Recomiendo:
0

Más allá del mundo de fantasmas, íncubos y demonios

Buenos días, Hamas

Fuentes: Counterpunch

Traducido para Rebelión por LB.

Los israelíes vivimos en un universo poblado por monstruos y fantasmas. No hacemos la guerra contra personas de carne y hueso y contra organizaciones reales, sino contra demonios que buscan destruirnos. Es una guerra entre los Hijos de la Luz y los Hijos de las Tinieblas, entre el bien absoluto y el mal absoluto. Así es como nos parece a nosotros, y así es como lo ve también el otro lado.

Tratemos de traer esta guerra desde las esferas de lo virtual al rudo terreno de la realidad. No existe margen para una política razonable, ni siquiera para un debate racional, si no conseguimos escapamos del reino del horror y las pesadillas.

Tras la victoria obtenida por Hamas en las elecciones palestinas, Gush Shalom dijo que teníamos que hablar con ellos. Ahí van algunas de las preguntas con las que me bombardearon desde todas partes:

¿Te gusta Hamas?

En absoluto. Soy una persona de convicciones profundamente laicas. Soy contrario a toda política que mezcle política y religión, sea ésta judía, musulmana o cristiana, en Israel, en el mundo árabe o en USA.

Lo cual no me impide hablar con la gente de Hamas, igual que he hablado con otra gente con la que no estoy de acuerdo. Tampoco me ha impedido ser huésped en sus casas, intercambiar ideas con ellos y tratar de comprenderlos. Algunos me caían bien y otros no.

Se dice que a Hamas lo creó Israel ¿Es eso cierto?

Israel no «creó» a Hamas, pero sin duda le prestó ayuda en sus primeros momentos.

Durante los primeros 20 años de ocupación la dirigencia israelí consideró a la OLP como su principal enemigo. Por eso favoreció a organizaciones palestinas que, según pensaban, podrían socavar a la OLP. Un ejemplo de ello fue el ridículo intento de Ariel Sharon de establecer «ligas municipales» árabes que actuarían como agentes de la ocupación.

La inteligencia israelí, que en los últimos 60 años ha fracasado prácticamente siempre en sus intentos por predecir acontecimientos en el mundo árabe, también falló entonces. Creyeron que la emergencia de una organización islámica debilitaría a una OLP secular. Mientras que la administración militar de la ocupación encerraba en la cárcel a cualquier palestino comprometido con la actividad política -así fuera a favor de la paz- a los activistas religiosos se abstenía de molestarlos. La mezquita se convirtió en el único lugar donde los palestinos podían reunirse y planear su acción política.

Esta política israelí se basaba, naturalmente, en una absoluta falta de comprensión del Islam y la realidad palestina.

Hamas fue fundada oficialmente inmediatamente a finales de 1987, después del estallido de la primera Intimada. El Servicio de Seguridad Israelí (conocido como Shabak o Shin Bet) la trató con guantes de seda. Hasta un año tardó en arrestar a su fundador, el jeque Ahmad Yassin.

Es irónico que la dirigencia israelí apoye ahora a la OLP confiando en socavar así a Hamas. No hay mejor prueba de la estupidez palmaria de nuestros «expertos» en asuntos árabes, fruto de la arrogancia y el desprecio. Hamas es mucho más peligrosa para Israel de lo que jamás lo fue la OLP.

¿La victoria de Hamas en las elecciones es un síntoma del ascenso del Islam en el pueblo palestino?

No necesariamente. El pueblo palestino no se hizo religioso de la noche a la mañana.

Es cierto que se está produciendo un lento proceso de islamización en toda la región, desde Turquía hasta Yemen y desde Marruecos hasta Irak. Es la reacción de la joven generación árabe frente al fracaso del nacionalismo laico como fórmula para resolver sus problemas nacionales y sociales. Pero esto no fue la causa del terremoto en el seno de la sociedad palestina.

Si eso es así, ¿cuál fue la razón de la victoria de Hamas?

Hay varias razones. La principal de ellas es la creciente convicción de los palestinos de que nunca conseguirán nada de los israelíes por medios pacíficos. Tras el asesinato de Yassir Arafat, muchos palestinos pensaron que si elegían como presidente a Mahmoud Abbas obtendrían de Israel y de USA todo lo que éstos se negaron a darle a Arafat. Descubrieron que sucedía exactamente lo contrario: ninguna negociación real y expansión incesante de las colonias.

Entonces se dijeron: si los medios pacíficos no funcionan, entonces no hay más remedio que recurrir a medios violentos. Y si estalla una guerra no hay guerreros más valientes que Hamas.

En segundo lugar, la corrupción en los escalafones más altos de Fatah había alcanzado tales proporciones que la mayoría de los palestinos estaban asqueados. Mientras vivía Arafat la corrupción fue tolerada porque todos sabían que Arafat personalmente era honrado y porque su monumental importancia para la lucha de liberación nacional neutralizaba los errores de su administración. Una vez muerto Arafat la corrupción se hizo imposible. Por otro lado, Hamas era considerada limpia y sus líderes incorruptos. Las instituciones sociales y educativas de Hamas, financiadas en su mayoría por Arabia Saudí, gozaban del respeto de la mayoría de la población.

Las divisiones internas de Fatah también favorecieron a los candidatos de Hamas. Hamas, por supuesto, no había participado en elecciones anteriores, pero la creencia más extendida -incluso entre la propia gente de Hamas- era que solo representaba a un 15-25% del electorado.

¿Es razonable suponer que los palestinos derrocarán a Hamas por propia iniciativa?

Mientras continúe la ocupación no hay ninguna posibilidad de que tal cosa ocurra. Un general israelí ha dicho esta semana que si el ejército israelí interrumpiera sus actividades en Cisjordania Hamas reemplazaría a Abbas también allí.

