Traducción de Susana Merino para Rebelión.
Los rebeldes kurdos están construyendo su propia autonomía en una Siria desgarrada por la guerra, algo semejante a la experiencia Zapatista y que plantea una alternativa democrática para la región.
Con el surgimiento en Medio Oriente de los grupos yihadistas, me preocupa cómo la política de la «insurgencia» ha cambiado dramáticamente en esta región desde una tendencia laica de izquierda que solía desafiar el Islam político y las reglas islámicas en la vida social hasta una tendencia islamista extremista que encuentra su ideal social en la época del profeta Mahoma de hace siglos. No es que la izquierda no esté presente o carezca de alternativa, sino que no se puede ignorar lo marginal que se ha vuelto.
No hace mucho en toda la región existían movimientos izquierdistas y radicales. Desde Kabul a Palestina, grupos de estudiantes radicales, organizaciones feministas, luchas de liberación nacional y anticoloniales, movimientos de trabajadores y de campesinos, e intelectuales izquierdistas estaban en la primera línea de la lucha contra los regímenes autoritarios, las creencias religiosas regresivas y la dominación de las potencias imperialistas en la región. ¿Dónde están ahora? ¿Qué ha hecho que esos grupos yihadistas se conviertan en los únicos que cambian la geopolítica de la región? ¿Cómo ha pasado la política de las jóvenes generaciones de criticar al Islam a promover su lectura más extrema?
Esas son algunas de las preguntas que nos planteamos todas las personas pertenecientes a la región que deseamos otro futuro para ella. Sin embargo, la respuesta a estas preguntas también está profundamente arraigada en la historia del colonialismo y del imperialismo en ls zona. Sin lugar a dudas, aquellas personas que siguen la cobertura que los medios dominantes occidentales hacen del brutal avance del Estado Islámico (generalmente conocido por su acrónimo ISIS) hacia las principales ciudades de Irak y Siria no se preocupan por analizar cuál ha sido el papel desempeñado por sus gobiernos en el caos actual. Sin mencionar cómo los medios dominantes describen a los pueblos de la región como fanáticos que se dividen en grupos étnicos y religiosos sectarios que no pueden coexistir y que no respetan los valores humanos.
Un siglo de opresión y dominación
Si se observa la historia contemporánea de Medio Oriente, la causa principal del ascenso de esos grupos se puede encontrar en la política de las potencias coloniales en la región desde el comienzos del siglo XX hasta la actualidad. El próximo centenario del acuerdo secreto de Sykes-Picot de 1916 que dividió al Imperio Otomano en Estados nación artificiales marca un siglo de dominación colonial seguida de gobiernos corruptos en manos de los señores del petróleo, y controlados y apoyados por las potencias imperialistas.
Este sistema de control a través de regímenes autoritarios se intensificó durante la Guerra Fría con el fin de evitar la influencia de la antigua Unión Soviética en la región. En consecuencia, estos regímenes en el poder iniciaron entonces la actual cruzada contra la izquierda. Esa ola generalizada de opresión, detenciones y asesinatos de activistas e intelectuales de izquierda por toda la región, especialmente en los años 70 y 80, produjo efectos irreversibles en la dinámica y en los movimientos sociales de toda la región.
Las organizaciones de izquierda se disolvieron y decenas de miles de militantes de los partidos de izquierda, de sindicatos y de movimientos estudiantiles fueron asesinados en los años 80 en las prisiones de Irán, Turquía, Irak, Siria, Egipto y otros países de la zona. Otros muchos fueron sentenciados a largas condenas y muchos de los que sobrevivieron y no fueron encarcelados debieron abandonar su tierra y exiliarse para proteger su vida y la de sus familias. Fue en ese período en el que comenzó a crecer el grupo yihadista con el apoyo fundamental de las potencias occidentales por ser organizaciones destinadas a borrar toda traza de política de izquierdas en la región.
Los muyaidines de Afganistán no son sino uno de los muchos ejemplos de esta práctica. Esos grupos proporcionaron ayuda extra para silenciar a la izquierda para comenzar después a crecer como células cancerosas en cada rincón de la región. Además, en la última década (especialmente luego de la ocupación de Afganistán y de Irak) estos grupos han ganado una presencia y un estatus legítimos entre la gente como aquellos que luchan contra el «invasor extranjero» y los «infieles».
