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La epopeya palestina (XII): Apéndice

Mentiras que obstruyen la solidaridad

Fuentes: Rebelión

Clarificar lo ocurrido con los atentados a la AMIA y la embajada de Israel es vital para revertir la manipulación sionista de la política exterior argentina y facilitar la participación más activa de la población en la solidaridad con Palestina.

Ese esclarecimiento exige refutar la historia oficial que diaboliza a Irán y enaltece a Israel. Los atentados han dejado un trauma que obstruye un compromiso mayor de la población argentina con el drama de Medio Oriente. Permiten al sionismo recrear una y otra vez una secuencia de falsedades que inmoviliza a los críticos del genocidio.

LA FARSA PARA SEPULTAR LA VERDAD

El malogrado juicio contra los responsables del atentado a la AMIA ha sido el ejemplo más chocante de cómo Israel maneja la Justicia argentina. Logró pulverizar cualquier posibilidad de esclarecer lo sucedido y condenar a los culpables, con la descarada complicidad de la conducción de la AMIA y la DAIA. Las dos instituciones respaldaron todas las manipulaciones para ensuciar la causa y ocultar la verdad (Kollmann, 2024a).

La historia oficial dictamina que Irán es culpable, sin aportar la menor prueba de esa responsabilidad. Menciona varios nombres de involucrados en el armado del explosivo, la colocación de un coche-bomba y también la presencia de un suicida que habría activado la detonación. Pero no presenta ningún elemento de respaldo efectivo de esa acusación.

Con fichas aportadas por los servicios de Inteligencia se emitieron órdenes de detención internacional de varios iraníes, que nunca fueron localizados o capturados. Como toda la información que filtra la prensa es provista por el Mossad, la CIA o la AFI (ex SIDE), su validez judicial siempre ha sido endeble o directamente nula.

Jamás se esclareció nada de lo ocurrido y esa oscuridad proviene del abandono deliberado de las pistas reales de atentado, para encubrir a sus responsables locales (Ginsberg; Gitter, 2024). Una sucesión de relatos fantasiosos ha circulado en las últimas décadas para exculpar a los artífices del crimen y se ha enmarañado la investigación, ubicándola en la indescifrable órbita del terrorismo internacional.

El juez encargado de la causa (Galeano), no solo habilitó el libreto armado por los espías. Intentó convertirlo en un dictamen con validez legal, sobornando a un preso (Telledín) para que convalidar la fábula oficial (Lutzky, 2025). En la maniobra participaron altos funcionarios del ejecutivo, la justicia y la policía (Ansorregui, Edul, Ribelli).

Esa adulteración fue descubierta, denunciada y corroborada en los tribunales al cabo de un larguísimo proceso. Por esa aberrante falsificación, el Estado argentino fue explícitamente condenado en dos oportunidades por la Corte Interamericana (2005 y 2022) y aceptó su responsabilidad por lo ocurrido. Pero el operativo para no saber, no investigar y desconocer la verdad persistió sin cambios. Los condenados por el desmanejo judicial siguen en libertad, mientras la causa de la AMIA continúa en las tinieblas.

Cada indicio que conduce a investigar lo sucedido es rápidamente sepultado con una nueva andanada de invenciones contra Irán. Esas acusaciones fueron extendidas en los últimos años a Hezbollah, que al principio no era mencionada. Más recientemente se involucró también a Hamás sugiriendo que “algo habrá hecho”.

Todo el paquete de inverosímiles acusaciones fue perfeccionado por el fiscal Nisman, encargado de una repartición especialmente asignada a la investigación del hecho (UFI-AMIA). Ese corrupto individuo no solo malgastó fortunas del erario público en ensuciar la causa, sino que montó adicionalmente una campaña para involucrar a Cristina en delirantes complicidades con los iraníes. Con ese paso, Nisman sumó a su labor de peón del Mossad, un servicio adicional a la derecha macrista que conspiraba contra el gobierno kirchnerista.

Centró su operativo en atacar el Memorándum de Entendimiento con Irán -que impulsó CFK con el aval de ambas cámaras del Congreso- para intentar el interrogatorio a los acusados en Teherán (Salinas, 2025a). Por esa vía ensayó un punto de conciliación para superar el empantanamiento de la investigación. Partiendo de una hipótesis de culpabilidad de Irán, le ofrecía a ese país un camino para exponer su defensa.

