Un amigo de Alepo me ha mandado esta carta: «He estado hablando con opositores de cuyo patriotismo nadie duda, algunos hablaban de «interrogatorio» para referirse al estilo que usa el poder a la hora de dialogar. Les pregunté cómo iban las cosas. Quejas, quejas, y más quejas. Dijeron: es el poder quien ha empezado. Dije: […]
Un amigo de Alepo me ha mandado esta carta:
«He estado hablando con opositores de cuyo patriotismo nadie duda, algunos hablaban de «interrogatorio» para referirse al estilo que usa el poder a la hora de dialogar. Les pregunté cómo iban las cosas. Quejas, quejas, y más quejas. Dijeron: es el poder quien ha empezado.
Dije: el problema no es quien haya empezado. Yo estoy dispuesto a asumir la responsabilidad desde los tiempos del Reino de Maari y Ebla. Hay que solucionar el problema que tenemos ahora.
Uno dijo: Es el poder quien corre detrás de una solución, ¡no nosotros!
Pregunté: ¿Que el poder busque soluciones es una acusación?
No hubo respuesta
Continué: Vale, entiendo, queréis que el poder os entregue el país, así de sencillo. Nadie puede creerse que eso pueda pasar aunque vuestras fuerzas estuviesen a las puertas del palacio de Muhayirin, pero vosotros estáis muy lejos para poderlo ver. El estado se está rompiendo y su fin puede suponer un desastre para todos porque existe una alta posibilidad de que haya un nuevo reordenamiento regional.
Dijeron: eso no es verdad, no hay ninguna conspiración. Las organizaciones de la sociedad civil europea y algunas personalidades mundiales nos han advertido sobre la posibilidad de que Siria sea dividida, pero nosotros les hemos respondido que eso es imposible.
Pregunté: Si el Presidente anunciase su disponibilidad para firmar un acuerdo con Israel, ¿cómo creéis que actuaría Estados Unidos?
Dijeron: Pero, ¡si Estados Unidos apoya al presidente!
Dije: ¿Cómo? Con sanciones económicas, con exigencias para que abandone el poder, con propuestas de intervención en el Consejo de Seguridad. Hacedme entender para que pueda ser uno de los vuestros.
Dijeron: Siria no ha movido un dedo por el Golán.
Dije: Muy bien. ¿Habéis planteado en alguno de vuestros comunicados la cuestión del Golán y de Palestina? ¿Exigís la liberación del Golán? ¿Exigís combatir a Israel? Muy bien, ¿qué pensáis del conflicto ruso en Chechenia, y del problema chino con las minorías musulmanas, o de la solución india para Cachemira, o de las complicaciones que tiene vuestra amiga Turquía con los árabes, kurdos y alawíes?
Silencio.
Dije: Si mañana decidiese Estados Unidos lanzar ataques aéreos sobre puntos estratégicos militares sin resolución del Consejo de Seguridad como hizo en Yugoslavia para encender el caos en el país, ¿Cómo reaccionaríais?
Dijeron: ¡Que Dios nos proteja! Estados Unidos quiere que se quede el régimen y se quede el Asad.
Dije: ¿Cómo pensáis eso? ¿Están acaso ayudándolo económica y militarmente? ¿Veis que EEUU se mueva en el Consejo de Seguridad para evitar una condena y una intervención?
Silencio.
Dije: Muy bien, volvamos al punto principal ¿Pensáis negociar con el poder lejos de EEUU, Turquía y los países del Golfo?
Dijeron: Es el poder quien busca una solución, no nosotros, nosotros no tenemos que hacerlo».
* * *
Siria se dirige hoy hacia otra situación crítica. Está claro desde que el presidente Barack Obama decidió retirar las tropas de Iraq antes de navidades. Nuestra región ha entrado en una etapa de terremotos. El temor de que haya grandes evoluciones negativas en las próximas semanas, no es por mera especulación, sino que es lo que dicen los informes que circulan por los centros de mando de varias capitales sobre el destino que EEUU, Europa y sus aliados árabes han decidido para Siria. Por supuesto, para ello cuentan con el apoyo de una diversificada oposición siria, cuyo más destacado exponente es el equipo adscrito a las tendencias occidentales representado por la mayoría del Consejo Nacional Sirio. Como se va viendo mejor con el paso del tiempo, Burhan Ghaliun y otros distinguidos opositores se están convirtiendo poco a poco en una mera coartada: Tienen derecho a hablar pero no a tomar decisiones. Desde este punto de vista no es importante si a Rifat al-Asad y Abd el-Halim Jaddam les da por adherirse al CNS siempre y cuando sus lemas coincidan en un programa centrado en repetir la experiencia de Libia en Siria sin considerar las consecuencias.
Naturalmente hay quien ha salido a decir que Occidente no tiene mucho interés en atacar Siria porque ésta no posee ni el petróleo ni las riquezas de Libia. Quienes piensan esto se creen que la gente es tonta, los países petroleros también están metidos en el proyecto, prestos a financiar una guerra como ésa y prestos también a pagar la reconstrucción que suponga esa guerra.
No se dan cuenta de que Siria es un país estratégico en política y en todo. Su valor de facto supera decenas de veces las riquezas de varios reinos y emiratos.
