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Entrevista a José Herrera Plaza sobre Accidente nuclear en Palomares. Consecuencias (1966-2016) (III)

«Bartolomé Roldán es un verdadero héroe que no entendía tal calificativo ni un homenaje simplemente por haber obrado como era menester»

Fuentes: Rebelión

José Herrera Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición en […]

José Herrera Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición en el Centro Andaluz de Fotografía «Operación Flecha Rota. Accidente nuclear en Palomares». Posteriormente dirigió el largometraje documental homónimo (2007).

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-Estamos en el segundo capítulo de tu libro. El título de este apartado: «El accidente desde Palomares y Villaricos». Es un largo y, por supuesto, muy interesante desarrollo. Te pregunto por lo más esencial. Me dejaré mil cosas… ¡para la lectura del libro! ¿Nos sitúas un poco? ¿Dónde está Palomares, ya sabemos más o menos, pero, sobre todo, dónde está Villaricos? ¿Cuántos habitantes tenían en aquellos años? ¿Eran pueblos agrícolas? ¿Qué cultivaban?

-JH.-Palomares y Villaricos son dos pedanías de Cuevas del Almanzora en la costa este de la provincia de Almería. La población de hecho se estimaba en 1.200 habitantes de Palomares y sensiblemente menor en Villaricos. Mientras Palomares era una comunidad eminentemente agrícola, con una pequeña cabaña ganadera, basada en el minifundio, Villaricos carecía de tierras cultivables y se dedicaba a la pesca artesanal. Algunos trabajaban también de jornaleros en las cosechas de los campos de Palomares.

-¿Quiénes eran los alcaldes de esas dos poblaciones? ¿Gentes del Régimen, del régimen franquista quiero decir? ¿Qué papel jugaron tras el accidente? ¿Estuvieron a la altura de aquellas difíciles circunstancias?

-JH.- El alcalde pedáneo de Villaricos es desconocido para mí, pues permaneció en la sombra, al igual que el del municipio del que dependían (Cuevas del Almanzora). Quien destacó desde el primer momento fue el pedáneo de Palomares, José Manuel González. Él fue aparentemente el interlocutor conocido entre las autoridades norteamericanas y españolas. Por supuesto que eran próximos al régimen. En el caso de José Manuel, era somatén, o milicia armada para episodios de rebeldía o desorden popular.

-¡Nada menos! El apartado 2.1. está dedicado a los primeros momentos del accidente. ¿Nos puedes hacer un resumen para que podamos hacer un poco de idea?

-JH.- En el capítulo I se intenta relatar el accidente desde el avión. En el siguiente, lo mismo pero desde el punto de vista de los que están en tierra. En las desventuras e imprevistos percibimos a los implicados mucho más a merced del azar. Como casi todos los días que la mar lo permitía, los pescadores salían a faenar a los caladeros. Cuando se produce el accidente, el patrón del Dorita, Bartolomé Roldán y su tripulación atienden los paracaídas que descienden. Cerca de ellos caen dos tripulantes al agua. Suben el arte y se aprestan a recatar al comandante del B-52, Charles Wendorf y su copiloto Rooney. Tal es la diligencia empleada que les va a salvar de una severa hipotermia. Pero Rooney estaba herido. Tenía una herida de algo más de 20 cm. en el glúteo que parecía un melón abierto, según su salvador. Como aquello no paraba de sangrar y carecían de un botiquín básico, decide unir la herida con cinta aislante y de apósito echa mano de lo único disponible: la borra séptica de hilos del motor que se utilizaba para limpiar la grasa de las manos.

La suerte quiso que volara cerca un pequeño helicóptero «Libélula» con dirección a Rota (Cádiz), pilotado por dos jóvenes tenientes de navío. Ello permitió que diesen inmediatamente la alerta a las torres militares españolas y se prestasen a ayudar en el salvamento de los pilotos que habían caído al agua. Gracias a su arrojo y rápida acción localizaron a quien pilotaba el B-52 en el momento del accidente, Larry Messinger y que fuera balizado para su rescate por el pesquero «Agustín y Rosa».

-Te pregunto por algunos personajes de la historia. Poco conocidos para nosotros o cuanto menos para mí. ¿Quién fue Larry Messinger?

-JH.- Hemos hablado de él y lo seguiremos haciendo.

-Tienes razón, lo acabas de mencionar.

