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Reseña sobre “La España traicionada. La Unión Soviética y la Guerra Civil Española” de Ronald Radosh

Anatomía de la mentira en la historiografía americana de la Guerra Civil Española

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión por Josafat S.Comín.

Introducción

La guerra fría, y más tarde la desaparición de la URSS engendraron una colosal industria del «desenmascaramiento de los mitos y crímenes del Stalinismo», en la que cooperaban y continúan cooperando unidos y en beneficio mutuo, los más diversos representantes de la ideología burguesa; desde los funcionarios de los servicios imperialistas de seguridad, pasando por profesores de Harvard, hasta la enorme y amorfa masa de anticomunistas de izquierdas, así como de trotskistas y anarquistas. Desde comienzos de los 90 esta enorme maquinaria, perfectamente engrasada con el dinero proveniente de centenares de fundaciones, con carreras científicas y periodísticas, y con el beneplácito de la opinión pública burguesa, consiguió el acceso a los fondos a los archivos estatales y del partido de la destruida URSS.

Parecía haber llegado el largamente esperado «momento de la verdad», ahora, confiaban los anticomunistas, podremos averiguar todos los obscuros secretos del Kremlin. Sus esperanzas no se vieron refrendadas. No pudieron hallar ningún terrible secreto entre esos archivos. Al contrario, en base al estudio de los nuevos datos obtenidos, creció una generación entera de historiadores americanos revisionistas, que echaban por tierra los trabajos de los mastodontes de la historiografía anticomunista como: Conqvist, Peyps, Maliya, Solzhenitsin, Fidges y otros muchos.

Con grandes dificultades, comienza a abrirse paso el estudio, de los auténticos, no inventados, planes criminales de sabotaje, dirigidos contra el primer estado de obreros, tanto desde dentro, como desde fuera. Podemos por ejemplo comprender el cada vez más terrible cuadro de los planes de la camarilla militar americana, de utilizar su monopolio sobre arma nuclear para el aniquilamiento de los pueblos de la URSS, en el periodo inicial de la guerra fría, y de los pasos emprendidos por el gobierno de Stalin para repeler esa terrorífica amenaza.

Por desgracia, hasta ahora no habíamos tenido la oportunidad de dar a conocer a nuestros lectores siquiera los acontecimientos más relevantes del periodo soviético en los últimos 10-15 años. Haremos sin falta un recorrido por la nueva y última literatura científica, que arroje nueva luz sobre los mitos del antistalinismo, que durante mucho tiempo tuvieron el status de autenticidad. En concreto estamos preparando una serie de materiales donde se analiza la relación de George Orwell con el servicio secreto británico, algo que ha salido a la luz hace unos años. Con el nombre de Orwell está relacionada la reseña del libro de Ronald Radosh* «España traicionada» que les ofrecemos en este número. Esta escrita por el profesor Grover Furr del college americano Montclarion, y publicada en la revista de crítica literaria de orientación marxista «Cultural logic». Grover Furr, simpatizante del Partido Laboral Progresista, asumió la tarea de analizar uno de los más influyentes mitos del anticomunismo, que recibió gran difusión gracias al libro de Orwell «Homenaje de Cataluña», donde se nos presenta a la URSS como estranguladora de la revolución española.

Lógicamente con esta reseña solo se pretende dar un pequeño paso dentro de la labor de recuperación de la verdad histórica sobre el papel de la URSS en la Guerra Civil Española. Sería necesaria una investigación mucho más amplia de este periodo. Un trabajo que sin duda daría para un extenso libro, basado en los datos de los archivos. Sería necesario el concurso de un historiador marxista, que dominase por igual la técnica de investigación histórica, al tiempo que tuviese una clara comprensión de las cuestiones políticas y teóricas. Pero el artículo de Furr es valioso en el sentido de acercamiento metodológico a la investigación, ya que nos ofrece un estupenda imagen de los métodos de la historiografía burguesa de la URSS y del movimiento comunista, de la mecánica de falsificación del pasado, o como lo denomina el propio Furr sobre la «estrategia retórica del anticomunismo». Sin duda la tarea de desenmascarar esta falsificación, tiene una enorme significación dentro de la lucha ideológica que acontece en la etapa actual. Uno de los méritos de Furr consiste en no limitarse con el análisis del libro de Radosh. Furr comprende que los libros no se crean únicamente por sus autores, sino que interviene toda la maquinaria de producción de conocimiento, incluyendo publicaciones científicas, editoriales, reseñas críticas, fondos.

Por eso centra su atención en el medio de los críticos, que dieron su aquiescencia al libro falsificador de Radosh, confiriéndole una aureola de publicación histórico-científica.

Al tiempo que valoramos altamente el trabajo de Furr en la tarea de desenmascarar los «mitos del antistalinismo», conviene tomar con precaución algunas de las acusaciones que lanza, sin ninguna base demostrable, como la de los «contactos de Trotsky con el gobierno japonés», o la apresurada aceptación de los testimonios, conseguidos recurriendo a la tortura («el complot de Tujachevsky»). Confiemos en que la escrupulosidad científica, que Furr exige del historiador burgués de la URSS, no le traicione a él mismo en su polémica con los Trotskistas.

La redacción expresa su agradecimiento a Yuri Zhilovets por la fantástica y operativa traducción de este material.

A. Baumgarten.

Notas.

* Ronald Radosh, famoso renegado americano, que comenzó su carrera como anticomunista de izquierda («de la nueva izquierda»). En la actualidad, taimado difamador ultraderechista de los «antiguos progres».

Reseña de: «La España traicionada. La Unión Soviética y la Guerra Civil Española» (Ronald Radosh, Mary Radosh, Grigori Sevostianov. Serie: «Anales del comunismo». Yale University press. Junio de 2001).

[El articulo original, escrito por Grover Furr en inglés, se halla en http://eserver.org/clogic/2003/furr.html]

Los tan ansiados (y como cabía esperar recibidos con júbilo por los conservadores como Arnold Beichman y por los liberal-anticomunistas como Christopher Hitchens) comentarios de Radosh con respecto a los ochenta y un documentos desclasificados de los archivos moscovitas del Komintern, relacionados con la participación de esta organización en la Guerra Civil Española, merecen ciertamente nuestra atención, pero por un motivo completamente distinto: es un trabajo absolutamente falso.

En el transcurso de este ensayo reseña, me dispongo a presentar multitud de pruebas que corroboran tan seria acusación. También haré breve mención de las críticas positivas que ha recibido este libro, que a su vez están repletas de las mismas falsedades. En algunos casos el lector poco avezado podría sospechar, que los críticos no han leído los documentos aportados, sino que se han limitado al análisis de los comentarios de Radosh. ¿Cómo es posible comparar lo que está escrito en los documentos del Komintern con lo que sobre ellos escribe Radosh, y no reparar en las asombrosas disparidades?

En este artículo no voy a entrar a analizar detalladamente los documentos propiamente dichos. Muchos de ellos son de enorme valor e interés. Sin embargo Radosh, llevado por el deseo de denigrar a los comunistas, menosprecia en lo fundamental su contenido.

Es más. De los documentos se desprende una sorprendente conclusión, imposible de ocultar. Los documentos presentados en absoluto demuestran la «traición» soviética. El komintern, las Brigadas internacionales y la masiva ayuda soviética a España, se nos descubren bajo un aspecto más que positivo.

Leyendo los propios documentos e ignorando los «comentarios» de Radosh, cualquier persona minimamente objetiva sentirá un enorme respeto por la actividad de los comunistas durante la Guerra Civil en España, no solo del Komintern y de las Brigadas Internacionales, sino de la actividad de la Unión Soviética, o como dice Radosh, utilizando una burda traslación, de «Moscú» y de «Stalin».

Pero el libro de Radosh no deja de tener cierto valor: es un ejemplo palpable de la estrategia retórica del anticomunismo. La respuesta a la pregunta más importante:» ¿Para qué mentir si la verdad está de nuestro lado?», posiblemente exija algunas aclaraciones de cómo el antistalinismo se utiliza para impedir cualquier comprensión objetiva de las causas de los éxitos y fracasos del movimiento comunista.

El libro de Radosh contiene tantos errores y deformaciones, que sería imposible analizarlas todas en una reseña por muy extensa que fuera. Por eso centraré mi análisis únicamente en aquellos documentos, en los que supuestamente se encuentran las principales «revelaciones».

Para separarlas me he servido:

a) de la crítica de cuatro páginas, preparada por la editorial y anexa al libro y

b) de las más importantes y positivas reseñas de las principales publicaciones (todas están enumeradas al final). Algunos otros documentos los seleccioné por parecerme especialmente interesantes. La selección detallada compone la parte esencial de mi ensayo. [1]

También señalaré algunos ejemplos de la más vulgar incompetencia de los redactores. Radosh podía haber ofrecido útiles resúmenes de los extensos e importantes documentos o referencias o citas concretas de otros trabajos científicos, algo a lo que sin duda está obligado un comentarista competente, pero prácticamente no lo hace en ninguna parte.