* * *
Ante la rapidez de los acontecimientos, se hace necesario hacer una reevaluación de la situación y unas nuevas estimaciones para lo que conviene hacer unas indicaciones:
– Es más probable que en Siria se repita la experiencia del Líbano que la de Egipto y Túnez e incluso que la de Yemen y Libia. Ya sea por la división confesional y la naturaleza de las agrupaciones políticas, ya sea por su papel regional y los intereses internacionales.
– Cualquier persona dotada de razón no puede tardar en condenar y rechazar todo tipo de intervención en la que participe el bloque Occidental (EEUU-Europa) y con ellos los países del Golfo y Turquía. Cualquier imparcialidad respecto de una intervención internacional de ese tipo significa su aprobación de hecho. Esto exige que se condene de forma clara y expresa toda forma de apoyo y de incitación al caos económico, militar, mediático, etc., en la Siria de hoy.
– No es posible mantenerse imparcial y enterrar la cabeza en la arena cuando se ha destapado la carta del juego diplomático consistente en que algunos árabes hagan el papel a Occidente de allanarles el camino para la intervención militar.
– Debemos posicionarnos francamente contra el embargo impuesto a Siria y en contra de las sanciones económicas y políticas.
– La opinión pública y los que influyen en ella no deben dejarse llevar por las versiones procedentes del interior de Siria y las que vienen por voz de algunos opositores en el extranjero. Hay que ser precisos e investigar mejor por ejemplo el asunto de los enfrentamientos armados. Occidente ha decidido a efectos políticos, de seguridad y mediáticos considerar a cualquier persona armada como desertor del ejército con el fin de convertirla en un hecho real que no es. Quienes conocen las consecuencias que se desprenden de esto deben trabajar con rigor para determinar exactamente lo que está pasando. Un ejemplo: al menos la mitad de los que mueren a diario son militares y efectivos de seguridad, sin embargo los titulares llevan siempre el mismo título: 20 muertos en Siria. Por supuesto se entiende que el régimen ha asesinado a veinte civiles.
– Los hostiles a Siria intentan presentar las sanciones económicas como si fueran una solicitud del pueblo sirio e intentan persuadir a la opinión pública de que las sanciones sólo debilitan al régimen, a sus instituciones y a sus hombres. Mientras que un simple análisis del asunto indica que las sanciones van dirigidas contra la gente corriente y muy especialmente contra los comerciantes para que dejen de apoyar al régimen, y también para aumentar el rencor contra él de un amplio sector. Todo el mundo sabe que el régimen recibe ayuda de Irán, de Iraq y de otros países del mundo y que no es presumible que esté en una situación difícil. El fin de las sanciones no es forzar el gobierno a que haga reformas y cambios, sino derrocarlo poniendo a los grupos de indecisos y hasta los que le apoyan en contra de él. Punto final.
– Debemos ser claros a la hora de demostrar que Turquía y los países del Golfo quieren tomar posiciones en Siria, como en Libia, para controlarla. Quitarle el puesto y jugar su papel. No es casualidad que EEUU y Europa, y sus aliados árabes, pidan a Israel que se calle para que Siria no pueda utilizar ningún argumento contra su rival. Es el mismo escenario que tuvimos en Líbano tras el asesinato del presidente Rafiq al-Hariri. Occidente y algunos árabes le dicen a Israel: «Cállate, aquí estamos nosotros para hacer el trabajo que te interesa». Es posible que la escena se repita, si los esfuerzos de los opositores, la presión internacional, las sanciones y las acciones militares no surten el efecto de derrocar el régimen, entonces todos ellos se volverán hacia Israel, le pedirán que haga su papel favorito y que ataque.
– Lo dicho no implica que cualquier persona dotada de razón tenga que cerrar los ojos ante los asesinatos de manifestantes y detenciones de decenas de miles de ciudadanos. Condenar la actuación del gobierno, del ejército y de las fuerzas de seguridad sirias es un deber moral y político, no una postura pasajera. El régimen tiene que saber que no es posible callarse ante sus crímenes y que no se puede pasar página como si no se hubiera asesinado, detenido y torturado. Uno de los pasos ineludibles para poder emprender la reforma es destituir y juzgar a todos los responsables.
– Toda reforma tiene que ser sustentada por la sociedad y ésta es la que debe conducir las reformas. Por lo tanto la pregunta central es qué sistema político quieren los sirios y no qué reformas está dispuesto a hacer el régimen ni qué ha decidido por ellos la Comunidad Internacional. Eso exige ser responsables y meticulosos a la hora de observar todo lo que hace el régimen en el interior, garantizar el derecho de todo opositor a decir lo que quiera y garantizar un espacio abierto que no esté sometido a ningún tipo de censura que asfixie el diálogo desde el principio.
No hay que esforzarse mucho para entender que Siria atraviesa ahora el momento más difícil y que lo que ahí pase concierne a todo su entorno. Si en Siria hay quien se ha cansado y ha decidido aliarse con el diablo que no cuente con nosotros. Nosotros sabemos muy bien lo que eso significa.
Traducción del árabe de Antonio Martínez Castro