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Cinco minutos antes de medianoche

Fuentes: Tratar de comprender, tratar de ayudar

Quizá el lector o lectora recuerde la revista Bulletin of the Atomic Scientists, fundada en EEUU por un grupo de físicos atómicos en 1947.[1] Una característica de esta publicación es un reloj que aparece en su cabecera, que desde aquellos años iniciales de la Guerra Fría viene marcando los minutos que probablemente nos separan de […]

Quizá el lector o lectora recuerde la revista Bulletin of the Atomic Scientists, fundada en EEUU por un grupo de físicos atómicos en 1947.[1] Una característica de esta publicación es un reloj que aparece en su cabecera, que desde aquellos años iniciales de la Guerra Fría viene marcando los minutos que probablemente nos separan de un cataclismo nuclear, el cual correspondería a la medianoche. Desde 1947 el minutero cambió de posición 17 veces, con un mínimo de dos minutos en 1953, cuando Estados Unidos y la Unión Soviética realizaron sus primeras pruebas con bombas de hidrógeno, y un máximo de 17 minutos en 1997. Pues bien, en el número de enero-febrero de 2007, el reloj, que marcaba 7 minutos desde 2002, se adelantó dejando la distancia a la medianoche en 5 minutos. Pero la novedad es que se trataba de la primera vez que el desplazamiento horario tenía lugar en relación con un suceso no nuclear: «Las armas nucleares», se leía en uno de los titulares, «todavía plantean la amenaza a la humanidad más poderosa, pero el cambio climático y las tecnologías emergentes han acelerado nuestra capacidad de autodestrucción»[2].

En enero de 2010 el minutero del Doomsday Clock atrasó un minuto, hasta 6 minutos antes de medianoche (por percibirse algunas señales de acción política contra el calentamiento climático, señales que por desgracia no tuvieron continuidad); ahora, en enero de 2012, vuelve a marcar cinco minutos.[3] Y toda la información científica de que disponemos hoy confirma esa apreciación de los redactores del Bulletin. Cinco minutos antes de la medianoche: pero no por una guerra nuclear sino por la devastación equiparable que puede venir de la mano del calentamiento climático y el peak oil.

La red de científicos Global Carbon Project, como se sabe, vigila la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera. En otoño de 2009 advirtió: a finales del siglo XXI la temperatura promedio del planeta podría aumentar en seis grados centígrados, si continuamos emitiendo gases de efecto invernadero de forma descontrolada. En un mundo seis grados más caliente en promedio las zonas habitables para los seres humanos se reducirían drásticamente; la mayoría de la población humana del planeta se convertiría en excedente; las posibilidades de mantener una civilización compleja serían casi nulas.

Dennis Meadows, autor principal del informe al Club de Roma Los límites del crecimiento (1972), entrevistado en La Vanguardia el 30 de mayo de 2006 nos advertía: «Dentro de cincuenta años, la población mundial será inferior a la actual. Seguro. [Las causas serán] un declive del petróleo que comenzará en esta década, cambios climáticos… Descenderán los niveles de vida, y un tercio de la población mundial no podrá soportarlo.» De hecho, si la temperatura promedio aumenta en seis grados incluso esa espantosa previsión referida a un tercio de la población mundial será demasiado optimista.[4]

Cada año vamos añadiendo a la atmósfera del planeta un par de ppm (partes por millón) de dióxido de carbono, en una progresión ominosa que sólo alteran, circunstancialmente, las indeseadas recesiones económicas… Las 280 ppm del mundo preindustrial se convirtieron en 354 en 1990, año base del Protocolo de Kioto (¡ya por encima de las 350ppm que según muchos científicos, constituyen la «línea roja» a la que habría que regresar!), 386 en 2009 y 389’6 en 2010 (a pesar del mal momento económico por el que atraviesan muchos países -lo cual se traduce en reducción de sus emisiones).

