Oum Mohamad (36 años)
Viene de Saraqeb, acaba de llegar con su familia (su marido y sus cuatro hijos) cerca del gigantesco campamento de Atmeh, al norte de Idlib. Situados en la frontera turca, estos campamentos, establecidos desde 2014, han seguido expandiéndose y ahora cobijan a un millón de refugiados de toda Siria. Contactada por Libération, Oum cuenta su éxodo en medio de los combates.
«Durante varias semanas, desde diciembre, hemos estado bajo constante bombardeo de las fuerzas aéreas rusas y sirias. Estábamos acostumbrados a esto en Saraqeb, que había sido regularmente blanco de ataques durante años, pero no al ritmo infernal que hemos sufrido en los últimos días. Como no teníamos coche, ni dinero suficiente para pagar el transporte, nos fuimos a pie para refugiarnos en un pueblo cercano, más tranquilo. Pero después de una semana, el bombardeo nos siguió y las fuerzas de Al-Assad se acercaban al pueblito. Nos fuimos inmediatamente, como pudimos. Caminamos cinco kilómetros antes de encontrar a un taxista que llevaba a su familia y aceptó llevarnos. Once de nosotros apretujados en el coche, con el equipaje en el techo. Llegamos todos juntos a la frontera turca después de pasar dos días en la carretera.
«Los 20 kilómetros de carretera entre Sarmada y Atmeh estaban bloqueados, por los desplazados de las regiones de Idlib y de Alepo que huían del avance de las tropas de al-Assad». Con la intensificación de los bombardeos en los últimos días, incluso en los campamentos cercanos a la frontera turca, casi no quedan caminos seguros, ni lugares para refugiarse. Pero uno quiere creer que cerca de la frontera, la fuerza aérea no debería bombardearnos».
Ismael Cheikh Hassan (31 años)
Llegó a la ciudad de Khirbet al-Joz, en la frontera sirio-turca, al noroeste de Idlib, donde se han instalado campamentos durante los últimos cinco años para atender a las personas desplazadas de la región de Latakia que habían huido de los combates. Además de los recién llegados, se estima que hay alrededor de 15.000 personas desplazadas en esta zona.
«Finalmente, llegamos cerca del campo de desplazados! Conseguimos una tienda de campaña después de dos días, que ahora estamos montando. Nos la dio una organización humanitaria turca y la estamos instalando en la ladera de la montaña, bajo los olivos. La compartimos con cuatro familias, con mis tres hermanos, sus esposas e hijos. En otras palabras, 20 personas, incluyendo a 12 niños, en una tienda diseñada para 6. Pero estamos cerca del gran campamento, con la posibilidad de acceder a las instalaciones sanitarias colectivas. Sólo hay un sanitario, compartido por 30 tiendas similares. Es extremadamente difícil.
«Han pasado más de diez días desde que salimos de Saraqeb. Ha sido un camino largo y difícil. A lo largo de este último viaje de treinta kilómetros, tuvimos que tomar un pequeño camino rural atascado por todos quienes buscaban refugio. Los camiones, autos o carros cargados de gente y sus pertenencias no se movían. ¡Había muchísima gente! Tuvimos que hacer el viaje en varias etapas porque los bombardeos en las carreteras y en los pueblos nos impidieron continuar. Pero finalmente, esta noche podremos dormir a cubierto y horizontalmente y comer una comida caliente que mi esposa ha empezado a preparar en un fuego que improvisó recogiendo trozos de madera. Además, el tiempo se calmó, después de las lluvias y las nieves de las últimas semanas. He oído que hoy hace 4º C, pero el suelo está seco. Si colocamos los pedazos de plástico y unas mantas, con la ayuda del agotamiento, vamos a dormir bien esta noche.»
Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa