Estoy triste pero también con una rabia que me carcome. El asesinato de Shireen Abu Akleh ha generado en mi una ola de odio que se acrecienta día a día contra el sionismo y que este 14 de mayo estalla como un volcán. No pidan esa falsa objetividad con que se suele encubrir la labor periodística para no decir lo que hay que sostener con fuerza: Israel es la expresión de un régimen cuya ideología es le nacionalsionismo.
La muerte de Shireen es el ejemplo concreto, no sólo de la conducta criminal del nacional sionismo, sino de la vergüenza de gobiernos ciegos, sordos y mudos frente a la violación de los derechos humanos del pueblo palestino. La impunidad con que han dotado al régimen infanticida israelí, para ejecutar todo tipo de atrocidades contra la sociedad palestina, contra sus hombres, mujeres y niños. El robo crónico de su tierra, de la política de exterminio ejecutada desde el año 1948 cuando nace a la arena internacional esta entidad que denominaron Israel.
No es posible que el nacional sionismo siga vigente. Un Israel cuyos componentes sionistas, particularmente, afirman con convicción su condición de víctimas directas e indirectas de un régimen criminal como el Tercer Reich sea hoy el victimario del pueblo palestino, el agresor de El Líbano, Siria, Irak. El patrocinador del terrorismo en Asia occidental y el Magreb. El formador de torturadores y técnicas de asesinato de opositores en Latinoamérica. No es aceptable que sigamos mudos sin elevar nuestras voces gritando a los cuatro vientos, que los sionistas y sus seguidores son asesinos, criminales, ladrones, hipócritas. Una sociedad de lágrima fácil, que sigue usufructuando de pagos multimillonarios por lo que han llamado el holocausto (1) para afianzar su régimen opresor contra Palestina y al mismo tiempo intensificar sus acciones desestabilizadoras contra gobiernos que combaten este nacional sionismo.
No resulta aceptable que seamos incapaces de eliminar de la faz de la tierra a este régimen criminal. No resulta aceptable que sus políticos y militares, con sus manos manchadas de sangre, se paseen tranquilamente por el mundo y no sean detenidos para responder sus crímenes. Detenidos para ser juzgados en un Tribunal Internacional como se estiló contra los criminales nazis en Nuremberg, contra los japoneses en Tokio o el tribunal que juzgó el genocidio en Rwanda. Somos responsables también que asesinos como el sionista estadounidense Naftali Bennett, el moldavo Avigdor Liberman, el presentador de televisión y actual primer ministro alterno con origen en la desaparecida Yugoeslavia Yair Lapid. La extremista ministra del interior de origen iraquí Ayelet Shaked. El ministro de guerra de origen Húngaro Benny Gantz. Todos ellos posible de llevar a la Corte Penal internacional por las violaciones a los derechos humanos del pueblo palestino.
En estas fechas, signadas por el mes de mayo, asistimos, no sólo a una intensificación de la política de exterminio del pueblo palestino, que ha significado, sólo en el último mes, la muerte de 20 luchadores, hombres y mujeres y niños, sino también nos permite recordar, conmemorar, traer a la luz una fecha trágica para Palestina: Al Nakba – la catástrofe –. Dando cuenta con ello al resultado proveniente de la declaración de nacimiento de la entidad sionista el 14 de mayo del año 1948, permitiendo la irrupción de un régimen, que tanto daño le ha ocasionado al pueblo palestino ocupando sus pueblos, aldeas y ciudades. Fragmentando el país, segregando a su población, sometiéndolo a un sistema similar al vivido por Sudáfrica bajo el régimen de apartheid y asimilado así por la Resolución N° 3379 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, aprobada en noviembre del año 1975 y que equiparó al sionismo con el racismo en general y con el apartheid sudafricano en particular, llamando a su eliminación, entendiéndola como una forma de discriminación racial.
En este 14 de mayo a 74 años del inicio de al Nakba reitero lo sostenido en cada artículo en que doy cuenta de este proceso que aún es presente, que no ha concluido, que es parte de la política del sionismo. “En este cuarto lustro del siglo XXI asistimos, en el plano internacional, a la consolidación de la impunidad como conducta, en materia de cumplimiento del derecho internacional por parte de una de las entidades más terroristas, que ha dado la historia de la humanidad: el régimen sionista israelí…que ha demostrado ser una maquinaria criminal. Un vecino inamistoso, un régimen depredador, cuya única manera de desprender de este virus pernicioso es ejercer todas las formas de lucha contra el terrorismo institucionalizado llamado Israel.
