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«Ciencia» y secesionismo

Fuentes: Rebelión

No ha sido una línea dominante en el nacionalismo-secesionismo .Cat de estos últimos años. En el nacionalismo español ha estado presente en muchos momentos. En el vasco lo estuvo en su momento (no sé ahora exactamente). En los primeros años de la transición, se llegó a hablar del RH para trazar una línea de demarcación […]


No ha sido una línea dominante en el nacionalismo-secesionismo .Cat de estos últimos años. En el nacionalismo español ha estado presente en muchos momentos. En el vasco lo estuvo en su momento (no sé ahora exactamente). En los primeros años de la transición, se llegó a hablar del RH para trazar una línea de demarcación entre vascos y no vascos; Arzallus si la memoria no me falla formuló «esta gran idea». El gallego ha estado alejado siempre o casi siempre de estas aguas turbulentas.

Sea como fuere, también aquí, en .Cat., ha irrumpido el «puesto de vista (pseudo)científico», que diría Quine, en la actual discusión y el ADN, por ejemplo, ha hecho acto de presencia en boca y en supuestos argumentos de grandes intelectuales del país. Casi mejor no dar nombres por no recordar y sentir «grandes desesperanzas». En otros momentos, no ahora insisto aunque el cientificismo acecha siempre, se han escrito cosas así:

Nuestra nacionalidad subsiste y no se confundió en la hegemonía castellana o francesa, porque tiene una base étnica propia y fundamental (revelada, entre otras cosas, por el cráneo sardo, el más numeroso en Cataluña y aún en Valencia y Mallorca).

Lo escribió el historiador José Pella y Forgas (Bagur, 1852-Barcelona, 1918), el fundador de Jove Catalunya. No sé qué opinan Jordi Pujol o Marta Ferrusola -y sus seguidores, que no eran ni son pocos- en su intimidad sobre este tema. Esperando estar muy equivocado, me temo lo peor. Recordemos las manifestaciones-reflexiones del que fuera presidente de ERC y del Parlament de Cataluña, don Heribert Barrera (1917-2011), que era químico de profesión si no estoy errado.

Pues bien, han aparecido estos últimos días en el País.digital sendos artículos de dos excelentes periodistas científicos, Manuel Ansede (estuvo en Público en papel ) y Javier Sampedro, que nos puede ser de ayuda en esta temática porque el asunto no es muy conocido. Un breve resumende sus observaciones.

«Ramón y Cajal contra ‘la superioridad del cráneo catalán» [1] es el título del artículo de Ansede [MA].

Era su primer día como alcalde de Barcelona -remarco: alcalde de la ciudad de los prodigios y la especulación-, señala MA, Bartolomé Robert, médico, un científico por tanto, se dirigía a pronunciar su primera conferencia pública «ante un Ateneo Barcelonés abarrotado y expectante». El título de su intervención: «La raza catalana», 14 de marzo de 1899. Rodeado de grandes dibujos de cráneos «Robert comenzó a exponer la «sólida prueba del índice cefálico de las distintas razas, siguiéndolas en su camino a través de España», según relató al día siguiente el periódico La Vanguardia  [2] . Su idea-fuerte: existencia de una «raza catalana» con diferente índice cefálico. Era una «perspectiva de análisis» extendida en la época desde hacía décadas. Desde algunas consideraciones «científicas», las mujeres tenían menos capacidad craneal que los hombres luego, por tanto… MA prosigue:

Ante un mapa de España coloreado, el médico proclamó que los habitantes de Valencia tenían el cráneo más oval, mientras que en Asturias y Galicia predominaba un cráneo redondo, similar al de los «primitivos habitantes» llegados a la península ibérica desde el norte de África. En Cataluña, sentenció Robert, el tipo dominante era un cráneo intermedio, «siendo notable bajo estos conceptos el que sea en Aragón, de España, donde aparece más distintamente marcada la diferencia antropológica a ambos lados de la frontera», según la crónica. «Dejó el doctor Robert para otra conferencia el ocuparse de los caracteres diferentes de la raza catalana bajo el punto de vista mental», culminaba el periodista.

¡Bajo un punto de vista mental! No llegó a impartirse, afortunadamente, esta segunda conferencia.

La polémica de los cráneos se extendió por los estamentos intelectuales españoles.