Esa iniciativa coincidió con el viraje negociador de Estados Unidos, que sustituyó durante un breve tiempo la mera exigencia a Irán de abandonar el programa nuclear. Washington les propuso un convenio de levantamiento de las sanciones, a cambio de inspecciones internacionales que verificaran el desmantelamiento del proyecto de armamento atómico.

Con el auspicio de los sectores opuestos a esa conciliación en Estados Unidos (neoconservadores) e Israel (Netanyahu) y con el soporte local del macrismo, Nisman transformó la repetida acusación contra Irán por el atentado de la AMIA, en una campaña política interna de la derecha contra el kirchnerismo.

Ese operativo concluyó con su trágico suicidio, cuando el mamarracho jurídico que había preparado contra Cristina, afrontaba un vergonzoso deschave en el Parlamento. Se quitó la vida porque su ridículo dictamen ponía en evidencia oscuros enjuagues, que cuestionaban la continuidad de su cargo (Salinas, 2024b).

OCULTAMIENTOS AL POR MAYOR

El atentado a la Embajada de Israel fue manejado por todos los gobiernos, con la misma tónica de encubrimiento que imperó en torno a la AMIA. La historia oficial ha sido muy semejante, pero en este caso no hubo siquiera un montaje de investigación. Las acusaciones contra los iraníes son muy parecidas, los delirios sobre cómo fue ejecutada la explosión se asemejan y la carencia de alguna prueba de judicial de lo ocurrido es total.

La Corte Suprema tomó el caso para mantenerlo archivado y bloquear cualquier indagación o respuesta a los interrogantes más obvios. No se sabe, por ejemplo, las razones del retiro de la custodia policial de lugar poco antes del estallido. Israel impuso desde el primer momento un silencio de radio sobre todo el caso, que aumenta las sospechas sobre las razones que lo indujeron a evitar que se conozca la verdad.

Encubrir lo sucedido en la Embajada y la AMIA se ha transformado en una política de Estado. Con esa finalidad se impide la apertura total de los archivos, que solo fueron expuestos en forma parcial en el 2015, luego haber facilitado su abandono o destrucción (Ginsberg; Gitter, 2025).

El acceso a esos documentos continúa cerrado por razones obvias. Su apertura permitiría conocer lo sucedido y transparentaría con nombre y apellido a los artífices locales de la preparación, consumación y encubrimiento de los dos atentados. Para impedir esa clarificación se ha impedido también, la constitución de una comisión independiente que acceda a la verdad. Una CONADEP de la AMIA es indigerible para el establishment, los gobiernos y los principales partidos del país.

Todos los funcionarios de las últimas décadas han argumentado que la apertura de los archivos afectaría la seguridad nacional, omitiendo que justamente ese resguardo quedó totalmente vulnerado por el encubrimiento de los atentados. Salta a la vista que el ocultamiento de la verdad conduce a mantener desguarnecido el país (Kollmann, 2024b). Lo que se quiere disfrazar es el grado de colonización que ha logrado Estados Unidos e Israel del Estado argentino.

La negativa a conocer lo sucedido es tan grande, que impactantes testimonios conocidos por el gran público son desechados, a pesar de la imponente información que contienen. Es el caso de un probado infiltrado de la SIDE en la comunidad judía, que estuvo al tanto en forma anticipada de varios indicios de los atentados. Ese personaje -que por relatar su historia fue perseguido y amenazado- aportó el material para un libro y una película (Iosi). Pero es mantenido al margen de cualquier investigación y la justicia no lo indaga, cuándo es obvio lo mucho que sabe.

También son descartados los testimonios de otro ex funcionario de la investigación AMIA (Claudio Lifschitz), que dio a conocer datos sobre la forma en que fueron falsamente inculpados los iraníes. Incluso aportó indicios del involucramiento de espías argentinos en el atentado (Hispantv, 2025). Esa línea de indagación es particularmente saboteada porque se aproxima a la verdad. Fue la hipótesis inicial de lo ocurrido, cuando se buscó explorar la denominada conexión local, enquistada en las áreas de Defensa y Seguridad.

