Hace diez años la autoinmolación de un vendedor ambulante en Túnez, que se prendió fuego, estimuló revueltas populares por todo el Mediterráneo, de Marruecos a España. Los ciudadanos ocuparon las plazas, indignados por las terribles condiciones que marcaban sus vidas.
Pocos de sus objetivos se han alcanzado en la última década. Los gobiernos de los estados del sur de Europa han traicionado, uno tras otro, las aspiraciones de sus ciudadanos. El fracaso más llamativo fue el del gobierno de Syriza en Grecia, que ganó las elecciones con un mandato contrario a la austeridad y luego se rindió ante la Troika (el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional) en 2015.
Los levantamientos en el norte de África terminaron con el retorno de los generales (como en Egipto), la destrucción del Estado (como en Libia) y la reafirmación de las monarquías (de Marruecos a Arabia Saudí).
Una década más tarde, el presidente Donald Trump ha tallado el obituario en la lápida de aquella “Primavera Árabe” al utilizar la inmensidad del poderío estadounidense para reforzar a sus aliados –como las monarquías árabes e Israel– en detrimento de los ciudadanos de la región.
De aquella rebelión popular queda el lejano recuerdo de la multitud congregada en la plaza Tahrir de El Cairo. Una imagen más representativa del presente sería la de los monarcas de Marruecos y Emiratos Árabes Unidos (EAU) lamiendo las botas a Israel para complacer a Estados Unidos.
Peligro en el Mediterráneo Oriental
Cuando la gente se congregó en las plazas de los países de lengua árabe emergieron dos conflictos que sacudieron la política de sus países. El primero de ellos enfrentó a Irán y las monarquías árabes del Golfo (lideradas por Arabia Saudí y Emiratos Árabes). Este conflicto tuvo un impacto catastrófico en Líbano y Siria. El segundo enfrentó a los países simpatizantes de los Hermanos Musulmanes (Qatar y Turquía) con las monarquías árabes del Golfo. Ambos conflictos, avivados por Israel, continúan amenazando con provocar guerras regionales.
Presionado por Arabia Saudí e Israel, Estados Unidos urdió una supuesta amenaza nuclear por parte de Irán y planificó una serie de negociaciones que terminarían fraguando el acuerdo de 2015 con Irán. Entretanto, varios científicos nucleares iraníes han sido asesinados desde 2010 hasta el presente; Irán culpa a Israel y Estados Unidos de estos crímenes. Las sanciones y las amenazas de intervención militar casi se han convertido en algo normal. La gravedad de este conflicto no ha disminuido y no disminuirá aunque el presidente electo Joe Biden retome el marco de los acuerdos nucleares.
Más siniestra es la profundización del conflicto con Qatar y, especialmente, con Turquía. En 2017, Estados Unidos y sus aliados iniciaron un bloqueo contra Qatar; la enemistad es tan grande que Arabia Saudí planeaba cerrar las fronteras terrestres alrededor de Qatar y aislarlo por completo.
A los países árabes del Golfo y a los europeos les molestó la influencia ejercida por Turquía sobre los nuevos gobiernos del norte de África. Confabularon para derribar al gobierno de los Hermanos Musulmanes en Egipto en 2013 y para continuar la guerra en Libia con el fin de contrarrestar la influencia de Turquía en el gobierno de Trípoli, reconocido por la ONU.
El descubrimiento de enormes yacimientos de gas en el Mediterráneo oriental en 2009 cambió la ecuación de las viejas rivalidades en la zona, especialmente entre Israel y sus vecinos, y entre Turquía y Grecia, a cuenta de Chipre. En la última década las alianzas por todo el Mediterráneo se han afianzado en torno al control de estos yacimientos gasísticos. Se han publicado mapas con reclamaciones contrapuestas y ha sido complicado evitar conflictos casi militares. El suministro de armas turcas a tropas combatientes en Libia ofreció la oportunidad para que navíos franceses (en junio de 2020) y alemanes (noviembre de 2020) intentaran abordar a buques turcos. La Unión Europea amenazó a Turquía con la imposición de duras sanciones en su cumbre del 10-11 de diciembre, aunque posteriormente decidió postergar cualquier decisión sobre el tema hasta la siguiente reunión de marzo 2021.
Francia, que ha redoblado su presencia en la región del Sahel, acaba de reforzar sus lazos con los países opuestos a Turquía. La venta de armas a Grecia ha ido acompañada de maniobras militares conjuntas con Egipto y los Emiratos árabes (llamadas “Medusa”, que incluyen a Chipre y Grecia). [Este mismo mes] El presidente francés Emmanuel Macron recibió con honores al presidente egipcio, el antiguo general Abdel Fattah el-Sisi, y le condecoró con la más alta distinción francesa, la Legión de Honor.
Cuando el secretario de Estados de EE.UU., Mike Pompeo, visitó Francia en noviembre, criticó en el diario Le Figaro las acciones de Turquía en el Mediterráneo oriental, y durante su visita a Turquía evitó reunirse con altos funcionarios turcos. El desaire fue evidente. Ahora Israel, con el respaldo de EE.UU. ha anunciado que incrementará la cooperación militar con Chipre y con Grecia.
Mientras tanto, Turquía ha mejorado la cooperación con Rusia y, curiosamente, con Reino Unido, cada vez más aislado de los europeos por sus balbucientes negociaciones del Brexit.
Golpe de gracia a Palestina, Sahara Occidental y Yemen
Trump ha propuesto un alucinante “Acuerdo del siglo” que supuestamente resolvería la prolongada ocupación israelí de Palestina que, como es evidente, no ha servido para nada. Lo que sí han conseguido Trump y Pompeo es descartar una serie de resoluciones de la ONU para servir a Israel en bandeja muchas de sus demandas más exigentes.
Un primer gesto fue el anuncio de traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén; luego vino el consentimiento a la posible anexión a gran escala de Jerusalén Este y Cisjordania por parte de Israel y el reconocimiento de la ocupación israelí de los Altos del Golan sirios. Estados Unidos concedió favores aquí y allá –como la venta de armamento por valor de 23.000 millones de dólares a EAU y la retirada de Sudán de la lista de países que promueven el terrorismo– para ganar el reconocimiento público de Israel. Estas armas vendidas a EAU, en especial los [aviones de combate] F-35, permitirán a los estados del Golfo continuar su cruel guerra contra Yemen.
Luego, sobre la marcha, Estados Unidos reconoció la ocupación marroquí del Sahara Occidental a cambio del reconocimiento de Israel por parte de Marruecos y la compra a Estados Unidos de armas por valor de 1.000 millones de dólares. Este acuerdo pudo realizarse por mediación de EAU.
Tiempos de cinismo
Recientemente he hablado por teléfono largo y tendido con algunos amigos con los que viví la Primavera Árabe y, la verdad, hay poco que celebrar. Algunos murieron en Siria y en Libia y otros están presos en Egipto. Han desaparecido las grandes esperanzas y ha regresado el viejo cinismo, el cinismo de los negocios de armas y de los negocios de la energía, el cinismo de la brutalidad.
Vijay Prashad es un historiador, editor y periodista indio, corresponsal habitual de Globetrotter. Es también editor de LeftWord Books y director de Tricontinental: Institute for Social Research. Autor de más de 20 libros, el último de ellos Washington Bullets prologado por Evo Morales.
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