Al final de la reseña he incluido algunas observaciones de carácter general, sobre los temas que se tocan en los propios documentos y en los comentarios que sobre ellos hace Radosh. Los marxistas tienen motivos para criticar a los bolcheviques y el Komintern de los tiempos de Stalin, como a cualquier grupo político, comunista o no, de cualquier época. Al final citaré algunos puntos que tienen relación directa con España.

Pero cualquier crítica debe basarse en acontecimientos que realmente hayan tenido lugar, que puedan ser entendidos a partir de testimonios fiables, y no en falsificaciones y descalificaciones, como hacen Radosh y otros muchos escritores, partidarios de la guerra fría, tanto de derechas, como los autodenominados de izquierdas, lo que tampoco es raro.

Comenzaremos enumerando brevemente las principales construcciones ideológicas, en relación con las cuales se interpreta habitualmente la Guerra Civil en España. Es necesario conocerlas para valorar la interpretación de Radosh, así como los propios documentos y mi reseña. Las limitaciones de espacio no permiten profundizar en un debate detallado de los textos básicos, que exponen estas construcciones (tengo previsto analizar el influyente libro de Orwell aparte).

La Guerra Civil Española siempre supuso un difícil desafio para los anticomunistas de todo tipo, que se habían propuesto la tarea de demostrar, que los jefes del movimiento comunista internacional no actuaban llevados por motivos idealistas. Esta gente está convencida -o cuando menos intenta convencer a los demás- de que toda la lucha comunista, por muy generosa y noble que parezca, persigue en realidad objetivos autoritarios, manipuladores, cínicos, mucho peores que los objetivos de los explotadores capitalistas, contra los que iba dirigida esa lucha. La imagen creada por Jruschov, de un Stalin maligno y demoníaco después del año 56, aunque se diferenciaba levemente de la distribuida por Trotsky, resultó mucho más influyente y se difundió por todo el movimiento comunista, a excepción de Albania y China. Esto aplanó el camino a los trotskistas y en lo concerniente a España, a la exposición que hacen los anarquistas de los acontecimientos, que antes solo circulaban entre los grupos marginales.

«Homenaje a Cataluña» de George Orwell, no deja de ser una de esas exposiciones, que gracias al talento literario de Orwell, al patriotismo británico en la segunda guerra mundial y al apoyo posterior a la ideología dominante de la guerra fría, recibió el status de autoridad semindependiente. El libro de Orwell permanece como la principal representación del paradigma anticomunista. De hecho mucha gente solo conoce de la Guerra civil Española lo que ha leído en este libro.

De acuerdo con esta interpretación, complementariamente popularizada por el director británico Ken Loach en «Tierra y libertad», filmada en 1995, los trotskistas y en especial los anarquistas, eran los auténticos revolucionarios, los que colectivizaron la tierra, los que dieron a los obreros la oportunidad de dirigir las fábricas, y en general los que luchaban por la igualdad. Los comunistas aparecen representados como contrarrevolucionarios, donde el soldado de a pie consideraba que combatía contra el fascismo, para luego en la victoriosa República española democrático-burguesa, poder comenzar la lucha por la revolución de la clase obrera, mientras que sus líderes- léase Stalin- aspiraban en realidad a instaurar una tenebrosa dictadura autoritaria, similar a la que para los trotskistas, anarquistas, capitalistas anticomunistas e incluso fascistas, se había creado en la propia URSS. Esta interpretación genera determinada tensión en las restantes cuestiones en el «frente unido» de las versiones anticomunistas de la Guerra civil en España, por cuanto la diana del anticomunismo burgués habitualmente suele ser el radicalismo del movimiento comunista, pero no su supuesto conservadurismo.

Por otro lado, la versión de los comunistas, mucho mejor respaldada por los hechos, dice que el «Frente unido contra el fascismo» por una sociedad liberal, democrático-burguesa (en consecuencia, capitalista) era el único modo de sumar para la lucha contra el fascismo al mayor número de fuerzas políticas posible, incluyendo a los nacionalistas, capitalistas urbanos y campesinos ricos. De acuerdo con este enfoque, tras la victoria de la República, se habría formado una clase obrera fuerte y organizada, que hubiese continuado la lucha por las progresivas reformas sociales, marcándose como objetivo la revolución socialista. Los comunistas consideraban que el comienzo de la lucha revolucionaria en pleno apogeo de la guerra con los ejércitos fascistas, significaría la derrota garantizada de la República, que fue lo que acabó sucediendo.

La crítica de las posiciones comunistas desde posiciones de izquierda, está desde luego justificada, y se hace imprescindible. Pero la considerada de «izquierda» anteriormente citada versión anarco-trotskista, hasta tal punto comparte los presupuestos de la crítica reaccionaria, que esta última se apoya gustosa en la primera para traer citas, como hace Radosh. Para preparar el terreno a una verdadera crítica de izquierdas, es necesario en primer lugar restaurar la verdad histórica de lo ocurría realmente por aquel entonces en España y en la propia Unión Soviética.

Continúa echándose de menos una auténtica crítica de izquierdas de la política del Komintern, que recoja en su totalidad y objetivamente reconozca todos sus logros y siga avanzando para determinar el origen de sus fracasos. Hace tiempo que se hicieron promesas en ese camino, pero seguimos esperando que sean llevadas a la práctica y se popularicen. (Ver el texto de abajo y la nota 7).

Las propias opiniones de Radosh, presentadas en los comentarios anexos a «La España traicionada», son contradictorias. A ratos Radosh demuestra (como suelen hacer los conservadores anticomunistas), que el Komintern ocultaba sus auténticas intenciones revolucionarias. En otros lugares apoya el punto de vista anarco-trotskista orwelliano, de acuerdo con el cual los comunistas eran una fuerza conservadora, que había «traicionado» la posibilidad de la revolución en España. A Radosh no parece inquietarle esta fragrante contradicción, si es que llega siquiera a percibirla. En muchos lugares, por decirlo delicadamente, comete errores vergonzosos de interpretación de los textos que pretende «comentar».

Documento nº 5.

El documento nº5, el informe de Georgi Dimitrov, dirigente del Komintern en el Secretariado del CEIC (comité ejecutivo de la internacional Comunista) datado el 25 de julio de 1936, contiene las siguientes líneas:

«Nosotros no debemos en la etapa actual, fijarnos como tarea la creación de Soviets ni intentar establecer en España la dictadura del proletariado. Eso sería un error funesto».

Radosh declara (y lo repite en su resumen para la prensa), que esta frase «respalda la opinión de varios investigadores, de que los comunistas, conscientemente ocultaban su objetivo real, la revolución social» (5-6).

Esto no es así: Está claramente indicado, que existen diferentes «etapas», y la tarea de la etapa actual consiste en «apoyar la unidad con la pequeña burguesía, el campesinado y los intelectuales radicales…» (11). Radosh podría confirmar la veracidad de su interpretación, si aportase testimonios de que los comunistas negasen aquello, que de ellos esperaban: el deseo de avanzar a la siguiente etapa, en cuanto los fascistas hubiesen sido vencidos. Radosh no aporta pruebas de que los comunistas pretendiesen de alguna manera renunciar a su principal objetivo: la revolución soviética en España. Por eso no tiene sentido hablar de la «ocultación de sus objetivos reales».

Habría también que señalar que Radosh pretende acceder «desde ambas partes». En unos lugares critica a los comunistas por su oposición a la revolución social, por la que se supone luchaban los anarquistas. Esta es la principal idea de Ken Loach en «Tierra y libertad». En otros, les reprende por querer realizar la revolución social, pero como si «enmascarasen» su intenciones.

El documento nº5 contiene una cita, que ha sido claramente mal traducida del ruso. Radosh y demás aseguran que Dimitrov escribió lo siguiente: «Por eso debemos decir: actuad bajo la forma de defensores de la República» (Pág.11, la cursiva es mía).

En su comentario Radosh escribe:

«La muy meticulosa selección de las palabras, así como la orden de actuar haciéndose pasar por defensores de la república» demuestra la opinión de numerosos investigadores, de que los comunistas deliberadamente ocultaban su verdadero objetivo: la revolución social. (Págs.5-6. La cursiva es mía).

