Introducción
El discurso de posesión de Trump como presidente de Estados Unidos el 20 de enero y sus declaraciones y acciones anteriores y posteriores a ese día han estado dominadas por la lucha entre Estados Unidos y China. En el presente artículo abordamos algunos de los aspectos de ese discurso y primeras acciones, como el supremacismo nacional y blanco; la política contra los inmigrantes; la búsqueda de un relanzamiento de la economía estadounidense vía la intervención militar, la coerción económica y la inversión masiva en inteligencia artificial; el expansionismo, la violación del derecho y el desprecio por la comunidad internacional; la lucha contra los gobiernos democráticos y anti-imperialistas, para presentar después a modo de punteo un conjunto de semejanzas y diferencias entre Trump y Biden y la nueva intervención del Estado en la economía estadounidense, mostrando de este modo que el problema de fondo en Estados Unidos hay que buscarlo en la clase dominante y no solamente en Trump.
Supremacismo nacional y supremacismo blanco
Trump afirmó en su discurso de posesión como presidente de los Estados Unidos que busca “hacer a América grande de nuevo”. Se trata de un nacionalismo extremo que vía la mitificación de la historia estadounidense está orientado a cubrir con una aureola de santidad sus actos clasistas, expansionistas, racistas, homofóbicos y eventualmente su guerra contra China. Esta aureola de santidad se corona con la afirmación de Trump de que la bala que le dispararon y le lesionó una oreja no lo mató porque Dios quiso que siguiera con vida para llevar a Estados Unidos hacia las estrellas: “Somos una gloriosa nación bajo Dios”, sostuvo. Este nacionalismo construye una historia que falsea una parte importante de ella reconociendo únicamente a los estadounidenses de origen británico como constructores de esa nación, silenciando el genocidio perpetrado contra los indígenas que habitaban esa porción de Norteamérica, a los negros que llegaron a la misma a principios del siglo XVII como esclavos y el aporte proporcionado por la población latina.
Contra los inmigrantes
Un eje central del discurso de Trump es la lucha contra los inmigrantes, a quienes criminaliza y estigmatiza constituyéndolos en el chivo expiatorio de los problemas actuales de Estados Unidos, como la crisis económica, la inseguridad, la violencia, el tráfico y el consumo de drogas ilegales, siendo que, en realidad, la población latina en ese país contribuye a la economía estadounidense: “La producción económica total, o producto interno bruto, de los latinos en los Estados Unidos alcanzó los 3.7 trillones de dólares en 2022, según los investigadores. Lo que supera la marca histórica de 3.2 trillones de dólares establecida en 2021. La última cifra convertiría al PIB latino de Estados Unidos en el quinto mayor PIB del mundo para 2022 — mayor que el de India, el Reino Unido y Francia.”(1) La población latina no solo contribuye y ha contribuido al crecimiento de la economía estadounidense, sino que ha sido clave en la constitución de Estados Unidos como la primera potencia económica a nivel mundial.
Por lo demás, los causantes de la crisis económica de los Estados Unidos son las propias corporaciones económicas y los gobiernos sucesivos de este país, que lograron hacer de ese país el país más endeudado del mundo, fabricar un gran déficit fiscal y favorecer la acumulación de capital vía la especulación financiera y promover, así, paulatinamente, su desindustrialización.
Ahora bien, millones de esos inmigrantes ocupan los empleos de más baja cualificación en la construcción, agricultura, industria manufacturera, turismo, etc.; es decir, le proporcionan al capital la mano de obra barata con la que amasan sus fortunas. ¿Trump le va a quitar a esos capitalistas su fuente de ganancia?
Con su discurso criminalizador Trump encubre además que las grandes corrientes migratorias hacia Estados Unidos desde América Latina se producen en el contexto de una crisis económica y productiva en esta última región que a la vez se ha producido en el marco de relaciones desiguales y de dependencia con los Estados Unidos y Europa, relaciones en las cuales estos últimos se aprovecharon de la debilidad estructural de nuestros países y de la existencia de oligarquías locales proclives a aceptar las peores condiciones que ellos nos imponen, para explotar sus materias primas y aprovechar sus mercados.
Un punto aparte pero relacionado que ha sido destacado por diferentes analistas es que la designación de los cárteles como organizaciones terroristas extranjeras permitiría a Trump invadir México bajo el pretexto de luchar contra el terrorismo.