A pesar de su aparente resistencia contra la ocupación estadounidense en Irak y Afganistán, desde la perspectiva de las potencias occidentales siguen siendo la mejor opción para controlar la región con un costo mínimo. Al mismo tiempo esto ha convertido la zona en un campo de batalla en el que los extremistas islámicos pueden luchar sin perturbar a los países occidentales. Existen muchos informes sobre la presencia de guerreros islámicos extranjeros en las filas del ISIS.
El Islam neoliberal
Los grupos extremistas islámicos no son más que un componente de la política de promover el Islam como el enemigo natural de la izquierda. Desde la oleada de guerras imperialistas en la región después del 11 de septiembre surgió una nueva agenda destinada a promover un Islam político «moderado» acorde con la economía neoliberal mundial. Su pilar básico es el gobierno del AKP de Turquía. El AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) ha sido considerado como la versión ideal de un Estado islámico moderado con políticas económicas neoliberales capaz de conciliar el rencor hacia occidente de la población y responder al mismo tiempo a sus propias preocupaciones religiosas, y trabajar como agente del capitalismo global en la región.
Después de ser considerado un modelo para el futuro de Medio Oriente, e l gobierno turco adquirió más poder y confianza en sus reclamos de ejercer un papel protagónico en la comunidad islámica sunní global. Sin embargo, el liderazgo de Turquía sólo ha generado más devastación y violencia sectaria entre chiíes y sunníes. El imprudente apoyo por parte del gobierno del AKP y de otros gobiernos de los países del Golfo a los grupos yihadistas que luchan contra el régimen de Assad ha sumido a Siria en un caos sin precedentes.
Desde el comienzo de la guerra civil en Siria el gobierno turco ha desempeñado un papel clave en el empeoramiento de la situación al convertir a Turquía y especialmente las provincias del sur limítrofes con Siria en un lugar de tránsito para los extremistas islámicos de todo el mundo que se dirigían a Siria. Además de acusar a Turquía de proporcionar un refugio seguro a los (aspirantes a) yihadistas, también se le ha acusado haber proporcionado a los grupos yihadistas apoyo logístico y militar.
El ISIS y el frente Al-Nusra son los dos principales grupos yihadistas que se han beneficiado de este apoyo. Dada la situación actual, la única manera de que tenga éxito la agenda «moderada» del Islam es continuar con la opresión y la marginación de la oposición laica y de izquierda. Un ejemplo de ello fue la dura ofensiva contra la resistencia Gezi el verano pasado, que de alguna manera representa la frustración del pueblo turco con la agenda neoliberal de su gobierno.
No hay duda que los grupos yiihadistas constituyen una amenaza inmediata para la región. No solo porque destruyen todo resabio de civilización, sino, lo que es aún peor, por su trivialización del valor de la vida, que deja un rastro de destrucción y de muerte ahí adonde van. El problema de «qué hay que hacer» para detener esta masacre ya no tiene que ver con desear un futuro mejor, sino que exige una respuesta inmediata.
Sin embargo, teniendo en cuenta un contexto más amplio, es obvio que estos grupos son solo una parte de un problema mayor. Por lo tanto, cualquier alternativa a la actual situación debe ser transformadora para todos los que sufren en manos no solo de los yihadistas sino también de la violencia y la represión de los regímenes autoritarios y del dominio imperialista de la región.
¿La alternativa? Un gobierno autónomo kurdo en Siria
Los kurdos son la nación más grande del mundo sin Estado propio. La historia de los kurdos se suele asociar con innumerables levantamientos frente a la opresión sistemática de los Estados nación que controlan sus tierras. Desde la creación de los Estados nación luego del derrumbe del Imperio otomano por los colonizadores británicos y franceses, el Kurdistán se dividió entre cuatro países, Irán, Irak, Siria y Turquía. Los kurdos fueron las primeras víctimas de los acuerdos coloniales.
