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Ruptura metabólica

Apocalipsis de insectos en el antropoceno (Parte I)

Fuentes: Viento sur [insecto. Foto: Julia anseele/ Unsplash]

[‘La pregunta es si cualquier civilización puede librar una guerra sin cuartel contra la vida sin destruirse a sí misma y sin perder el derecho a que la llamen civilizada/1.’

Han pasado seis decenios desde que Rachel Carson escribió su brillante libro Silent Spring [Primavera silenciosa], calificado a menudo de obra fundacional del movimiento medioambiental moderno. El propósito de Carson era detener la matanza de insectos, y muchas personas creyeron que su causa había triunfado cuando se puso fin al uso extendido de DDT. La victoria duró muy poco.

Cuando se publicó Silent Spring, mi familia acababa de trasladarse a una zona rural del este de Ontario. Como adolescente, no me gustó nada tener que abandonar la vida social urbana, pero quedé cautivado por visiones que jamás había percibido en la ciudad. En particular, en verano un campo cercano a la casa estaba lleno, durante el día, de mariposas monarca, y durante la noche, de luciérnagas. Estuve muchas horas contemplando el espectáculo ofrecido por los insectos.

Lis y yo seguimos viviendo en esa casa, y el campo sigue allí, asilvestrado, pero desde hace decenios ya no hemos visto ninguna monarca ni luciérnaga. La matanza incesante de estos animales de seis patas es mayor, y más dañina, que lo que podría haber imaginado Rachel Carson.]

El 3 de febrero, un informe exhaustivo mostró que el 80 % de las especies de mariposas en el Reino Unido han visto reducidas su abundancia o distribución desde la década de 1970, y la mitad de ellas están catalogadas actualmente como especies amenazadas o casi amenazadas/2. Puesto que las mariposas son de lejos los insectos cuyo seguimiento es más intenso, su declive es algo así como el proverbial canario cuyo desmayo avisaba a los mineros de carbón que estaba acumulándose el grisú. Si hay menos mariposas, es probable que también haya menos insectos de todas las especies.

En la misma fecha, científicos de la Academia de Ciencias Agrícolas de China informaron de que desde 2005 ha habido un declive constante de las 98 especies de insectos voladores que migran todos los años a través de la bahía de Bohai entre China y Corea. El número de insectos herbívoros ha disminuido un 8 % y el de insectos predadores que los comen ha caído cerca de un 20 %. Los autores dicen que los datos identifican “un declive crítico de la diversidad funcional (de los insectos) y una pérdida constante de resiliencia ecológica en todo el este de Asia/3.”

Estos estudios, realizados en dos extremos opuestos del planeta, son una nueva prueba de que está produciéndose un rápido declive a escala mundial de las poblaciones de insectos. Mientras la mayoría de grupos conservacionistas ilustran sus discursos de captación de fondos con fotografías de osos panda, tigres y aves raras, el declive generalizado de insectos representa la mayor amenaza para todos los seres vivos en el antropoceno. Scott Black, director ejecutivo de Xerces Society, una organización sin ánimo de lucro que insiste en la protección de los insectos y otros invertebrados, resume el peligro en pocas palabras:

Por muy mal que tratemos el planeta, desapareceremos antes de que lo hagan los insectos. Pero lo que veremos será menos aves en el cielo, si es que veremos alguna. Si queréis aves, necesitáis insectos. Si queréis frutas y verduras, necesitáis insectos. Si queréis suelos sanos, necesitáis insectos. Si queréis comunidades vegetales diversas, necesitáis insectos/4.

Los insectos son un factor crucial en lo que Karl Marx llamó el metabolismo universal de la naturaleza, el reciclado constante de energía y materia que hace posible la vida. Los artrópodos ‒sobre todo insectos, pero también arañas, ácaros, ciempiés y miriápodos‒ polinizan el 80 % de todas las plantas, reciclan los nutrientes esenciales de la vida, crean suelos sanos y fértiles, purifican el agua y son el alimento primario de muchas aves y otros animales. Si desaparecieran en su totalidad, la biosfera colapsaría y la humanidad ya no duraría mucho.

La mayoría de peces, anfibios, aves y mamíferos acabarían de extinguirse no mucho más tarde. Después les seguirían el grueso de las plantas de flor y con ellas la estructura física de la mayoría de bosques y otros hábitats terrestres de todo el mundo. La tierra se pudriría. A medida que la vegetación muerta se acumulara y se secara, estrechando y taponando los canales de los ciclos de nutrientes, sucumbirían otras formas complejas de vegetación, y con ellas los últimos remanentes de vertebrados. Los hongos que quedaran, después de experimentar una explosión poblacional de grandes proporciones, también perecerían. Al cabo de unos pocos decenios, el mundo volvería al estado de hace mil millones de años, poblado principalmente por bacterias, algas y otras pocas plantas multicelulares muy simples/5.