Claramente Radosh se refiere a otra traducción del documento, y no a la que se aporta en el libro, pero es fácil demostrar que «bajo la forma de «y «haciéndose pasar por» expresan el mismo sentido: la ambigüedad, la deshonestidad: sin embargo junto a la frase «bajo la forma de «del documento nº5 hay una nota a pie de página, número 11 en la Pág.515. En ella se dice: literalmente «bajo la bandera». Es decir, Dimitrov en realidad escribió lo siguiente:

«Por eso debemos decir: actuad bajo la bandera de la defensa de la República…»

Surge la pregunta: ¿Qué significa la expresión rusa «bajo la bandera»? Pues precisamente lo contrario a lo que asegura Radosh. Esta expresión no significa «bajo la forma de» o «haciéndose pasar por», sino «sirviendo a «»defendiendo a «. Precisamente por aquella época uno de las principales revistas filosóficas soviéticas se llamaba: «Bajo la bandera del marxismo», que a menudo traducían al inglés como «En defensa del marxismo». A nadie se le hubiera ocurrido traducir ese título como: «Bajo la forma del Marxismo «o «Enmascarándose bajo el marxismo». «Bajo la bandera» es una metáfora militar, que significa «encontrarse en las filas de».

Es decir, Dimitrov en realidad dijo así:

… hay que actuar en defensa de la República…

Tras la nota al pie, hay seguramente una historia interesante. Fuese quién fuese el que tradujese el documento del ruso- según Radosh (pag.XXXI) trabajaron dos traductores- sabía perfectamente que «bajo la forma de «era una traducción incorrecta, y quiso hacerlo saber dejando una nota a pie de página, dando a entender que no responde por ello.

Este es solo un caso de traducción incorrecta, que podamos señalar en el libro, ya que Radosh y demás no incluyeron los originales de los documentos (escritos fundamentalmente en ruso, pero también en español, alemán y francés). Esto hubiera sido algo sencillo de hacer, aunque fuese poniéndolos en la página de Internet dedicada al libro. Sin embargo este error en la traducción nos induce a pensar, que pueda haber muchos más de ese tipo.

Documento nº42.

Radosh dedica mucho espacio a los documentos 42 y 44, puesto que una de las principales tareas del libro era encontrar en estos documentos especialmente en el 42, la prueba de que fueron los comunistas los que provocaron el levantamiento de Barcelona en mayo del 37, para tener la excusa del cruel aplastamiento de la oposición anarquista.

Para podernos hacer una idea de los acontecimientos, a los que se refieren los comentarios de Radosh, traeremos una breve descripción sacada de una nueva y prestigiosa fuente-el libro de Helen Graham (Graham, 1999. Pág. 485):

«… la tarde del lunes del 3 de mayo de 1937, la comisaría de policía intentaba recuperar el control de la estación central de teléfonos («Telefónica»), expulsando a las milicias de anarquistas que allí se encontraban.

Sobre este tiempo de protestas sociales y levantamientos encontramos referencias en numerosas fuentes, de las cuales las notas del diario de Orwell, que aparecen en su libro «Homenaje Cataluña» siguen siendo las más famosas, siendo utilizadas por el director Ken Loach para su película «Tierra y libertad». Resulta paradójico sin embargo, que estos acontecimientos de aquel mes de mayo, continúen siendo los menos estudiados de la historia de la Guerra Civil».

Radosh escribe, que el documento nº42 está directamente relacionado con el levantamiento barcelonés: «…hemos conseguido la prueba de que el punto de vista de los oponentes de los comunistas es en esencia correcta. El partido Comunista de España con el apoyo de informadores del Komintern y de Moscú, decidió provocar el conflicto, comprendiendo perfectamente, que su resultado les iba a dar precisamente esa oportunidad, que llevaban tanto tiempo buscando.»(174). Radosh no se toma la molestia de explicar que hicieron de incorrecto los comunistas, arrebatándoles a los anarquistas la estación telefónica. En general, se supone que es el gobierno el que debe responder por la central telefónica y no uno de los numerosos partidos. El asalto lo dirigió el jefe de la policía barcelonesa, quien aparte de comunista era funcionario público.

Esta claro que los anarquistas llevaban tiempo preparando el asalto. En el primer piso habían instalado un nido de ametralladora, que fue el principal obstáculo que encontró la policía para recuperar el edificio. Habría que preguntarse en primer lugar como justificaban los anarquistas, el que un partido político y no el gobierno tuviese el control de la central telefónica.

Radosh considera «prueba» de que «el punto de vista de los oponentes de los comunistas es en esencia correcta»- yo destacaría «en esencia», porque hasta el propio Radosh siente que esta afirmación hay que rebajarla un poco, percibiendo que está entrando en terreno resbaladizo- las siguientes palabras:

…el autor del informe señala que los comunistas decidieron no esperar la crisis, sino «acelerarla y si es posible provocarla».

Pero en el documento nº42 nada se dice del asalto a la Telefónica, ni de ningún plan de confrontación con los anarquistas.

La frase a la que se refiere Radosh en su comentario dice exactamente lo siguiente:

«Resumiendo, ir a la lucha con convicción y decisión con Caballero y su círculo, formado por dirigentes de la UGT. Esto significa no esperar de forma pasiva la resolución «natural» de la oculta crisis gubernamental, sino acelerarla y en la medida de lo posible provocarla, para resolver estos problemas… La dirección del Partido está cada vez más convencida de que con Caballero y los que le rodean, la República perderá, a pesar de todas las condiciones, que garantizan la victoria» (194).

Estas líneas para nada se refieren al intento del comunista jefe de la policía de recuperar el control del gobierno republicano sobre la Telefónica, ilegalmente tomada por los anarquistas, el hecho que precediera a los «días de mayo» en Barcelona, con las que Radosh pretende relacionar la frase citada, ni a ningún plan para precipitar los acontecimientos contra los anarquistas.

El párrafo citado se refiere claramente a los puntos 8-14 que le preceden en el documento 42, en los que el autor anónimo comunista escribe que el PCE ha decidido actuar contra el gobierno de Caballero. En este documento no hay nada que lo pueda relacionar con el intento de arrebatar la Telefónica.

La afirmación gratuita de Radosh- uno de los sensacionales hallazgos, por él descubierto- no deja de ser una burda mentira. Toda su «revelación» no es sino un vulgar engaño para lectores incautos. Quiero hacer especial hincapié en este punto, porque el supuesto «descubrimiento» de Radosh fue ampliamente elogiado como uno de las principales «revelaciones», encontradas en estos documentos soviéticos. Por ejemplo en el resumen de prensa e la editorial «Yale University press», al informar de la publicación del libro, enumeraba los siete documentos y resumía lo que Radosh considera su contenido. Sobre el documento 42 se decía:

«Barcelona, guerra civil dentro de la guerra civil. Los cinco días de combates callejeros en Barcelona fueron descritos por Orwell en su libro «Homenaje a Cataluña» y mostrados por Ken Loach en su película «Tierra y libertad». Los historiadores han debatido largamente: ¿Fue la reacción de los anarquistas provocada con premeditación?» El documento 42 demuestra que el punto de vista de los oponentes de los comunistas es en lo fundamental correcto. El Partido Comunista de España, apoyado por los informadores del Komintern y de Moscú decidió provocar el conflicto. (La cursiva es mía).

Señalemos de paso el respeto que experimentan por Orwell y Loach los ideólogos anticomunistas progubernamentales del tipo de Radosh y el mecanismo del reflejo mutuo de la «gran mentira», cuando a las supuestas autoridades se unen los falsos «hechos» inventados por el propio Radosh.

Richard Bernstein, quién publicase en el New york Times una más que positiva reseña crítica el libro de Radosh, indirectamente reconoce que el documento nº42 no demuestra aquello que Radosh pretende:

«Al cabo de dos semanas los comunistas realmente provocaron (como así consideran los redactores del libro) la crisis deseada, desatando los combates callejeros en Barcelona, que prácticamente apartaron a la dirección anarquista del poder, y llevaron a la sustitución de Largo Caballero por un primer ministro más condescendiente». (La cursiva es mía).

Berstein crea la impresión de que Caballero era el líder de los anarquistas cuando en realidad era socialista y jefe de gobierno.

En interés del sentido común haré unos comentarios complementarios.

1. Los comentarios de Radosh y otros trabajos anticomunistas que el cita, se basan en la suposición de que arrebatándoles la Telefónica a los anarquistas y devolviéndola bajo el control del gobierno, los comunistas «provocaron» a los anarquistas.

2. En general los comunistas no tenían ninguna relación con la estación telefónica. El jefe de la policía aparte de comunista era ante todo una personalidad pública. Si la eliminación de un grupo de asaltantes armados, ocupantes de la central telefónica, no es un acto legal de la policía ¿qué es entonces?

3. imagínense que hubiesen sido los comunistas los que hubiesen tomado la Telefónica, la hubiesen equipado con un nido de ametralladoras, y se hubiesen puesto a cortar las comunicaciones del gobierno según interesase, y el jefe de la policía, no perteneciente a los comunistas, hubiese Intentado expulsarlos de ahí. ¿No lo habría interpretado Radosh como un intento de toma del poder por los comunistas?

Documento nº43.

