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Arizona o el paisaje de la ropa sucia

Fuentes: luis-alvarenga.blogspot.com/

 ¿Cuáles son las raíces que sujetan, qué ramas crecen de este cascajo? Hijo del hombre,  tú no puedes decir ni adivinar, pues sólo conocer un manojo de imágenes rotas, donde el sol golpea,  y el árbol muerto no da abrigo, el grillo no reconforta,  y la piedra seca no da sonido de agua. Sólo  hay […]

 ¿Cuáles son las raíces que sujetan, qué ramas crecen

de este cascajo? Hijo del hombre,

 tú no puedes decir ni adivinar, pues sólo conocer
un manojo de imágenes rotas, donde el sol golpea,
 y el árbol muerto no da abrigo, el grillo no reconforta,
 y la piedra seca no da sonido de agua. Sólo
 hay sombra bajo esta piedra roja
 (Ven bajo la sombra de esta piedra roja)
 y te enseñaré algo completamente distinto
 a tu sombra en la mañana dando zancadas detrás de ti,
 o de tu sombra que se levanta para encontrarte en el ocaso;
 te enseñaré el temor en un puñado de polvo.
 
T. S. Eliot, «The wasteland»

Un grupo de la red social en internet Facebook exhibe fotografías de un paisaje desolado en el desierto de Sonora. Parece una quebrada seca en cuyo inexistente caudal están abandonados pantalones, camisas, bidones donde antes hubo agua, mochilas. El responsable del sitio añade: «¡No olviden los pañales sucios y el excremento humano!» El grupo no está dedicado a temas de medio ambiente, sino a apoyar las leyes antiimigrantes en Arizona.

El grupo en cuestión ha colocado dichas imágenes para demostrar que los latinoamericanos indocumentados que atraviesan el desierto de Sonora y muchos lugares más, sólo sirven para dejar basura a su paso. Dice más adelante: «¿Se pueden imaginar cómo ha de apestar aquí, en lo más duro del CALUROSO VERANO DE ARIZONA? Los voluntarios vienen a estas zonas y limpian todo… corriendo grandes riesgos personales y sacrificándose. ¡Compartan estas fotos en sus perfiles de Facebook! Los medios no lo cubrirán todo, pero juntos, ¡podemos asegurarnos que MUCHOS ESTADOUNIDENSES verán lo que los emigrantes ilegales le están haciendo al traspatio de Estados Unidos!»

Por todo esto y por mucho más justificada de sobra cualquier represalia contra estos bárbaros (Bárbaros, como aquellos que no hablan ni inglés, ni latín, ni griego y sólo ladran: bar-bar. Bárbaros, que acechan los limes, las fronteras y no hay muro que los detenga, con sus trebejos repugnantes, sus supersticiones y su música de rancheros).

El paisaje de la ropa sucia, del detritus humano es mudo, pero cuenta historias. ¿De quién eran esos pantalones que tuvieron que ser dejados a un lado? ¿Qué espalda cargaba esa mochila descolorida? ¿Y qué se hizo el agua de los bidones? ¿Fue suficiente para evitar que alguien desfalleciera?

El paisaje es reseco. No es completamente desértico, pues tiene algunos árboles. Los árboles no tienen una fronda generosa para guarecerse del sol. «¡No olviden los pañales sucios y el excremento humano!». Claro. Por aquí pasaron también bebés. Y personas lo suficientemente locas y sucias para padecer este infierno, el caluroso verano de Arizona. ¿O es que los dueños de la ropa sucia y los pañales asquerosos no estaban viviendo ya en el infierno? Los que no tienen ya nada que perder, porque ya lo perdieron todo. Los perdedores. Los losers, los que dejan una estela de mierda a su paso para hacer del paraíso otro Tercer Mundo. Para tercermundear todo, Atila harapiento y espanglishparlante. El Azote de Dios. El miedo en un puñado de polvo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.