Los fiscales y jueces de todos los colores se encargaron de anular esa sospecha vetada por los gobiernos de Israel, Estados Unidos y Argentina (Ginsberg; Gitter, 2023). Sustituyeron el seguimiento de esa pista por una simulación, asentada en un meticuloso operativo para ensuciar pruebas y contra pruebas, orquestado por el perdurable jefe de los espías argentinos (Situsso)

Milei extrema ese desmanejo. Anuló todas mediaciones que sus antecesores intentaron con Trump o Netanyahu y simplemente implementa a toda velocidad lo que demandan Washington y Tel Aviv. Cumple con el reinició de la farsa del juicio en ausencia por la AMIA, que el macrismo concibió para volver a la carga contra Irán (Kollmann, 2025a). Ya logró que la justicia y los parlamentarios cómplices habiliten el tratamiento de ese sainete.

Si la pantomima se concreta, volverán a nombrar nuevamente a Irán y a Hezbollah y pondrán en primera plana de los diarios las figuras de individuos buscados por su invariable performance islámica. No se privarán de señalar nuevos e imaginarios complots de libaneses en la Triple Frontera.

Pero la credibilidad de ese show se ha deteriorado al cabo de tantas patrañas y la autoridad de los jueces que avalan ese entretenimiento se ha desmoronado. Algunos convalidan la nueva farsa luego de haber desestimado la denuncia de Nisman, señalando que no había delito alguno en la firma del Memorándum con Teherán (Rafecas). El replay en marcha es tan inconsistente como su eventual continuidad.

En su tono bravucón, Milei acepta que la investigación de la AMIA fue una construcción tramposa, pero afirma sin avergonzarse que el enredo fue montado para exculpar a Irán, quitándole todo sentido a lo ocurrido. Como no explica con qué propósito se armó ese engaño, salta a la vista que pretende potenciar el mareo de la población, para que nadie entienda algo de lo ocurrido.

La nueva secuencia de delirios oficiales es retomada también con la tesis macrista que postula el asesinato de Nisman. Plantea que el fiscal no se suicidó, sino que fue ultimado por un comando venezolano-iraní amparado por el kirchnerismo. Con ridículos anuncios de pistas, acusados y conspiraciones, la prensa hegemónica mantiene vivo ese disparate.

Un día presentan pericias truchas de la gendarmería, a la jornada siguiente detallan cómo los sicarios escalaron impenetrables paredes para ingresar al edificio y al final de zaga, señalan la complicidad de Cristina con la muerte de Nisman. El fiscal que fabrica esos desvaríos cuenta con la difusión asegurada, en las redes del principal multimedio del país (Kollmann, 2025b).

El juicio en ausencia a Irán es una caricatura ahora recreada, para apoyar el genocidio de Gaza y justificar la ofensiva militar de Israel contra Teherán (Yanzón, 2025). Salta la vista ese propósito, cuando Netanyahu está embarcado en desatar un gran conflicto con el gobierno persa. Para aceitar el operativo se intenta relacionar a Hamas con la AMIA. Milei justamente conectó sin ninguna lógica, la captura de rehenes argentinos por parte de esa organización, con los atentados que conmovieron al país.

TRES HIPÓTESIS DE CAUSAS EXTERNAS

La historia oficial ha suscitado una generalizada indignación entre los familiares y víctimas de la AMIA y un gran descontento en sectores de la población. Salta a la vista el desprecio de todos los gobiernos hacia el esclarecimiento de lo ocurrido.

Las voces críticas han multiplicado los cuestionamientos al desvío de la investigación, buscado indagar las causas y culpables de los estallidos. Refutar el mamarracho de versiones oficiales ya es una tarea repetida y el verdadero desafío es aportar hipótesis sobre lo sucedido.

Una primera línea de clarificación continúa situando la lógica de los atentados en procesos políticos del exterior, pero pretende indagar la conexión de esa acción con sucesos del país. Pone el dedo acusador en Hezbollah y no en Irán, aunque subrayando el padrinazgo de Teherán sobre esa organización. Postula que ese agrupamiento político-militar del Líbano consumó el atentado de la AMIA, para vengar el asesinato de sus líderes por parte de Israel. Señala como prueba, la coincidencia de esa acción con coincidentes atentados, en otras localidades en la misma fecha (Elbaum, 2025).