Relanzamiento de la economía estadounidense vía la ocupación militar, el robo, el saqueo, el chantaje y las inversiones
Estados Unidos ha perdido en las últimas dos décadas un gran terreno en la economía, la producción y el comercio frente a China. Además, Estados Unidos padece de un gigantesco déficit fiscal, déficit comercial y deuda pública. Posteriormente al día de su posesión Trump anunció la inversión de 500 mil millones de dólares en la empresa Stargate, una empresa que buscará el desarrollo de la inteligencia artificial, rubro en el cual Estados Unidos es líder a nivel mundial hasta el momento. A la vez, en el Foro Económico de Davos Trump ha chantajeado a las empresas extranjeras que quieren exportar a Estados Unidos exigiéndoles que produzcan en este país y que si no lo hacen les aumentará los aranceles.
La expansión sobre territorios ajenos (para apropiarse de sus materias primas, sus mercados y sus rutas comerciales), el aumento anunciado de los aranceles y la conservación del dólar como la moneda de reserva y de las transacciones en el comercio mundial son mecanismos de acumulación que son extra-económicos y que pertenecen al ámbito de la coerción y la violencia, que Marx trató en el capítulo La llamada acumulación originaria de capital, primer tomo de El capital (1867). Estados Unidos se construyó sobre la base del genocidio de los pueblos indígenas que vivían en el territorio que ocupa hoy y del robo y compra de tierras ajenas. Hoy Trump ha anunciado el uso de la violencia para perpetuar la hegemonía de Estados Unidos en el sistema mundial. Estamos hablando de que Estados Unidos busca relanzar la acumulación de capital en su espacio geográfico incorporando a su control a procesos económicos existentes en otros espacios nacionales, así como sus recursos naturales, lo que nos remite al viejo colonialismo, violando flagrantemente la soberanía y la independencia de los Estados nacionales.
Este plan de relanzamiento de la economía estadounidense por las vías que hemos mencionado busca recuperar y fortalecer a la economía estadounidense para ir a la guerra contra China, pero, nos preguntarnos: ¿esas inversiones lograrán su objetivo? Los hechos, como, por ejemplo, el desplome del 17% de las acciones de Nvidia ante la aparición de Deepseek, nos hace dudar de que Estados Unidos pueda conservar, por ejemplo, el liderazgo en inteligencia artificial.
Expansionismo, violación del derecho internacional y desprecio por la comunidad internacional
Trump ha anunciado desde antes de su posesión formal que desea comprar Groenlandia y que si fuera necesario tomará militarmente esta isla gigante. También anunció que le aplicará a Canadá aranceles de un 25% con la finalidad de forzar su anexión a Estados Unidos como el estado 51 de este país. El día de su posesión ratificó que tomará el canal de Panamá. Pocos días después dijo que si es necesario usará la fuerza militar con Venezuela, país que tiene las reservas petroleras más grandes del mundo.
En este punto hay que observar lo siguiente. Por un lado, Trump retoma la política de expansión colonial de décadas atrás y, de otro lado, continúa en la historia reciente la política de Biden de violación del derecho internacional y de desprecio a la comunidad internacional. (Al parecer, algunos creen que Trump es decididamente peor que Biden, pero fue este último quien patrocinó, financió y armó a Israel para cometer genocidio contra el pueblo palestino y apropiarse de nuevos territorios de este pueblo, así como de Líbano y Siria). En los últimos días, Trump ha anunciado que desea trasladar a 1.5 millones de palestinos de Gaza hacia Jordania y Egipto, buscando completar de esta manera el genocidio y exterminio político del pueblo palestino.
Asimismo, Trump, dando continuidad a lo que hizo Biden también, saca a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (restando a este organismo de una parte importante de los fondos con los que normalmente trabaja) y del Acuerdo de París (que obliga a los países a disminuir la emisión de dióxido de carbono para mitigar de esta manera la contaminación ambiental). El punto de partida de Trump para tomar esta decisión es la negación del cambio climático, de la participación brutal de Estados Unidos en la destrucción de la naturaleza y la negación y rechazo de la ciencia misma, buscando ampliar significativamente la producción y exportación de petróleo sin cumplir con la normativa internacional para satisfacer los apetitos insaciables de los grandes capitalistas del petróleo. Este último punto está relacionado con el proyecto de relanzamiento de la economía estadounidense.
Liquidación de los gobiernos nacional populares y ataque a los derechos de los trabajadores
No porque lo pongamos casi al final este acápite es menos importante que los demás. En realidad, es parte fundamental de toda la política imperialista de Trump. El día de su posesión Trump habló de que se había gastado mucho en sanidad, con lo cual estaba anunciando recortes importantes en salud pública dentro de los Estados Unidos. Como ya hemos dicho, ha anunciado también que podría usar la fuerza militar contra Venezuela (aunque en los últimos días envió al delegado Grenell para negociar con Maduro la deportación de venezolanos y la recuperación de estadounidenses presos en Venezuela), además de que volvió a colocar a Cuba en la lista de estados patrocinadores del terrorismo, una más de las mentiras de las que se vale Estados Unidos para justificar su ataque a países que resisten y desarrollan un proyecto político de control nacional de sus recursos naturales y de construcción política alternativa a lo que manda el país hegemónico a nivel mundial. Así, Estados Unidos prolongará el brutal bloqueo económico contra Cuba.
