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La verdadera tarea por delante

De qué se trata la unidad palestina

Fuentes: CounterPunch

Traducido para Rebelión por J. M.

Los palestinos aún están por alcanzar la unidad nacional a pesar de la euforia por el «gobierno de unidad nacional» que ya está en funcionamiento en Ramallah.

Uno tiene que ser claro en la distinción entre un arreglo político de Hamas-Fatah necesario por las circunstancias regionales e internacionales y la unidad palestina. Lo que se ha acordado en el campo de refugiados de Shati ‘(Beach), que conduce a la formación de un gobierno de transición en Cisjordania en junio, tiene poco que ver con la unidad palestina. Este último es un concepto mucho más amplio e indispensable. Sin él, el pueblo palestino corre el riesgo de perder más de una plataforma política unificada, así como su capacidad de identificarse con un conjunto común de aspiraciones nacionales dondequiera que se encuentren en el mundo.

Por lo tanto, un acuerdo apresurado en Gaza, que dejó muchos puntos de discordia para ser discutidos y resueltos por varios subcomités con posibilidades inciertas de éxito, no es el requisito previo para la unidad nacional verdadera y duradera.

La mayoría de los expertos de los medios están mezclando entre la unidad nacional palestina y el gobierno de «unidad» de los 14 ministros que fueron juramentados en Ramallah. La mayor parte de los supuestos tecnócratas son reconocidos por su lealtad manifiesta o sutil a la Autoridad Palestina (AP) del presidente Mahmoud Abbas. El gobierno de transición tiene la tarea de administrar las áreas de Cisjordania y Gaza ocupadas por Israel.

A la Autoridad Palestina se le permite operar en Cisjordania bajo la atenta mirada del ejército israelí. A cambio de permitir a la Autoridad Palestina un espacio de operación, sus fuerzas están involucrados en la «coordinación de seguridad» destinada a asegurar los asentamientos judíos ilegales, regentear en la resistencia palestina y ofrecer una línea de defensa al ejército israelí, que en realidad es el único gobernante de Cisjordania y Jerusalén Este.

No está claro hasta el momento como afectará la coordinación de la seguridad a la forma en que Israel controla Gaza, que hasta ahora se ha asegurado a través de un cerco hermético intensificado desde la victoria electoral de Hamas en 2006 y la breve guerra civil entre Hamas y Fatah en 2007.

Es poco probable que Hamas permita un acuerdo de coordinación de seguridad similar al que está en marcha en la Ribera Occidental, por medio de la cual la propia Gaza fue controlada -por 10 ramas de seguridad palestinas separadas- antes de 2006.

De hecho, de Gaza creció resentida de Fatah -entonces bajo el control de Mohammed Dahlan y algunos funcionarios notorios de Fatah- a causa de este tipo de prácticas. A pesar del acuerdo de unidad, Abbas sigue viendo la colaboración con el ejército israelí como algo sagrado.

Pero incluso si no se encuentra alguna alternativa a disposición para prevenir otra fractura hasta las próximas elecciones que están programadas para principios del próximo año, lo que ha tenido lugar apenas se ha calificado de unidad.

En las últimas semanas, la palabra «unidad» se ha utilizado en muchas maneras, algunas erróneas y otras bastante falsas. Funcionarios de los partidos de Hamas y Fatah -todos operando con los mandatos caducados- han infundido en repetidas ocasiones un significado más sentimental de la «unidad» con pocas excepciones, entre ellas la del líder de Hamas, Khaled Meshaal. Este último, aunque optimista sobre el futuro potencial del acuerdo, entiende que el gobierno de transición no es más que un primer paso en un largo programa destinado a la unificación de la política palestina.

Incluso el New York Times, conocido por su firme apoyo a los sucesivos gobiernos israelíes, también insta a la unidad. «Si alguna vez tiene que haber un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos… los palestinos deben estar unidos», decía su editorial, firmado por el consejo editorial, el 6 de junio.

