Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Nadia Hasan y revisado por Caty R.
Franja de Gaza, Palestina ocupada.- Estoy escribiendo estas líneas mientras las lágrimas caen de mis ojos. Ustedes saben que soy palestino, deben saber que mis amigos de Cisjordania también son palestinos. Pero también deben saber que nunca nos hemos visto. Ustedes saben que somos del mismo país, pero nunca nos hemos reunido. Y ustedes saben que sólo hemos hablado por teléfono.
Espero que sepan que nos hemos conocido y convertido en amigos en los últimos años, y ustedes saben que hemos contribuido con muchos artículos para IMEMC.org. Ustedes saben que hemos reído, llorado y suspirado juntos.
Pero hoy estoy llorando solo. Mi amigo Saed de Beit Sahour y Jenka (una maravillosa mujer estadounidense) se marchan a Estados Unidos, donde vive Jenka. La joven pareja ha decidido irse de Palestina buscando una vida nueva sin ocupación militar, sin un Muro de Apartheid, sin puestos de control, sin carreteras exclusivas, sin restricciones en los caminos.
Saed, Jenka y yo nunca nos hemos visto o reunido en persona desde que comenzamos a trabajar hace un par de años, a pesar de que vivimos en el mismo país, Palestina. Pero desgraciadamente para nuestra amistad, la pareja vive en Cisjordania y yo en Gaza.
Quizás ustedes se pregunten por qué nunca nos hemos reunido. Seguramente [pensarán] podríamos haber viajado en automóvil, en autobús, en tren o incluso en avión, para poder reunirnos -la distancia entre Cisjordania y la Franja de Gaza no es muy grande-. Responderé de manera sencilla: no; ni mis amigos ni yo podemos hacer eso. No porque estemos viviendo en un desierto -Palestina es un lugar hermoso, con un paisaje maravilloso, una hermosa playa y montañas nevadas-.
Entonces pueden llegar a pensar que quizá no tengamos suficiente dinero para viajar, y responderé simplemente, no, ese tampoco es el caso.
Entonces ¿cuál es vuestro problema?, se preguntarán. Respondo nuevamente de manera sencilla: el problema es que la ocupación israelí ha desconectado unilateralmente la Franja de Gaza y se mantiene omnipresente en todos los puestos fronterizos, controlando el movimiento de cualquier objeto, incluso de un gato.
Estoy atrapado en la prisión más grande del mundo mientras mis amigos están encerrados por un Muro de Apartheid equipado con cámaras de vigilancia, por lo que no pueden viajar ni siquiera a las localidades cercanas de Cisjordania a menos que pasen horas esperando para poder cruzar los puestos militares de control israelíes.
Para mí como habitante de Gaza, la movilidad hacia otras partes de los territorios ocupados (Cisjordania) está extremadamente restringida bajo las regulaciones y medidas de seguridad de las autoridades militares israelíes. La única salida que podría usar para viajar a Beit Sahour en Cisjordania sería el puesto de control de Erez, que me llevaría a través de Israel -algo para lo que muy pocos habitantes de Gaza han conseguido permiso-. Erez, que solía ser una ajetreada frontera comercial y para pasajeros, este año se ha convertido en un cruce habilitado sólo para casos de emergencia desde la Franja de Gaza hacia hospitales israelíes (e incluso esos casos están severamente restringidos). Estoy viviendo en una prisión inmensa, no sólo yo, sino también el resto de la población de Gaza, es decir, 1.400.000 personas.
Esta noche, tengo que usar el teléfono para despedirme de mis buenos amigos de Cisjordania, e incluso no sé si el teléfono también está controlado por las autoridades de ocupación israelíes. Pero no se preocupen, por favor no se preocupen. Saed y yo imaginamos que estamos dándonos la mano y abrazándonos. Le pueden preguntar a Saed.
Rami Almeghari es periodista freelance y traductor en la Franja de Gaza. Puede ser contactado en [email protected].
Original en inglés: http://electronicintifada.net/v2/article6261.shtml
Nadia Hasan y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, la traductora y la fuente.