Una de las afirmaciones de Radosh sobre el documento nº 43 se citaba en numerosas críticas positivas del libro:

«Como muestra el anteriormente citado documento del Komintern, Stalin tenía en mente realizar «depuraciones», «limpieza» a modo de los procesos de Moscú, probablemente en Barcelona.» (209).[2]

El documento analizado, nº 43 es el informe de una fuente anónima , dirigido probablemente al Komintern. Este informador relata lo siguiente:

«Las consecuencias políticas directas del golpe [los intentos anarquistas de tomar el poder- como define el autor a los días de mayo en Barcelona] son enormes. Ante todo: los trotskistas y el POUM han demostrado al pueblo que pertenecen a la quinta columna de Franco. La gente siente un enorme rencor hacia los trotskistas. Las masas exigen sean enérgica y despiadadamente reprimidos. Eso es lo que piden las masas populares de toda España, Cataluña y Barcelona. Piden su desarme total, el arresto de sus dirigentes, la creación de un tribunal militar especial para los trotskistas: Eso es lo que piden las masas». (196-197).

Comentando este documento en la Pág.176, Radosh escribe:

«En otras palabras, este era un llamamiento a organizar en España un equivalente a la «limpieza» de los Procesos de Moscú.

«En otra palabras», (¿Por qué no con esas mismas?) «el llamamiento» solo puede significar una cosa: Radosh presupone que nuestro anónimo informante, autor del informe para el Komintern en Moscú, no habla en su nombre, sino en el de algún otro. Esta es una suposición falsa. Del documento no se desprende que esto sea ningún tipo de «llamamiento».Por lo que sabemos, se trataría exclusivamente de la opinión del autor. Al fin y al cabo es él, el que escribe al Komintern: Si fuese el PCE o los consejeros soviéticos los que hiciesen ese llamamiento a organizar procesos judiciales, lo hubiera hecho constar. ¿Qué sentido tiene ocultar esto al Komintern? Y si hubiese sido Stalin el que hubiese mostrado interés por las «limpiezas» en España, el autor sin duda también lo habría mencionado.

Documento nº44.

El documento nº 44, es un informe del Komintern, enviado al Mariscal Voroshilov, comisario (ministro) de defensa de la URSS, la persona que encabezaba la organización, responsable de organizar los envíos de armamento y ayuda material para la República Española, un tal «Horacio», al que Radosh una vez más faltando a sus obligaciones como redactor, no identifica: Radosh culpa al Komintern de autoengañarse, puesto que allí se expone la opinión de los comunistas, «que el «levantamiento», organizado por el ala extremista [de los anarquistas], junto con el POUM, se había preparado mucho antes, con anticipación»(177). [Referido a los «días de mayo» en Barcelona-G.F.]

Expongamos por orden algunas reflexiones:

1.¿De dónde saca Radosh que eso es falso? No lo demuestra.

Además Radosh ya nos había dicho que el documento nº42, sirve como testimonio de que el mismo komintern planeó el levantamiento en Barcelona, mientras que el informante del Komintern culpa del mismo a los anarquistas. ¿Por qué habría el Komintern de mentirse a si mismo? Si hubiese sido el Komintern que hubiese provocado con éxito la confrontación, como asegura Radosh, ¿Por qué no festejar la victoria? En lugar de eso, la culpa se les echa a los anarquistas, incluso en la frecuente correspondencia con el Komintern (206).

2. del documento se desprende que el levantamiento se produjo de forma inesperada para los comunistas. Entonces: si esto era algo que se esperaba, y que fue incluso «provocado», como nos lo quiere presentar Radosh, ¿Por qué no informar sobre esto, con orgullo, como de una operación que ha culminado con éxito?

Documento nº1

Un comunista español en Moscú escribe al Partido Comunista de España.

Radosh:» el tono imperativo, elegido por Moscú, demuestra claramente, que para las discusiones o maniobras de un pequeño y relativamente débil PCE, no hay lugar…»(1-2).

Documento nº1:»analizando la alarmante situación, que se ha producido en relación con la conspiración fascista en España, les aconsejamos:… por favor, comuníquennos, que opinión les merecen nuestras propuestas» (7,9. La cursiva es mía).

Conclusión: el tono de este documento no tiene nada de imperativo. Radosh simplemente intenta presentarnos a «Moscú» como autoritaria y arrogante. El texto de la carta no confirma tal interpretación, por eso sus conclusiones las hace en forma de comentario.

He entrecomillado la palabra «Moscú», porque esta carta aunque enviada desde Moscú, fue escrita por un comunista español «Díaz Mayor» quien firma al final del documento. ¿Por qué no lo menciona Radosh, diciendo solo que el documento es enviado por «Moscú»?

Posiblemente por el hecho de que un comunista español que «aconseja» a otros comunistas españoles, no produce la sensación, que intenta crear Radosh de que los bolcheviques, Stalin, el Politburó o quien quiera que sea que se pueda entender como «Moscú», intentan entregar a alguien determinadas directrices. Parece que con la ayuda de la traslación, del tropo literario, en el que «Moscú» significa cualquier dirigente comunista, se encuentre donde se encuentre, Radosh se las ingenia para relacionar a todos los dirigentes comunistas con «Moscú», y a «Moscú» con «Stalin». Basta con denigrar luego a Stalin y automáticamente toda la dirigencia comunista quedará por el barro.

Radosh hace otras sorprendentes lecturas del documento nº1, aunque de forma algo ininteligible.

En el documento nº1 se dice concretamente:

«Es imprescindible adoptar con la mayor celeridad las medidas preventivas contra los intentos de golpe, urdido por los anarquistas, tras el que se oculta la mano de los fascistas».

Lo peor que se puede decir de este análisis- recordemos enviado por un comunista español a sus colegas, que conocían perfectamente a los anarquistas españoles , a los que odiaban en la misma medida en que los anarquistas odiaban a los comunistas- es ver tras el intento de los anarquistas de tomar el poder «la mano oculta de los fascistas. Es una exageración retórica.»

Esto es lo que el propio Radosh dice de los anarquistas:

Durante el conflicto los consejeros soviéticos y del Komintern no valoraron adecuadamente el peligro de la actividad de sabotaje de los anarquistas, en concreto, su negativa a aminorar la actividad revolucionaria o permitir la creación de un ejercito regular y disciplinado. (3. La cursiva es mía).

Radosh reconoce que los anarquistas defendieron precisamente esa posición en relación al ejército. ¿Cómo se podía vencer a los fascistas- que contaban con un «ejercito regular y disciplinado»- sin un ejército republicano de similares características? La guerra de guerrillas- desarrollada posteriormente por Mao y Vo Nguyen en la doctrina de la «guerra popular»- es muy importante. Pero ninguno de los precursores teóricos de la guerra de guerrillas o popular, propuso nunca ganar una guerra sin un «ejercito regular y disciplinado».

Los anarquistas, al negarse a formar un ejercito les hicieron el juego a los fascistas. Incluso reconociendo esto, Radosh ataca a los comunistas, que señalaban lo evidente: que eso solo podía beneficiar a los fascistas. Más adelante, en los párrafos que Radosh no comenta,

Los comunistas escriben, que los agentes fascistas han penetrado en el movimiento anarquista con ese preciso objetivo.

Radosh continúa comentando:

«El intento de crear una unión integradora también parte de la nueva comprensión de la idea de la creación de un estado social: no a través de la revolución abierta, sino con un entramado de uniones independientes o partidos confluyentes en un bloque unido, controlado por los comunistas»

Radosh no aporta ningún hecho para demostrar tal afirmación. Lógicamente no puede citar el documento nº1, el mismo que pretende desentrañar, ya que Díaz Mayor propone:

«La UGT[unión general del trabajo (unificado)- organización sindical más fuerte de España encabezado por los comunistas- nota de la red.] debe proponer a la CNT [Confederación Nacional del Trabajo,- dirigida por los anarco-sindicalistas- nota de la red.]la inmediata creación en el centro y periferia de comités unificados para la lucha con los golpistas fascistas y para la preparación de la unificación de los sindicatos..

…Al mismo tiempo debéis lograr el mayor respaldo social posible y amplios derechos para la UGT unificada…»

Díaz Mayor propone a los comunistas llamar a la unidad de acción y a la unificación de organizaciones sindicales. Radosh da a entender que este llamamiento oculta un oscuro deseo «diluir sindicatos independientes en un solo bloque, controlados por los comunistas». El documento no contiene para nada esa propuesta. Podría añadir que la idea e Radosh sobre la «fusión», no es más que la retórica anticomunista de siempre. Otros partidos pueden «ganar en la lucha política» y encabezar una organización, pero los comunistas solo «controlan»- nunca «encabezan» ni «confluyen», con el sentido solapado de «estrangular», «destruir la independencia». [3]

Alguien podrá decir: «De acuerdo, Radosh odia a los comunistas, por eso considera que los comunistas no están nunca en condiciones de hacer nada correctamente». Pero no solo es eso. Según Radosh si los no comunistas proponen algo útil, como por ejemplo la unión de los sindicatos, eso es algo bueno; pero si son los comunistas los que proponen lo mismo, entonces es malo. Por eso resulta que los comunistas nunca hacen nada con sinceridad: La falsedad e hipocresía se les supone por adelantado.