-Sin lugar a dudas es uno de los grandes protagonistas de esta historia: el que pilota el avión en el momento del accidente y el cabeza de turco, hasta que acude a los tribunales militares. Pero permíteme que me tome la licencia de relatar los paradójicos sentimientos que tuve cuando lo entrevistamos en 2003.

-Adelante con ello.

-Era su primera entrevista desde el accidente y estaba muy nervioso. Había pedido a su hijo primogénito que le acompañara. Larry todavía arrastraba las secuelas de una hemiplejia. Su aspecto era el de un venerable anciano algo limitado al que ayudarías a cruzar la calle si lo precisara. Su trato, su exquisita educación y ademanes contrastaba con el historial militar. Había participado en multitud de bombardeos en la IIª G.M., incluidos aquellos a la población civil: el de Bremen y el de bombas incendiarias a la población de Tokio. A mi pregunta de si hubiese titubeado en soltar las 4 bombas de hidrógeno en sus respectivos objetivos, me respondió que no hubiese dudado en absoluto. Nada como la distancia que marca la altitud de vuelo para que no te salpiquen las consecuencias de tus actos.

Larry Messinger era el que pilotaba el B-52 en el momento del accidente.Tras 37 años de silencio concedió la primera entrevista para el documental «Operación Flecha Rota». Su aspecto y exquisito trato de un venerable anciano no denotaba la indolencia por haber participado en los bombardeos más cruentos de la IIª G.M. Aquí aparece con José Herrera en 2003. (Foto: Kathryn García)

-Santiago Alba Rico ha hablado de esto mismo que apuntas en diversas ocasiones. ¿Quién fue José Antonio Balbás Otal? ¿Salvó a Larry Messinger?

-JH.- Durante años estuve intentando localizar a la tripulación del helicóptero español que casualmente pasaba por allí ese lunes 17 de enero. Cuando lo consigo, únicamente vivía José Antonio, que ya estaba en la reserva con el grado de almirante. El día de autos era teniente de navío y copiloto. Gracias a su memoria y una copia del informe que presentaron, pudimos reconstruir su heroica intervención. Larry cayó a casi 13 km. de la costa. El estado de las aguas, con grandes olas, dificultaba desde el mar la localización de una persona. El chaleco salvavidas y sobre todo, el bote de humo que arrojaron desde el helicóptero, permitió al pesquero comandado por Alfonso Simó Orts recoger sin más dilación a Larry Messinger.

-¿Y Bartolomé Roldán, «Bartolo»?

-JH.- Bartolomé era uno de los grandes olvidados. Salvó en pocos minutos a dos aviadores del B-52 y consiguió sin medios materiales de primeros auxilios cortar la fuerte hemorragia de uno de ellos. Con la ayuda del vecino de Sabadell, Josep Asensio, conseguimos convencer al Ayto. de Águilas de un tardío pero merecido homenaje, como restitución a quien siempre había huido de los medios y de cualquier notoriedad. En enero de 2013 -47 años más tarde- se realizó el homenaje. El momento más emotivo fue cuando el comandante del B-52 Charles Wendorf, mediante videoconferencia, consiguió personalmente agradecer por su acción a Bartolomé. Gracias a él pude ver crecer a mis hijos y disfrutar de mis numerosos nietos, afirmó Wendorf. Allí nos enteramos que Bartolomé había participado en cuatro salvamentos, uno de ellos a otro piloto de una avioneta. Sin exageración alguna se trata de un verdadero héroe, muy a su pesar, que no entendía tal calificativo ni un homenaje simplemente por haber obrado como era menester. Casi dos años más tarde el Ayto. de Águilas le puso su nombre a una calle. Cual advenedizos quijotes, Josep y yo conseguimos desfacer los entuertos que el tiempo, la ingratitud, la modestia del homenajeado y el olvido se habían cebado con su acción y persona.

Los pescadores protagonistas de los primeros momentos. De izda. a dcha. Bartolomé Roldán, Alfonso Simó Orts, que salvaron a tres aviadores y su hermano Francisco, llamado «Paco el de la Bomba» por haber marcado el lugar donde amerizó la 4ª bomba. (Foto: Diario Ya)

-¿Y los hermanos Francisco y Alfonso Simó Orts?