Robert había sido compañero del neurocientífico Santiago Ramón y Cajal (aragonés, nacido en 1852), profesor de la Facultad de Medicina de Barcelona durante cinco años. En sus memorias –Recuerdos de mi vida (1917)-, voy siguiendo a MA, Ramón y Cajal todavía recordaba los «lazos de afecto sincero» que le ligaban con su amigo: «Clínico eminente, luchador de palabra precisa e intencionada que, andando el tiempo, debía sorprendernos a todos dirigiendo el nacionalismo catalán y proclamando urbi et orbi, un poco a la ligera (no era antropólogo […]), la tesis de la superioridad del cráneo catalán sobre el castellano».

El premio Nobel señalaba que la opinión del alcalde Robert era, de hecho, desinteresada «pues además de gozar de un cráneo exiguo, aunque bien amueblado, había nacido en Méjico y ostentaba un apellido francés» [3]. Su padre era mexicano. De origen catalán eso sí.

Ramón y Cajal fue durante toda su vida un enamorado de Cataluña y un látigo del separatismo. El Nobel, señala MA, tenía un segundo hogar en Cataluña (su padre había estudiado Medicina en Barcelona). Allí mismo, entre 1887 y 1892, el gran neurocientífico aragonés «llevó a cabo los principales descubrimientos -sobre las neuronas, las «mariposas del alma»- con los que ganó el premio Nobel». También en Barcelona nacieron varios hijos suyos «y murió trágicamente, por una meningitis, su pequeña hija Enriqueta».

En su libro El mundo visto a los 80 años, publicado en 1934, pocos días después de su fallecimiento, lamentaba las tensiones independentistas que surgían entonces en algunos sectores de Euskadi y Cataluña.

Con palabras del propio Santiago Ramón y Cajal:

A pesar de todo lo dicho, esperamos que en las regiones favorecidas por los Estatutos prevalezca el buen sentido, sin llegar a situaciones de violencia y a desmembraciones fatales para todos. Estamos convencidos de la sensatez catalana, aunque no se nos oculta que, en los pueblos envenenados sistemáticamente durante treinta y cuatro años por la pasión o fascinados por prejuicios seculares, son difíciles las actitudes ecuánimes y serenas.

En sus textos, comenta MA, Ramón y Cajal sugiere que una parte de la ciudadanía catalana fue más tarde «envenenada» por caciques con mentiras pseudocientíficas.

«El auge del catalanismo político también tuvo su reflejo en la tentativa de fundamentar la especificidad catalana en lo somático [un cuerpo humano diferente]», corrobora Lluís Calvo en su ensayo de 1997 Historia de la antropología en Cataluña. La ignorancia fue el caldo de cultivo para el nacimiento de estas «teorías», según el director de la Institución Milà i Fontanals del CSIC en Barcelona. Con palabras de Lluís Calvo:

El casi nulo desarrollo de las investigaciones de carácter antropobiológico en la Cataluña decimonónica, así como la escasa articulación de los trabajos en Prehistoria o en Arqueología, hicieron que, en ciertos círculos políticos catalanistas, se buscasen argumentaciones de carácter somático para justificar la referida especificidad. El auge del catalanismo político también tuvo su reflejo en la tentativa de fundamentar la especificidad catalana en lo somático [un cuerpo humano diferente] [La cursiva es mía].

Calvo, prosigue MA, también recuerda el caso del historiador José Pella y Forgas, que en sus Estudios de Etnología Catalana (1889) defendía la diferente conformación física de los catalanes. Lo hemos señalado al inicio de esta nota.

Investigadores actuales quitan peso a este componente racista del separatismo histórico, nos recuerda MA. En su tesis doctoral sobre Robert, el historiador Santiago Izquierdo de la UB señala con razón que «en aquel momento el estudio de las razas humanas no tenía las connotaciones, sobre todo políticas, que tiene en la actualidad». El propio Robert aseguró en 1900 que ‘él no hablaba de «cráneos privilegiados», si bien seguía insistiendo en los diferentes índices cefálicos observables en las distintas regiones de España». Cabe esa lectura contextualizadora. En todo caso, Rovira i Virgili también dijo la suya en su libro de 1917 El nacionalisme català. Y otros autores más recientes. Por ejemplo, el historiador y político profesional de ERC, candidato a la presidencia, Oriol Junqueras [5]

Un sobrino bisnieto del neurocientífico, también llamado Santiago Ramón y Cajal, prestigioso patólogo en el Hospital Universitario Vall d’Hebron de Barcelona, ha señalado que «Aquí en Cataluña no se habla casi nunca de Ramón y Cajal». Su conjetura nada disparatada: «yo creo que es porque criticaba mucho el separatismo. Era muy antiindependentista».