Un Israel surgido de determinaciones arbitrarias y con todo el peso de la conciencia de una comunidad internacional que quiso, mediante la partición de Palestina, recomendar con la Resolución N° 181 de noviembre del año 1947 (2) y la cesión de aquello que no le pertenecía, tratar de apaciguar su responsabilidad frente a los crímenes del nacionalsocialismo, pero en cuya deuda el pueblo palestino ha sido el que ha pagado las consecuencias, sin tener arte ni parte y con un sionismo que ha pasado de ser considerado parte de un pueblo víctima a convertirse en una sociedad victimaria. Es innegable que el nacional sionismo no dejará de ocupar los territorios usurpados de la ribera occidental, seguirá violando todas y cada una de las resoluciones emanadas de organismos tan diversos como las Naciones Unidas, su Consejo de Seguridad, la Asamblea General, la Unesco o cualquiera otra que ha demandado a Israel que cese su policía criminal contra el pueblo palestino. Un Israel que seguirá enfrascado en su política colonialista, racista y criminal y que nos permite, con justa razón, parafrasear su actuar, definiéndola como un régimen nacional sionista.
¿Cómo no definir a Israel como un régimen terrorista, una imitación siniestra del régimen nazi, si cada una de sus acciones así lo refleja desde sus primeros arribos a Palestina a fines del siglo XIX? ¿Cómo no definir como nacional sionista a un régimen que asesina hombres, mujeres, niños, que ejecuta asesinatos selectivos como fue el de la periodista Shireen Abu Akleh? Israel y estos 74 años de Al Nakba muestran el terrorismo sionista pletórico de furor homicida y que implicó, a partir del 14 de mayo de 1948 – e incluso antes con el llamado Plan Dalet (3) la expulsión de sus tierras ancestrales de 800 mil palestinos, a manos de fuerzas extremistas de colonos extranjeros, que aplicaron la política aprendida de las hordas nacionalsocialistas y que a partir de esa fecha comenzaron a arrasar casas, cultivos, demoler construcciones, quemar, asesinar a todo aquel que se cruzara en su camino. Fue la expresión brutal pero eficiente de los aprendices de las técnicas del Tercer Reich. Alumnos ejemplares, que saciaron su sed homicida con un pueblo pacífico, cuyo gran pecado no fue haber impedido con fuerza, desde el inicio, la presencia colonialista de los judíos sionistas europeos que comenzaron a llegar en tropel, en hatajos ambiciosos a tierras palestinas.
El 14 de mayo del año 1948 marca el punto de partida, no sólo de un año trágico, sino también una etapa histórica, donde el crimen, la colonización, ocupación y destrucción, han sido conceptos que se han hecho carne en la vida de millones de palestinos. Al Nakba representa una tragedia, para los árabes en general y el pueblo palestino en particular, pues consigna el inicio de la usurpación de las tierras palestinas, la expulsión de miles de familias de sus casas, de sus aldeas, de sus pueblos, de sus arraigos, donde millones de ellos aún malviven en el transtierro. Al Nakba ha significado el descalabro demográfico y territorial, el inicio de un proceso basado en el terror, el racismo, el asesinato, la idea de desarabización y consiguiente judaización de la Palestina Histórica.
Cada palabra escrita, contra la ocupación y colonización de Palestina, se agudiza cuando la justa rabia e indignación frente a los atropellos cometidos por este régimen criminal se hace presente. Cuando aparece de estampida cada 14 de mayo la necesidad y lo vital que resulta conmemorar al Nakba, que al mismo tiempo representa conceptual y concretamente una catástrofe, nos lleva por el camino de la lucha del pueblo palestino, por sus justas reivindicaciones, por el derecho al retorno, por lograr la expulsión del invasor. En un trabajo publicado el año 2017 sostenía que “La Historia de violaciones de la entidad sionista contra el pueblo palestino sigue su curso en la Franja de Gaza, en Cisjordania y el Al-Quds” (4) Ello, en un marco regional de alianza entre el imperialismo, el propio sionismo y el wahabismo expresado en la agresión a siria, las presiones contra El Libano, la política de máxima presión contra irán, los crímenes cometidos contra el pueblo deYemen y que hoy incluso, utiliza la guerra en Ucrania para llevar adelante la invisibilización de la política nazisionista contra palestina y su sueño de autodeterminación.