-JH.- Eran los capitanes de los pesqueros de arrastre «Manuela Orts» y «Agustín y Rosa» que estaban pescando el codiciado gambón rojo de Alborán. Quiso el azar que Francisco estuviese próximo a donde cayó la 4ª bomba, lo que resultaría determinante para su hallazgo y que su hermano Alfonso anduviera más adentro, relativamente cerca de donde fue a parar Larry Messinger.

-¿Y Ginés Asensio Mulero?

-JH.- Ginés era una persona que estaba en las faenas del campo. Al observar el descenso de un paracaídas en los campos delante del pueblo, intenta ayudar en lo posible, al igual que el resto de personas de los alrededores. Cuando el maltrecho navegador por radar lo ve acercarse corriendo con una hoz en la mano, se asusta. Sin embargo no se pone nervioso cuando María Sánchez Sánchez le libera del arnés con un cortaplumas. Nombre que recuerda perfectamente 37 años más tarde, cuando le entrevistamos.

-Lo has comentado en algunos casos pero para resumir un poco. ¿Viven algunos de ellos? ¿Has podido conversar con ellos?

-JH.- El tiempo siempre obra en contra. Cuando pudimos meternos de lleno en la investigación y realizar las entrevistas, muchos ya habían agotado sus días. Pudimos entrevistar a dos miembros de la tripulación, a Bartolomé Roldán, pero no a los hermanos Simó Orts, aunque abundan las entrevistas a uno de ellos, llamado popularmente: «Paco el de la Bomba».

-¿Quiénes eran los maestros de los pueblos?, ¿qué hicieron? ¿Quién era Milagros?.

-JH.- Había varios maestros y maestras en la barriada. Nos centramos en Pedro Sánchez, maestro de la escuela pública. Intervino en los primeros instantes en la evacuación de los alumnos, tras haber caído parte de la bodega y tren de aterrizaje a 60 m. del colegio. Además era practicante, lo que le lleva a protagonizar el penoso levantamiento de los cadáveres y la evacuación del navegador por radar Buchanan, que había resultado herido. Su esposa Milagros Jiménez regentaba el botiquín público, donde se vendían una serie de fármacos básicos. Ella contempló el dantesco espectáculo de los primeros instantes y las víctimas. Posteriormente padeció diferentes desórdenes anímicos que recuerdan al síndrome de estrés postraumático.

-Por cierto, ¿y la guardia civil de la zona? ¿Qué hizo, cómo se comportó la benemérita? ¿Tenían formación para enfrentarse a asuntos de esta naturaleza?

-JH.- En un principio acudieron la mayoría de los efectivos de los puestos de la zona, pero también de lugares más remotos como Lorca y Almería. Ellos se ocuparon de varias tareas, desde batir terrenos en busca de la bomba perdida y material clasificado, o la principal labor durante todo el operativo, que fue la de crear y mantener un perímetro de seguridad que atenazó en las primeras semanas a los propios vecinos, ya bastante perjudicados por las circunstancias. Las órdenes más repetidas para interceptar el paso fue: ni ganao, ni fotógrafos, ni periodistas.

Su contribución inicial se hizo sin información previa. Los ponen a buscar una bomba, pero no le dicen cómo es, ni les dotan a ellos ni a su tropa de un equipo de protección individual, con 9 o 10 kg de plutonio al pairo de los fuertes vientos de esos días. Además carecían de conocimientos previos de radioprotección y mucho menos para este tipo de radiación alfa. Menos mal que algunos habían visto la bomba nº 1, que cayó intacta en el paraje «La Canal», y comentaron entre los agentes que era como un torpedo, aunque desconocían entonces que era una bomba de hidrógeno.

-Para tomar consciencia de la dimensión de lo ocurrido. ¿Cuántos kilos de fragmentos de los dos aviones accidentados cayeron? ¿Hirieron a alguien? ¿Por qué zona se extendieron?

-JH.- Hemos dado muchas cifras; algunas disparatadas. El peso de los dos aviones en vacío, sin combustible, oscilaba entre las 120-130 toneladas. Afortunadamente no hubo daños a las personas ni a sus viviendas. Si tenemos en cuenta que la mayoría del fuselaje se fragmentó en miles de trozos de distinto tamaño, aquello fue percibido como una feliz casualidad. Algunos quisieron obtener una rentabilidad espiritual y lo calificaron de milagro. Respecto a la extensión de los restos, se maneja la cifra de un radio de 15 km., pero está documentado que algunos se recuperaron a mucha más distancia.

