Las elecciones son la fuente de legitimidad en las democracias modernas. Constituyen el medio principal mediante el cual el poder político cambia de manos, se mide el consentimiento social y se establece la representación. En Turquía, sin embargo, la década que va de 2015 a 2025 demuestra que las elecciones han perdido estas funciones esenciales; la competencia política ha sido sustituida por la consolidación autoritaria. Este artículo cuestiona la validez de las elecciones en Turquía y examina cómo el gobierno las ha reducido a un simple ritual de legitimidad.
2015: La elección perdida y la espiral de violencia
En las elecciones del 7 de junio de 2015, el partido gobernante AKP perdió su mayoría parlamentaria. Este resultado mostró que, en principio, el poder político en Turquía podía cambiar de manos democráticamente. Sin embargo, poco después siguieron las masacres de Suruç y Ankara, los asedios urbanos y las políticas de seguridad, que empujaron al país hacia un clima de excepcionalidad. Las elecciones anticipadas de noviembre devolvieron al AKP al poder absoluto. Así, las elecciones dejaron de ser un instrumento de cambio democrático para convertirse en un medio de recuperar el poder mediante métodos extraordinarios.
2016: Un golpe dentro del golpe
El fallido intento de golpe del 15 de julio de 2016 fue uno de los episodios más dramáticos de la historia reciente de Turquía. Aunque el golpe fue derrotado, el estado de emergencia y el gobierno por decreto que le siguieron funcionaron como un “golpe dentro del golpe”. Decenas de miles de funcionarios públicos fueron depurados, se impusieron administradores en los municipios electos y la oposición política quedó bajo una represión sistemática. Así, el significado de las elecciones comenzó a erosionarse bajo la sombra del aparato de seguridad.
Referéndum de 2017: El colapso de la integridad electoral
El referéndum constitucional del 16 de abril de 2017 marcó un punto de inflexión. El Consejo Supremo Electoral (YSK) declaró válidas cerca de tres millones de papeletas sin sello. Esta decisión alteró el resultado de la votación, instaurando un sistema presidencial bajo condiciones de legitimidad cuestionada.
19 de marzo de 2025: Golpe civil
En 2025, se adoptaron medidas para despojar a los representantes electos de su autoridad. Los acontecimientos del 19 de marzo equivalieron a un “golpe civil” que suspendió de facto la legitimidad democrática. Con el parlamento inoperante y el dominio absoluto del ejecutivo, las elecciones quedaron vaciadas de su capacidad de producir cambio político.
3 de septiembre de 2025: Un interventor para el CHP
El 3 de septiembre, la dirección provincial de Estambul del Partido Republicano del Pueblo (CHP) fue disuelta y reemplazada por un administrador impuesto por el gobierno. Los tribunales y el YSK, tras perder su independencia, se convirtieron en instrumentos de intervención política. Este hecho no solo debilitó la seguridad electoral sino también el derecho mismo a participar en las elecciones.
La validez de las elecciones y el debate sobre la “nulidad absoluta”
Legalmente, las elecciones continúan celebrándose; políticamente, sin embargo, se han vuelto disfuncionales. La urna ya no refleja la voluntad popular, sino que escenifica la continuidad del poder. Aunque la noción de “nulidad absoluta” pertenece al lenguaje jurídico y no puede aplicarse directamente a las elecciones, en sentido metafórico describe la situación: con la oposición neutralizada, el proceso electoral mismo se ha vuelto nulo. La imposición de un interventor al CHP ilustra la anulación de la voluntad electoral y la exclusión de la competencia política.
La legitimidad de la presidencia
Cuando las elecciones no son libres ni justas, la presidencia misma pierde legitimidad. La erosión institucional se combina además con una dimensión personal: el presidente Erdoğan y su aliado Bahçeli, ambos de edad avanzada y con problemas de salud, están muy lejos de la capacidad de gobernar a una nación de 86 millones. El liderazgo político se ha convertido en una “crisis de capacidad personal”. El gobierno ya no descansa en la rendición de cuentas electoral, sino en un estrecho círculo de asesores no elegidos, lo que socava el orden constitucional y la legitimidad democrática.
Asimismo, la negativa a aplicar las sentencias vinculantes del Tribunal Constitucional y la anulación de facto de la autoridad del YSK han desmantelado el Estado de derecho. A través de figuras leales en la judicatura, en particular Akın Gürlek, el gobierno ha buscado destruir al CHP desde dentro, eliminando por completo el espacio democrático. Esto demuestra que la presidencia ha perdido legitimidad no solo por elecciones cuestionadas, sino también por violar el equilibrio constitucional.
Del mismo modo que los municipios y partidos de oposición electos han sido sustituidos por interventores, puede afirmarse que la presidencia misma ha sido “intervenidada” de facto. Reducida a una sola persona y su estrecho entorno, la institución se ha vaciado desde dentro. Por lo tanto, aunque persista legalmente, la presidencia es hoy políticamente ilegítima y funcionalmente inoperante.
Conclusión
El período 2015–2025 demuestra que las elecciones en Turquía han dejado de funcionar como un mecanismo democrático. Las intervenciones, el escándalo de las papeletas sin sello, los golpes y la eliminación de la oposición han producido una consolidación autoritaria que invalida las elecciones. Hoy en día, las elecciones sobreviven solo como un procedimiento para afirmar la continuidad del poder, carentes de su función democrática como expresión de la voluntad popular.
El proceso de erosión electoral en Turquía ha revelado una verdad fundamental: la historia no la escriben los votantes en abstracto, sino los pueblos organizados. Los derechos democráticos no se conquistan en las urnas, sino en las huelgas, en las barricadas y en las acciones de resistencia que se intentan criminalizar. El verdadero poder no radica en elegir quién gobierna, sino en resistir a las injusticias y hacer ingobernables los espacios, devolviendo así dignidad a las elecciones.
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