Pero ese indicio de simultaneidad parece muy endeble, si se recuerda la enorme capacidad de manipulación que han demostrado el Mossad y la CIA, para fabricar acusaciones con evidencias irrisorias. Los episodios señalados como convergentes con lo ocurrido en la AMIA en Tailandia, Londres o Panamá podrían ser más bien vistos como confusos accidentes o extraños episodios, sin conexión con una acción orquestada por Hezbollah.

Pero, además, como esa agrupación de resistencia al colonialismo sionista no asumió como propio ninguno de esos hechos y faltan razones para cargarla con las acusaciones que difunden sus enemigos.

En los hechos, la hipótesis que Hezbollah fue responsable del atentado de la AMIA constituye una variante del relato acusatorio de Irán. Ante la ausencia de pruebas contra Teherán se dirige el dedo acusatorio contra la organización libanesa, inundando la prensa con versiones sobre su accionar conspirativo en las mezquitas de Sudamérica. La investigación por ese sendero conduce al mismo laberinto sin salida que ha imposibilitado conocer lo sucedido.

Una segunda hipótesis que busca explicaciones fuera del país choca frontalmente con la fábula oficial, señalando a Israel como responsable de las explosiones. Sugiere que especialmente el estallido de la Embajada fue un autoatentado de sectores del propio Estado sionista. Estima que los artífices de esa vandálica acción habrían hecho saber por esa vía, su oposición a las negociaciones de paz con los palestinos y su rechazo a cualquier acuerdo con enemigos fronterizos de Israel, como Siria (Ceresole, 1996).

Esta mirada presenta como antecedente de virulencia armada en la interna sionista, el asesinato de Rabin por parte de un militante de la ultraderecha. Destaca que, si una figura tan afamada del poder israelí pudo ser ultimado por sus compatriotas, también cabe imaginar otros actos semejantes de cruda violencia fuera de ese país

Esta tesis fue calificada de antisemita, negacionista y judeo-fóbica por la trayectoria o perfil político de sus exponentes (Elbaum; Lutzky, 2018). También fue descalificada por su implícita conexión con hipótesis enunciadas desde Teherán. Pero esas tipificaciones reavivan los prejuicios, sin esclarecer lo que está en juego e invalidan hechos, que deben ser explicados y no descartados con epítetos.

En la prolongada y sangrienta confrontación de Medio Oriente se han consumado operativos de todo tipo entre las distintas fuerzas en pugna. La hipótesis del autoatentado es frágil por la ausencia de indicios efectivos de su consumación y por la carencia de antecedentes de este tipo de acciones.

A lo sumo podría ser una sugerencia para lo sucedido en la embajada, pero no para lo ocurrido en la AMIA, ya que el mensaje de la interna sionista no presenta ninguna conexión con la voladura de esta última mutual. La durísima confrontación interna de Israel no ha tenido proyecciones externas de la misma índole y la comunidad judía local no tuvo tradicionalmente un alineamiento definido, con los bandos en pugna en el territorio sionista.

Los auto atentados se suelen consumar, además, para precipitar la intervención bélica directa del país en una guerra específica. Esa fue por ejemplo la función del incidente en el Golfo de Tonkín que precipitó la intervención de los marines en Vietnam. Esa secuencia no se aplica a la Embajada o la AMIA, porque nadie buscó jamás inducir la participación militar directa de Argentina en las guerras de Medio Oriente.

Una tercera hipótesis de causas externas del atentado estuvo centrada en la denominada pista siria, que ponía el foco en los oscuros lazos del entorno de Menem con sus familiares o allegados en Siria y el Líbano. Esa sospecha señalaba alguna traición del riojano a compromisos de negocios concertados con sus pares de esa zona (Salinas, 2024a).

Se mencionó especialmente el incumplimiento de la contrapartida a los 40 millones de dólares, que habrían aportados esos grupos a la campaña electoral de Menem. Esa hipótesis fue seriamente considerada por Cristina Kirchner cuando era senadora, pero nunca hubo indicios de ese determinante y la misma oscuridad se extendió a los móviles del atentado.

