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Alepo, punto final

Fuentes: Rebelión

El fracaso total de la política de dominación del imperialismo mundial globalizado, IMG, representado por EE.UU. y sus aliados, se comienza a dar con la derrota en el Oriente Medio de los terroristas del Estado Islámico, EI, que se desespera ante el constante ataque aéreo de Rusia, los avances del Ejército Sirio y ve que […]

El fracaso total de la política de dominación del imperialismo mundial globalizado, IMG, representado por EE.UU. y sus aliados, se comienza a dar con la derrota en el Oriente Medio de los terroristas del Estado Islámico, EI, que se desespera ante el constante ataque aéreo de Rusia, los avances del Ejército Sirio y ve que el juego se finiquita con la toma de Alepo por parte de las Unidades Kurdas de Protección Popular, YPG, cuyo objetivo es combatir y expulsar al EI de los territorios que controla en Siria y cerrar la frontera permeable con Turquía.

El que Rusia y Siria alcanzaren en tan corto tiempo los objetivos que el IMG no logró alcanzar en tantos años causa gran detrimento a sus operaciones camufladas. Decían combatir al Estado Islámico, pero en el fondo, y no tan en el fondo, lo apoyaban. Si no, ¿cómo explicar que el EI fuera el que sacaba la mayor tajada de esas operaciones? ¿Por qué lo hacían? Sólo el diablo lo sabe, pero se sospecha que era para derrotar a Rusia, China e Irán, en la guerra contra los países que amenazan su hegemonía.

¿Por qué ‘el malo de la película’, el Presidente Putin, actúa en Siria? Pues porque comprendeque lo ocurrido en Yugoslavia, Afganistán, Irak y Libia, e iba a ocurrir en Siria, era el preámbulo de lo que debía ocurrir en Rusia. Según sus palabras: «Los extremistas en Siria claramente hablan de nuestra patria como de un enemigo y no tratan de ocultar sus planes de expandirse hacia el territorio ruso y los países de la Comunidad de Estados Independientes, CEI». Por eso el ‘establishment’ de Occidentelo odia, porque se les anticipó en ese juego macabro y recuperó para Rusia la soberanía sobre sus recursos naturales.

En Alepo está por finalizar la película. Rusia les había señalado que sólo era posible derrotar al EI en colaboración con Siria, algo que el IMG nunca aceptó. «Que primero se vaya Bashar al Assad y luego veremos qué pasa», dijeron convencidos de la veracidad de las palabras de Putin de que sin la colaboración de EE.UU. era muy difícil derrotar al EI. Pensaron: «¡Ah! Con que nos necesitan para derrotarlo, pues no vamos a participar para que se estanquen en Siria como nosotros estamos estancados en Afganistán e Irak». Y ahora, cuando ven que el tiro les va asalir por la culata, se juegan la carta turca.

En la provincia Siria de Alepo, las YPG están derrotando a los combatientes del EI. Según el representante del Kurdistán sirio en Moscú, Rodi Osman: «Los kurdos controlan un territorio significativo de Siria, disponen de destacamentos armados propios, sin que nos propongamos separarnos de Siria; nuestro objetivo es alcanzar una autonomía democrática como parte de ella; derechos para todos los que habitan en Siria, sean kurdos, árabes, turcos o yazidíes».

Por eso Erdogan los tacha de terroristas, ataca desde Turquía sus posiciones en el norte de Siria y decide crear una zona de seguridad en territorio sirio, todo esto para ayudar al EI, y advierte a los combatientes kurdos que cesen en su empeño de extender sus posiciones. Le está hablando a un pueblo que en su propio país defiende su propio territorio. Después, el Primer Ministro turco, Davutoglu, sostiene que estos ataques son una represalia contra las YPG, a las que denomina «terroristas de la milicia kurda de Siria». Todo lo que pasa, en buenas palabras, se llama agresión.

Para evitarla, Rusia presenta en el Consejo de Seguridad de la ONU un anteproyecto de resolución que exige «poner fin a toda acción que atente contra la soberanía y la integridad territorial de Siria y viole la resolución 2254 (sobre el arreglo en Siria) torpedeando los esfuerzos para encauzar el proceso de paz». Suena bastante racional. ¡Pero no! Este anteproyecto es rechazado por EE.UU., Francia, el Reino Unido y otros tres miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.

Aunque las posibilidades de que Turquía invada Siria son altas, más que nada luego del ataque terrorista del 17 de febrero en Ankara, sucede que en ese caso el Ejército Turco se enfrentaría no sólo al sirio, convertido ahora, según escribe el periódico británico ‘The Independent’, en «el más fuerte, el mejor entrenado y con la mayor experiencia en la batalla en todo el mundo árabe… ¡Qué no se olviden sus vecinos de esto!», sino también a la aviación rusa y el Cuerpo de los Guardianes de la Revolución Islámica, que no son un pelo de cochino.

Tampoco hay que olvidar que, según la Constitución de Turquía, el Ejército es el garante del laicismo de la sociedad turca, por lo que es poco probable que las Fuerzas Armadas de Turquía estén dispuestasa acompañar a Erdogan en su aventura por imponer el islamismo en Siria, pues luego lo impondría en Turquía. Su Estado Mayor considera que una hipotética invasión de tropas turcas a Siria sería posible luego de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU o de una decisión solidaria del Parlamento, el Consejo de Seguridad y el Estado Mayor de Turquía. O sea, nunca. Por lo que se debe esperar que el Ejército de Turquía no envíe tropas a Siria y que, a lo máximo, continúe atacando las bases de los kurdos en Siria, en lo que está de acuerdo con Erdogan, y realice operaciones de fuerzas especiales que garanticen sus intereses, pero nunca una invasión, porque podría darse un enfrentamiento directo con Rusia, lo que no le interesa para nada.

Vale la pena recordar que en la Conferencia de Seguridad Internacional en Múnich, el Primer Miinistro Ruso, Dmitri Medvédev, se pronunció en contra de cualquier operación terrestre en Siria. «Nadie está interesado en una nueva guerra, y una operación terrestre (en Siria) sería una guerra en todo su sentido y de larga duración». Declaró que Rusia tomará decisiones sobre las operaciones de su Fuerza Aérea en Siria en función del desarrollo de los acontecimientos, de sus intereses nacionales y los acuerdos con Damasco. Dijo también que «Rusia está dispuesta a reanudar el diálogo con la UE y EE.UU.», pero puntualizó que Occidente debe «dar un primer paso». Según el canciller ruso, Serguéi Lavrov, toda operación terrestre en Siria «sólo agravaría el conflicto».

Puede ser que Rusia y EE.UU. se peleen, y duro, pero ambas potencias comprenden que una guerra entre ellas, con los armamentos actuales, acabaría con todo el planeta. Por eso la guerra será sólo mediática y virulenta pero no atómica, pues la locura colectiva puede ser grave, pero no da para tanto.

Si la situación se llegara a complicar más aún, en Turquía podría darse un golpe de Estado, como los que ya hubo en numerosas ocasiones en el siglo pasado; algo que Erdogan no debería olvidar a menos que, parafraseando a José María Velasco Ibarra, se quisiera lanzar sobre las bayonetas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.