El acuerdo secreto Sykes-Picot de 1916 ignoró el derecho de los kurdos a gobernar su propio territorio. Esto llevó a muchas décadas de opresión, masacres y asimilación. Se prohibió el idioma kurdo, se les negaron sus derechos y fueron desplazados de sus tierras ancestrales. Las fronteras artificiales acordadas tanto por el acuerdo Sykes-Picot como por el Tratado de Lausana de 1923 que estableció las fronteras de Turquía siguen atormentando al pueblo kurdo que vive en torno a ellas.
La gente que necesita alimentos y medicinas en la región kurda de Siria no puede obtener ni siquiera ayuda de sus propias familias que viven del otro lado de la frontera. Aunque la mayoría de las armas y del equipamiento militar se ha entregado a los rebeldes sirios a través de Turquía, se ha cerrado la frontera entre las dos regiones kurdas y se han construido muchos nuevos puestos militares.
Como se mencionó anteriormente, Siria está siendo testigo actualmente de la más terrible consecuencias de estas históricas políticas del «divide y reinarás» del Medio Oriente. La situación sociopolítica de Siria no deja demasiado espacio a la imaginación. Por lo tanto, es fundamental que la izquierda busque una alternativa y fortalezca su frente. Con la convicción de que las alternativas más realistas pueden surgir en los lugares menos esperados, la región de Rojava (que significa «Oeste» como en el oeste de Kurdistán, un término empleado para la región kurda de Siria) puede proponer una alternativa para el futuro de la región.
Los kurdos de Siria han demostrado su capacidad y su voluntad de ser una voz alternativa en medio de la confusa situación de la región. Desde que se intensificara el conflicto sirio y se convirtiera en una guerra civil, el movimiento kurdo, liderado por el PYD ( Partido de la Unión Democrática) en Siria, ha tomado el control de la mayoría de la región kurda en ese país. En noviembre de 2013 el PYD anunció que habían concluido todos los preparativos para declarar la autonomía y propuso una constitución denominada Carta del Contrato Social.
La revolución popular de Rojava dio como resultado la construcción de una región autónoma dividida en tres cantones autónomos con sus respectivas administraciones democráticas. El cantón Cizre (Al-Jazeera) proclamó su autonomía el 21 de enero, seguido del cantón Kobane el 27 de enero y el cantón Efrin el 29 del mismo mes.
El PYD insiste en formar una alternativa para todas las personas y en que no responde a los intereses o reclamos de ningún grupo étnico. Al mismo tiempo se niega a convertirse en parte de la guerra civil siria y declara que solo usará la fuerza militar para defenderse de cualquier ataque ya sea del régimen de Assad o de los grupos de oposición apoyados por la OTAN, incluidos los grupos yihadistas como el ISIS y el Frente Al-Nusra. No obstante, hasta ahora esos tres cantones han estado sometidos a duros ataques del ISIS.
Hasta ahora el ISIS ha dirigido sus ataques contra el cantón de Kobane donde las autodefensas kurdas del YPG (la Defensa Unida del Pueblo) luchan contra los radicales del ISIS en un histórico acto de resistencia.
Similitudes intercontinentales
¿Está convirtiéndose Rojava en el Chiapas de Medio Oriente? Esta es la pregunta que me hago cuando escucho realtos procedentes de esa pequeña región de esperanza en medio del caos. Aunque académicamente hablando los kurdos difícilmente se pueden considerar un «grupo indígena», su estatus y su situación política en Oriente Medio se pueden comparar con los de algunas poblaciones indígenas de América latina.
A pesar de la existencia de algunas diferencias políticas entre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el movimiento liderado por el PYD de Siria, existen muchas semejanzas en las posturas de ambos respecto a los asuntos regionales e internacionales. La creación de un gobierno autónomo, el crecimiento de las asambleas populares, su énfasis en la igualdad de género y en el empoderamiento de las mujeres en todos los niveles de la vida social y política, la ideología antiimperialista y antiautoritaria, la preocupación por la preservación ecológica y el respeto por todas las criaturas, la autodefensa y muchos otros aspectos ponen de manifiesto la similitud de la revolución de Rojava con la resistencia de los Zapatistas en el sur de México.