Trump y Biden
Si bien existen diferencias en el discurso y política de Trump respecto a lo que hizo Biden, también existen grandes similitudes entre los dos. Una coincidencia fundamental es la de apoyar absolutamente el genocidio y la expansión colonial de Israel sobre Palestina y Siria con el uso de la violencia más extrema. El supremacismo nacional; la violación del derecho internacional (análoga a la violación del Estado de derecho en cada país); el desprecio por la comunidad internacional; la lucha contra los gobiernos antiimperialistas de América Latina mediante los métodos más brutales como son los bloqueos económicos; la lucha contra los derechos laborales, económicos y sociales de los trabajadores, son algunas de las semejanzas más importantes entre ambos personajes.
Asimismo, si bien es cierto que los demócratas y Biden reivindican el globalismo, a la vez han favorecido las políticas proteccionistas y la guerra comercial contra China, tanto como Trump y los republicanos.
Algunas diferencias entre Trump y Biden son el supremacismo blanco y la estigmatización y criminalización abierta y descarada de los inmigrantes, el discurso expansionista (amenazas contra Canadá, Groenlandia, Panamá)(2), el discurso contra la comunidad LGBT y la negación del cambio climático y de la propia ciencia por parte de Trump. Lo que debemos subrayar sobre este último conjunto de políticas es que constituyen una violación del estado de derecho en los Estados Unidos, ya que, por ejemplo, se eliminan las disposiciones técnicas que favorecen a la población negra y a la población LGBT, además de presentarse a los inmigrantes como criminales sin que incluso eso esté respaldado por actividades delictivas de parte de aquellos. Otro elemento que expresa el desprecio del Trump por el estado de derecho es el indulto que le ha dado a los elementos que tomaron el Capitolio el 2019 (además de que el propio Trump ha podido ser candidato habiendo cometido delitos penales). Tomando estos últimos rasgos, Trump sería el violador del estado derecho en su propio país. Respecto a la política contra los inmigrantes, recordemos que Obama el “demócrata” deportó dos veces más extranjeros en su primer gobierno que Trump en su primera gestión.
Los elementos novedosos que introduce Trump en su gobierno constituyen elementos adicionales de peligrosidad, por las consecuencias que tendrían las ocupaciones e intervenciones militares en Latinoamérica y Groenlandia y por la agresión material y moral y las consecuencias sociales que van a traer consigo las políticas clasistas, racistas, xenófobas y homofóbicas de Trump. Recordemos que los nazis hicieron de los judíos el chivo expiatorio de problemas cuyos causantes fueron los capitalistas y el Estado alemán y eso acabó en un genocidio.
Bien, con todo, no podemos caer en la consideración de que Trump es peor que Biden sin más, y peor aún de que este último está libre de toda monstruosidad (por su participación en el genocidio israelí contra Palestina). Ante todo y por sobre todo porque no podemos perder de vista que lo central es comprender que es esa clase dominante estadounidense la misma que lanzó dos bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, la que décadas atrás estuvo detrás de sangrientos golpes de estado en varios países de América Latina, y en el presente está detrás del genocidio israelí contra el pueblo palestino, de la guerra en Ucrania contra Rusia y posiblemente de una próxima guerra contra China. Es la clase dominante estadounidense y el propio sistema imperialista-capitalista el problema de fondo. Esta clase dominante se ha quitado la careta democrática y opta por la violación del estado de derecho y el uso de la violencia más extrema y sádica para defender sus intereses particulares y mezquinos. Y esas guerras las van a continuar lo mismo los republicanos que los demócratas, si así lo decide la clase dominante estadounidense. Hoy esa clase dominante aplica políticas proteccionistas y apuesta por la intervención estatal para amedrentar y conseguir de terceros países la adopción de decisiones favorables a sus intereses, reavivando el viejo colonialismo y el neocolonialismo. Y frente a las agresiones de Trump contra los inmigrantes, Latinoamérica y otros pueblos del mundo, hay que anteponer la unidad latinoamericana y del mundo.
Notas:
(2) Debemos observar que Biden justificó la política expansionista de Israel en Medio Oriente. La pregunta es: ¿Biden se va a oponer a la nueva política de expansión de los Estados Unidos formulada por Trump?
Santiago Ibarra es sociólogo egresado de la Universidad Mayor de San Andrés.
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