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Siria

¿Conseguirá Brahimi algún avance?

Fuentes: Jadaliyya.com

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández


La muerte ha transformado el paisaje de la ciudad. Esta roca

Es de hueso

Ese humo es el aliento humano

 (Adonis, «Desiertos», 1982-83)

El 20 de diciembre, la comisión independiente de investigación sobre Siria del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos publicó su periódica actualización de datos. El breve informe tiene una lectura aterradora. Las cifras de muertos y afectados han alcanzado proporciones míticas: más de 40.000 cadáveres, más de 500.000 refugiados y más de cuatro millones de personas en situación gravísima mientras su país se derrumba a su alrededor. La sobria prosa de la ONU avisa de los peligros de la guerra civil: «A medida que las batallas entre las fuerzas del gobierno y los grupos armados anti-gobierno se aproximan al final de su segundo año, el conflicto está adquiriendo una naturaleza abiertamente sectaria». «Sintiéndose amenazados y bajo ataque», señala el informe, «los grupos de las minorías étnicas y religiosas se han alineado cada vez más con las partes en conflicto, profundizando las divisiones sectarias».

El Asesor Especial de las Naciones Unidas para la Prevención del Genocidio, Adama Dieng, dijo el 21 de diciembre que le preocupa que el conflicto tenga ya «una naturaleza abiertamente sectaria». Hay un cierto aire de parálisis en las cámaras de las Naciones Unidas. Dieng, que trabajó para el Tribunal de Ruanda, solo tiene clichés que ofrecer: «Insto a las partes a que respeten los derechos humanos y el derecho internacional humanitario», que prohíbe atacar a los pueblos a partir de líneas étnicas y religiosas. Estos sentimientos son importantes pero parecen demasiado manidos frente al sectarismo que envuelve a la sociedad siria.

En Ginebra, la ONU publicó su Plan de Respuesta y Asistencia Humanitaria para Siria en 2013 (SHARP, por sus siglas en inglés) y su Plan de Respuesta Regional para Siria (SRRP, por sus siglas en inglés). Estos son el tercer SHARP y el cuarto SRRP publicados este año. «Es completamente inusual que esos planes se revisen tan a menudo», dijo Radhouane Nouicer, el coordinador humanitario regional para Siria. «Es un indicador de los rápidos desarrollos sobre el terreno y de la gravísima situación humanitaria en el país, cada día más deteriorada. La magnitud de la crisis humanitaria es indiscutible».

El plan tiene una lectura inquietante. Hay tres puntos que llaman la atención:

  1. El colapso de los medios de subsistencia:

Los enfrentamientos armados, la inseguridad y las masivas migraciones internas y externas han tenido un grave impacto en la economía siria. La actualización periódica de la ONU manifiesta: «Las ciudades y pueblos de los gobernorados de Lataquia, Idlib, Hama y Dara’a se han quedado prácticamente sin sus poblaciones. Barriadas enteras del sur y este de Damasco, Deir al-Sur y Alepo han quedado arrasadas. El centro de la ciudad de Homs está devastada». En consecuencia, el documento de los SHARP/SRRP señala que la capacidad de la gente para aglutinarse y sobrevivir se está viniendo abajo. El desempleo se complica con la pérdida de activos; al no conseguir ingresos, la gente ha tenido que echar mano de sus ahorros y vender o sacrificar sus activos fijos (las tasas de sacrificio de animales son mucho más altas de lo normal). A las familias que dependían de las remesas enviadas por los familiares en el extranjero les resulta cada vez más difícil poder acceder a ese dinero, debido a las dificultades de los servicios de transferencias monetarias como consecuencia de las sanciones económicas. Aunque resulta difícil aislar el efecto de las sanciones de otros factores internos y externos que se entrelazan, no hay duda de que las sanciones han exacerbado el impacto de los actuales acontecimientos.

  1. En el umbral del hambre:

Las misiones de observación del Programa Alimentario Mundial y la Organización para la Agricultura y la Alimentación confirman que los alimentos almacenados se están agotando velozmente y que han desaparecido las estrategias especiales para hacer frente a esas situaciones. Como muchas casas están destruidas, los vecinos y los familiares han acogido a las familias afectadas. «La población siria ha mostrado su firme y tradicional generosidad con la gente que huía de las zonas afectadas por los combates abriendo sus hogares y compartiendo sus recursos», indica el informe de la ONU. «La hospitalidad es inmensa y todos procuran ayudar, las familias de acogida, las comunidades locales, las organizaciones comunitarias y de beneficencia religiosas locales… Sin embargo, las redes y mecanismos de apoyo que eran anteriormente fuertes están bajo una presión inmensa a la luz de los limitados y agotados recursos de las familias anfitrionas y las comunidades locales». Las redes sociales de afecto y compañerismo no dan abasto, sobre todo a medida que aumentan las tensiones, los medios de subsistencia desaparecen y la crueldad de la guerra les sumerge en un segundo invierno.

