Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Mientras escribo a las 5 de la tarde del lunes 31 de mayo, ha pasado todo el día desde los informes de por la mañana temprano sobre el ataque del comando israelí a los barcos desarmados que llevaban ayuda humanitaria a Gaza, y no ha habido una reacción del presidente Obama, excepto cuando dijo que tenía que conocer «todos los hechos sobre los trágicos sucesos de esta mañana» y que el primer ministro israelí Netanyahu había cancelado sus planes para reunirse con él en la Casa Blanca. Por lo tanto Obama ha convertido a EE.UU., una vez más, en cómplice de los bárbaros crímenes de guerra de Israel. Precisamente como el Congreso de EE.UU. que votó por rechazar el informe del juez Goldstone sobre los crímenes de guerra de Israel cometidos durante la invasión de Gaza en enero de 2009, Obama ha ignorado el último acto de barbarie de Israel pretendiendo que no sabe lo que ha sucedido.
Nadie en el mundo creerá que Israel ha atacado barcos en aguas internacionales que llevaban ciudadanos israelíes, un Premio Nobel, políticos elegidos, y destacados humanitarios que transportaban medicinas y materiales de construcción a los palestinos en Gaza, que han estado viviendo en los escombros de sus casas sin reparaciones o medicinas desde enero de 2009, sin conseguir primero la aprobación del crimen de su protector estadounidense. Sin la protección de EE.UU., Israel, un Estado totalmente artificial, no podría existir. Nadie en el mundo creerá que el aparato de espionaje de EE.UU. no ha detectado el movimiento de la fuerza de ataque israelí hacia los barcos de ayuda en aguas internacionales en un acto de piratería, matando a 20 personas, hiriendo a 50 y secuestrando al resto. La simulación de ignorancia de Obama confirma su complicidad.
Una vez más el Gobierno de EE.UU. ha permitido que el Estado israelí asesine a gente buena conocida por su conciencia moral. El Estado israelí declara que cualquiera con conciencia moral es un enemigo de Israel, y cada presidente estadounidense con la excepción de Eisenhower y Carter ha estado de acuerdo.
La historia israelí, disparatada como siempre, es que los humanitarios de uno de los barcos se apoderaron de dos pistolas de los comandos israelíes, soldados altamente entrenados con armas automáticas, y que dispararon contra la fuerza de ataque. El Gobierno israelí afirma que la reacción de los comandos (70 víctimas según las últimas informaciones) fue una autodefensa justificada. Israel es inocente. Israel no hizo nada fuera de lanzar a comandos a bordo desde helicópteros a fin de interceptar un embarque de armas hacia Gaza transportado por barcos tripulados por terroristas.
Especialmente muchos cristianos evangélicos, con sus cerebros lavados por sus pastores para que crean que es la voluntad de Dios que los estadounidenses protejan a Israel, creerán la fábula israelí, ya que es poco probable que lleguen algún día a oír otra. Estadounidenses conservadores, especialmente en el Día del Recuerdo, cuando celebran los hechos heroicos de las armas de EE.UU., admirarán a Israel por su dureza. Aquí, en el norte de Georgia donde me encuentro por el momento, he escuchado a varios que dijeron, con admiración: «Ellos, los israelíes, no aguantan las tonterías de nadie.»
Los estadounidenses conservadores quieren que EE.UU. sea como Israel. No comprenden por qué EE.UU. no deja de perder el tiempo después de nueve años y no se lanza y derrota a los talibanes en Afganistán. No comprenden por qué EE.UU. no derrotó a quienquiera se haya opuesto a las fuerzas estadounidenses en Iraq. Los conservadores están encolerizados porque EE.UU. tuvo que «ganar» la guerra sobornando a los iraquíes y colocándolos en su nómina. Israel mata a la gente y después culpa a sus víctimas. Eso atrae a los conservadores estadounidenses, que quieren que EE.UU. haga lo mismo.
Es probable que los estadounidenses acepten la historia del propagandista israelí Mark Regev de que los israelíes fueron recibidos con un fuego mortífero cuando trataron de interceptar un embarque de armas a los terroristas palestinos de IHH, una organización radical islamista turca bajo la cobertura de la ayuda humanitaria.
Los estadounidenses nunca sabrán a través de los medios de EE.UU. que el Primer Ministro de Turquía Erdogan declaró que los barcos de ayuda fueron cuidadosamente inspeccionados antes de partir de Turquía y que no había terroristas ni armas a bordo: «Quiero decir al mundo, a los jefes de Estado y a los Gobiernos, que esas embarcaciones que partieron de Turquía y de otros países fueron revisadas estrictamente según el marco de las reglas de la navegación internacional y que sólo estaban cargadas de ayuda humanitaria».
Turquía es un aliado de EE.UU. miembro de la OTAN. La cooperación de Turquía es importante para el plan estadounidense de hegemonía global. Erdogan debe interrogarse sobre la moralidad del protector estadounidense de Israel. Según un informe en antiwar.com, el gobierno turco declaró que «futuros barcos de ayuda se enviarán con una escolta militar para impedir los ataques israelíes». ¿Asesinará la CIA a Erdogan o pagará a los militares turcos para que lo derroquen? Murat Mercan, jefe del comité de relaciones exteriores de Turquía, dijo que la afirmación de Israel de que había terroristas a bordo de los barcos de ayuda fue la manera de Israel de encubrir su crimen.
Mercan declaró: «Cualquier afirmación de que los miembros de ese barco estén vinculados a al-Qaida es una gran mentira, porque hay civiles israelíes, autoridades israelíes y parlamentarios israelíes a bordo del barco».
El Estado criminal de Israel no desmiente su acto de piratería. La portavoz militar israelí Avital Leibovich, confirmó que el ataque tuvo lugar en aguas internacionales: «Esto sucedió en aguas fuera del territorio israelí, pero tenemos derecho a defendernos».
Los estadounidenses, y sus Estados títeres europeos occidentales y el Estado títere de Canadá serán persuadidos por los medios serviles para que acepten la historia fabricada por la propaganda israelí de que los barcos de ayuda humanitaria iban tripulados por terroristas que llevaban armas a los palestinos de Gaza y que los terroristas que se presentaban como humanitarios atacaron a la fuerza de comandos israelíes con dos pistolas, palos y cuchillos. Muchos estadounidenses se tragarán la historia sin ningún problema.
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Paul Craig Roberts fue editor del Wall Street Journal y secretario adjunto del Tesoro en el gobierno de Ronald Reagan. Su último libro, How the Economy Was Lost, ha sido publicado recientemente por CounterPunch/AK Press. Se le puede contactar en: [email protected]
Fuente: http://www.counterpunch.org/
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