Resulta interesante que Radosh, utilizando documentos, seleccionados por sus colaboradores, no es capaz de demostrar «la falta de sinceridad» de las acciones de los comunistas. Un investigador honrado hubiese propuesto: si los documentos que obran en nuestro poder no demuestran la falsedad de los comunistas, posiblemente se deba a que eran sinceros.

Documento nº 79

Radosh reconoce, que del anterior documento nº 78, «se desprende, que él [Negrin] podía disponer de cierta autonomía con respecto al control de los comunistas»(497). Radosh más adelante llega a decir, que inclusive algunos historiadores anticomunistas de la Guerra Civil Española consideran, que Negrín era «una figura más independiente». Radosh subraya que a juzgar por el documento nº 79, el informe de Marchenko, representante soviético y del komintern, a Litvinov (ministro de asuntos exteriores de la URSS) y Voroshilov, «…parece claro, que el modo de entender la política del español, se parecía mucho al del hombre soviético, y la imagen de la España de postguerra recordaba enormemente a la Unión Soviética. Del documento se desprende que : de haber ganado los republicanos la guerra civil, España hubiese comenzado a diferenciarse mucho de la España anterior al 18 de julio del 36 y se hubiese parecido mucho a las «democracias populares» de la Europa tras la guerra.»

Esto es falso: por si solo el documento nº 79 muestra, que Marchenko para nada compartía la imagen de la España tras la contienda, que Negrín imaginaba:

«He reaccionado de una forma muy contenida ante las ideas de Negrín y he dirigido su atención a las dificultades y complicaciones que supondría la organización de un nuevo partido… En el caso del éxito militar él podría comenzar la creación de «su» partido político que unificase España, con la participación de los comunistas, si estuviesen de acuerdo, o sin ellos (lo que significa contra ellos), en caso de que se negasen»(499).

Las «democracias populares» de la posguerra europea en el este a) se apoyaban en la presencia del Ejercito Rojo; b) se situaban junto a las fronteras de la URSS y c) estaban dirigidas por los partidos comunistas (o los partidos unificados de comunistas y socialistas), abiertamente encabezados por comunistas prosoviéticos. La imagen que tenía Negrín de la España de postguerra se diferencia mucho de los regímenes prosoviéticos de la Europa del Este y practicamente no tiene nada que ver con ellos. Sin embargo la afirmación de que la República que saliese de la guerra sería a la fuerza cortada por el mismo patrón que los regímenes de la Europa del Este, se considera uno de los principales «descubrimientos» de esta selección de documentos. Ya solo el documento 79 demuestra que esta afirmación de Radosh no tiene ningún fundamento.

Documento nº 62.

Este es un importante informe de Palmiro Togliatti, jefe de la representación del Komintern en España, dirigido a Dimitrov en Moscú. Tiene un gran interés y Radosh no puede decir de el nada malo. Lo que no quita para que intente confundir a los lectores en cuanto a su contenido.

Por ejemplo, Radosh escribe:

«Los informes de Togliatti son especialmente importantes. Está claro que a diferencia del resto de «apparatchiks», Togliatti es extremadamente sincero y directo en sus observaciones» (370).

Pero Radosh no aporta ningún ejemplo de otro «apparatchik», hipócrita y evasivo. Parece que la «extrema sinceridad y rectitud» de Togliatti, no le impidió más tarde convertirse en dirigente del Partido Comunista Italiano y destacado líder del Komintern.

Nótese además, que Radosh utiliza un término ruso para un dirigente del Partido Comunista Italiano. Radosh nunca se ha referido a los dirigentes del PCE como «apparatchiki». Esto está hecho con el fin de crear la sensación, por todos los medios posibles, de que era «Moscú» la que controlaba a todos.

El análisis que hace Radosh de este informe contiene en algunos lugares, abiertas falsedades y en otros, insolentes embustes, pero como en casos anteriores, el lector solo los puede descubrir si es él mismo, él que lee atentamente el propio documento.

Radosh escribe:

«Por aquel entonces en Cataluña Togliatti hacía llamamientos a una política más moderada del Frente Popular frente a los llamamientos demagógicos a un pueblo predispuesto a la revolución.Si los anarquistas intentaban actuar por el camino de la revuelta abierta, organizando un complot, él habría recomendado la única solución:»Por fin ajustaremos cuentas con ellos». (La cursiva es mía)

He aquí un extracto del documento (390):

«En lo que respecta a los anarquistas, en esta cuestión, yo considero, no solo hemos tenido dudas, sino que hemos cometido en nuestra táctica errores de bulto».[Togliatti se refiere a los métodos de lucha política-G.F.] Durante mi viaje de Barcelona a Valencia, he expuesto esta cuestión a los camaradas que me acompañaban. Su opinión era muy sencilla: los anarquistas habían perdido en Barcelona cualquier influencia, en Barcelona no hay ni un obrero que se sienta anarquista, esperemos a que organicen el segundo complot, y por fin ajustaremos cuentas con ellos»[la cursiva es mía].

Así pues esta es la postura no de Togliatti, sino de ciertos «camaradas». Esto es lo que escribe sobre ella Togliatti; este párrafo sigue al que acabamos de citar:

«Esta opinión está muy difundida en el partido, especialmente en Cataluña, y si persistimos en mantener esta postura, será imposible llevar a cabo la política de recuperación de relaciones con las masas anarquistas para apartarlos de sus líderes» (390, la cursiva es mía)

Radosh atribuye a Togliatti los mismos puntos de vista, que Togliatti cita luego, solo para rebatirlos.

Radosh continúa escribiendo:

«Mientras en público defendía los intentos de encauzar la cooperación con los anarquistas poco predispuestos, Togliatti al mismo tiempo señalaba que sus líderes eran «desechos, estrechamente relacionados con Caballero» con los que hay que luchar mediante «acciones de envergadura desde abajo»(371).

Del contexto de la Pág.390 es evidente- obsérvese la cursiva en la cita anterior- que las «acciones de envergadura desde abajo», en las que confiaba Togliatti, debían ser acciones de las «masas anarquistas», con el objetivo de alejarse de sus líderes. En otras palabras, Togliatti propone valerse de un plan democrático, ganarse para la causa a los partidarios anarquistas, para que destituyan a sus dirigentes o renieguen de ellos. Los autores comunistas en estos documentos, en multitud de ocasiones hacen mención positiva de los instintos políticos de los anarquistas de base. El mayor obstáculo para una alianza efectiva contra Franco lo ven en los dirigentes anarquistas».

En los documentos mencionados, a menudo encontramos otro nombre junto al de Togliatti. Se trata del consejero soviético

Antonov-Ovsienko. Radosh tergiversa seriamente el documento nº22.

Antonov-Ovsienko escribe:

«El PSUC en numerosas ocasiones ha propuesto al gobierno confiscar y utilizar el armamento, que se encuentra en la retaguardia [es decir en los lugares donde no se combatía]» (Pág.80).

Radosh lo presenta como «intentos de los comunistas de confiscar todas las armas de la retaguardia (y desarmar de este modo a los anarquistas)» (Pág.71) En realidad el PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña)- no solo los comunistas, que solo eran una parte del PSUC- mantenía que la gente armada debía estar en el frente, participando en los combates, que las armas se necesitaban en el frente, y no en la retaguardia. El mismo Orwell más de una vez se queja del armamento obsoleto, en mal estado con el que luchaba su destacamento, y que aún así era insuficiente. Si, como nos quiere hacer creer Radosh, todos los anarquistas armados estaban en la retaguardia ¿qué es lo que hacían allí?

¿Y si hubiesen sido comunistas armados los que estuviesen en la retaguardia? ¿Acaso Radosh no lo hubiese interpretado como algo negativo?[4]

En el documento nº 21 Antonov-Ovsienko cita al informante»X», quien señala que los anarquistas realizan en Cataluña ejecuciones en masa y ya han matado a 40 sacerdotes:

«X me ha dicho,…,que hace tres días el gobierno tuvo un serio enfrentamiento con los anarquistas: La CNT arrestó a un sacerdote…El sacerdote delató a 101 miembros de su orden, que se ocultaban en diferentes lugares. Ellos [los anarquistas] aceptaron liberar a estas 102 personas a cambio de 300 mil francos. Los 102 estuvieron de acuerdo, pero cuando el dinero fue entregado, los anarquistas fusilaron a 40 personas.» (76-7, la cursiva es mía).

