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Caníbales en el siglo XXI

Fuentes: El Correo vasco

En la naturaleza existen varios modelos de relación entre diferentes especies animales. En los extremos encontramos, por un lado, a los parásitos que sangran de balde a sus anfitriones, y a las especies simbióticas, por el otro, que cooperan una con otra. En el trato de la especie humana con los animales de granja -que […]

En la naturaleza existen varios modelos de relación entre diferentes especies animales. En los extremos encontramos, por un lado, a los parásitos que sangran de balde a sus anfitriones, y a las especies simbióticas, por el otro, que cooperan una con otra. En el trato de la especie humana con los animales de granja -que nos aportan buena parte de nuestra nutrición- podemos encontrar una réplica de ambos modelos. Un buen ejemplo para reflexionar al respecto es nuestra relación con las vacas, como explica la investigadora ecofeminista Vandana Shiva en el capítulo ‘Vacas locas y vacas sagradas’ de su libro ‘Cosecha robada’.

En la India de Vandana Shiva las vacas no sólo son animales sagrados. También son una pieza clave que permite la simbiosis perfecta entre humanos y territorio rural. Las vacas se alimentan con subproductos de las cosechas de los agricultores (paja y hierbas de los pastos y de los márgenes de los campos de cultivo), sin competir con las personas por el alimento. Por su parte la vaca, además de proporcionar la leche con la que las mujeres indias preparan mantequilla, cuajada, etcétera, aporta energía de tracción para el trabajo en el campo y con sus excrementos fertiliza generosa y orgánicamente las tierras de los campesinos. Un modelo donde prevalecen cooperación y complementariedad frente a la competencia, donde sin grandes costes económicos y sin excesos productivos se integran perfectamente la agricultura y la ganadería, respetando el equilibrio propio de la naturaleza.

En los países supradesarrollados las vacas se han convertido en ‘maquinas especializadas’ en proporcionarnos abundante carne y leche para nuestra alimentación. Para que estas máquinas funcionen a todo trapo, lo más conveniente es tenerlas en estabulación casi permanente, una alimentación basada en concentrados (piensos compuestos de grano de maíz o soja mayoritariamente) y todos los aditivos que puedan imaginar y otros que difícilmente podrían. Un modelo donde vacas y humanos competimos por el mismo alimento y esquilmamos el territorio. Pero también las pulgas, los más famosos parásitos del reino animal, chupan sangre de los canes hasta dejarlos tan escuálidos y anémicos que tienen que saltar a otro perro.

Es decir, en términos de sostenibilidad el modelo agroindustrial es nefasto. Y hoy por hoy si aún se mantiene es gracias a otro parasitismo practicado por sociedades ricas. Alimentamos vacas con granos producidos en las mejores tierras de los países del Sur (se calcula que la ganadería intensiva de la Unión Europea utiliza una superficie siete veces superior a su propia extensión) despojando a muchas personas de la posibilidad de producir sus alimentos.

De modo que, siguiendo con la terminología zoológica, deberemos inferir que cuando un individuo se alimenta de otros de su misma especie se habla de canibalismo.

Gustavo Duch Guillot es director de VETERINARIOS SIN FRONTERAS

[email protected]
www.veterinariossinfronteras.org