El defecto compartido de la acusación contra Hezbollah, la hipótesis del auto atentado y la pista siria, radica en la continuada indagación de la causa de las explosiones, en acontecimientos geopolíticos externos a la Argentina. Los indicios más consistentes de esos hechos deberían ser buscado en procesos políticos internos del país.

¿AUTORÍA LOCAL POR TRÁFICO DE ARMAS?

La búsqueda de artífices argentinos de los atentados es un camino más provechoso para comprender lo sucedido. Ese protagonismo no anula la existencia de conexiones con países, gobiernos o bandas del exterior, pero induce a indagar con mayor realismo lo ocurrido, desbaratando una historia oficial centrada en sepultar cualquier posibilidad de autoría local.

Los jueces y gobiernos manosearon la causa para bloquear ese camino, introduciendo relatos fantasmagóricos, para impedir el conocimiento de los participantes argentinos del hecho. Esa indagación es la única forma de entender la conexión de la Embajada con la AMIA y de ambos atentados con el estallido del arsenal de Río Tercero.

La investigación conjunta de estos tres episodios -que permitiría encontrar un hilo conductor de lo sucedido- sitúa a las fuerzas locales en el centro de atención, evitando el mareo de volver una y otra vez a la versión anti iraní. Esa limitación es la falla compartida por algunos estudios recientes del problema, que nuevamente retornan al círculo vicioso de la culpabilidad de Irán (Salinas, 2025b).

La repetición de hipótesis ya objetadas sobre lo sucedido en AMIA (como el conductor suicida y el vehículo-bomba), en gran medida obedecen a la dificultad de romper con la obsesión contra Teherán, buscado a los responsables dentro de Argentina (Salinas, 2024c). La internalizada demonización de Irán impide esa pesquisa.

En la búsqueda de artífices locales de esos crímenes, algunos autores señalan a bandas de ex militares de la dictadura denominados “arcángeles”. Esos grupos estaban conectados con altos oficiales de la Policía Federal y con mercenarios que trabajaron para Estados Unidos, en los operativos centroamericanos de la Contra antisandinista de Nicaragua (Salinas, 2025b).

Este señalamiento es más pertinente para bucear responsables, que toda la catarata de mentiras difundida por la historia oficial. Señala nombres y apellidos de los personajes de esos grupos, que nunca fueron investigados, a pesar de la gran facilidad judicial para acceder a sus testimonios.

Mientras todos los gobiernos de las últimas décadas se empantanaron en inútiles exhortos y notificaciones rojas del FBI, para perseguir fantasmas en el exterior, tenían a mano testificaciones muy sencillas que desecharon adrede. En la red local de militares, espías y expertos en explosivos que encubrieron Galeano, Nisman y Toma, está el secreto de los tres atentados que convulsionaron al país.

Basta con observar la meticulosa atención puesta durante tantas décadas, por tantos funcionarios, de tantos gobiernos para encubrir a esos personajes, para notar que allí se encuentra el corazón del problema. El empeño para amparar a esa gente es el principal indicio del protagonismo argentino de los atentados.

Esa responsabilidad local fue sugerida por muchos analistas, antes que los emisarios de Israel impusieron la mono tesis de la culpabilidad iraní. Las principales menciones de participación argentina pusieron el foco en el tráfico de armas, señalando la existencia de distintas mafias involucradas en ese negocio. Esas hipótesis señalaron la traición a un pago de pertrechos ya vendidos, como el móvil de la colocación de bombas en la Embajada, la AMIA y/o Rio Tercero.

Esta conjetura describe varios involucrados externos, resaltando en todos los casos la presencia de hampones argentinos como causantes del hecho. Una mirada ubica esa conexión con Siria, señalando que los extraños personajes de origen árabe que rodearon a Menem (Monzer Al Kassar, Nassif Hadad, Alberto Kanoore Edul, Alfredo Yabrán), habrían sido los intermediarios de operaciones de compra venta de armas, que terminaron con estallidos por algún cortocircuito en los pagos (Sanz, 2017).

Toda la saga del libro y la serie de Netflix en torno a Iosi retoma esa hipótesis del tráfico de armas (y del lavado de dinero) como determinantes de los atentados. La credibilidad de esa secuencia se asienta en el verosímil testimonio de un espía de la SIDE, que involucra un contradictorio espectro de personajes árabes e israelíes. La simple investigación del espía y de sus superiores resolvería gran parte del enigma.

Una tercera hipótesis del mismo tipo de conexiones menciona actores muy precisos. Señala que los atentados fueron una respuesta de traficantes de Irán, al incumplimiento de Menem de un convenio firmado por Alfonsín con Teherán, para proveer elementos de energía nuclear y misiles Cóndor. Cuando el riojano aceptó las presiones estadounidenses para desconocer esa venta ya abonada, la represalia persa no tardó en hacerse notar con las bombas que conmovieron al país (Elbaum, 2025).

Pero en este tercer caso se expone un nítido conflicto entre dos Estados y no una oscura relación entre mafias del submundo del tráfico de armas. El diagnóstico expuesto no alude a una simple balaceras entre mafiosos.

En los hechos, el tráfico de armas fue siempre una actividad marginal en Argentina por el contundente protagonismo del Estado en ese negocio. El país fue un gran proveedor secundario de pertrechos en sintonía con Estados Unidos. Garantizaba el suministro a países en conflicto, que la primera potencia no podía abastecer por alguna restricción política o diplomática. Por ese hueco, Argentina vendió armas a Croacia y Ecuador-Perú en situaciones críticas.

El tráfico tampoco tuvo relevancia, ni tradición previa, puesto que el país fue proveedor de una enorme variedad de clientes, que incluyeron a Israel, Egipto, Irak e Irán, con explícitos manejos de la cúpula estatal bajo la égida directa de Estados Unidos. Como esta gestión del comercio bélico se mantuvo sin cambios durante el menemato, la explicación de los atentados por el tráfico de armas no parece conducir a buen puerto. La idea de grandes crímenes por un impago, con los códigos de la mafia o el narcotráfico, no cuaja con el protagonismo activo del Estado en el negocio bélico.

MILITARES EN EL VIRAJE GEOPOLÍTICO

Los tres atentados se consumaron en un contexto de crisis fulminante del ejército por el efecto acumulado de la derrota en Malvinas, el colapso de la dictadura y los juicios a los genocidas. Las fuerzas armadas afrontaban un proceso de crisis y disgregación interna con la opinión pública en contra y un desprestigio mayúsculo en todos los segmentos de la sociedad.

Esta crisis fue potenciada por la propia reacción golpistas de los militares, que intentaron tres sublevaciones, para forzar el fin de los juicios y la impunidad de todos los involucrados en los crímenes de la dictadura. Con el levantamiento de Semana Santa (1987) consiguieron las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, pero no cejaron en sus exigencias. La segunda asonada de Villa Martelli (1988) concluyó en un compromiso y con la brutal represión a la toma de La Tablada (1989). Allí recompusieron un protagonismo que los indujo a subir la apuesta.

La demanda unificadora del ejército era la anulación de todas las penas a criminales de la dictadura, pero el sector nacionalista de derecha carapintada, embanderado con la incursión de Malvinas (Seineldin), pulseaba con la fracción amoldada al giro institucionalista y pro occidental del establishment y los partidos mayoritarios (Balza).

En el ocaso de Alfonsín, los Carapintadas pactaron con Menem cargos en el futuro gobierno e impunidad para los genocidas, en el marco del perfil nacionalista que prometía introducir el riojano. Cuando Menen incumplió esas promesas y sepultó todo lo anunciado con un giro neoliberal pro yanqui, la fracasada sublevación de Seineldín fue más virulenta y se saldó con muertos, heridos y el encarcelamiento de su gestor (Csipka, 2025).

El indulto posterior cohesionó las tropas en una línea de sumisión al Pentágono y todo el proyecto de recrear un curso malvinero quedó definitivamente sepultado. La expectativa de retomar una asociación con Estados Unidos, -pero preservando un fuerte aparato militar autónomo en el país- se extinguió.