Aquí Radosh no culpa a los anarquistas del fusilamiento de sacerdotes. Tampoco dice que esta acusación contra los anarquistas sea falsa (Pág.71). Imagínense que los comunistas hubiesen fusilado en un solo día a 40 personas, como informa X a Antonov-Ovsienko ¿hubiese reprimido Radosh su crítica? Más bien un documento así hubiese sido declarado como principal hallazgo, uno de los más importantes del libro. Pero cuando es a los anarquistas a los que se les atribuyen asesinatos masivos, cosa a la que se oponían los comunistas, Radosh pasa de puntillas, y tampoco alaba a los comunistas por poner fin a la carnicería. Esto demuestra uno de los principales defectos de los comentaros de Radosh: en realidad él no se muestra especialmente interesado por los documentos, si estos no le son útiles para demostrar que los comunistas eran «malvados».

En una reseña muy elogiosa del libro de Radosh, publicada en «First Things», se escribe abiertamente: «Aunque las barbaridades de los militantes de izquierda contra la iglesia, incluyendo el asesinato de miles de monjas, eran algo muy corriente, no se mencionan en ninguno de estos documentos». Tan enardecido como estaba de escribir otra crítica elogiosa a Radosh, nuestro anónimo ensayista de esta conservadora y «pro religiosa» revista, no se toma la molestia, no ya de leer los propios comentarios de Radosh, sino los documentos mismos.

Documento nº 46.

Es un informe de Dimitrov, dirigente del Komintern al mariscal Voroshilov. Radosh tergiversa completamente el contenido de este informe de 14 páginas. Por ejemplo, Radosh declara que «el autor [del informe] llega a una conclusión desconcertante: «la guerra y la revolución no podrán tener éxito si el Partido Comunista no se hace con el poder» (212). En realidad Dimitrov abiertamente se niega a apoyar la idea, de acuerdo con la cual el único camino hacia la victoria, pasaba por la toma del poder por los comunistas.

«La influencia del Partido no para de crecer entre las masas, especialmente entre los soldados; entre ellos crece el convencimiento, de que la guerra y la revolución popular no podrán concluir con éxito, si el partido Comunista no se hace con las riendas del poder. Quién sabe, esta idea puede acabar siendo cierta». (232, La cursiva es mía).

En el resumen de Arnold Beichman también se hace esta incorrecta afirmación:

«Resulta triste ojear estos archivos soviéticos y leer la palabras de un agente soviético, dirigidas a Georgi Dimitrov del Komintern: «la guerra y la revolución no podrán tener éxito, si el Partido Comunista no toma el poder en sus manos».

Lo cierto es que es una declaración muy interesante, aún más si tenemos en cuenta que parte del propio Dimitrov , quien precisamente se hiciera famoso tras el VII congreso el Komintern (1935), gracias a la defensa de la idea, de acuerdo con la cual la Internacional Comunista debe de detener la propaganda independiente de la revolución socialista, para hacer posible la creación de «frentes unificados» con todos los partidos antifascistas, como en España. Los comunistas españoles con el apoyo del Komintern, dedicaron muchas enrgias para conseguir que fructificase en España un Frente Popular. El documento del que se extrae la cita, muestra como el propio Dimitrov tenía dudas sobre su propuesta. Los documentos publicados en el libro podrían haber aportado importantes hechos que corroborasen esa opinión, de que precisamente la apuesta por un Frente Unido con los socialistas y anarquistas españoles condenó a la derrota a la República. Un analista competente tenía que haber analizado esta cuestión.

Documento nº 70.

Representa un extenso informe del general Walter (general polaco, comunista cuyo nombre era Karol Sverchevsky) que tiene un especial interés, por cuanto se analizan detalladamente las Brigadas Internacionales, más que en cualquier otro documento del libro. Estas páginas dieron la oportunidad a Radosh de dedicar sus malévolos comentarios, contra la Unión Soviética, contra los integrantes de las Brigadas internacionales; y se dedicó a fondo, ignorando los comentarios positivos sobre los internacionalistas, cargando el acento en la crítica a determinados combatientes.

Radosh comienza con la siguiente aseveración:

«Al comienzo de 1938 los destacamentos de brigadistas eran necesarios para los Soviets y el Komintern sólo para ganar puntos en su guerra propagandística y como moneda de cambio para las conversaciones con otras fuerzas reales».(431)

Radosh continúa: «en ningún lugar se muestra esto tan claramente como en los documentos presentados a continuación». Sin embargo en los propios documentos esta afirmación no se ve correspondida por ninguna parte.

Walter demuestra un envidiable sinceridad en el análisis de los puntos fuertes y flacos de las Brigadas Internacionales. Radosh ignora las ventajas y selecciona las declaraciones de Walter, relativas a los defectos.

Por ejemplo Radosh generaliza la crítica de Walter, dirigida a ciertos soldados de las Brigadas, que se consideraban por encima de los españoles, y considera que Walter se refería a todos en general.(431)

«En palabras e Sverchevsky, ellos[los brigadistas] creían, que habían llegado a salvar España de los fascistas. Este punto de vista les llevaba directamente a la altanería en relación a los españoles, a los que consideraban gente de segunda» (431)

En la práctica la observación de Walter tiene un carácter general y somete a crítica la orientación ideológica, que reinaba entre los brigadistas. (438). La expresión «ciudadanos de segunda» no se utiliza en ningún sitio. Es más bien una mordaz crítica política de Walter con respecto al concepto superficial del internacionalismo por parte de determinados combatientes, lo que se ilustra en el siguiente párrafo:

«Considero que la causa principal y fuente fundamental de nuestras dificultades reside en primer lugar en el ampliamente arraigado y tozudo convencimiento, de que nosotros los internacionalistas, solo «ayudamos», de que nosotros «salvamos» España, la cual, sin nosotros, como se suele decir, se convertiría en otra Abisinia. Esta perjudicial teoría impide a los camaradas alemanes e italianos ver las siluetas de los «Junkers» y los «Fiat» en las fuerzas aéreas fascistas; olvidan que aquí, en tierra española, luchan con las armas en la mano, es decir, con el método revolucionario más efectivo, en primer lugar contra el enemigo propio, que ha aplastado a sus países y pueblos para muchos años. Los «voluntarios» franceses no siempre ven la relación directa que hay entre Franco, De la Roc y Dorio; olvidan que… sus intereses vitales pasan por no permitir el paso del centinela fascista por la última frontera: los pirineos. Los polacos no acaban de entender que cada victoria suya es un golpe directo a la banda de Pilsudsky, quien ha convertido su país en una cárcel para el pueblo…»(438)

Walter es implacablemente sincero al reflexionar sobre los defectos de los brigadistas. Su análisis es un ejemplo de crítica honesta, que incluye la crítica a la actividad de los comunistas. Pero el informe de Walter contiene también los mayores elógios para las brigadas. (Ver por ejemplo los primeros tres párrafos. Pág.436) como de costumbre, los comentarios de Radosh son exclusivamente parciales: Recuerda numerosas manifestaciones críticas de Walter, pero ni una positiva.

En su reseña Schwartz es todavía más desvergonzado, citando ciertas declaraciones concretas de Walter como si hubiesen sido hechas en general. Radosh y Schwartz están cortados por el mismo patrón. Lean como en la Pág. XXV Radosh elogia a Schwartz.

-Schwartz: «el antisemitismo era un problema serio entre los combatientes progresistas»

-Documento nº 70: «Es cierto que incluso entonces hubo bastantes enfrentamientos, pequeños y serios, en las unidades de internacionalistas: La francofobia era especialmente perceptible…comenzaba a aparecer el antisemitismo (que hasta la fecha no ha sido erradicado)…» (448).

-Schwartz: «sobre todo las Brigadas Internacionales (BB.II.) estaban mejor abastecidas de raciones y productos y disponían de mucho mejor transporte que sus colegas españoles, con los que se negaban decididamente a «compartir su riqueza».

-Documento nº 70: «los soldados ingleses y americanos, hasta no hace mucho fumaban «Lucky», sin reparar en que los combatientes españoles que tenían al lado pasaban días enteros intentando conseguir un puñado de tabaco. Los internacionalistas a menudo reciben paquetes de casa, pero rara vez se ve que tengan deseo de compartirlos con sus camaradas españoles» (453).

-Schwartz: «Los oficiales de las BB.II. informaban con exactitud del número de muertos y heridos extranjeros, pero nunca mencionaban las bajas entre los españoles».

-Documento nº 70: «Richard comandante de la undécima brigada al informar de las bajas de su unidad en Brunete y Zaragoza, siempre indicaba el número exacto de muertos y heridos internacionalistas, incluyendo a veces los nombres. Pero nunca sabía las perdidas habidas entre la tropa española».

En este caso Schwartz presenta la conducta de un comandante en una batalla- una conducta que el general y comunista Walter condena- como habitual entre todos los «oficiales de las BB.II.». Schwartz no menciona los números de las páginas, por lo que comprobar su cita falsificadora, es una tarea agotadora.