Está claro que la desaparición de todos los insectos no es probable dentro de un futuro previsible: en efecto, es probable que algunos insectos sobrevivan a la humanidad. La que sí está demostrada es una combinación de extinciones totales y drásticos declives poblacionales, que algunos científicos denominan defaunación. “Si no se controla, la defaunación no solo constituirá un rasgo distintivo de la sexta extinción masiva del planeta, sino también un motor de profundas transformaciones globales en el funcionamiento de los ecosistemas/6.”

La mayoría de registros de seres vivos se centran en mamíferos, aves, peces y reptiles, pero de hecho la amplia mayoría de animales son insectos. Nadie sabe exactamente cuántos hay, pero una buena estimación los cifra en 10 trillones ‒un 10 seguido de 18 ceros‒, bastante más de mil millones de insectos por cada ser humano. Juntos pesan sustancialmente más que todos los demás tipos de animales (incluidos los humanos) sumados. Su variedad es inmensa: tan solo en EE UU hay unas 23.700 especies de escarabajos, 19.600 especies de moscas, 17.500 especies de hormigas, abejas y avispas, y 11.500 especies de polillas y mariposas. A escala mundial se han catalogado un millón de especies de insectos y se piensa que todavía no se han identificado o nombrado otros cuatro millones. Al ritmo actual, muchas de ellas desaparecerán antes incluso de que la humanidad sepa que existen.

Con poblaciones tan enormes, es difícil imaginar que todas ellas o siquiera una parte significativa pudieran estar en riesgo. Aparte de las mariposas, que son hermosas, y de las abejas melíferas, que son beneficiosas, hasta hace poco apenas se hablaba, en los informes sobre la pérdida de biodiversidad, de las amenazas que pesan sobre la vida de los insectos/7The Sixth Extinction [La sexta extinción], el premiado libro de Elizabeth Kolbert publicado en 2014, por ejemplo, solo se refiere brevemente al declive de los insectos como una consecuencia difícil de medir de la deforestación de la Amazonia. Dodging Extinction, de Anthony Barnosky, publicado asimismo en 2014, menciona de pasada los insectos apenas dos veces, mientras que The Uninhabitable Earth [El planeta inhóspito], el éxito de ventas de David Wallace-Wells publicado en 2019, contiene nada más que tres párrafos sobre los insectos.

Estos autores no dejaron de lado arbitrariamente a nuestros parientes hexápodos: sus omisiones reflejaron un vacío arraigado en la literatura científica. Aunque los entomólogos habían publicado muchos informes sobre la biología y el comportamiento de determinadas especies, eran pocos quienes habían examinado o medido la evolución tendencial de las poblaciones de insectos en el tiempo. Incluso entre las abejas, uno de los grupos de insectos más estudiados, la Academia Nacional de Ciencias de EE UU lamentó en 2007 que “carecemos de datos poblacionales de periodos prolongados y nuestros conocimientos de su ecología básica son incompletos”/8.

En octubre de 2017 se produjo una inflexión cuando doce científicos y científicas europeas publicaron un informe pionero sobre el declive de los insectos voladores en áreas de protección de la naturaleza de Alemania. Durante cerca de tres decenios, miembros de la Sociedad Entomológica de Krefeld, compuesta por personas voluntarias, habían estado capturando y contando insectos en 63 reservas naturales con ayuda de trampas en forma de carpas. Un análisis de sus registros, publicado en la revista PLOS One, reveló una tendencia alarmante que afectaba a abejas, avispas, mariposas, moscas, escarabajos y otros insectos.

Nuestros resultados documentan un drástico declive de la biomasa media de insectos voladores del 76 % (hasta el 82 % en pleno verano) en apenas 27 años en áreas de protección de la naturaleza de Alemania. […] El declive generalizado de la biomasa de insectos es alarmante, máxime teniendo en cuenta que todas las trampas se hallaban en áreas protegidas que se supone han de preservar funciones de los ecosistemas y la biodiversidad. Mientras que el declive gradual de especies raras de insectos se conoce desde hace algún tiempo (por ejemplo, de mariposas especializadas), nuestros resultados ilustran un declive rápido y continuo de la cantidad total de insectos voladores activos en el tiempo y el espacio/9.

En 2018, otro grupo de científicos mostró que entre 2008 y 2017 había habido un declive sustancial de la diversidad de insectos, su biomasa y su abundancia en zonas de pastos y bosques de Alemania, y un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences reveló que las poblaciones de insectos en bosques tropicales de Puerto Rico habían descendido nada menos que un 98 % desde la década de 1970/10. A pesar de que hubo dudas sobre ciertas cifras y la metodología, ahora existen, como escribió el conocido ecologista británico William Kunin en la prestigiosa revista Nature, “pruebas contundentes de declives de insectos”/11.

Estos hallazgos movieron a ecologistas y entomólogas de todo el mundo a desenterrar antiguos estudios y registros, buscando datos que pudieran servir para medir las variaciones de las poblaciones de insectos. En 2019, la revista Biological Conservation publicó una reseña detallada de 73 estudios de declives de insectos publicados.

