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¿Es la autonomía marroquí «la única solución realista» para el Sáhara Occidental?

Fuentes: Rebelión

Se cumplen 50 años de la ocupación marroquí en el Sáhara Occidental. La Marcha Verde ordenada por el rey Hassan II fue el inicio de la invasión al territorio colonial español donde el Frente Polisario constituía la voz del pueblo saharaui en la defensa de su soberanía. Ahora, el 80% del territorio del Sahara Occidental está ocupado y administrado desde Rabat, incluidas las principales ciudades costeras. Allí la población saharaui es marginada, sufriendo restricciones a la libertad de movimiento y un alto índice de paro debido a las limitadas oportunidades laborales. Es el Palacio Real quien regenta los territorios ocupados, son oficiales superiores del ejército los gobernadores de las “Provincias Meridionales” marroquíes.

Según Naciones Unidas la potencia administradora sigue siendo España a pesar de retirarse del territorio tras la ocupación de la Marcha Verde. El PSOE siempre ha defendido en las tesis de congreso y en su programa electoral el derecho a la autodeterminación del Sáhara, pero en 2022 Pedro Sánchez dio un giro radical y envió una carta a Mohamed VI dando su apoyo al plan de autonomía para el Sáhara presentado por Marruecos en 2007, calificándolo de «la base más seria, realista y creíble» hacia el fin del conflicto. El mismo plan de autonomía que ahora predica el asesor de Trump, Massad Boulos, como solución definitiva al conflicto, ignorando la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO).

El pasado 31 de octubre se aprobó la resolución 2797 que amplía el mandato de la MINURSO, pero sin consenso. Las abstenciones de Rusia y China permitieron finalmente validarla. Semanas antes los EEUU habían presentado un borrador que pretendía modificar la resolución suprimiendo cualquier referencia sobre el referéndum y la independencia y donde se elogiaba el plan de autonomía marroquí como la “solución más factible”. Para la renovación anual de la resolución 2797 no podía haber un voto contrario de Rusia o China, por lo que los países críticos (Rusia, China, Argelia y Pakistán) forzaron un acuerdo donde debería aparecer de nuevo el concepto de autodeterminación y sustituir la frase “la única solución realista” por “una posible base de negociación”. Aunque se ha conseguido renovar un año más la misión de la ONU con el propósito de realizar el sufragio por la independencia, en esta ocasión se ha puesto el foco de atención en la propuesta autonómica de la monarquía alauita.

El control de Rabat sobre el litoral saharaui le está permitiendo convertir este territorio ocupado en una lucrativa área económica. Un multimillonario proyecto para realizar un puerto en Dajla, una de las principales ciudades del Sahara Occidental, prevé su inauguración en 2028 y el macroproyecto de un gasoducto desde Nigeria a Marruecos (NMGP son sus siglas en inglés) bordeando 6.000 kilómetros de la costa atlántica está ya en la fase final de las inversiones con los países de tránsito. El recorrido marino del gasoducto se internará en tierra a la altura de Dajla, avanzando por territorio saharaui pendiente de descolonización. Este proyecto podría modificar el comercio de energía entre África y Europa entrando en competencia con el gas ruso.

La República Árabe Saharaui Democrática (RASD) a pesar de ser un Estado con limitado reconocimiento internacional es miembro fundador de la Unión Africana y en 2023 estuvo en Johannesburgo durante la cumbre de los BRICS, donde su presidente, Brahim Ghali, participó como invitado. El Polisario ha tenido históricamente un gran aliado en la vecina Argelia, país que en mayo se unió al Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) establecido por los países BRICS. Es incuestionable el creciente protagonismo del Magreb en el auge del Sur Global.

Argelia, rival energética de Marruecos, oficializó en 2022 la creación del Gasoducto Transahariano (TSGP), un proyecto para transportar gas natural desde Nigeria y atravesando Níger llegar hasta Argel, donde se exportaría a Europa. Su longitud total serán 4.000 kilómetros, distancia considerablemente menor que la del NMGP y su coste aproximadamente la mitad que el marroquí. El gasoducto submarino Megaz conecta directamente Argelia y España a través de su terminal de recepción en Almería, es dirigido por la empresa argelina Sonatrach y Naturgy, operadora española en los sectores eléctrico y gasístico. El principal suministrador de gas natural a España en 2024 fue Argelia, que aportó el 38,6% del total de las importaciones, seguida de Rusia. A lo largo de 2025 se han alternado como mayores proveedores Argelia con el 32% y EEUU el 29%. El gas ruso representa todavía el 10% del consumo en la Unión Europea a pesar de la promesa de excluirlo totalmente del mercado hecha por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a Donald Trump. 

Las relaciones entre Marruecos y Argelia están bajo mínimos desde que Rabat firmara en 2020 los acuerdos de Abraham normalizando sus relaciones con Israel, a cambio Trump daba su apoyo a la soberanía marroquí en el Sáhara. De esta manera la causa saharaui se ha visto inmersa en una espiral de intereses colonialistas occidentales, los mismos que están provocando conflictos y guerras en el Levante mediterráneo. Es en este contexto que se puede entender la traición del Ejecutivo español al Frente Polisario. 

El diplomático saharaui, Alien Habib Kentaui, en un artículo publicado por la Agencia Oficial Saharaui de Noticias avisaba de los peligros de la autonomía: “La segunda fase del expansionismo marroquí comenzaría después de la hipotética imposición de la autonomía en el Sáhara Occidental. Parece claro que los proponentes de la autonomía ignoran por completo lo que depararía a la región una imposición de la autonomía marroquí (…) abriría también las puertas de par en par de una región tan codiciada por un expansionismo agresivo, ebrio por el apoyo de alianzas que solo incitan a la aventura”. Esta amenaza tiene un nombre, el Gran Marruecos. Un plan ultranacionalista que pretende la anexión de territorios considerados históricamente como propios: la antigua provincia española del Sahara; además de Mauritania; una parte de Malí; el sudeste argelino; y las “plazas” españolas de Ceuta y Melilla. No es casual que ahora Marruecos esté abandonando su neutralidad como miembro de la comunidad árabe y acepte integrarse militarmente con los gobiernos de extrema derecha de Israel y EEUU.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.