Ni Radosh ni Schwartz toman en cuenta el contexto de las reflexiones de Walter. Sin embargo el propio Walter lo conoce perfectamente. Valorando grandemente el heroísmo de las BB.II. y la importancia de su participación en la guerra. (Ver Págs.436 y 459) Walter relata las grandes dificultades para superar el chovinismo, el racismo y la desconfianza entre la gente de diferentes nacionalidades»

«Las BB.II. y sus unidades se habían creado en uno o dos días de entre los voluntarios que se habían presentado, eran divisiones formadas por gente de decenas de nacionalidades, que no se conocían entre si, que sin tener tiempo de tratarse tenían que entrar enseguida en combate. Si a esto le añadimos la más que sensible falta de trabajadores políticos, la ausencia de cuadros militares cualificados y multitud de otras carencias, los defectos y la resolución del problema (adecuados a su tiempo) no deben sorprendernos» (448).

Schwartz: «Según Walter, las BB.II. inspiradas por los lemas de unidad mundial contra el fascismo, estaban infectadas por repugnantes y despreciables disputas sobre la superioridad de una nacionalidad sobre otra…Cualquiera se consideraba por encima de los franceses, pero incluso los franceses se consideraban por encima de los españoles, quienes recibían nuestra ayuda y nos permitían luchar con sus enemigos nacionales de clase en su territorio.»

Inmediatamente antes de este párrafo citado por Schwartz (449), encontramos este otro (Documento nº 70):

«El enorme y enaltecedor objetivo revolucionario-la lucha armada contra el fascismo- unía a todos y por el, los alemanes, italianos, polacos, judíos, y representantes de innumerables nacionalidades, incluyendo negros, japoneses y chinos, encontraron un idioma común, padecieron las mismas incomodidades sacrificaron su vida y a sus héroes, y todos sentían el mismo odio por el enemigo común».

Pero al mismo tiempo que los voluntarios se unían, perduraban las disputas mezquinas sobre la superioridad de una raza sobre otra…» (448-449).

En aquel entonces cuando todos los ejércitos en el mundo, excepto los dirigidos por comunistas, se organizaban oficialmente de acuerdo a postulados racistas (algunos como el israelí lo siguen siendo hoy en día), la lucha por el internacionalismo inspiraba a millones de personas en todo el mundo. Incluso el rabioso Schwartz considera las orientaciones racistas entre los internacionalistas» como el elemento más impactante del cuadro general, especialmente para los que hemos tenido durante 60 años el ejemplo de los veteranos del Batallón Lincoln, que se vanagloriaban de su valentía antifascista. (La cursiva es mía).

Las BB.II. fueron un ejemplo de antirracismo e internacionalismo, sin parangón en la historia. Las descalificaciones de Schwartz son simplemente el indicador de su catadura moral frente a estos valores.

Conclusión: ¿Para qué mentir si la razón está de nuestro lado?

El vergonzante tratamiento que da Radosh a estos documentos sería suficiente para desacreditar cualquier trabajo que aspirase a alcanzar el título de científico. Pero el asunto es mucho peor. Radosh no solo se muestra incapaz de de comentar convenientemente los documentos por el publicados. (Habek hizo la mayoría de las traducciones, Sevostianov se encargó del trabajo en los archivos de Moscú). Radosh una y otra vez escoge conscientemente el contenido de los documentos, que el lector puede encontrar el mismo unas páginas más abajo.

Radosh es uno de los pocos miembros del Partido Comunista, que al comprender que el movimiento comunista dirigido por la unión Soviética no lucha más por un mundo de igualdad y ausencia de explotación y no representa la respuesta a la necesidad que tiene el hombre de libertad, decidieron que automáticamente la otra parte tenía razón y pasaron a apoyar acríticamente el capitalismo americano y el imperialismo..

Cualquiera que conozca la historia de Radosh, cualquier lector de su autobiografía, del libro «Kommi» y de las reseñas del mismo, puede esperar una colección completa de prejuicios anticomunistas, como el modo de dar los más variados documentos, la interpretación más anticomunista de las posibles.

Inclusive el más precavido de los lectores, no podrá escapar de alguno que otro «descubrimiento», de la deshonestidad, de la doble cara de los comunistas, de alguna que otra «traición», de algo, que aunque minimamente pueda confirmar la postura de Radosh y de aquellos que componen reseñas elogiosas de su libro.

Incluso un lector cuidadoso, resultará no estar preparado para los niveles de deshonestidad demostrados por Radosh. Ni una sola de las afirmaciones de Radosh sobre la traición del Komintern o de la unión Soviética, está respaldada por los documentos que él mismo publica y comenta.

¿Tergiversa Radosh conscientemente los documentos por el analizados? ¿Confía que sus únicos lectores sean igual de zánganos anticomunistas, que acepten sus palabras si rechistar?

¿O será que aquellos que adviertan la falta de honradez de Radosh serán ignorados o considerados marginales?

Algunas de las tergiversaciones son tan insolentes que no se pueden entender de otro modo.

Creo no obstante, que la deshonestidad y la incompetencia, no lo explican todo. Si profundizamos más, veremos que el anticomunismo de Radosh y en especial su tendencia a demonizar a Stalin, parecen haber creado una especie de lente, que hace que todo lo que Radosh vea o lea, acabe deformado por sistema.

Radosh menciona el nombre de Stalin decenas de veces, aunque ninguno de los documentos aportados está escrito por él, ni en su nombre, y solo unos cuantos iban dirigidos a él. Para Radosh el nombre de Stalin ya no representa a una persona en concreto, es un signo metafórico, que dependiendo de las circunstancias, lo mismo vale para el Komintern, los líderes políticos soviéticos, que para cualquier comunista en cualquier lugar. Como el reflejo de un espejo del «culto a la personalidad» existente aproximadamente desde 1930 hasta la muerte de Stalin en 1953, Radosh atribuye todas las iniciativas y acciones de los comunistas al mismo Stalin. Es difícil imaginarse un reduccionismo más radical, y vale la pena señalar, que Radosh parece no advertirlo. Ni se le pasa por la cabeza argumentarlo teóricamente, históricamente o de algún otro modo.

Esta deformación ideológica es muy seria por su amplia difusión. Muchos de los que se consideran «liberales» o incluso e «izquierdas» comparten con Radosh, la construcción mental , de acuerdo con la cual cada vez que «Stalin»- léase el komintern- actuaba supuestamente en defensa de los explotados y oprimidos del mundo, se guiaba en realidad por motivaciones egoístas, que si no son apreciables a primera vista, es solo por estar astutamente camufladas.

Confío en que los lectores de esta reseña querrán leer el libro de Radosh y verlo todo con sus propios ojos.

Si tomamos en cuenta la incorrecta y desviada esencia de los comentarios de Radosh, este libro solo se puede leer de un modo.

Para empezar ignoren por completo los comentarios de Radosh. Lean detalladamente los documentos y solo los documentos propiamente dichos. Solo después pasen a los comentarios de Radosh.

Pero cada vez que Radosh, haga alguna afirmación basada en tal o cual documento, dirijase a ese documento, encuentre el párrafo correspondiente y vean lo que está escrito en realidad.

A menudo no es una tarea sencilla. Radosh cuando ofrece sus comentarios o resúmenes no indica los números de página de los documentos. Frecuentemente utiliza las expresiones del tipo:»como hemos visto…» (Pág.302), «en ningún sitio se ve tan claro como en los siguientes documentos…»(431). «Como hemos visto los documentos testimonian…»(pag372)

Aquí la tarea de encontrar el párrafo correspondiente exige bastante tiempo. Por cierto que vale la pena, porque esos documentos no testimonian nada parecido.

Radosh nos recuerda, que la figura de Stalin, es uno de los principales obstáculos para los marxistas. Stalin fue convertido en un monstruo por los Trotsky y sus seguidores, por algunos emigrantes de la URSS; por Jruschov y aquellos que se acostumbraron a creer que las llamadas «revelaciones» de Jruschov eran ciertas. Como escribió Robert Ferston, «el denigrado «Stalin» es una potente creación cultural, en la ciencia , en el cine, las publicaciones etc. Lo complicado es superar estas… en la medida de lo posible».(Ferston 2000). Radosh no intenta nada parecido.

Como escribió hace tiempo el famoso sociólogo británico Roger Pethybridge:»Cuando estudiamos las más famosas biografías de Stalin, salta a la vista lo que las une: los libros siguen cuidadosamente el método biográfico, dominante a finales del XIX, principios del XX. Cuando las biografías históricas se centraban en los así llamados «buenos» y «malos» monarcas. En ellos la figura gobernante , dominaba no solo la esfera política, sino también la social y económica, así que con estornudar o bostezar, podía cambiar por arte de magia toda la estructura socio-política de su reinado. Este método de biografía histórica hace tiempo que fue desechado para la descripción de los regímenes autoritarios de la historia antigua. Tampoco se utiliza para las investigaciones sobre la Alemania nazi. Pero por desgracia sigue siendo un fantasma del pasado, cuando se refiere al estudio de los dirigentes soviéticos. (1976. Pethybridge).