Partiendo de nuestra recopilación de informes científicos publicados calculamos que la proporción actual de especies de insectos en declive (41 %) duplica la de los vertebrados, y la velocidad de extinción de especies locales (10 %) es ocho veces mayor, lo que confirma hallazgos anteriores. Actualmente, alrededor de un tercio de todas las especies de insectos están amenazadas de extinción en los países estudiados. Además, todos los años se añaden a la lista alrededor del 1 % de todas las especies de insectos, y este descenso de la biodiversidad comporta una pérdida de biomasa en todo el mundo del 2,5 % anual/12.

Desde entonces, como ilustran los estudios citados al comienzo de este artículo, han proliferado las investigaciones sobre poblaciones de insectos. En febrero de 2023, Google halló más de 30.600 referencias de “insectos en peligro”, y Google Scholar más de 1.000 publicaciones académicas. Para una recopilación accesible de las últimas investigaciones recomiendo encarecidamente dos libros recientes, Silent Earth, de Dave Goulson, y The Insect Crisis, de Oliver Milman. Ambos están escritos por autores serios que huyen del sensacionalismo, y uno habla de “apocalipsis de insectos” y el otro califica el declive de las poblaciones de insectos de “una situación nefasta [que] apenas se puede abarcar”/13.

En The Cosmic Oasis, una historia de la biosfera publicada en 2022, dos destacados científicos especializados en el antropoceno, Mark Williams y Jan Zalasiewicz, advierten de que es imposible exagerar la amenaza que supone el declive de la vida de los insectos que ha confirmado la investigación reciente.

Algo así como dos quintas partes de las especies de insectos de todo el mundo pueden estar amenazadas de extinción en pocas décadas; están siendo exterminadas de forma generalizada tanto en medios urbanos como rurales, y diezmadas por la contaminación en entornos acuáticos. […] Dado que los insectos están profundamente integrados en el funcionamiento de los ecosistemas de la Tierra, una pérdida importante de su número y su diversidad tendría consecuencias incalculables; en efecto, es probable que causaran un colapso general de los ecosistemas, incluidos los que nos sostienen/14.

La Parte 2 explicará cómo el capitalismo impulsa y acelera el apocalipsis de los insectos.

Texto original: Climate&Capitalism

Traducción: viento sur

Notas:

/1 Rachel Carson, Silent Spring (Mariner Books, 2002), 99. [Existen ediciones en castellano, la más reciente es Primavera silenciosa (1913), Barcelona: Booket.]

/2 R. Fox y cols., The State of the UK’s Butterflies 2022 (Butterfly Conservation, 2023).

/3 Yan Zhou y cols., “Long-Term Insect Censuses Capture Progressive Loss of Ecosystem Functioning in East Asia”, Science Advances 9, n.º 5 (03/02/2023).

/4 Citado en Oliver Milman, The Insect Crisis: The Fall of the Tiny Empires That Run the World (W.W. Norton, 2022), 61.

/5 E. O. Wilson, “The Little Things That Run the World* (the Importance and Conservation of Invertebrates)”, Conservation Biology 1, n.º 4 (1987), 345.

/6 Rodolfo Dirzo y cols., “Defaunation in the Anthropocene”, Science 345, n.º 6195 (25/07/2014): 406.

/7 Una excepción evidente fue Rachel Carson, pero su principal preocupación no eran los insectos como tales, sino el efecto del DDT en las aves insectívoras.

/8 May Berenbaum y cols., Status of Pollinators in North America (National Academic Press, 2007), 1.

/9 Caspar A. Hallmann y cols., “More than 75 Percent Decline over 27 Years in Total Flying Insect Biomass in Protected Areas”, PLOS ONE 12, n.º 10 (18/10/2017), 14, 15-16.

/10 Sebastian Seibold y cols., “Arthropod Decline in Grasslands and Forests is Associated with Landscape-Level Drivers”, Nature 574, n.º 7780 (30/10/2019): pp. 671-674; Bradford C. Lister y Andrés García, “Climate-Driven Declines in Arthropod Abundance Restructure a Rainforest Food Web”, Proceedings of the National Academy of Sciences 115, n.º 44 (15/10/2018).

/11 William E. Kunin, “Robust Evidence of Declines in Insect Abundance and Biodiversity”, Nature 574, n.º 7780 (30/10/2019): 641.

/12 Francisco Sánchez-Bayo y Kris A. G. Wyckhuys, “Worldwide Decline of the Entomofauna: A Review of Its Drivers”, Biological Conservation 232 (2019): 16, 22.

/13 Oliver Milman, The Insect Crisis: The Fall of the Tiny Empires That Run the World (W.W. Norton, 2022), 5; Dave Goulson, Silent Earth: Averting the Insect Apocalypse (HarperCollins, 2021).

/14 Mark Williams y J. A. Zalasiewicz, The Cosmic Oasis: The Remarkable Story of Earth’s Biosphere (Oxford University Press, 2022), 130-131.

Fuente: https://vientosur.info/apocalipsis-de-insectos-en-el-antropoceno-i/