Memoria y cultura La memoria es el tesoro de nuestros recuerdos. En la memoria se fundan y se funden las capacidades más creativas para describir y narrar el mundo. Sabemos que, sin la memoria, no hay presente ni futuro, y es por eso que hoy en día, y desde 1948, incluso décadas antes, el movimiento […]
Memoria y cultura
La memoria es el tesoro de nuestros recuerdos. En la memoria se fundan y se funden las capacidades más creativas para describir y narrar el mundo. Sabemos que, sin la memoria, no hay presente ni futuro, y es por eso que hoy en día, y desde 1948, incluso décadas antes, el movimiento sionista ha querido borrar la memoria palestina mediante la limpieza étnica, el epistemicidio, el historicidio, para que en medio siglo nadie recuerde a esta sociedad entre el resto de las sociedades.
Hoy en día la identidad palestina pretende ser destrozada y jerarquizada incluso por nosotros mismos que los hemos dividido aun cayendo en el vocabulario de los colonialistas. Les llamamos ausentes, presentes, refugiados, infiltrados, colaboracionistas, expulsados, radicales, moderados, residentes, militantes, entre otras denominaciones que nos enfocan y nos encaminan a tratarles por meras cuestiones de exilio, de diáspora, de anexión, de ocupación, de retirada, o de retorno. Pero estamos trabajando, trabajamos en cambiar el vocabulario de la vida.
El discurso de los medios oficiales ha llegado a decir que los palestinos son «naturalmente violentos» y que ellos, particularmente los de Hamás, tienen la culpa de la situación donde están sus niños y mujeres. Pero haciendo uso de mi memoria, recuerdo que han sido las mismas balas «made in USA» o las que dicen «Industrias Militares Israelíes» las que han atravesado la piel tanto de los niños palestinos, como de los afganos, iraquíes, mexicanos, salvadoreños y colombianos a lo largo de tantas décadas, piel que sinceramente me hace dudar que sea la violencia algo natural de los palestinos, o de los indígenas en Chiapas, o de los encapuchados, de los que usan machetes para defender sus tierras como en Atenco o en Brasil, o de los marginados de Frantz Fannon, de Gramsci, o de Edward Said.
Como diría el hoy desaparecido Subcomandante Marcos, fíjense cómo cito a un militar, «el ataque israelí es uno de clásico golpe y conquista, donde primero viene la ráfaga aérea y luego la ocupación terrestre para terminar con los sobrevivientes». Es una aniquilación. No es una guerra, lo sabemos. Es un genocidio. No es un ejercicio de defensa. Yo no he visto los tanques palestinos, los aviones palestinos, los enfrentamientos regulares. A lo mejor es porque no he visto CNN, pero lo que he visto, han sido casas destrozadas, niños con el tiro de gracia, hombres con huesos rotos, y calles manchadas de sangre.
A este mensaje sumaré cuatro reflexiones y un poema como muestra de mi solidaridad con una Gaza que no tengo el honor de conocer pero sí el horror de lo que soporta, con las resonancias que mi país vive, que mi gente sufre, que mi tierra dice y mi aliento corrobora:
1. La mancuerna entre sionismo y capitalismo
Ven Dubai y Tel Aviv, ese es el Medio Oriente que quiere el capitalismo.
Cuando uno mira la lista de productos israelíes comercializados con el código 729 en la página del BDS uno entiende muchas cosas. Es el capitalismo lo que está en juego, ni siquiera es solo la elite de Netanyahu y el sector militar israelí los que asesinan para sobrevivir. Ellos son la marioneta de muchos intereses inmiscuidos en Wall Street, en las calles más caras del mundo, en el sector energético, en las tiendas comerciales. Israel y su lobby son un actor fundamental para el andamiaje capitalista actual, y por ese sistema algunas familias se enriquecen, más bien, pocas, el 1% reclaman los estadounidenses, pero son las suficientes para acumular recursos, armas, poder, nexos, canales de televisión y toda una infraestructura que asfixia no solo a los palestinos sino a todos nosotros de una u otra forma.
