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Boicot a la barbarie

Fuentes: L’informatiu.com

Traducido para Rebelión por María Enguix

Siempre he sentido cierta fascinación por las terroríficas justificaciones que los apologistas de Israel suelen utilizar para minimizar, maquillar o manipular las más que habituales masacres perpetradas por el ejército mejor equipado y financiado de Oriente Próximo en Palestina o el Líbano. Pilar Rahola, en su cátedra de amplificación de la propaganda oficial israelí, ha dejado perlas explosivas a lo largo de los años. Juan Carlos Girauta, en una significativa y desvergonzada apología del racismo y de la supremacía occidental, nos explicaba durante la masacre de Gaza (1.400 muertos ―entre ellos centenares de niños―, casi 7.000 heridos y 6.000 hogares destruidos) que «Israel, señores, por si no se habían enterado, son los nuestros. Lo son por defender nuestro sistema de valores, por mantener viva la única democracia de la zona, por atenerse a las consecuencias de lo anterior juzgando y condenando a sus responsables políticos y militares cuando incurren en abusos que serían (que son) premiados en sus Estados vecinos» (Libertad Digital, 29/XII/2008).

Supongo que con antecedentes como el antes citado, no será complicado justificar el salvaje asalto pirata en aguas internacionales a una flota con 10.000 toneladas de ayuda humanitaria y 600 activistas de todo el mundo, entre los que se cuentan Hedy Epstein, superviviente del Holocausto de 85 años, Mairead Corrigan Maguire, premio Nobel de la Paz de 66 años y el arzobispo de 88 años Hilarion Capucci, además de varios diputados y periodistas. El acto de barbarie que el ejército israelí cometió en la madrugada del domingo pasará a la historia como un punto de inflexión en la solidaridad internacional con Palestina ―Meir Margalit, coordinador del Comité Israelí Contra la Demolición de Casas, me decía que todos estos movimientos eran una reedición de las Brigadas Internacionales de la Guerra Civil española― y nos remite a la cuestión más importante: ¿qué hacer?

¿Qué hacer ante la violencia militarista del Estado de Israel? ¿Qué hacer cuando el Consejo de Seguridad de la ONU no condena claramente la masacre? Los estados pueden presionar, y mucho, como demuestra la expulsión del embajador israelí en Caracas durante la guerra contra Gaza; una decisión de una dignidad desbordante propia de un gobierno independiente de los Estados Unidos como el venezolano. Pero, ¿qué podemos hacer desde aquí, si Israel es socio preferencial de la Unión Europea? ¿Qué podemos hacer cuando el gobierno español permite la venta de armamento a Israel?

¡Boicot!

(El mismo día de la masacre, amigos, familiares y la Comunidad Palestina de Valencia nos manifestamos para pedir la liberación inmediata de todos los activistas y, en especial, del periodista valenciano David Segarra que, mientras escribo esto, sigue secuestrado en una cárcel israelí por el grave delito de viajar a Gaza para rodar un documental. «Mi hijo va armado con una cámara de vídeo» decía Cristina Soler a los periodistas. Exigimos, y lo haremos tantas veces como sea necesario, la liberación inmediata de nuestro amigo David Segarra y de todos los activistas, y el fin de la impunidad del ejército israelí.)

Fuente: http://www.linformatiu.com/nc/opinio/detalle/articulo/boicot-a-la-barbarie/