Los atentados a la Embajada, la AMIA y Río Tercero se perpetraron al final de este convulsivo escenario en el ámbito militar. Divorciar ese contexto de las explosiones ha sido principal propósito de la historia oficial. Hablando de exóticos personajes de Irán o Hezbollah se pierde de vista el palpable registro de los conocidos individuos con armas, que hacían valer su peso en la vida política nacional. Ese desvío de la atención apuntó a borrar la adscripción Carapintada de muchos sospechosos de las tres explosiones.

La hipótesis de un propósito malvinero de los atentados se asienta en recordar que ese sector fue traicionado por Menem, en una disputa zanjada a tiros. No parece descabellado suponer que la balacera escaló de nivel con bombas de mayor porte, en explosiones que golpearon al gobierno incumplidor, en su viraje de sometimiento a Israel y Estados Unidos.

Pero esa explicación de los atentados por simple venganza choca con el dato que los Carapintadas ya se encontraban en fulminante retroceso y disgregación, luego de su último y fallido complot. Su bandera del indulto había sido confiscada por Menem y ninguna fracción relevante del ejército mantenía en pie el proyecto de nacionalismo malvinero.

Pero la búsqueda de un posicionamiento más autónomo de Argentina en el nuevo orden de globalización, posguerra fría y unipolaridad norteamericana persistía en esos años, como estandarte de toda la jefatura militar. Incluso los institucionalistas que acompañaban el giro de Menem hacia las “relaciones carnales” con Estados Unidos, compartían la intención de preservar un aparato militar sólido y propio del país, para continuar con la fabricación de armamento en gran escala, junto a las exportaciones de misiles y energía nuclear. Objetaban la privatización de esas actividades y rechazaban la presión externa para desmantelar los negocios bélicos de Argentina.

En grandes sectores de las fuerzas armadas había un gran descontento con el curso iniciado por Alfonsín y profundizado por Menen de anulación del desarrollo misiles y obstrucción del desenvolvimiento nuclear, que siguió a la suscripción del Tratado de No Proliferación Nuclear impuesto por el Pentágono. Varios estamentos y las logias de las Fuerzas Armadas notaban que su definitivo desplazamiento de la vida política -con la ley de Defensa de la Democracia- implicaba también un recorte radical a sus negocios en el mundo.

En ese contexto, cabe la hipótesis de una acción de grupos militares en los tres atentados, con la intención de reposicionar al ejército, como fuerza de peso en el giro pro occidental de la época. Esa incidencia exigía limitar el puro sometimiento a Estados Unidos e Israel que inauguró Menem.

Pero si el propósito de las bombas fue emitir ese mensaje, el resultado final fue exactamente el opuesto. Los atentados reforzaron el debilitamiento del ejército como actor político y acentuaron el desplome de la economía militar, que se derrumbó sin pausa al compás de la desindustrialización padecida por Argentina.

El contrapunto con Brasil se acrecentó y la pérdida de influencia social de las fuerzas armadas quedó a la vista, en la escasa relevancia que logró mantener en sus voceros políticos. La vicepresidenta Villarruel no ha logrado revertir ese declive.

CLARIFICAR PARA LA BATALLAR POR PALESTINA

Resulta indispensable incorporar la hipótesis de una pista militar argentina en la explicación de los atentados para comenzar a clarificar lo sucedido. La investigación de esos acontecimientos de la historia reciente del país continúa en la nebulosa. Se han publicado varios libros sobre el tema, pero el bloqueo de los archivos impide una indagación rigurosa de lo ocurrido.

Esa obstrucción obliga a formular y concebir explicaciones que no logran asentarse en datos probatorios. Los cambios de opinión entre los estudiosos del tema, en gran medida obedecen a esa imposibilidad de contrastar intuiciones o razonamientos con documentos confirmatorios.

Pero el interés no decae y las investigaciones que inicialmente se originaron en el ámbito de los afectados, tienden a traspasar esa frontera, incorporando nuevos evaluadores de lo sucedido. Esclarecer los atentados es vital para suturar un hueco de la historia reciente y para despejar un escollo a la masificación de la solidaridad con Palestina.