Ello hace imprescindible el levantar la defensa de los derechos humanos de la población palestina en sus territorios ocupados y aquellos refugiados. En esa composición política regional e internacional, Israel intensifica la violación de los derechos humanos de la población palestina en Cisjordania y la Franja de Gaza, viola el derecho internacional, asesina a moribundos con balazos en la cabeza, profana la Mezquita de Ibrahim en Al-Jalil, impide la entrada de peregrinos a la Explanada de las Mezquitas en Al-Quds, detiene a niños y jóvenes, confisca tierras, demuele viviendas, destierra a familias enteras. Acribilla a manifestantes en la Franja de Gaza. Asesina periodistas y mancilla su funeral con la perversidad del que se sabe impune, protegido por sus socios hegemónicos. Usurpa, roba, asesina, viola y sigue considerando que actúa bajo un mandato divino. Mentirosos compulsivos, asesinos crónicos, ladrones contumaces.
Estamos en presencia de un régimen donde el delirio, la perversión, el carácter criminal de una sociedad debe ser castigada. Resulta evidente, que bajo lo descrito, la idea de los dos Estados es simplemente una farsa. La judaización de Al-Quds, el muro, los asentamientos, los crímenes cotidianos, expresa una política de limpieza étnica, la consolidación de una política basada en el terror que lleva a la entidad sionista a considerarla como uno de los regímenes más criminales que ha tenido la humanidad. Es en este plano, que cada 14 de mayo nos debe alentar a trabajar aún más por lograr la liberación de Palestina. No basta con llorar. Las palabras encendidas, el discurso conmemorativo debe ser acompañado, claramente, por la decisión de combatir al invasor, de expulsarlo más allá del Mediterráneo, de hacerlo sucumbir bajo la justa lucha del pueblo palestino y aquellos que la defienden y admiran. Ese es, uno más, de los objetivos que cada 14 de mayo nos alienta al recordar la Nakba, que no es otra acción que volver a pasar por el corazón.
Artículo Para SegundoPaso ConoSur
- Norman G. Finkelstein expone la tesis de que la memoria del Holocausto no comenzó a adquirir la importancia de la que goza hoy día hasta después de la guerra árabe-israelí de 1967. Esta guerra demostró la fuerza militar de Israel y consiguió que Estados Unidos lo considerara un importante aliado en Oriente Próximo. Esta nueva situación estratégica de Israel sirvió a los líderes de la comunidad judía estadounidense para explotar el Holocausto con el fin de promover su nueva situación privilegiada, y para inmunizar a la política de Israel contra toda crítica. Así, Finkelstein sostiene que uno de los mayores peligros para la memoria de las víctimas del nazismo procede precisamente de aquellos que se erigen en sus guardianes. https://www.akal.com/libro/la-industria-del-holocausto_34967/
Basándose en una gran cantidad de fuentes hasta ahora no estudiadas, Finkelstein descubre la doble extorsión a la que los grupos de presión judíos han sometido a Suiza y Alemania y a los legítimos reclamantes judíos del Holocausto, y denuncia que los fondos de indemnización no han sido utilizados en su mayor parte para ayudar a los supervivientes del Holocausto, sino para mantener en funcionamiento «la industria del Holocausto».
- https://www.telesurtv.net/bloggers/Resolucion-N181-El-numero-de-la-verguenza-y-la-infamia-20171129-0006.html
- Tras ser votada la resolución N.º 181 de diciembre del año 1947 (recomendación de la partición de Palestina) la Haganá – organización terrorista de colonos judíos – comenzó a implementar el denominado Plan Dalet, con el objetivo de generar las condiciones, que permitieran la conquista del territorio palestino. La consigna que movía a esta organización paramilitar fue “ninguna colonia judía situada fuera de los límites del estado Sionista, definido por la Resolución N° 181 sería abandonada o evacuada y la Haganá hará todo lo que esté a su alcance para hostigar, atacar y destruir a toda aldea y pueblo palestino que se resista a abandonar el territorio” Tras la proclamación de la entidad criminal, en mayo del año 1948 y con ello el inicio de la Nakba, todas las aldeas palestinas entre Tel Aviv y Al Quds, incluyendo los barrios palestinos de Jerusalén tenían que ser conquistados según este Plan. El proyecto sionista de ocupación jamás consideró que la posibilidad de una Estado palestino.
- https://radio.uchile.cl/2016/04/30/israel-y-la-limpieza-etnica-en-jerusalen/
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