La Carta del Contrato Social, base de los cantones autónomos de Rojava, constituye una histórica ruptura en la región en términos de los principios democráticos que guían la vida social y política. La Carta, que actualmente se está implementando en los tres cantones autónomos, constituye un acuerdo democrático que incluye a todos los partidos implicados en gobernar Rojava. Es, sin exageraciones, la constitución más democrática que los pueblos de esta región hayan tenido nunca.
El primer párrafo de la Carta afirma: «Nosotros los pueblos de las áreas de la autoadministración democrática, kurdos, árabes, asirios (asirios, caldeos, arameos), turcomanos, armenios y chechenos, por nuestra propia voluntad anunciamos lo siguiente para asegurar la justicia, la libertad, la democracia y los derechos de las mujeres y de los niños de acuerdo con los principios del equilibrio ecológico, la libertad religiosa y de creencias, la igualdad sin discriminación de raza, religión, credo, doctrina o género, para lograr la conformación política y moral de una sociedad democrática con el fin de funcionar sobre la base del entendimiento mutuo y la coexistencia dentro de la diversidad y el respeto del principio de autodeterminación y de autodefensa de los pueblos». Y continúa: » Las áreas autónomas y democráticamente autoadministradas no reconocen el concepto de Estado nación ni al Estado basado en el poder militar, la religión y el centralismo» [Traducción del autor al inglés].
El movimiento socio-democrático (o TEV-Dem, como se llama en kurdo) es el responsable de la aplicación de estos principios en la vida cotidiana. Es indudable que todavía tienen que lograr una sociedad ideal y el movimiento admite que aún se halla en proceso de construcción. Hay que tener en cuenta que todas las partes, fundamentalmente los gobiernos sirio y turco, los grupos rebeldes sirios y el prooccidental Gobierno Regional del Kurdistán de Irak, han mantenido a la región Rojava en un despiadado aislamiento. Los medios occidentales, incluyendo los independientes y los alternativos, han ignorado ampliamente su resistencia o no le han prestado atención. Los kurdos no han recibido la solidaridad y el apoyo que merecen.
Ertugrul Korkcu, un parlamentario turco del partido de izquierda prokurdo HDP (Partido Demócrata del Pueblo), decía recientemente que los kurdos desempeñan el papel que desempeñaron los rusos en Europa tras la Primera Guerra Mundial. Los kurdos no son un grupo homogéneo políticamente hablando, pero hay algo de verdad en la opinión de Kurkcus ya que la situación de Medio Oriente recuerda a la Europa de principios del sigo XX. Más exactamente, los grupos yihadistas se han convertido en las herramientas en manos de las potencias coloniales y de los gobiernos autoritarios para establecer y fortalecer su hegemonía en la región.
Rojava puede ser una alternativa ya que muestra una forma potencial de gobierno autónomo que básicamente desafía los opresivos rituales de las comunidades religiosas y propone un plan de trabajo de coexistencia con todas las culturas y creencias de la zona, sin violar los derechos de ninguna. La experiencia de autonomía de Rojava puede ser modelo para un confederalismo democrático en Medio Oriente, en el que cada comunidad tiene derecho a la autodeterminación y al autogobierno. Además, es un experimento muy progresista ya que las mujeres constituyen el verdadero motor de cambio. Hevi Ibrahim, la jefa del cantón autónomo Afrin, es un brillante ejemplo de ello.
La alternativa Rojava no es ni imaginaria ni utópica. Esta alternativa ya ha demostrado su viabilidad a través de soluciones prácticas y la cotidiana concreción de las ideas expresadas en la Carta del Contrato Social. De hecho Rajova se reafirma como la alternativa democrática más realista en el más inesperado de los lugares. Solidarizarse con la revolución de Rojav es una tarea urgente para quienes se preocupan por el futuro de Medio Oriente.
Sardar Saadi es un activista residente en Toronto y doctorando de Antropología en la Universidad de Toronto.
Fuente: http://roarmag.org/2014/07/rojava-autonomy-syrian-kurds/
rBMB