2. Sujetos y despojo
Ellos quieren ser nuestra cotidianeidad, ellos quieren que naturalicemos el estado actual de las cosas y que no preguntemos nada. Que no razonemos, que solo compremos y trabajemos. Quieren despojarnos y despojarlos para darnos una lección de cómo nos iría si salimos a manifestarnos. Pero la invitación aquí es justamente a no ver el despojo de los palestinos como un despojo en solitario, sino asumirnos nosotros mismos como sujetos despojados con ellos y como ellos, y reclamar justicia en este contexto neo colonizador, neoliberal y neo capitalista. La educación, la crítica y la retroalimentación son buenas herramientas para grandes cambios epistémicos que necesitamos y necesitaremos.
3. Gas en Gaza
Hoy salieron publicadas varias notas nuevas sobre una vieja sospecha. El gas en Gaza. Una serie de 4000 millones de dólares en gas natural que British Gas quiere comercializar con Netanyahu y que Mahmoud Abbas ha negociado con Gazprom. Es la maldición de los energéticos y es un elemento que no hay que perder de vista porque para que haya Dubai y «Tel Avivs» es necesario que haya tres cosas: gas, petróleo y agua. No sé si el gas sea la meta de la invasión terrestre, creo que tan solo es un elemento, pues el acuerdo de unidad, las voces palestinas en Ramallah en 2011, el despertar de millones de personas en el mundo clamando justicia por Palestina, y los medios alternativos monitoreando la situación, son factores que la elite política israelí también teme y a quienes quiere ocultar la magnitud de sus atrocidades pasando noticias sobre el nuevo califato islámico, el cráter en Siberia, o la supuesta amenaza iraní.
4. Palestina y la región
El destino de los árabes pasa por el destino de Palestina y viceversa. Es una nueva fase del estado poscolonial, es la etapa más cruda de las revoluciones desde la matanza de Bashar al Assad y los homicidios en Iraq. Es un escenario más de contrarrevolución como en Iraq, Siria y Egipto. Es una infame cadena que se conecta con Abu Graib, Kabul, Kandahar, Faluya, Cairo, Homs, Manama, una violación más no solo al derecho internacional sino a la misma subjetividad humana. Hasta el día de hoy, ha habido actos de solidaridad como este en 613 ciudades de los cinco continentes (véase la información aquí http://samidoun.ca/2014/07/take-action-protests-around-the-world-respond-to-assault-on-palestine/), siendo lugares como Londres, Chicago o Paris algo que realmente ha resonado en los medios alternativos. Algo está cambiando y la gente a de pie tenemos que seguir responsable para que los mormullos se conviertan en cantos y más cantos que suenen cada vez más fuerte.
5. Poema titulado «Yo no soy poeta ni pretendo serlo»
Yo no soy poeta ni pretendo serlo, porque respeto mucho a quien si lo es.
Admiro las letras de Mahmoud Darwish y Gasan Kanafani, de Fadwa Tuqan, Bassem an-Nabris, y de todos sus muertos, de nuestros muertos, y de sus vivos que nos mantienen vivos a pesar que nos narran como muertos, como nada, como la nada.
Pero somos signos y significantes, tenemos significados, significamos al mundo y el mundo nos da sentido, somos textos, somos materia, somos memoria y creamos memoria, somos aunque no parezcamos, aunque nos traten de invisibles como los espacios entre las letras, las letras de los mensajes de nuestra lengua, de la lengua que nos fundamenta.
Pero a pesar de todo, los opresores nos necesitan, pero no queremos. Nos necesitan dormidos, pero no queremos. No dormiremos, porque en mucho tiempo escribiremos, árabe, español, amiya, dariya y náhuatl, y tzotzil, y otras lenguas que estudiaremos, escucharemos, soñaremos, y llevaremos, a la victoria.
Viva Palestina Libre.
Resonancias del texto
Fannon, Gramsci, Edward Said, Hamid Dabashi, Luz Gómez, Subcomandante Marcos, Alejandra Gómez, Luis Mesa, Waleed Saleh, Jorge Alonso, Mahmoud Darwish, Gasan Kanafani, Fadwa Tuqan, Bassem an-Nabris.
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