Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Hoy hace 63 años, antes de que los ejércitos árabes entraran en Palestina y antes de que Israel declarara su independencia, las milicias sionistas se dedicaban a la conquista y limpieza étnica de decenas de pueblos, desde Abu al-Fadl, cerca del actual Ramle, a Akbara, que estaba a dos kilómetros al sur de Safed. Esta semana, mientras los palestinos planea conmemorar el aniversario formal de su desposesión el 15 de mayo o «Día de la nakba», el periodista de Jerusalem Post Benjamin Speier informaba de que soldados israelíes del batallón 202 de paracaidistas «ponen sus habilidades en práctica conquistando un simulacro de pueblo árabe».
«Cada sección tiene que likhbush [conquistar] un área en el pueblo y nosotros conseguimos likhbush una zona llamada Yassin, Yassin sur», afirmó el comandante de la compañía Matan Pelen. Pelen comentó al acabar el ejercicio: «Este área es ahora nuestra, está bajo nuestro control».
Independientemente de si el ejército israelí se está adiestrando para literalmente tomar un pueblo y expulsar a sus habitantes, la dependencia de los israelíes de hoy de un vocabulario colonial pone al descubierto la misión esencial del Estado. Cuando los israelíes se refieren a la ocupación de Cisjordania utilizan el término «kibush» o «la conquista», lo que subraya la permanencia del proyecto de creación de colonias por toda la Línea del Armisticio y su relación con la campaña militar de limpieza étnica que permitió al Estado judío emerger en 1948.
Los primeros sionistas llamaron a su campaña para judaizar el mercado boicoteando los negocios árabes y aterrorizando a los judíos que empleaban o eran clientes de árabes «Kibush Ha’avodah» o «la conquista del trabajo».
La interiorización sionista de estereotipos antisemitas de los judíos como cosmopolitas desarraigados (o Luftmenschen excesivamente contemplativos ) provocó la «Kibush Ha’adamah», «la conquista de la tierra», y «Likhbush et Ha’adamah ba’Raglyim», una frase que significa conquistar la tierra a pie. Además de expulsar a tantos árabes palestinos como fuera posible, la intención de estas campañas era animar a los nuevos judíos a purgarse de sus contaminaciones de la diáspora por medio de actividades agrícolas, trabajo físico y construcción perpetua.
La conquista se inscribe en la lógica del sionismo. Mientras que los dirigentes políticos y militares israelíes se resisten a cualquier iniciativa para frenar los impulsos expansionistas del Estado, los pueblos palestinos van desapareciendo del paisaje silenciosamente. Igual que la «kibush» sigue siendo continua, lo mismo ocurre con la Nakba.
La semana pasada, el 6 de mayo, las autoridades israelíes ordenaron a 50 familiar palestinas dejar Jerusalén. Un día después, las fuerzas israelíes expulsaron a 110 palestinos de Khirbet Umm Nir, un pueblo pequeño al sur de la ocupada ciudad de Hebrón. Se destruyó el pueblo por tercera vez en dos meses.