Tras la caída de la Unión Soviética, muchos documentos anteriormente secretos del Komintern y los bolcheviques fueron publicados, y constantemente aparecen nuevos.

Al igual que los documentos del Komintern del libro de Radosh, la mayoría de ellos contradice abiertamente a las ampliamente difundidas y propagadas historias de los horrores del movimiento comunista en la época de Stalin. [6]

Nosotros, como gente que comprende la enorme necesidad de una sociedad de igualdad, sin clases, debemos estudiar los logros y los errores de nuestros antecesores, especialmente de los bolcheviques, dirigidos por Stalin.

Pero para hacer esto, debemos para empezar, demostrarnos a nosotros mismos, que no conocemos realmente, lo que de verdad ocurría entonces.

Por ejemplo, muchos de los documentos del Komintern de esta sección confirman el convencimiento e mucha gente de izquierdas, de que el frente unido contra el fascismo, estaba condenado al fracaso desde el principio, incluso como maniobra táctica en la lucha con el fascismo.[7]

Por muy fielmente que los comunistas defendiesen exclusivamente objetivos democrático-burgueses, muchas fuerzas capitalistas se negaron a colaborar con ellos, prefiriendo la victoria de los fascistas al riesgo de una vida en un estado liberal capitalista, con un proletariado y campesinado bien organizados bajo la dirección de los comunistas.

El destino posterior de los partidos comunistas en Europa occidental y de los EE.UU., tras la IIª Guerra Mundial, fieramente atacados por los capitalistas, a pesar de su lealtad a los programas reformistas, frente a los revolucionarios, demuestra una vez más, que la estrategia de un frente unido no fue más que un bonito deseo.

Por eso debemos estar preparados y deseosos de cuestionar las conservadores versiones de la historia (trotskistas y de Jruschov) y «comenzar de nuevo» para poder de verdad entender lo que ocurría entonces.[8]

Si nos ponemos a ello- y yo creo que es nuestro deber- el libro de Radosh nos puede servir como ejemplo ilustrativo, de lo que no debemos hacer.

Reseñas utilizadas en este ensayo:

Beichman, Arnold. «Deceit in the Spanish Civil War.» The Washington Times, Op-Ed, July 17, 2001, p. A21. Bernstein, Richard. «Aiding Dictatorship, Not Democracy.» The New York Times, July 23, 2001. Review of «Spain Betrayed» in First Things 116 (October 2001). Hitchens, Christopher. «Who Lost Spain?» Wilson Quarterly, Summer 2001. Idem, «The Unfolded Lie.» Los Angeles Times, July 15, 2001. Schwartz, Steven. «The Red and the Black. The end of the myth of the Spanish Civil War.» Weekly Standard, July 16, 2001.

Otros materiales:

Graham, Helen. » ‘Against the State’: A Genealogy of the Barcelona May Days (1937).» European History Quarterly 29(4), 485-542. Pethybridge, Roger. 1976. Review of Ronald Hingley, Joseph Stalin: Man and Legend (New York, 1974), in Slavic Review 35 (March 1976): 136. Thurston, Robert W. Post to H-RUSSIA list, August 24, 2000.

Notas

[1]. No cabe ninguna duda de que Radosh falta a la verdad en numerosos lugares. Por ejemplo en el documento 62, donde como he argumentado en el texto, atribuye a Togliatti opiniones, que en el mismo documento, el cual el lector puede encontrar unas páginas más adelante, el propio Togliatti rebate.Radosh actúa de este modo en varias ocasiones.

Este libro puede servir a su vez como ejemplo de incompetencia. Radosh simplemente no cumple con el deber de cualquier investigador que se precie: no resume los documentos, no destaca las partes más relevantes, no las encaja en su contexto histórico, etc. estos defectos deberían de haber servido de señal de «Stop2 para cualquier redactor. Claro que se han publicado multitud de libros anticomunistas, repletos de errores, que podrían desacreditar cualquier otra investigación.

Las alabanzas acríticas de muchos ensayistas, inducen a pensar que uno de los objetivos del libro de Radosh era influir en aquellos que no fueran a leerlo detalladamente. Probablemente, alguien pensó que un libro así lo iba a leer muy poca gente, y que la mayoría de los lectores se conformarían con los comentarios, sin estudiar independientemente los documentos. Esto no es una justificación del contenido engañoso de la «España traicionada», sino más bien un intento de explicar la baja calidad del trabajo.

Al fin y al cabo este libro supuso un completo fiasco. Radosh durante años presumía, de una forma recatada desde mediados de los 80, cuando comenzó a publicar algo sobre la Guerra Civil Española, y en voz alta, cuando comenzó a trabajar en este libro, que iba a demostrar, que la URSS («Stalin») traicionó a España. Sin embargo el libro no demostró traición alguna; ni siquiera pudo demostrar algo deshonesto o desleal, algo especialmente dañino por parte de los comunistas o la URSS.

[2]. Radosh demuestra su ignorancia de la historia soviética. El termino «procesos, purgas» ya no se emplea ni por los sovietólogos anticomunistas.

«Purgas» se llamaba a la exclusión de los comunistas del partido por diferentes motivos, frecuentemente por alcoholismo, dejadez de responsabilidades etc. En ocasiones por desviaciones políticas. «Las purgas» no están en absoluto relacionadas con los tres célebres procesos de Moscú (1936-38) en los que fueron juzgados personas que reconocieron su participación en un complot contra el gobierno soviético. La mejor y más clásica exposición ver en: J. Arch Getty, Origins of the great purges: the Soviet Communist Party reconsidered, 1933-1938. Cambridge [Cambridgeshire]; New York: Cambridge University Press, 1985.

[3]. Ver la excepcional clasificación de la retórica anticomunista en James R. Prickett, «Anti-Communism and Labor History,» Industrial Relations 13 (October, 1974), 219-227.»

[4]. «Entre tanto, el ejercito republicano intentaba redoblar sus esfuerzos, sin tener siquiera suficiente armamento para la infantería. El enorme heroismo y la justicia de la causa republicana no podía suplir esta debilidad material, y en estas condiciones, el desenlace de la lucha estaba predeterminado.» G.S. Isserson. Nuevas formas de lucha. M.1940. Al comienzo de la ofensiva franquista en Cataluña en 1939 en este territorio del frente republicano había alrededor de 120.000 combatientes, pero no más de 37.000 fusiles. Ver memorias de I.M.Maisky.

[5]. Por ejemplo, Stalin declaró que «la causa de España, es la causa de toda la humanidad». La URSS envió a la República gran cantidad de ayuda material y humana, por si misma, o través del komintern., gran parte de la cual, no fue pagada. Sin embargo, Kerry Nelson, fiel apoyo de los veteranos americanos de la Guerra Civil Española, y famoso liberal de izquierdas, sigue considerando su deber explicar la ayuda soviética del siguiente modo:

«las intenciones de Stalin, eran fuera de toda duda pragmáticas. Él probablemente confiaba en utilizar la unión de la ayuda a la República española como base para la creación de una alianza general antifascista con las democracias occidentales». («The Spanish Civil War: An Overview»). La palabra «pragmático» en este contexto no explica nada; en la URSS sabían perfectamente que la ayuda a la República solo podía perjudicar a la alianza antifascista en ciernes, pero la ayuda continuó llegando. Según Nelson los voluntarios de la BB.II. podían guiarse por motivaciones idealistas, a diferencia de Stalin, a pesar de que las propias Brigadas no hubiesen podido organizarse sin su constante y firme apoyo.

[6]. Por ejemplo los interrogatorios y testimonios de figuras tan relevantes del NKVD, como Henrick Yagod y el mariscal Mijail Tujachevsky, están publicadas y a juzgar por las mismas, resulta claro, que las acusaciones contra ellos, por parte del gobierno soviético en los años 30 eran de hecho ciertas.

Existen testimonios complementarios de los contactos de Trotsky con opositores de la URSS que planeaban un golpe de estado, así como testimonios, de contactos de Trotsky con el gobierno fascista japonés- principales acusaciones del gobierno comunista en los años 30, rabiosamente negadas por los seguidores de Trotsky.

[7]. Ver por ejemplo «(«The Spanish Civil War: An Overview»)..

Una crítica más exhaustiva de la influencia de la estrategia del Frente Popular en el movimiento comunista internacional ver en : «Road to Revolution III: The Continuing Struggle Against Revisionism» (1970).

[8]. El destacado historiador anticomunista Yuri Zhukov citaba a G.Arch Getty, una autoridad entre los historiadores americanos de la joven generación, estudiosos de la URSS. Getty dijo que la historia soviética estaba envenenada «de propaganda» de la época de la guerra fría y que habría que estudiarla nuevamente. Ver Alexander Sabov, «El espantajo de Stalin», «Komsomolskaya Pravda», 5 de noviembre de 2001.