los palestinos de su propiedad, sino que allana el terreno para el desarraigo de comunidades beduinas que han vivido allí durante décadas.

Escalada de la violencia de los colonos: La decisión envalentona a los colonos al enviar un mensaje de respaldo estatal a sus acciones. Esto ha provocado un aumento de los ataques contra comunidades beduinas, incluyendo agresiones físicas, quema de cultivos, destrucción de propiedades e intentos de desplazamiento forzoso. La impunidad convierte a los colonos en una herramienta adicional para presionar a los palestinos a abandonar sus tierras.

Débil respuesta internacional: A pesar de la peligrosidad del plan, las reacciones internacionales se han limitado a declaraciones condenatorias sin medidas concretas, reforzando la percepción israelí de que su ejecución no tendrá consecuencias serias. Esto erosiona la confianza palestina en la comunidad internacional.

Colapso de la solución de dos Estados: La conexión de Jerusalén con Ma’ale Adumim mediante el corredor oriental hace imposible un Estado palestino geográficamente continuo. Encierra a las comunidades beduinas en enclaves aislados bajo dominio israelí y elimina la presencia palestina entre Jerusalén Este, el Mar Muerto y la frontera jordana.

Consecuencias políticas. El fin de la solución de dos Estados

La consecuencia más peligrosa del plan E1 va más allá del desplazamiento forzoso: socava de manera definitiva la solución de dos Estados. Al separar el norte de Cisjordania (Ramala y Nablus) del sur (Belén y Hebrón) y aislar Jerusalén Este de su entorno palestino, el plan integra Jerusalén a Jerusalén Oeste y a los asentamientos israelíes.

Esta fragmentación transforma a las comunidades palestinas en cantones desconectados, imposibilitando la creación de un Estado palestino soberano y contiguo. Además, Israel consolida el control sobre el estratégico corredor oriental que vincula el Valle del Jordán con Jerusalén, ejerciendo de facto el control sobre la frontera oriental de cualquier futuro Estado palestino.

En la práctica, la implementación del plan E1 elimina la posibilidad de una solución política justa basada en dos Estados, sustituyéndola por una realidad de anexión progresiva y apartheid.

Análisis jurídico del plan de asentamientos en E1

Estas políticas constituyen graves violaciones del derecho internacional. Infringen el Cuarto Convenio de Ginebra (1949), que prohíbe la transferencia forzosa de poblaciones y la destrucción de propiedades. También violan el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), que garantiza el derecho a la vivienda, al agua y a una vida digna; así como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), que consagra la libertad de movimiento y la igualdad ante la ley.

Asimismo, el plan E1 infringe el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, que tipifica el desplazamiento forzoso como crimen de guerra.

El desprecio de Israel por el derecho internacional exige una acción urgente. El gobierno israelí debe detener inmediatamente todas las formas de demolición y desplazamiento forzoso, y garantizar el acceso a servicios e infraestructuras esenciales —agua, electricidad, educación y salud— para las comunidades amenazadas.

La comunidad internacional debe ejercer una presión real sobre Israel para detener la expansión de los asentamientos, condicionando la cooperación al respeto de los derechos humanos y el derecho internacional. También debería respaldar las investigaciones de la Corte Penal Internacional para garantizar la rendición de cuentas y poner fin a la impunidad.

En el plano palestino y de la sociedad civil, los esfuerzos deben centrarse en la documentación de violaciones, la provisión de asistencia legal a las familias amenazadas y el fortalecimiento de la resiliencia comunitaria mediante proyectos de desarrollo alternativos que preserven la identidad social y cultural beduina frente al despojo colonial.

Conclusión

La implementación del plan E1 representa una amenaza existencial para las comunidades beduinas al este de Jerusalén. Pone en riesgo la desaparición de la presencia palestina en el corredor oriental de Jerusalén y refuerza las políticas israelíes de ingeniería demográfica. Lo que enfrentan los beduinos en esta zona no es simplemente una cuestión humanitaria, sino un crimen sistemático que exige una protección internacional urgente.

La ejecución continuada del proyecto E1 supone la profundización del colonialismo de asentamiento israelí en el corazón de Cisjordania, transformando la identidad geográfica y demográfica de la tierra para colocarla bajo control israelí absoluto. Cada paso de este plan constituye un intento de borrar la identidad e historia palestinas de la región.

Resistir este proyecto no es solo un derecho político, sino también una obligación moral para salvaguardar la identidad y la tierra palestinas. En última instancia, el plan E1 socava las bases geográficas y políticas de un Estado palestino independiente. Al fragmentar Cisjordania, aislar Jerusalén Este y confinar a las comunidades palestinas en enclaves desconectados, el plan pone fin a cualquier posibilidad real de aplicar la solución de dos Estados, consolidando en su lugar una realidad de anexión y apartheid.

Dr. Rasem Bisharat Comisionado de Relaciones Exteriores, Organización Al-Baider para la Defensa de los Derechos de los Beduinos y las Aldeas en Riesgo

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