Luego del juicio a la Junta Militar, Argentina comenzó a desenvolver una importante trayectoria en la batalla internacional por los Derechos Humanos y no puede quedar al margen de la lucha contra la masacre sionista. Una nación que ha vivido el terrorismo de Estado y ha construido un camino de memoria, verdad y justicia, tiene la responsabilidad ética de levantar su voz contra el genocidio. Para que esa presencia recupere protagonismo es indispensable esclarecer lo ocurrido con los atentados.

RESUMEN

La farsa en la investigación de la AMIA y la Embajada refuerza la propaganda sionista. Las tres hipótesis de responsabilidad externa mantienen la confusión y eluden la búsqueda de los artífices locales, que puede indagarse en torno al tráfico de armas. El reposicionamiento del ejército en el nuevo orden geopolítico es una hipótesis más prometedora. En todos los casos es vital esclarecer lo ocurrido para remover obstáculos a la solidaridad con Palestina.

REFERENCIAS

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-Lutzky, Horacio (2025). Entrevista 10 ago https://www.youtube.com/watch?v=Ucz7a-zbARI

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-Salinas, Juan (2024b). Blog https://pajarorojo.com.ar/temas/atentados/amia/ -02/12/2024

-Ginsberg, Laura; Gitter, Pablo (2025) Juicio en ausencia: una conspiración contra la verdad https://www.clarin.com/opinion/juicio-ausencia-conspiracion

-Kollmann, Raúl (2024b) Treinta años, siete preguntas: Lo que se sabe y no se sabe sobre el atentado contra la AMIA https://www.pagina12.com.ar/751896-treinta-anos-siete-preguntas-lo-que-se-sabe-y-no-se-sabe-sob

-Hispantv (2025), Acusaciones contra Irán por AMIA fueron fabricadas https://www.hispantv.com/noticias/politica/618200/revela-acusaciones-contra-iran-amia-fabricadas

-Ginsberg, Laura; Gitter, Pablo (2023). Los archivos hablan de verdad https://www.clarin.com/opinion/archivos-hablan

-Kollmann, Raul (2025a) 31 años del atentado contra la AMIA. Un revival del expediente Nisman https://www.pagina12.com.ar/842838-aniversario-de-actos-polemicas-y-un-poco-de-show

-Kollmann, Raul (2025b). Juicio en ausencia, ausencia de justicia», la consigna central Memoria Activa: un aniversario diferente del atentado contra la AMIA https://www.pagina12.com.ar/843056-memoria-activa-un-aniversario-diferente-del-atentado-contra-

-Yanzón, Rodolfo (2025). El juicio en ausencia es un retroceso, https://www.pagina12.com.ar/843004-el-juicio-es-ausencia-es-un-retroceso

-Elbaum, Jorge (2025) Entrevistas https://www.youtube.com/watch?v=rTQMo9hZ0m8

-Ceresole, Norberto (1996) El terrorismo judío en la Argentina. CEAM 1996 https://es.scribd.com/document/133881497/EL-TERRORISMO-JUDIO-EN-LA-ARGENTINA-por-Norberto-Ceresole

-Elbaum, Jorge; Lutzky, Horacio (2018) AMIA atentado: El pájaro oscurece sus plumas. Apuntes sobre “Infamia” de Juan José Salinas, 30/10/2018, https://llamamiento.net/2018/10/amia-atentado-el-pajaro-oscurece-sus-plumas-apuntes-sobre-infamia-de-juan-jose-salinas/

-Salinas, Juan (2025b). Blog https://pajarorojo.com.ar/temas/atentados/amia/ -20/07/2025

-Salinas, Juan (2024c). Blog https://pajarorojo.com.ar/temas/atentados/amia/ 04/08/2024

-Sanz, Christian (2017). Quiénes y por qué volaron la AMIA https://www.mendozapost.com/politica/milei-voto-octubre-plata-hoy-gobernadores-opinion/

-Csipka, Juan Carlos (2025) Carlos Menem y Mohamed Alí Seineldín: una relación más compleja que la de la ficción https://www.pagina12.com.ar/842822-carlos-menem-y-mohamed-ali-seineldin-una-relacion-mas-comple

Claudio Katz. Economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del EDI. Su página web es: www.lahaine.org/katz

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.