La administración de Mahmoud Abbas se sostiene sobre pies de barro -pies usamericanos e israelíes. Si los palestinos acaban perdiendo la confianza que aún tienen en Abbas el poder de éste se desintegrará.

¿Pero cómo se puede llegar a un acuerdo con una organización que declara que nunca reconocerá a Israel y cuya carta fundacional hace un llamamiento a la destrucción del Estado judío?

Toda esta historia del «reconocimiento» es absurda, una mera excusa para evitar el diálogo. No necesitamos que nadie nos «reconozca». Cuando los USA empezaron a dialogar con Vietnam no exigieron ser reconocidos como un Estado anglosajón, cristiano y capitalista.

Si A firma un acuerdo con B, eso significa que A reconoce a B. Todo lo demás son ganas de marear la perdiz.

Igualmente, los aspavientos en torno a la carta fundacional de Hamas se parecen al jaleo que se armó antaño a propósito de la carta fundacional de la OLP. Se trataba de un documento relativamente irrelevante que nuestros representantes utilizaron durante años como pretexto para rechazar cualquier diálogo con la OLP. Removieron cielo y tierra para obligar a la OLP a anularlo. ¿Quién se acuerda hoy de eso? Lo que cuenta son los actos de hoy y mañana, no los papeles de ayer.

¿Sobre qué deberíamos hablar con Hamas?

En primer lugar, sobre un alto el fuego. Cuando una herida sangra hay que detener la hemorragia antes de comenzar a tratar la herida.

Hamas ha ofrecido en numerosas ocasiones un alto el fuego, Tahidiyeh («Calma») en árabe. Eso significaría detener todas las hostilidades: cohetes Kassam y Grad rockets y disparos de mortero por parte de Hamas y de las otras organizaciones, y «liquidaciones selectivas», incursiones militares y hambruna forzada por parte de Israel.

Las negociaciones deberían dirigirlas los egipcios, mayormente porque deberían abrir la frontera entre la Franja de Gaza y el Sinai. Gaza debe recuperar la libertad de comunicación con el mundo por tierra, mar y aire.

Si Hamas solicitara la extensión del alto el fuego a Cisjordania, también esto debería discutirse. Ello requeriría conversaciones a tres bandas entre Hamas, Fatah e Israel.

¿No aprovecharía Hamas un alto el fuego para rearmarse?

Desde luego. Lo mismo que Israel. Quizá con el tiempo descubramos alguna forma de protegernos de los cohetes de corto alcance.

Si el alto el fuego se mantiene, ¿cuál sería el siguiente paso?

Un armisticio, o Hudnah en árabe.

Hamas tendría problemas para firmar un acuerdo formal con Israel, dado que Palestina es una Waqf, es decir, un legado religioso (esto se originó en tiempos por razones políticas. Cuando el califa Omar conquistó Palestina, temió que a su muerte sus generales se repartieran el país, como ya habían hecho en Siria, de modo que proclamó que se trataba de una propiedad de Alá. Eso nos recuerda la actitud de nuestros propios religiosos, que sostienen que es pecado ceder cualquier parte del país porque Dios nos lo prometió expresamente).

Una Hudnah es una alternativa a la paz. Se trata de un concepto profundamente arraigado en la tradición islámica. El propio profeta Muhammad acordó una Hudnah con los gobernantes de La Meca, con los cuales estaba en guerra tras su huida de La Meca a Medina. (Por cierto, antes de que expirara la Hudnah los habitantes de la Meca abrazaron el Islam y el profeta entró en la ciudad pacíficamente). Dado que la Hudnah implica una sanción de tipo religioso, su violación por parte de los creyentes musulmanes es imposible.

Una Hudnah puede durar docenas de años y puede ser prorrogada sine die. Una Hudnah prolongada equivale de facto a la paz si las relaciones entre las dos partes crean una realidad de paz.

Así pues, ¿una paz formal es imposible?

También hay una solución para eso. Hamas ha declarado en el pasado que no se opone a que Abbas lleve a cabo negociaciones de paz, a condición de que el acuerdo que se alcance sea refrendado mediante plebiscito. Si el pueblo palestino lo confirma, Hamas declaró que aceptaría la decisión del pueblo.

¿Por qué habría de aceptarlo Hamas?

Como cualquier fuerza política palestina, Hamas aspira al poder en el Estado palestino que se creará sobre las fronteras de 1967. Para ello necesita contar con la confianza de la mayoría. No cabe duda de que la inmensa mayoría del pueblo palestino desea un Estado propio y la paz. Hamas es perfectamente consciente de ello. No hará nada que provoque el distanciamiento de la mayoría del pueblo.

¿Y qué pinta Abbas en todo esto?

Abbas debería ser presionado para que acepte un acuerdo con Hamas en la línea del anterior acuerdo firmado en La Meca. Pensamos que a Israel le conviene claramente negociar con un gobierno palestino que incluya a los dos grandes movimientos, de forma que el acuerdo obtenido sea aceptado por prácticamente todos los sectores del pueblo palestino.

¿El tiempo trabaja a nuestro favor?

Durante muchos años, Gush Shalom se dedicó a decirle al público israelí: hagamos la paz con la dirigencia laica de Yasser Arafat, pues de lo contrario el conflicto nacional degenerará en un conflicto religioso. Desgraciadamente, también esta profecía se ha hecho realidad.

Aquellos que no querían a la OLP se las tienen que ver ahora con Hamas. Si no llegamos a un acuerdo con Hamas tendremos que enfrentarnos a organizaciones islámicas más extremistas, como los talibanes de Afganistán.

Fuente: http://www.counterpunch.org/avnery03042008.html