-¿Nos cuentas las reacciones, si se conocen, de las gentes del lugar y alguna cosa que te parezca significativa?. ¿Se imaginaron lo que había pasado? ¿Lo llegaron a saber con detalle? ¿Quién se lo explicó?

-JH.- En un suceso de este tipo, hay casi tantas historias como habitantes. Cada uno vivió, o mejor percibió lo acontecido de una manera diferente. Distintas percepciones, distintas reacciones para una sola causa, pero todas imborrables. Todo lo que hacían en ese instante, previo al choque de los aviones, lo que sintieron cuando miraron al cielo, lo que hicieron acto seguido, permanecerá en su memoria mientras vivan. Algunas de las sensaciones iniciales coinciden. Por ejemplo: unos notaron como un temblor de tierra en una zona habituada a los seísmos, otros escucharon un zumbío , muchas personas de acusada espiritualidad creyeron que era el Apocalipsis, pues coincidía con la descripción del libro homónimo de los Evangelios. Alguna feligresa manoteó de sus galas para que el fin del mundo le llegara arreglada. A otros les pareció ver un tercer avión implicado en el accidente. Unos pocos pensaron, antes de mirar, que se trataba de un caza que rompía la barrera del sonido; incluso un guardia civil retirado yacía tumbado en el suelo mientras gritaba frenéticamente, ¡cuerpo a tierra!, ¡cuerpo a tierra!.

-¿Tuvieron miedo? ¿Huyeron de la zona? ¿Con lo puesto y con nada más?

-JH.- Todos los testimonios recogidos al respecto coinciden en un estado de pavor y confusión total. Estado que parece no menguar hasta transcurridas muchas horas. Esta descripción es también válida, aunque con menos intensidad, en los pueblos próximos: Cuevas del Almanzora, Vera y Garrucha, pues parece que a esa altura se generaba el efecto óptico de estar encima o próximo a los observadores.

En general la reacción instintiva ante la caída de miles de trozos ardientes fue curiosamente la de reagrupación familiar en los entornos habituales (hogares) o conocidos, no la huida. Las madres a buscar a los hijos y los hombres a buscar a las esposas. Eso fue por ejemplo lo que hizo José García Haro, de Villaricos: Bueno pos aquí estamos tos, nos juntamos y que sea lo que Dios quiera.

-¿Cuándo llegaron las autoridades civiles y militares? ¿Cuándo se puso en marcha la maquinaria militar?

-JH.- Recordemos que el accidente se produce a las 10:22′ de la mañana. Las primeras autoridades civiles llegaron sobre las 14:00.

-¡Casi cuatro horas más tarde!

-Tengamos en cuenta que, con las carreteras de entonces, el desplazamiento desde la capital hasta el escenario de los hechos era de 2 horas aproximadamente. Las autoridades militares estadounidenses comienzan a llegar a partir de las 17:30, cuando el sol comenzaba a declinar. La maquinaria militar española y estadounidense se puso en marcha a los pocos instantes. Las alarmas las dieron, por un lado el otro B-52 y por parte española el helicóptero «Libélula» de la Marina española.

-¿Se informó por radio y televisión de lo sucedido? ¿Qué se dijo en los primeros momentos?

-JH.- No existen registros radiofónicos con los boletines iniciales. Sí conocemos que las primeras informaciones en prensa fueron escuetas, a excepción de los diarios locales de Almería y Murcia. Las primeras imágenes televisivas van a ser grabadas en cine de 16 mm. por el primer contingente de periodistas de Almería, que llega pasado el mediodía. Fueron realizadas por el naturalista y corresponsal de TVE, Antonio Cano Gea. Para que pudiese ser emitido en el telediario del día siguiente, se tuvo que realizar un operativo de relevos con las latas del material fílmico sin revelar, que fueron pasándose de mano en mano, con los guardias civiles de tráfico de las provincias de Almería, Murcia, Albacete, Toledo y Madrid. Todo ese material de alto valor, más el que se grabó posteriormente y las grabaciones de radio, patrimonio sonoro e icónico de los españoles, se perdió por la desidia e incompetencia de los distintos directivos de la RTVE, hasta bien asentada la democracia. Hoy únicamente han sobrevivido las imágenes del NoDo.

-¡Es increíble! ¡Qué barbatidad, qué brutos (si la cosa va de eso)! Te pregunto ahora por fallecimientos.

-De acuerdo, cuando quieras.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.