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Agustí Colomines y su tesis sobre los comunistas anticatalanistas discípulos de Manuel Sacristán (I)

Fuentes: Rebelión

Se le suele presentar en páginas amigas del siguiente modo: Agustí Colomines [AC] es profesor titular de historia contemporánea en la Universidad de Barcelona y director académico de la Cátedra Josep Termes [un historiador amigo suyo fallecido] de «lideraje, ciudadanía e identidades» (¡nada menos!) Especialista, dicen, en historiografía e historia del nacionalismo, es miembro de […]

Se le suele presentar en páginas amigas del siguiente modo: Agustí Colomines [AC] es profesor titular de historia contemporánea en la Universidad de Barcelona y director académico de la Cátedra Josep Termes [un historiador amigo suyo fallecido] de «lideraje, ciudadanía e identidades» (¡nada menos!) Especialista, dicen, en historiografía e historia del nacionalismo, es miembro de ASEN de la London School of Economics. Fue director de Unescocat (2004-2007), presidente del Institut Linguapax (2005-2008) y director de la Fundación CatDem (2007-2013).

Lo último es muy importante, aunque se diga de pasada y en último lugar [1]. El doctor Colomines fue el máximo responsable de la autodenominada «Fundació CatDem Ramon Trias Fargas», un -digámoslo así- think thank del catalanismo conservador y neoliberal de CDC, en su apuesta por convertirse en «la casa gran común» de todo el catalanismo. Fue durante su mandato cuando la Fundación sirvió de pantalla para que las comisiones del «3%» (es decir, del 5, del 7, del 10% o más) fluyeran desde Ferrovial y otras grandes corporaciones (no importaba la nacionalidad empresarial desde luego), que trabajaban para la Generalitat, hasta la abultada, dotada e insaciable caja de CDC, a través de Félix Millet, del Palau de la Música y de la propia Fundación. «La pela es la pela», éste era y es el lema. CDC, recuérdese, tiene embargada su sede por el asunto.

¿Fue responsable AC por acción de esta acumulación en absoluto primitiva? Probablemente no, seguramente no. Pero tal vez sí (aunque fuera un «poquito») «por omisión». Siendo máximo responsable de la Fundació CatDem, no preguntó lo que debía y dejó o no hizo nada para impedir (o lo intentó y no dimitió) que la Fundación CatDem financiase irregular e ilegalmente a su partido, a CDC, el partido gobernante actualmente en Catalunya, el del «dret a decidir».

No es cualquier cosa lo señalado. ¿Se infiere de ello que todos los comentarios de AC sobre asuntos histórico-políticos tengan nulo o escaso valor? No, desde luego. No se trata de caer estúpidamente en las turbulentas aguas de las falacias ad hominem. Pero tampoco, como es evidente, vale de per se todo lo que el ex presidente de la Fundació CatDem señale, «ataque» o argumente. Veamos dos ejemplos.

Ya hace algún tiempo, AC nos obsequió, o castigó más bien, con un artículo [2] en el que señalaba que cuando apareció un libro de Francesc-Marc Álvaro, Los asesinos de Franco (La esfera de los libros, 2005), se montó una pequeña tangana porque en él se afirmaba entre otras cosas que Manuel Vázquez Montalbán había sido expulsado del PSUC por Manuel Sacristán. Cuando Borja de Riquer, señalaba AC, criticó con dureza el ensayo de Álvaro, este dato, falso en opinión de Riquer (con toda razón), probaba que el libro era malo, sesgado e incluso malintencionado. Ni que decir tiene que Borja de Riquer esgrimió muchas otras razones, no sólo la inexactitud de esa falsa expulsión.

A Borja de Riquer, prosigue AC, no le sirvió de nada que otro profesor, Josep Termes, amigo-amiguísimo de AC y del autor de libro, el periodista de La Vanguardia y de 8TV F.M. Álvaro, ratificara la versión con el argumento «de que había sido él mismo quien le había comunicado la expulsión a Vázquez Montalbán.» Todo lo anterior sin papeles, con el único testimonio de Josep Termes, la única referencia, con mucha documentación a su alcance, que usaba F.M. Álvaro en su libro. ¡La historia oral anticomunista y nacionalista en el puesto de mando siempre!

A la breve polémica periodística, sigue recordando AC, se añadieron Antoni Guitiérrez Díaz, que afirmó que él de este hecho no sabía nada (no fue exactamente así, matizó mucho más el que fuera secretario general del PSUC), y Anna Sellés, viuda de Vázquez Montalbán y al mismo tiempo historiadora, que ratificó la poca simpatía que se tenían los dos protagonistas de la historia, «pero no terminó de aclarar nada». No fue así, en absoluto. Sí lo hizo: remitió a una larga conversación de Vázquez Montalbán con su traductor francés donde el propio protagonista daba su versión de los hechos [3]

Se cerró en falso el debate, prosigue AC, «porque los aspavientos puritanos de los defensores de Sacristán», de los que no se molesta dar ninguna referencia, «truncaron la posibilidad de ir más allá». Se trataba y se trata, conjetura AC, «de preservar la imagen de este filósofo estalinista catalán a la manera hagiográfica de la única y desafortunada biografía publicada hasta ahora La práctica de Manuel Sacristán. Una biografía política (Trotta, 2004)». ¡Qué afable, qué cortés, qué objetividad científica la de nuestro historiador CatDem!