La segunda aproximación a la que hacíamos referencia, más breve, la de Javier Sampedro [JS], lleva por título «No en nuestros cráneos» [6]. Toma pie en el artículo citado de Manuel Ansede.

He leído u oído, señala, «solo unas pocas veces, que el independentismo catalán es del tipo «etnicista», que es una forma británica y calmosa de decir racista». Pese a que sus amigos catalanes le han contado algunas conversaciones privadas incómodas, sigue creyendo «que los independentistas no lo son por etnicismo, sino por convicción política».

La posición de JS en asuntos genéticos, esos que de cuando en cuanto aparecen en «la discusión nacionalista»:

Europa es «genéticamente muy aburrida, como dice el gran evolucionista Jaume Bertranpetit, de la Pompeu Fabra de Barcelona. «Si ya la especie humana es la más homogénea del planeta Tierra -como corresponde a nuestro origen reciente, hace unos 200.000 años-, los europeos somos homogéneos al cuadrado, un verdadero rebaño de ovejas bajo el prisma de la genética. Hay diferencias relevantes entre una persona y otra, pero no se debe a su origen étnico, sino a la variabilidad individual dentro de cada población».

Haber nacido en un territorio u otro es irrelevante a estos efectos, sostiene JS, salvo en la mente de los fanáticos. Las poblaciones humanas somos genéticamente «aburridas», insiste. Los nacionalismos, señala, tendrán que buscarse otras excusas.

Y quizás las busquen, quizás las estén buscando, tal vez las hayan encontrado. Las teorías no revisables, sobre todo en el campo de las ciencias humanas, permiten grandes hallazgos. De hecho, no es difícil encontrar algunas líneas subterráneas cientificistas en algunas aproximaciones, declaraciones y discursos actuales, sobre todo cuando hablan para «los suyos», a puerta cerrada y sin muchos miramientos. En la red hay miles de ejemplos.

Francisco Fernández Buey subtituló su libro sobre Einstein [7] con un magnífico deseo político y científico a la vez: ciencia con consciencia. En eso estamos, en eso deberíamos estar.

Notas:

1) https://elpais.com/elpais/2017/11/30/ciencia/1512040611_706407.html

2) http://hemeroteca-paginas.lavanguardia.com/LVE07/HEM/1899/03/15/LVG18990315-004.pdf

3) Robert había nacido en Tampico. Era hijo de madre vasca y padre mexicano de origen catalán. Siete meses después de su polémica charla, presentó su dimisión tras intentar luchar contra el caciquismo en Barcelona. Murió tres años después.

4) Unos años antes, en 1873, Ramón y Cajal había cumplido el servicio militar obligatorio en Lleida, enfrentándose a las tropas carlistas. «Durante estas andanzas militares tuve ocasión de conocer de cerca el carácter catalán. De las gentes que traté guardo grato e imborrable recuerdo». También el Nobel comentó: «En las casas donde se celebraban reuniones, y hasta en las familias más modestas, las señoritas tenían a gala hablar castellano, y se desvivían por hacer agradable nuestra estancia. Consideraban el catalán cual dialecto casero, adecuado no más a la expresión de los afectos y emociones del hogar». Es una observación muy de la época, afortunadamente superada.

5) Oriol Junqueras deambulaba en 2008 por estos territorios en el diario Avui: «Hay tres Estados (¡sólo tres!), donde ha sido imposible agrupar a toda la población en un único grupo genético. En Italia, en Alemania […] y en España, entre españoles y catalanes». Pero, según JS, «Junqueras veía una frontera genética que no aparecía en los datos. Lo que en realidad decía aquel estudio es que las diferencias genéticas eran mínimas en todo el continente e iban variando gradualmente con la distancia geográfica. Si se toman muestras de solo dos poblaciones, como se hizo en España, se aprecian esas mínimas diferencias». «No hay fronteras ni delimitaciones genéticas», confirma uno de los autores del trabajo, el biólogo Jaume Bertranpetit, de la Universidad Pompeu Fabra, en Barcelona.

6) https://elpais.com/elpais/2017/12/01/ciencia/1512149485_114660.html

7) Francisco Fernández Buey, Albert Einstein. Ciencia y consciencia, Mataró (Barcelona), Retratos de El Viejo Topo, 2005.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.