Si uno evalúa el momento del editorial del Times llamando a la unidad palestina, uno puede descubrir que tal «unidad» está dirigida principalmente a servir a los intereses unidos de Israel y Estados Unidos. «Estados Unidos tiene que tener cuidado de distinguir de alguna manera entre su apoyo al nuevo gobierno y un respaldo a Hamas y su comportamiento de violencia y odio. Para tener alguna esperanza de distinguir, los Estados Unidos y Europa deben seguir insistiendo en que Abbas sea fiel a sus promesas y no permita que Hamas esté por encima».

El Times insiste en que Hamás no puede jugar «un rol remarcado» en el futuro.

Una unidad adaptada a los intereses de Israel y de los fondos estadounidenses no es lo que millones de palestinos han estado deseando en los últimos siete años. Ni que decir tiene que garantizar en devolución que un partido domine al otro es apenas una cobertura democrática.

Pero Hamas y Fatah también tienen responsabilidad. Su lucha interna absurda y el hecho de permitirse estar al servicio de las agendas de otros partidos es a la vez inexcusable e imperdonable. Pensar que ambas partes continuarán dominando el paisaje del liderazgo palestino los próximos años no es nada alentador.

Palestina no es Hamas y Fatah y la desunión palestina no comenzó con estos dos partidos, pero ha sido una parte integral de la lucha nacional palestina. La fragmentación de la identidad política palestina lleva décadas. Fue quizás la salida de la Organización de Liberación de Palestina (OLP) desde el Líbano en 1982 la que acentuó la división entre la lucha del pueblo palestino por la libertad y su liderazgo. Fue entonces cuando la elite palestina realmente saltó a la fama.

Entonces Palestina se reducía a facciones, cada una con sus propios símbolos, mantras, lemas, agendas y financiadores. La OLP sirvió de plataforma política cuyo único objetivo, a veces, parecía el de validar al partido Fatah en el poder y una particular filial con sede en Túnez. El Parlamento palestino en el exilio -el Consejo Nacional Palestino- más tarde relegado a aprobar automáticamente las iniciativas políticas de Yasser Arafat, Mahmoud Abbas, Ahmed Qore y algunos otros.

El servicio de la democracia palestina era específicamente para convalidar las elecciones celebradas por los presos políticos palestinos en las cárceles israelíes y en las elecciones sindicales de estudiantes locales en los territorios ocupados.

Con un mandato autoimpuesto, sin otro desafío de otra plataforma política, y validado por la ocupación israelí, la Autoridad Palestina gobernó los territorios ocupados a su antojo. Los ricos se hicieron más ricos y los pobres se alinearon frente a los cajeros automáticos al final de cada mes, rezando para que sus salarios llegaran a sus cuentas bancarias a tiempo. En muchas ocasiones no ocurría así.

El 5 de junio los empleados gubernamentales de Hamas y Fatah se enfrentaron entre sí y, esporádicamente, con la policía porque los trabajadores de Hamas no obtuvieron su paga, mientras que sus contrapartes de Fatah sí la recibieron.

Este no es el tipo de escena que acompañaría a un estado de unidad nacional. Para que la verdadera unidad tenga lugar, tiene que estar modelada en su totalidad por las prioridades nacionales de los palestinos. No se puede vincular a la ayuda y a las lealtades políticas tribales. No debe estar destinada a complacer a los EE.UU. y a la UE ni tampoco para dar cabida a la seguridad de Israel.

La verdadera unidad tendría que volver a la pregunta original que divide a las comunidades palestinas en Palestina y en todo el mundo en primer lugar. Tiene que lidiar con las preguntas importantes acerca de la identidad palestina, las aspiraciones nacionales, la resistencia y la perspectiva de una generación entera que nació después de la firma de los acuerdos de Oslo en 1993.

La unidad palestina no es una cuestión de logística, sino una empresa de gran envergadura que requiere nuevas caras, nuevos nombres, nuevas formas de pensar y, uno diría, que se atreva a un nuevo liderazgo.

Ramzy Baroud es el jefe de redacción de Middle East Eye. Columnista internacional, consultor de medios, autor y fundador de PalestineChronicle.com. Su último libro es My Father Was a Freedom Fighter: Gaza’s Untold Story (Pluto Press, London).

Fuente: http://www.counterpunch.org/2014/06/11/what-palestinian-unity-is-all-about/

rCR