No entro en el comentario del informado libro de Juan-Ramón Capella del que, erróneamente, presenta como «única» y, peor aún, «desafortunada hagiografía» y cuya atenta lectura dudo mucho que esté incluida en el currículum real del doctor Colomines, pero llamo la atención en torno a que el ex de la Fundació CatDem se refiera a Sacristán como filósofo catalán (en lengua castellana y de orígenes castellanos). Lo de estalinista, nudo central de su estocada, es otra prueba de su desconocimiento del tema, del hablar para insultar… que algo queda. ¿Qué se hubiera atrevido a decir si Sacristán siguiera entre nosotros? Poco, muy poco. Si se hubiera molestado un poco (pero es obvio que al cuadro-bien-situado de CDC el asunto le importa un higo en el fondo), hubiera podido conocer las opiniones críticas vertidas sobre el estalinismo por el autor de Papeles de Filosofía desde finales de los sesenta, antes incluso. Por lo demás, una intervención de 1978 recogida en Seis conferencias (El Viejo Topo, Barcelona, 2005, con prólogo imprescindible de Francisco Fernández Buey), de título «Sobre el estalinismo», recoge lo esencial de la valoración de Sacristán sobre este momento oscuro y autoritario de la tradición. Recuerdo y destaco: ¿con quién compartía Sacristán mesa en esta ocasión? Efectivamente, con Manuel Vázquez Montalbán.

Sigue luego AC con lo que consideraba virtudes del libro de F.M. Álvaro. No entro en ello. Para quien pueda tener interés, recuerdo la aproximación de Jordi Mir Garcia y del que suscribe: Reseña de «Els assassins de Franco» de Francesc-Marc Álvaro, «Crítica de la crítica acrítica» [4].

El rayo anticomunista no cesa y AC tampoco. El doctor ha vuelto recientemente a la carga [5], a la carga anticomunista, sesgada, desinformada y fuertemente nacionalista con un artículo titulado titulado «Félix Ovejero, la FAES i l’etnicisme». No diré nada, por supuesto, a favor de ese horror llamado FAES, distancias medidas en siglos-luz me alejan de esa «fundación» ultraconservadora de la derecha más extrema, más rancia y más españolista, y no comentaré nada en torno a lo señalado sobre las tesis y argumentos del profesor Félix Ovejero. Nadie mejor que él para defender su posición. Me centro en otros puntos del escrito.

En un seminario del pasado 6 de marzo celebrado por la FAES en Barcelona, participó Félix Ovejero. Ovejero, recuerda AC, fue uno de los promotores intelectuales de Ciudadans. ¿Por qué? Seguramente, afirma nuestro doctor de la Fundació CatDem, porque se formó intelectualmente con Manuel Sacristán y con su grupo de intelectuales comunistas marcadamente anticatalanistas. Se formó Ovejero desde luego con Manuel Sacristán pero de ahí, como es obvio, no se infieren coincidencias políticas en cualquier asunto. Queda lo de intelectuales comunistas marcadamente anticatalanistas: ¿Rosa Maria Borràs fue una intelectual anticatalanista? ¿Lo fue también Pilar Fibla? ¿Lo son Antoni Domènech, Antonio Izquierdo o Juan-Ramón Capella? ¿Lo fue Francisco Fernández Buey? ¿Pere de la Fuente acaso? ¿Neus Porta? ¿Lo son Víctor Ríos, Joan Tafalla o Joaquín Miras?

Haría bien el doctor Colomines en hablar con Rafael Grasa, otro de esos «intelectuales comunistas anticatalanistas» discípulos de Manuel Sacristán que es ahora miembro del Comité Nacional de Transición hacia la Independencia (o expresión afín). Las herencias, como es evidente para cualquier persona no cegada, son plurales, incluso contradictorias.

En síntesis, la afirmación de comunistas anticatalanistas próximos o en los alrededores de Manuel Sacristán es una infamia. Otra más.

Hay más «reflexiones». Proseguimos mañana.

Por lo demás, no creo que al prologuista de la edición catalana de Das Kapital tuviera muchas objeciones a la perspectiva implícita en este fragmento de las memorias de Salvador Pániker: «Le dije a López Rodó. «Cataluña tiene el complejo de haber perdido la guerra civil». Replicó él sin ninguna vacilación. «Pues yo soy catalán y tengo la impresión clarísima de haberla ganado.»

Notas:

[1] El historiador Martín Rodrigo y Alharilla me ha refrescado datos sobre esta relación «fundacional».

[2] http://www.vilaweb.cat/0/forums/detall/928833/doble-moral-resulta-inadmissible-agusti-colomines-companys.html

[3] Para una versión detallada (y algo más informada) de lo sucedido, Salvador López Arnal, La observación de Goethe, Madrid, La Linterna Sorda (en prensa y con excusas por la autocita)

[4] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=47696

[5] http://www.elsingulardigital.cat/cat/notices/2014/03/felix_ovejero_la_faes_i_l_etnicisme_99395.php

Salvador López Arnal es nieto del obrero cenetista asesinado en el Camp de Bota de Barcelona en mayo de 1939 -delito: «rebelión»- José Arnal Cerezuela y fue alumno (no matriculado) de Manuel Sacristán en la Facultad de Económicas de la UB y de Francisco Fernández Buey en la escuela de Sociología de la Diputación de Barcelona.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.