  1. Sanidad y educación

La misión de observación de la Organización Mundial de la Salud está especialmente preocupada por la destrozada infraestructura sanitaria y la carencia de medicamentos. El informe de la ONU señala: «En las zonas afectadas, hay graves carencias de medicinas que salvan la vida. Por ejemplo, en gran número de lugares no se dispone de insulina. Hay más de 430.000 enfermos de diabetes registrados en Siria, de los cuales 40.000 son niños con diabetes que dependen de la insulina. En Al-Raqqa, el Director de Sanidad informó que antes de la afluencia de gente que tuvo que abandonar sus hogares debido a los sucesos de hace tres meses, había 10.300 pacientes registrados con diabetes. A finales de octubre de 2012, la cifra de diabéticos registrados llegaba a 31.000.

Al igual que los hospitales, se están utilizando los colegios como refugios. En grandes zonas del país ha tenido que recortarse, o cesar, la enseñanza. Cientos de miles de muchachos, especialmente los refugiados, «han perdido ya un año escolar» y otros, indica el informe de forma escalofriante, «podrían no volver nunca a la escuela».

Crecen las presiones exponenciales sobre las agencias de socorro tras entrar también la guerra en los campamentos de refugiados palestinos, especialmente en el Campo Yarmuk, en Damasco, que quedó vacío de sus habitantes después del 16 de diciembre. Cerca del 90% de los 180.000 residentes del más antiguo (1957) y grande campo de refugiados palestinos en Siria tuvo que huir a otras zonas de Siria y hacia el Líbano. Algunos de los que se vieron atrapados en la frontera sirio-libanesa y tuvieron que regresar dicen que se debió a que el ACNUR y la UNRWA, las Agencias de la ONU para los refugiados y para los palestinos, han dado a entender que estas oleadas están fuera de su ámbito. Las Agencias de la ONU niegan esto pero están de acuerdo en que hay grandes dificultades en la frontera y durante el tránsito. Los palestinos en Siria eran por lo general tratados como sirios, mientras que en el Líbano no son tratados como si fueran libaneses. Como Salameh Kaileh, el escritor que fue invitado en dos ocasiones de la familia Asad en sus prisiones y que se encuentra ahora en Ammán (Jordania), expresó con ironía: «Si cometemos un error, nos arrestan como a cualquier otro sirio».

«Estas personas han sufrido ya muchísimo en su viaje en búsqueda de seguridad para sus familias y sus niños, moviéndose de un lugar a otro hambrientos, aterrados y pasando frío», dijo Ertharin Cousin, director del Programa Alimentario Mundial (WFP, por sus siglas en inglés). El WFP prometió proporcionar doce kilos de alimentos a cada familia a la semana (si ponemos esta cantidad en contexto, un individuo medio en EEUU come alrededor de 5 kilos por semana). Un millón y medio de sirios están ahora alimentándose a base de los paquetes «listos para consumir» del WFP.

Mientras tanto, en El Cairo, el enviado de la ONU, Lajdar Brahimi, se reunió el 21 de diciembre con los líderes de la oposición siria (Moaz al-Khatib, Riad Seif, Suheir al-Atassi y George Sabra). La oposición informó a Brahimi de su valoración acerca de la situación antes de que se desplazara a Damasco para reunirse con Bashar al-Asad, visita que empezaba el 23 de diciembre. Se trató de una importante declaración sobre la situación de la seguridad, porque para esta visita, su tercera visita a Damasco desde el mes de agosto, Brahimi tuvo que viajar por tierra desde Beirut porque no podía garantizársele la seguridad en el aeropuerto de Damasco. En 1989, cuando Brahimi estuvo supervisando el Acuerdo de Taif para un alto el fuego en el Líbano, aterrizó en el seguro aeropuerto de Damasco para llegar conduciendo hasta un peligroso Beirut; los papeles han cambiado ahora. Es probable que en esta visita se trabaje en un marco para el establecimiento de un gobierno transitorio. Fuentes de la ONU me dicen que tanto la oposición siria como algunos sectores del régimen de Asad (especialmente, el Vicepresidente Faruk al-Sharaa), han llegado a la conclusión de que los islamistas extremistas están empezando a representar el mayor peligro para Siria. Al-Sharaa no estuvo en la reunión con Asad del 24 de diciembre, pero estuvo acompañado del Ministro de Exteriores Walid Mualem, su Adjunto Faisal Muqdad y la asesora de Asad, Buzaina Shaaban. Sin embargo, no debe esperarse mucho de esto. La carta jugada por Brahimi ha sido convencerles de que lo que les une es la oposición a grupos como Yubhat al-Nusra, y sacar provecho de los vapores que queden del nacionalismo sirio a fin de aplastar el emergente sectarismo. Salió desanimado de la reunión. Las hojas del té de la mediación no pintaban tan bien como al principio de su viaje desde Beirut.

Sin embargo, aunque el régimen cayera mañana, la crisis humanitaria seguirá asfixiando al pueblo sirio. Es importante señalar que en 2012 la ONU pidió 836 millones de dólares para ayuda humanitaria. Solo recibió 525 millones. Sus Agencias han pedido ahora 1.500 millones de dólares, una cifra que probablemente no va a alcanzarse teniendo en cuenta el raquítico historial de los poderes fácticos.

Vijay Prashad es profesor y director de Estudios Internacionales en el Trinity College, Hartford. Su último libro publicado es Arab Spring, Libyan Winter (AK Press). Es, asimismo, autor de Darker Nations: A People’s History of the Third World (New Press), con el que en 2009 ganó el premio Muzaffar Ahmed Book.

Fuente: http://www.jadaliyya.com/pages/index/9235/will-brahimi-get-a-breakthrough