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Las nuevas leyes represivas de Israel

Democracia para unos pocos

Fuentes: Counterpunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

«Las leyes malas», dijo una vez Edmund Burker, «son la peor forma de tiranía».

Los millones de personas que han estado protestando -desde Túnez, Egipto y Libia, a Bahréin, Yemen y Siria- parecen haber reconocido esa perogrullada y exigen un fin de las leyes de emergencia y la redacción de nuevas constituciones que garanticen la separación de poderes, elecciones libres, limpias y regulares, y derechos políticos, sociales y económicos básicos para todos los ciudadanos.

Dicho en pocas palabras, luchan por terminar con la tiranía.

Dentro de este dramático contexto también es útil mirar a Israel, que es considerado por muchos como la única democracia en Medio Oriente y que ha, de muchas maneras, sido algo atípico en la región. Se podría preguntar si Israel es o no un fanal para los que luchan contra la tiranía.

Por otra parte, las leyes bajo las cuales vive la ciudadanía de Israel es -con la excepción de un puñado de leyes significativas que privilegian a los judíos por sobre los no judíos- actualmente muy similar a las utilizadas en la mayoría de las democracias liberales, donde los poderes ejecutivo, legislativo y judicial están separados, hay elecciones libres, limpias y regulares, y los ciudadanos gozan de derechos básicos – incluida la libertad de expresión y de asociación.

El doble rasero de Israel

Sin embargo, por otra parte, la ley militar israelí utilizada para administrar a los palestinos es muy similar a la aplicada en la mayoría de los países árabes, donde no hay verdadera separación de los poderes y la gente carece de derechos en muchos casos. Incluso a pesar de que ha habido una Autoridad Palestina desde mediados de los años noventa, no cabe duda de que la soberanía sigue estando en manos israelíes.

Por lo tanto uno se da cuenta de que en este país así llamado libre y democrático, hay de hecho, dos conjuntos de leyes, uno liberal para su propia ciudadanía y otro para los palestinos bajo su ocupación. Por ello, Israel se parece mucho al apartheid o al colonialismo.

¿Pero puede lo que haya de democrático en Israel servir de modelo para los activistas por la democracia en los países árabes vecinos?

La respuesta es mixta – porque mientras los ciudadanos árabes en toda la región luchan contra la tiranía, parecería que en Israel existe la tendencia opuesta, mediante la cual grandes partes de la ciudadanía no solo consienten sino apoyan a miembros de la Knéset [parlamento israelí] que redactan nuevas leyes para silenciar la crítica pública y deslegitimar a los rivales políticos, organizaciones por los derechos humanos, y la minoría palestina. La idea es restringir legalmente a individuos y grupos que tienen posiciones opuestas a la agenda derechista del gobierno, presentándolos como enemigos del Estado.

La Asociación por los Derechos Civiles en Israel (ACRI) advirtió recientemente que las leyes promovidas por la Knéset son peligrosas y que tendrán severas ramificaciones para los derechos humanos básicos y las libertades civiles. La asociación, que es conocida por su actitud imparcial, agregó que las nuevas leyes «contribuyen a posiciones públicas antidemocráticas y racistas, que se destacan cada vez más en la sociedad israelí en los últimos años».

Nueva ola de leyes represivas

A continuación cito solo unos pocos ejemplos de aproximadamente veinte leyes que han sido aprobadas o son consideradas actualmente.

  • La Knéset aprobó una nueva ley que señala que organizaciones e instituciones que conmemoran el Día de la Nakba, «niegan el carácter judío y democrático del Estado», y que no recibirán fondos públicos. Por lo tanto, incluso en escuelas árabes dentro de Israel, la Nakba debe ser eliminada. Y basta de disenso democrático y multiculturalismo.
  • Otra nueva ley señala que «comités de aceptación» de aldeas y comunidades pueden rechazar a un candidato si él o ella «no cumple con los puntos de vista fundamentales de la comunidad». Según ACRI, la ley pretende negar a minorías étnicas el acceso de comunidades judías establecidas predominantemente en tierras públicas. Por lo tanto, a menos que los nuevos movimientos árabes por la democracia quieran basar sus países en una segregación al estilo del apartheid, no es una ley que se pueda emular.
  • La Knéset aprobó una ley que perdona a todos los manifestantes que protestaron contra la retirada de Israel de Gaza. Aunque la legislación que reduce las medidas punitivas contra personas que ejercen su derecho a la protesta política es, en principio positiva, esta ley en particular favorece manifiestamente a activistas con una cierta ideología política. No promete nada bueno para la noción básica de igualdad ante la ley.
  • Una enmienda al Código Penal existente estipula que la gente que publique llamados que nieguen la existencia del Estado de Israel como Estado judío y democrático será encarcelada. La ampliación de la ley existente criminaliza los puntos de vista que no son aceptados por el grupo político gobernante. Es apoyada por el gobierno y ha pasado una lectura preliminar. Las democracias emergentes deberían definitivamente apartarse de una legislación semejante.
  • Hay actualmente una propuesta de ley para castigar a personas que inicien, promuevan, o publiquen material que pueda servir de base para imponer un boicot. La ley insiste en que esa gente comete una ofensa y que se le puede ordenar que compense a las partes económicamente afectadas por ese boicot, e incluye reparaciones fijas de 30.000 nuevos shekels israelíes (8.700 dólares), sin obligación de que los querellantes demuestren los daños. Esta ley ya ha pasado la primera lectura.
  • Finalmente, una ley presentada a la Knéset en octubre requeriría que miembros de consejos locales y urbanos, así como otros empleados públicos, juren lealtad a Israel como Estado judío y democrático.

Democracia para unos pocos

Hay una lógica evidente que subyace a esta avalancha de nuevas leyes; es decir, la decisión del gobierno israelí de criminalizar las ideologías políticas alternativas, como ser la idea de que Israel debería ser una democracia para todos sus ciudadanos.

Por lo tanto, se presencia una tendencia inversa – mientras los ciudadanos árabes en la región luchan por más apertura y por cierto, democracia, el derrocamiento de dictadores y la presión sobre los gobiernos para que realicen reformas liberales significativas, el conjunto legal israelí está siendo reescrito para debilitar los valores democráticos.

Los israelíes, que celebran el 63 aniversario de su Estado, debieran examinar detenidamente los movimientos por la democracia en Tahrir, Deraa y en todo el mundo árabe. Podrían aprender una o dos cosas.

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Neve Gordon es activista israelí y autor de Israel’s Occupation (University of California Press, 2008). Para contactos visite su sitio en la web: www.israelsoccupation.info

Fuente: http://www.counterpunch.org/gordon05112011.html