Sólo entre 2000 y 2008 las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera aumentaron un 29%. En 2008-2009 la crisis económica ralentizó este crecimiento, pero el alivio ha durado poco: en 2010 las emisiones mundiales del principal gas de efecto invernadero volvieron a crecer con fuerza (casi un 6% respecto del año anterior), retomando la senda de incremento de 2000-2008. El crecimiento acumulado entre 1990 y 2010 es del 49%.[5] Incluso los organismos tan vinculados al statu quo como la Agencia Internacional de la Energía lanzan estremecedores gritos de alarma: así, según el informe World Energy Outlook de 2011, si no se produce un «cambio de dirección absoluto» no habrá ya vuelta atrás a partir de 2017. En ese año, si seguimos con el business as usual (BAU), se emitiría ya la misma cantidad de dióxido de carbono que no se debería haber alcanzado hasta 2035 para contener el calentamiento climático y tener opción de evitar los peores daños[6]. Y sin embargo las últimas «cumbres del clima» -Copenhague en 2009, Cancún en 2010, Durban en 2011- han sido rotundos fracasos…


[1] Yo tuve el honor de entrevistar a uno de sus redactores, Len Ackland, de paso por Madrid en 1991, para la revista En pie de paz. La web de la revista estadounidense es http://www.thebulletin.org/

[2] Lo recogía José M. Sánchez-Ron: «Paradojas nucleares», El País, 16 de diciembre de 2007.

[3] Véase el comunicado de prensa (del 10 de enero de 2012) http://www.thebulletin.org/content/media-center/announcements/2012/01/10/doomsday-clock-moves-1-minute-closer-to-midnight

[4] Una síntesis de lo que puede venir encima en Ramón Fernández Durán: La quiebra del capitalismo global 2000-2030. Preparándonos para el comienzo del colapso de la civilización industrial, Virus/ Libros en Acción, Madrid 2011.

[5] El estudio del Global Carbon Project (primer firmante: Glen Peters) publicado en Nature Climate Change el 5 de diciembre de 2011, del que da cuenta Alicia Rivera («La crisis no frena las emisiones de gases de efecto invernadero», El País, 5 de diciembre de 2011), cuantifica un 49% de crecimiento de las emisiones de dióxido de carbono entre 1990 y 2010.

[6] Informe de la AIE (Agencia Internacional de la Energía) World Energy Outlook 2011, publicado el 9 de noviembre de 2011. Puede consultarse toda la serie en http://www.worldenergyoutlook.org/ . Comentario el mismo día en The Guardian: «World headed for irreversible climate change in five years, IEA warns». Puede consultarse en http://www.guardian.co.uk/environment/2011/nov/09/fossil-fuel-infrastructure-climate-change?newsfeed=true

Comentando este informe señalaba en enero de 2012 Allison Macfarlane, presidenta del Bulletin of the Atomic Scientists Science and Security Board: «La comunidad global puede estar cerca de un punto sin retorno en lo referente a los esfuerzos para evitar un cambio catastrófico del clima de la Tierra. La Agencia Internacional de la Energía advierte que, a menos que las sociedades comiencen a construir alternativas a las tecnologías energéticas emisoras de carbono en los próximos cinco años, el mundo hará frente a un clima más caliente, una meteorología extrema, sequías, hambrunas, escasez de agua dulce, niveles del mar en aumento, destrucción de las naciones isleñas y creciente acidificación de los océanos. Dado que las infraestructuras energéticas y las centrales eléctricas construidas en 2012-2020 funcionarán durante 40-50 años, si queman combustibles fósiles nos situarán en una senda que ya no resultará posible redirigir. Incluso si los líderes políticos deciden en el futuro reducir nuestra dependencia de los combustibles fóliles, sería demasiado tarde -a menos que actuemos en el próximo quinquenio.» Véase el comunicado de prensa (del 10 de enero de 2012) http://www.thebulletin.org/content/media-center/announcements/2012/01/10/doomsday-clock-moves-1-minute-closer-to-midnight

Fuente: http://tratarde.wordpress.com/2012/01/11/cinco-minutos-antes-de-medianoche/#more-657